Danilo
Sánchez Lihón
1.
El Gran Canyon, como se
escribe en inglés, del Río Colorado que
tiene su nacimiento en la Montañas Rocosas y desemboca en el Golfo de
California, es un testamento geológico inaudito. Mirando sus rocas cuyo proceso
de configuración se remonta a dos mil millones de años atrás, se contemplan
abiertas y en vivo las páginas estupefactas de la formación dramática del
planeta tierra. Y entonces al mirarlo estamos contemplando conturbado y herido
el libro de la naturaleza y el pozo de la eternidad.
Aquí palpable a los
sentidos están el presente de pasmo y asombro, y la vieja historia página a
página, con ilustraciones nuevas, con figuras antiguas, con explicaciones en
los museos de sitio que se erigen y se levantan a su vera, donde se refieren
las medidas descomunales, los vértigos de asombro, las perspectivas infinitas.
La acción de los volcanes, la erosión del viento, la invasión sucesiva de los
mares, las corrientes de lava de los volcanes, los cambios que han producido
los terremotos.
Donde hace millones de años
que estas piedras empezaron a hacerse solas, grumo a grumo, placa tras placa
que parecen alas de palomas míticas. A tallarse uniéndose y separándose. ¡Es
inabarcable e inmensa la sabiduría encierran! Pero, ¿cuál es su signo? ¿Cuál la
síntesis de vida que nos alcanzan? ¿Cuál el futuro que nos aguarda y nos
sumerge en el misterio del universo? Al menos uno: ellas nos hablan de lo
ínfimo y lo eterno.
2.
Es el Gran Cañón energía
congelada, donde cada hojaldre de sus piedras es un latido, un impulso hacia
afuera, un temblor y un suspiro del universo, en donde se han unido el agua, el
fuego y el viento para labrar cada vestigio. Situado en su cima y en su
profundidad el vértigo. Y la caída del agua ya quieta en su fuente.
Donde la piedra está
inhiesta y el agua tendida. La roca que no habla y el agua cristalina que rueda
al fondo de la cañada y que canta.
Donde la piedra es cumbre y
es abismo, es lumbre y es sombra. Es luna llena y agua que espejea en su fondo.
Donde la piedra es ojo, es oído y es lengua. Es sentido, es cielo despejado y
tormenta de nubes.
Donde toda roca es una
puerta, donde cada arenisca y musgo es voz que nos habla. Es un alma que
piensa, que ama y que pena.
Donde no me cupieron las
palabras. Ni supe qué pensar ni atiné a qué hacer. Entonces mirando su
horizonte inacabable, y el agua que espejea en su fondo insondable, callado me
puse a gemir y a llorar.
Esto sentí y lo escribí de
memoria y de pie en uno de los acantilados de la pared sur en el atardecer en
el Gran Cañón del Río Colorado adonde fuimos.
3.
Fue después de participar
en el II Capulí, Vallejo y el Mundo en la Universidad Lehman de New York,
llevado a cabo el 23 de marzo del año 2015, bajo la coordinación de los
profesores Ulises González y Jeny Rodríguez de esa casa de estudios; y del Ing.
Jaime Sánchez Lihón de parte de Capulí.
Fue también después de
trasladarnos a la Ciudad de los Lagos
Salados en Utah, donde del 25 al 28 de marzo cumplimos un nutrido programa
académico con diversas actividades, entre otras:
La presentación de una
Exposición Fotográfica titulada: “Santiago de Chuco, Mama Pacha de Vallejo, a
cargo del Ing. Milton Jaime Sánchez Lihón, la Exposición Pictórica de cuadros
referidos a la vida y obra de César Vallejo, a cargo del Dr. Juvenal Sánchez
Lihón.
De parte mía, para
desarrollar un recital de mi poesía, llevar a cabo una conferencia sobre el
Evangelio Vallejo, desarrollar una sesión con alumnos del Departamento de
Lengua Española y Portuguesa de la BYU, y recibir la distinción Premio Pluma de
Oro de César Vallejo.
Todo ello organizado por el
empeño y dedicación de la Dra. Mara L. García Profesora Principal de esa casa
de estudios y Presidenta del Instituto de Estudios Vallejianos de la Brigham
Young University.
4.
Pronto estuvimos así en el
Gran Cañón del Río Colorado, en Arizona, viaje que emprendimos a partir de Las
Vegas, situada en el la parte occidental del territorio de los Estados Unidos.
Es así que entre el 19 de
marzo y 5 de abril iniciamos una visita borde a borde al Gran Cañón del Río
Colorado. En donde nos internamos durante siete días visitando pasmados,
fascinados, sin aliento este monumento y que es el Primer Gran Parque Nacional
de los EEUU, y declarado por la Unesco en el año 1979 como Patrimonio de la
Humanidad.
Del Cañón sobrecoge su
inmensidad, pero también la capacidad de organización para brindar servicios al
visitante. Son espacios inalienables de las comunidades nativas. Son
territorios indios, con gran presencia de las culturas originarias de este
territorio. De las tribus hualapai, anasazi, navajos, quienes nos atienden en
sus mercados típicos, en su hoteles, restaurantes y tiendas.
De cenizas, lodos, arenas
transformadas en rocas sedimentarias y que adquieren formas caprichosas, donde
sus tótems son el cóndor de california, el puma, el mamut, los restos de
dinosaurios encontrados en la arenisca, la caliza y el esquisto de sus suelos.
5.
Donde todo es un laberinto
de promontorios, de “catedrales”, las denomina así mi hermano Juvenal, con cañadas,
mesetas y estratos de tierra esculpidas en la roca. Mientras mi hermano Jaime
leyendo los mapas salta de alegría al encontrar cada punto cercano que hemos de
visitar.
Y que son torres con
variedad de colores, que son ismos en donde el río da una curva a sus aguas, o
que son miradores hasta que nos llegue el anochecer en sus bordes y a sus
orillas.
450 kilómetros de longitud
y diferentes medidas de anchura que se abren y se cierran. Con cinco represas e
hidroeléctricas levantadas en distintos puntos de su cauce, la más asombrosa ya
cerca de las Vegas, la represa Hoover Dam.
Aquí la piedra roja, la
piedra azulada; aquí la piedra verduzca y amarilla. Roca y fuego en su cimiento
y en sus cumbres. Flor y arena en su entraña insondables. Dominan los colores ocres,
los verdes amatistas, los gualdas desvaídos, los perlas y amarantos de sus
piedras y arriba los azules del cielo infinito donde bogan los aviones.
Y nosotros todos orgullosos
de desplegar aquí el cartel de Capulí, Vallejo y su tierra, e izar la bandera
de nuestra más entrañable identidad y esperanza, recordando igual el ondular de
las espigas de nuestra tierra natal Santiago de Chuco.
6.
Y donde nos retamos con la
eternidad. Él durará. Nosotros pereceremos. Entonces, ¿qué somos frente a las
piedras, el viento, la tierra y el cielo? Lo hemos visto. Yo duraré por haberlo
visto. Yo ya probé la eternidad al borde de sus pasmadas orillas.
Donde el río ha esculpido
el canal, el viento labró las rocas, el hielo al congelarse hizo presión para
que se tajaran las rocas y se abrieran como tortas de queso, como gargantas
cortadas a cuchillo.
Pero, ¿sólo cabe una
explicación telúrica, tectónica y geológica? ¿No está aquí también la mano
divina? En esta combinación de rocas, en el significado del río allá abajo, en
el cantar apacible de sus aguas, en el reflejo etéreo que se desliza en su
cauce, ¿no está Dios inmerso?
Pero solo lo hicieron la
talladura del río, la erupción de los volcanes, la acción de los cataclismos. Y
de la mano divina que ha esculpido estas rocas, ¿no se habla?
Es el himno de la creación
del universo, el hosanna de la creación del mundo. Es Dios, que más se lo
siente en la noche cuando todo está en silencio y quietud y las piedras velan.
7.
Lo sagrado, que se adivina
en la seda del viento en los arbustos dormidos de sus acantilados, en las
flores pequeñas de sus barrancos, en las espinas de cactos de sus orillas.
Si es que todo está dormido
es porque se ha luchado. Y después de la convulsión la quietud, después del
espasmo el sueño que alienta y que respira.
Si el hombre no adora a
Dios, lo adoran las piedras, los árboles, los animales que son simples y
naturales, como son estas piedras que aquí tienen ese impulso hacia arriba.
Que aquí aspiran a ser
estrellas, llenas del anhelo de Dios en sus brazos que emergen, en este elevarse
desde lo oculto y oscuro hacia lo claro y sereno.
Sobrecoge su inmensidad, su
carácter etéreo. Espantan sus caídas a bisel interminables, sus abismos, sus
precipicios.
En estas piedras, solo de
mirarlas ya hemos caído y quedado yertos para siempre en su fondo inhallable.
Y el río a oscuras como una
conciencia que vela. De lo inmenso y profundo, de lo hondo a lo que podemos
caer y desde allí otra vez ascender y subir, el drama de nuestra caída y de
nuestra salvación.
*****
El texto anterior puede ser
reproducido, publicado y difundido
citando autor y fuente
Teléfonos: 420-3343 y 602-3988
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar
a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es
*****
CONVOCATORIA