MANUELA
CONCEPCIÓN ALBITRES MENDO:
PROMOTORA DE ENCANTOS
Por Luis Albitres
Mendo
Hace medio año que
partiste
Adorada madrecita, la de las tardes blancas, cómo no agradecer
todo lo que diste a
tus cinco hijas, en pleno crecimiento!
Madre eterna!
Rotunda formadora de
corazones!, enrumbadora de afanes
Maravillosa primera
maestra!, en el claustro hogareño.
Gracias por ser como
fuiste en tu larga y hermosa existencia.
Imperecedera estirpe
¡Donadora de vida!
Promotora de encantos! al transfigurar lo peequeño en amplio
Todo lo hiciste bello
para tus hijas, pues ellas fueron tu único tesoro
A la hora de elegir
diste las pautas exactas
para escoger siempre
lo mejor.
Manuelita querida, pertinaz constructora de afectos!
Sembradora de
principios orientados hacia el bien.
Madre doliente
Ellas captaron muy
bien la retahíla de falencias
que supiste superar jubilosamente
y que tus hijas
gracias a ti, no están dispuestas a heredar,
Ellas asimilaron tu
coraje, tu luminosa fuerza interior,
tu reciclada energía
para ingresar a la lucha
y vencer cualquier
obstáculo, enfrentarse a la adversidad,
nunca rendirse, y así los éxitos fueran mayores.
Lo que más recordarán
indudablemente:
Permanecer unidas,
convivir amándose
tanto en fiestas y
celebraciones como
en los tiempos menos
afortunados.
La lección y los
rituales emocionales
perdurarán, sí, cómo
no, para jamás
dejar la ayuda mutua,
el perdón y la oración.
Encandilaba tu enorme
talento para resolver entuertos
para defender lo justo
y salvar contrariedades
que la vida inevitablemente
presenta.
Valentía era lo tuyo y
fuerza, mucha fuerza
que te nacía de
adentro, de energías interiores.
Y la constancia! Oh!,
la perseverancia
que pusiste
invariablemente en todo,
y fue así como
obtenías, incansable,
obstinada, lo que te proponías.
Precursora de triunfos, ¡Manuela del alma!
Te canto en esta hora
bendita, Mañuquita sensata
en la aurora de tu
ausencia
en el preciso momento
en que te veo
junto al Padre, solícita y sedienta de amor, madre
santa,
pues los ingentes
sacrificios en pro de los tuyos
sedujeron en el
instante de juzgarte.
Arrebolada madre, en infinitas desventuras,
en solitaria y valerosa lucha,
arrebataste por larga ventaja los favores divinos.
arrebataste por larga ventaja los favores divinos.
Encantadora y
sonriente te soñamos cada instante
departiendo serenidad, paz y esperanza.