CÓMO ESCRIBIR UNA PIEZA
DE TEATRO SIN PESTAÑEAR
de Juan Rivera Saavedra
“Escribo por
la misma razón
que respiro.
Si no lo hiciera
moriría”
Isaac Asimov
Cuando me han preguntado, cómo es posible que haya podido
usted escribir más de doscientas piezas de teatro, he respondido, “desde niño
solía contar historias. Es que como en el barrio todos amaban el fútbol y las
chicas, amaban a los chicos: ¡ellas amaban las pelotas! Pero como yo las
detestaba: nadie me daba pelota. Es decir, bola.
Las niñas se empezaron a fijar en este caballero y los chicos
también, el día que me vieron salir de un cine del barrio –una matinée- se
acercaron y preguntaron “¿qué tal la película?”. Les conté. Se emocionaron,
corrieron a verla, y a la salida dispararon: “mejor fue la que tú nos
contaste”.
Y a partir de aquel día, se hicieron mis amigos y me
empezaron a pagar las entradas para ver la película que ellos tenían interés. Aclaro…nunca llegué a recibir un
centavo de las chicas, debido a mi timidez.
¿Cómo perdí mi timidez y aprendí a contar, relatar o narra
una historia? ¡Gracias a mi padre, que
era un experto!
¿Dónde aprendió él…?
Viendo buen teatro, estupendas películas (no como las de hoy
que son puro sexo y violencia). Observando a los grandes actores, las pausas
que hacían, sus gestos y desplazamientos
en escena.
Desde niño, amé el teatro. Tanto que, papá solía decir que
había nacido para el teatro. Un día me llevó al teatro Segura a ver la obra
PINOCHO, Y LOS PIRATAS con la Compañía de Lucho Córdova. Estaba bien sentado en
platea alta. De pronto, llevado por la emoción me puse de pie, me acerqué tanto
a la baranda que, perdí el equilibrio y me fui abajo, pasando por el palco o mezanine,
hasta llegar a platea baja.
La gente –como era de esperar- pegó un grito. Pinocho detuvo
el espectáculo, bajó del escenario y corrió en mi auxilio.
Como la alfombra del teatro era importada y gruesa, no sentí
dolor ni rompí hueso alguno en la caida.
Feliz –al ver que no se había producido desgracia alguna-,
descubrir mi héroe Pinocho que no había derramado una sola lágrima, en premio a
ello, me hizo subir a escena y regaló la espada de madera que le había quitado
al bandido de la historia, con una simpática dedicatoria: “A un niño valiente”.
Aprendí –dije- amar la literatura gracias a papá que solía
contar a sus hijos historias escritas por los grandes novelistas y cuentistas
sin ser maestro de ninguna escuela primaria o secundaria. Y alimentar
semanalmente con revistas de historietas o cómic, como C´LASICOS ILUSTRADOS,
VIDAS EJEMPLARES, y EPOPEYAS.
No he sido el único –aclaro-, empezar una vida literaria
leyendo y coleccionando este tipo de revistas. Me acabo de enterar que Umberto
Eco (autor de la célebre novela EL
NOMBRE DE LA ROSA), solía hacer lo mismo: adoraba los cómics.
La diferencia radica –quizás- que como me encantaba dibujar,
a los ocho años cree mi propia revista –elaborada a mano- y alquilar.
¿Cuántos ejemplares solía lanzar por número…? UN EJEMPLAR.
¿A quiénes solía alquilar…? A los chicos de mi edad que
vivían en uno de los callejones que rodeaba la casa.
¿A cuánto lo alquilaba…? ¡DOS CENTAVOS! Es decir: un gordo.
Mi amor al dibujo –al cumplir los veinte años-, me llevó a
Buenos Aires y a la Escuela Panamerica de Arte, topar con los grandes de los
cómics como Ianiro, Toño Gallo, Fantasio, el joven Joaquín Salvador Lavado (o
Quino, creador de Mafalda), Hugo Pratt, Solano López, Arturo del Castillo.
Pero, quien verdaderamente me deslumbró fue, Héctor
Oesterheld, guionista de aquellos grandes dibujantes y, creador de los cómics
famosos como: Corto Maltés, Ticonderoga, Bull Rockett, Sherlock Time, Ernie
Pike, Sargento Kirk, Patria vieja, Mort Cinder, y cientos más.
Fue tan bueno que, por atacar a gobiernos dictatoriales,
denunciar artísticamente abusos cometidos contra el pueblo a través de sus
guiones –no fue encarcelado, ni asesinado-, sino…desaparecido para la
eternidad.
La primera pregunta que llegó a mi mente –tan pronto me
enteré fue: ¿tan peligroso es escribir…tan terrible la palabra…la franqueza…la
verdad…? ¡De contar y no creer!
Y echeme a buscar la luz sin ser descubierto.
Toda historia que se empieza a escribir…debe ser una especie
de crónica policíaca. Que es lo que trato de hacer. Es decir: investigar,
llegar a la raíz del problema y no, limitar –como suelen hacer ciertos
periodistas-: contar un desenlace sin explicación alguna. Porque no dicen nada,
ni ayudan a pensar.
¿Qué descubrí leyendo a los clásicos…?
Que el teatro era un arma peligrosa. Un arma de denuncia,
contra la inmoralidad…Dedo señalador de toda clase de injusticia, incluyendo
inmoralidad de la sociedad.
¿Arthur Miller, no la empleó al escribir LAS BRUJAS DE
SALEM? ¿No fue escrita acaso, para
denunciar a un político ambicioso, inmoral del país, por enviar a la cárcel
injustamente a cientos de personas acusándolos de comunistas, terroristas, sin
serlo…?
¿No lo hizo William Shakespeare, en casi todas sus obras,
empezando con Ricardo III…?
¿No lo hizo Moliére, genio sostenido económicamente por un
príncipe de la corte francesa con el fin de que los alabe, y lo que él hizo fue
ridiculizar inteligentemente sin que se diesen cuenta, mediante el humor…?
¿Para qué sirve la imaginación…? Para encontrar soluciones
dónde parece no haber salida.
Todas estas lucubraciones, me llevó a estudiar a Lajos Egri,
ingresar al taller de Lee Strasberg –director del Actor`s Studio, fundador del
Theatre Institute, y maestro de Paul Newman, Al Pacino, James Dean, Dustin
Hoffman, Jane Fonda, Robert De Niro- y…continuar con Eugenio Ionesco, autor de
la CANTANTE CALVA.
A la fecha, he llegado a escribir más de doscientas piezas de
teatro, seiscientos cuentos y puñados de poemas.
¿Qué queda por hacer…?
¡Transmitir lo aprendido en algún taller como el organizado
por la Asociación Cultural PEGASO: TALLER
DE DRAMATURGIA
¿Qué pienso enseñarles en ocho semanas, en sesiones de dos
horas y media?
·
Por
qué la gente no es creativa
·
Liberando
la mente o imaginación al crear
·
El
conflicto
·
Estudio
de un personaje a través de sus tres dimensiones
·
Cómo
encontrar un argumento y empezar
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Construcción
o elaboración de la historia.
·
Lectura
y análisis de lo escrito
¿Más información?
A través del siguiente e mail: asopegaso@yahoo.es/ cel.
947-444-987