jueves, 16 de abril de 2015

CÓMO ESCRIBIR UNA PIEZA DE TEATRO SIN PESTAÑEAR - POR JUAN RIVERA SAAVEDRA





CÓMO ESCRIBIR UNA PIEZA DE TEATRO SIN PESTAÑEAR

de  Juan Rivera Saavedra

“Escribo por la misma razón
que respiro. Si no lo hiciera
moriría”
Isaac Asimov

Cuando me han preguntado, cómo es posible que haya podido usted escribir más de doscientas piezas de teatro, he respondido, “desde niño solía contar historias. Es que como en el barrio todos amaban el fútbol y las chicas, amaban a los chicos: ¡ellas amaban las pelotas! Pero como yo las detestaba: nadie me daba pelota. Es decir, bola.

Las niñas se empezaron a fijar en este caballero y los chicos también, el día que me vieron salir de un cine del barrio –una matinée- se acercaron y preguntaron “¿qué tal la película?”. Les conté. Se emocionaron, corrieron a verla, y a la salida dispararon: “mejor fue la que tú nos contaste”.

Y a partir de aquel día, se hicieron mis amigos y me empezaron a pagar las entradas para ver la película que ellos tenían  interés. Aclaro…nunca llegué a recibir un centavo de las chicas, debido a mi timidez.

¿Cómo perdí mi timidez y aprendí a contar, relatar o narra una historia?  ¡Gracias a mi padre, que era un experto!

¿Dónde aprendió él…? 

Viendo buen teatro, estupendas películas (no como las de hoy que son puro sexo y violencia). Observando a los grandes actores, las pausas que hacían, sus gestos y  desplazamientos  en escena.

Desde niño, amé el teatro. Tanto que, papá solía decir que había nacido para el teatro. Un día me llevó al teatro Segura a ver la obra PINOCHO, Y LOS PIRATAS con la Compañía de Lucho Córdova. Estaba bien sentado en platea alta. De pronto, llevado por la emoción me puse de pie, me acerqué tanto a la baranda que, perdí el equilibrio y me fui abajo, pasando por el palco o mezanine, hasta llegar a platea baja.

La gente –como era de esperar- pegó un grito. Pinocho detuvo el espectáculo, bajó del escenario y corrió en mi auxilio.

Como la alfombra del teatro era importada y gruesa, no sentí dolor ni rompí hueso alguno en la caida. 

Feliz –al ver que no se había producido desgracia alguna-, descubrir mi héroe Pinocho que no había derramado una sola lágrima, en premio a ello, me hizo subir a escena y regaló la espada de madera que le había quitado al bandido de la historia, con una simpática dedicatoria: “A un niño valiente”.

Aprendí –dije- amar la literatura gracias a papá que solía contar a sus hijos historias escritas por los grandes novelistas y cuentistas sin ser maestro de ninguna escuela primaria o secundaria. Y alimentar semanalmente con revistas de historietas o cómic, como C´LASICOS ILUSTRADOS, VIDAS EJEMPLARES, y EPOPEYAS.

No he sido el único –aclaro-, empezar una vida literaria leyendo y coleccionando este tipo de revistas. Me acabo de enterar que Umberto Eco  (autor de la célebre novela EL NOMBRE DE LA ROSA), solía hacer lo mismo: adoraba los cómics.

La diferencia radica –quizás- que como me encantaba dibujar, a los ocho años cree mi propia revista –elaborada a mano- y alquilar.

¿Cuántos ejemplares solía lanzar por número…? UN EJEMPLAR.

¿A quiénes solía alquilar…? A los chicos de mi edad que vivían en uno de los callejones que rodeaba la casa.

¿A cuánto lo alquilaba…? ¡DOS CENTAVOS! Es decir: un gordo

Mi amor al dibujo –al cumplir los veinte años-, me llevó a Buenos Aires y a la Escuela Panamerica de Arte, topar con los grandes de los cómics como Ianiro, Toño Gallo, Fantasio, el joven Joaquín Salvador Lavado (o Quino, creador de Mafalda), Hugo Pratt, Solano López, Arturo del Castillo.

Pero, quien verdaderamente me deslumbró fue, Héctor Oesterheld, guionista de aquellos grandes dibujantes y, creador de los cómics famosos como: Corto Maltés, Ticonderoga, Bull Rockett, Sherlock Time, Ernie Pike, Sargento Kirk, Patria vieja, Mort Cinder, y cientos más.

Fue tan bueno que, por atacar a gobiernos dictatoriales, denunciar artísticamente abusos cometidos contra el pueblo a través de sus guiones –no fue encarcelado, ni asesinado-, sino…desaparecido para la eternidad.

La primera pregunta que llegó a mi mente –tan pronto me enteré fue: ¿tan peligroso es escribir…tan terrible la palabra…la franqueza…la verdad…? ¡De contar y no creer!

Y echeme a buscar la luz sin ser descubierto.

Toda historia que se empieza a escribir…debe ser una especie de crónica policíaca. Que es lo que trato de hacer. Es decir: investigar, llegar a la raíz del problema y no, limitar –como suelen hacer ciertos periodistas-: contar un desenlace sin explicación alguna. Porque no dicen nada, ni ayudan a pensar.

¿Qué descubrí leyendo a los clásicos…?

Que el teatro era un arma peligrosa. Un arma de denuncia, contra la inmoralidad…Dedo señalador de toda clase de injusticia, incluyendo inmoralidad de la sociedad.

¿Arthur Miller, no la empleó al escribir LAS BRUJAS DE SALEM?  ¿No fue escrita acaso, para denunciar a un político ambicioso, inmoral del país, por enviar a la cárcel injustamente a cientos de personas acusándolos de comunistas, terroristas, sin serlo…?

¿No lo hizo William Shakespeare, en casi todas sus obras, empezando con Ricardo III…?

¿No lo hizo Moliére, genio sostenido económicamente por un príncipe de la corte francesa con el fin de que los alabe, y lo que él hizo fue ridiculizar inteligentemente sin que se diesen cuenta, mediante el humor…?

¿Para qué sirve la imaginación…? Para encontrar soluciones dónde parece no haber salida.

Todas estas lucubraciones, me llevó a estudiar a Lajos Egri, ingresar al taller de Lee Strasberg –director del Actor`s Studio, fundador del Theatre Institute, y maestro de Paul Newman, Al Pacino, James Dean, Dustin Hoffman, Jane Fonda, Robert De Niro- y…continuar con Eugenio Ionesco, autor de la CANTANTE CALVA.

Conclusión o final de nuestra historia…

A la fecha, he llegado a escribir más de doscientas piezas de teatro, seiscientos cuentos y puñados de poemas.

¿Qué queda por hacer…?

¡Transmitir lo aprendido en algún taller como el organizado por la Asociación Cultural PEGASO: TALLER DE DRAMATURGIA 


¿Qué pienso enseñarles en ocho semanas, en sesiones de dos horas y media? 

·        Por qué la gente no es creativa
·        Liberando la mente o imaginación al crear
·        El conflicto
·        Estudio de un personaje a través de sus tres dimensiones
·        Cómo encontrar un argumento y empezar
·        Construcción o elaboración de la historia.
·        Lectura y análisis de lo escrito

¿Más información?

A través del siguiente e mail: asopegaso@yahoo.es/ cel. 947-444-987







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