Danilo Sánchez Lihón
1. Asume,
venera y cree
El
peregrinaje a Santiago de Chuco que organiza el movimiento cultural
Capulí, Vallejo y su Tierra, ¿por qué ha escogido ser siempre en el mes
de mayo de cada año? ¿Hay una razón valedera?
Es
la pregunta que nos formulan las personas que recién se acercan,
queriendo encontrar y saber el motivo de la ubicación en el tiempo de
este certamen que re lleva a cabo hace 18 años y que cada día se vuelve
más multitudinario, y que ya tiene un lugar en el calendario de
efemérides culturales de nuestro país.
Y
la respuesta es simple. Es el mes en que nuestra serranía luce más
espléndida y hermosa. Y porque mayo es el mes que más amó, admiró y
evocó en sus poemas nuestro vate universal César Vallejo.
Pero,
en general, no solo él, ni solo quienes han nacido en esa tierra
prodigiosa, sino que toda persona que ha vivido en el mundo andino,
venera el mes de mayo y sabe que él es epifanía; mes diáfano y de
efluvio cósmico.
Sobre
estas bases es que este certamen ya alcanzó a perennizarse y ser un
acontecimiento esperado, compartido y eminente en nuestra agenda
cultural.
2. En su primer
verdor
Y
es que en los días de mayo en Santiago de Chuco se florece, que es
cuando los campos se engalanan de flores silvestres, donde todo es
verdor, musicalidad y algarabía.
Donde
es embriagante el perfume que emana de cada presencia de la naturaleza,
también en una fiesta de colores estallantes y acordes que extasían.
Hay fragancia de lo que germina y de lo que nace y crece, mientras bajo el cielo de añil intenso bogan las nubes blancas.
En mayo en la serranía del mundo andino todo es reciente, fresco y núbil.
El maíz que se sirve en la mesa es el choclo. Y el choclo es el maíz tierno e intacto.
Las
habas que se degustan en la mesa a la hora de la comida son las habas
verdes, suaves y lechosas por ser prematuras, de un sabor dulce e
infantil; y se comen apenas sancochadas.
Toda
clase de verduras frescas se prueban en este mes. Y las frutas de las
huertas se saborean cuando aún ellas están en su primer verdor y aún en
agraz.
3. El mes
que más amó
Porque,
¿qué mes fue el preferido por César Vallejo. No es enero, pese a que él
escribió el poema Enereida y concibe una épica de enero, no es este mes
el preferido ni aquel que él más amó.
Tampoco es el mes de julio, de los poemas del “Terceto autóctono”, mes de fiestas y adoraciones.
Y aún menos septiembre con cuyo nombre tituló uno de sus poemas, mes nostálgico en que la luna boga peregrina y silenciosa.
Mayo
en cambio para él es el mes florido, de la fecundidad, de la inocencia y
la vida nueva, como promesa e ilusión, que él exalta.
Porque en Enereida no se ocupa de enero sino de su padre y de la vida como esperanza.
Porque
el mes de julio más lo tiene presente en relación a la fiesta del
Apóstol Santiago el Mayor, y con él la embriaguez y la imagen misma del
santo reconocida como el Dios Sol de los labriegos.
Y
en el poema Setiembre, no importa tanto el mundo externo sino el amor
ausente, el amor hecho adiós y rasgado en despedida. Es tristeza y es
vacío; es pena, ausencia y desengaño de no hallar ya nunca más al ser
amado.
4. Cañas de mayo
del lugar
En
cambio, mayo sí es directamente cantado como presencia y significado,
como naturaleza retenida y vuelta a vivir y que se plasma en el poema
del mismo nombre.
Aunque,
en diferentes otros poemas, circunstancias y momentos César Vallejo
evoca el mes de mayo siempre con la emoción más honda, sentida y
penetrante.
Así, en el poema “Capitulación”, reivindicando mayo expresa:
Anoche, unos abriles granas capitularon
ante mis mayos desarmados de juventud.
Y en el poema “Idilio muerto” diría con profundidad de imagen, refiriéndose a la andina y dulce Rita, acerca:
de su sabor a cañas de mayo del lugar.
Donde
mayo es afirmativo. Y es promesa acerca de su tierra, el mundo rural y
la forja de la utopía andina que es nuestro compromiso construir.
5. Lo pródigo,
lo bello y lo cierto
Y porque relaciona pues mayo a todo aquello que representa la plenitud de vivir, como en el poema XXXV de Trilce:
el tenedor absorto, su doneo radiante
de pistilo en mayo, y su verecundia
Relaciona
mayo a germinación y fecundidad, precisamente a lo que veremos ahora al
ir y llegar en esta romería denominada Capulí, Vallejo y su Tierra, en
que arribaremos al lar de origen y tierra natal del poeta.
Por
eso y muchas otras razones, el mejor mes para viajar a Santiago de
Chuco y conocer el pueblo donde nació el poeta de la fraternidad humana,
es mayo a cuyo encuentro iremos con el corazón en la mano, a saber, más
de buena fuente acerca de su procedencia y trayectoria vital, y tal
como él en esencia es.
Por
eso, mayo es el mes en que Santiago de Chuco aclama a los peregrinos
que llegan, donde él nos recibe en su casa, sentado en su poyo y nos
convida el pan de su horno.
Porque
es el mes que más amó y celebró, relacionándolo a lo pródigo, a lo
bello y a lo cierto y en donde nos acoge con los brazos abiertos todo el
pueblo que lo vio nacer.
6. Su tierra
y su gente
Por
eso, Santiago de Chuco con Capulí, Vallejo y su Tierra ha hecho de mayo
el mes en que los chucos que queremos ahondar en la vida y obra de
César Vallejo lleguemos desde lejos.
Y
que otros salgan desde el fondo de sí mismos e igualmente se reconozcan
llenándose de mundo con aquellos peregrinos que arriban.
Con
todos aquellos que quieren conocer Santiago de Chuco y compartir con
César Vallejo encarnado en la gente sencilla que lo ama y lo acunó de
niño, con quienes llegan por vez primera hasta su patio a abrazarse con
el capulí que se erige en su casa.
Y
todo esto lo hagamos en el mes de las flores, de la exuberancia, de la
alegría de vivir, que es lo que él en esencia representa.
Y
que Santiago de Chuco reconozca y afiance que es en mayo donde debe
dedicar todos los fastos a su gran vate universal, César Vallejo.
Porque
a mayo dedica él mismo no solo su evocación recóndita sino la estampa
más rotunda acerca de su tierra y de su gente. Y porque en mayo llega la
ciudadanía del mundo a compartir nuestra mesa.
7. Seremos
invencibles
Para
que constaten que toda su sapiencia él la recogió de Santiago de Chuco,
un pueblo inundado de un espíritu de infancia, tal como se muestra en
el poema Mayo, fresco e inocente, poema representativo junto a Telúrica y
Magnética de la utopía vallejiana.
Por
eso venimos en mayo a Santiago de Chuco, para empaparnos más de esa
entelequia, y para llenarnos de César Vallejo quien ha inundado de
gloria al Perú secreto y recóndito.
Es,
además, para conocer el lugar natal de un héroe, del paradigma de
peruano cabal; muestra y ejemplo de cómo se puede ser universal,
asumiendo lo auténticamente nuestro.
Considerando
que cada pueblo y cada cultura tienen su arquetipo. Ese súmmum en el
caso nuestro es César Vallejo. Y el día que nuestro pueblo lo asuma
cabalmente nuestra patria se encontrará consigo misma, y ha de ser desde
entonces no piedra sino diamante, y seremos desde entonces invencibles.
Siendo
César Vallejo la bandera tremolante del universo, te invitamos por eso a
que conozcas su tierra, su gente y lo que hemos de alentar de aquí al
infinito.
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