Danilo Sánchez Lihón
1. Fernando
es el testigo
He
aquí parte del documento oficial respecto a los castigos aprobados en
el mes de mayo de 1781 para que se le apliquen a Túpac Amaru, que se
hicieron y tenían como testigo requerido al pequeño Fernando, su hijo de
apenas 12 años:
Que
se manden hacer onze coronas de fierro con puntas mui agudas, que se le
han de poner en la cabeza en representación de los onze dictados o
títulos de que se denomina Emperador.
Ygualmente
un collar de Hierro con dos Platinas mui pesadas y rodeado de puntas
mui agudas que manifiesta la orden del gran Paititi de que se titula
gran maestro.
Por
la parte del cerebro se le introducirán tres puntas de Fierro ardiendo
que saldrán por la boca en demostración de los tres vandos que mandó
publicar, declarando al Rey Católico por usurpador sacrílego de sus
Dominios.
El reo debía ser exhibido un día entero en esta situación, estuviese vivo o muerto.
2. Por los tres bandos
de libertad
¡Es
atroz! Corona, collares de hierro con puntas muy agudas para que se
introduzcan en su frente y en su cuello, y tres fierros candentes y
ardiendo al rojo vivo para introducirlas desde el cerebro, saliendo por
la boca.
Ahora
bien, ¿quién mira de cerca y primero esas torturas y esas heridas? ¿A
quién horadaban en primer lugar las quejas íntimas de sus seres
queridos, y que los demás trataban de no escuchar por la dignidad que
ellos impusieron en todos sus actos?
¡Era
el capturado Fernando, hijo de Túpac Amaru y Micaela Bastidas, el
testigo! Él debe contemplarlo todo según el edicto. ¿Por qué?
El fallo ha sido expedido el 15 de mayo y leído de inmediato a los condenados, con aquellos detalles espeluznantes:
…por el cerebro se le introducirán tres puntas de Fierro ardiendo que saldrán por la boca.
¿No
es aterradora esta sofisticación? ¿De atravesarle la cabeza con tres
clavos ardiendo, penetrándole desde el cráneo y saliéndole por la boca,
por los tres bandos de libertad que él emitiera?
3. El acto
va a empezar
Todo
es escalofriante y jamás antes concebido. Y debe mostrarse y exhibirse
un día entero en esa situación, estuviera vivo o muerto. ¡Y así se hace!
Y todo lo que se dispone tiene que cumplirse, sin faltar un solo punto.
Así, a Micaela Bastidas viva no pudieron cortarle la lengua, porque opuso feroz resistencia.
Pero
tuvieron que cortarla después de muerta y mostrar el órgano cercenado,
para cumplir con el edicto y la sentencia. Y dice el documento oficial:
Entretanto se prepara el
"Patívulo y cadalso", "un gran tablado pintado de verde, puesto en el
centro de la plaza maior en gradas, y en cada frente una Horca desviada
diez pasos, capaz de contener 10 Personas cada una, con descargo de dos
varas entre cada ahorcado".
El
acto va a empezar. Es el 18 de mayo del año 1781. Desde la torre de
piedra de la catedral resuenan los badajos de la campana María Angola
anunciando la ejecución.
4. Parte
del espectáculo
En la plaza los tambores resuenan y las trompetas anuncian el acto público de la ejecución de los rebeldes.
Areche
ha ordenado que al niño por ninguna razón le dejen agachar la cabeza.
Tampoco puede cerrar los ojos. Tiene que ver. Es el castigo hacia el
alma, la de un niño. Y en esto no solo España y su gobierno, sino los
siglos, las eras y el mundo entero alcanzaron su nota más tenebrosa.
Tiene
que mirar, esa es la consigna. La diversión es verlo sufrir. Tiene que
estar despierto y observando. Esta es parte importante del acto de
ajusticiamiento.
El Visitador ha dispuesto que dos soldados le den de culatazos cuando se agache, cuando trate de ocultarse queriendo no ver.
Y
si cierra los ojos o se duerme los culatazos deben ser dados con más
fuerza. Y en el cráneo para despertarlo. Tiene obligadamente que ver,
ese es su castigo.
Parte
del espectáculo para el público asistente es ver cómo reacciona el niño
a la muerte de su hermano, su madre y su padre a los cuales ama
entraañablementre. Parte de la diversión es verlo sufrir.
5. Es
un niño
Engrillados
de pies y manos e introducidos en unos zurrones pardos, en fila, uno
detrás de otro0 india, los reos son sacados a la plaza. Están envueltos
en toscos sacos o costales que sirven para traer yerba del Paraguay. En
la plaza está formada la guarnición de las tropas de infantería y
caballería. A Fernando un soldado a culatazos lo hace alzar la cabeza y
mirar primero la ejecución de su hermano Hipólito.
Luego
el martirio de su madre, a quien se podría suponer muerta después de
ser arrastrada y de los puntapiés que se le dan en el cuerpo que parece
inerte, y que ya hubiera fenecido. Pero no, aún está viva cuando la
sientan en el garrote. Abre los ojos y mira a Fernando, su hijo en el
momento que tuercen el garrote.
El
suplicio de José Gabriel que es ser halado por cuatro caballos y
cercenado, es el colmo de lo horrendo. Pero mayor es la percepción de
quien está vivo y ve el martirio.
Y
mucho más si es un niño el que está viendo. Y peor aún si es el hijo de
las víctimas, quienes están siendo ejecutadas. Y todo por querer romper
nuestras cadenas y librarnos del oprobio, por el anhelo de justicia y
libertad para todos los seres humanos de la tierra.
6. Tener madre
y padre
Pero
la sutileza de la iniquidad es que para Fernando aparentemente no hay
punición, el castigo que se da es a su familia. Pero en el fondo los
demás mueren y él queda vivo. Siendo que a quien han matado en el alma
es a él.
Y
lo hacen blandiendo en las manos las leyes, los códigos, el evangelio
cristiano, los catecismos de devoción a un Dios piadoso y colmado de
amor, como aludiendo a todas las bases del orden social y político
vigente e imperante. Y en todo apelando a la ley, hecho que resulta aún
más contradictorio y macabro.
Para
Fernando este crimen no se aplica en su cuerpo sino en su mente, en su
memoria y en sus sueños; y en su conciencia cuando tiene la edad de doce
años. Y Fernando somos todos nosotros. Todo lo que en aquel momento
significaba el porvenir. A eso apuntan.
Se
lo hace a él, justo en el momento en que se es más consciente de lo que
es tener madre y padre. Y cuando aún se es crisálida. Y se lo hace en
contra de todos nosotros, ¡esa es la sutileza!
Fernando
Túpac Amaru no alcanzó a vivir más de 30 años y murió según el parte
médico de “melancolía hipocondríaca”, en una cárcel de España.
7. Por el anhelo
de justicia
Lo
que demuestra que el castigo para él fue de una eficacia contundente:
¿Cuál fue? Mirar, oír, oler, palpar. Y para nosotros igual, hasta ahora.
¿Quiénes lo infligen? Invasores de estas tierras.
¿Y
en nombre de qué? De un rey extranjero que reina desde un lugar muy
lejano: en un viejo continente hacia el cual se despachaban barco tras
barco repletos de oro, plata, recursos naturales y otras especies.
Estas
crueldades lo hacen forasteros en nuestra tierra y en contra de nuestra
propia gente. Porque Areche no era peruano, ni el jefe del ejército que
venció a Túpac Amaru en Tinta. Ni quienes lo juzgaron instalados en el
tribunal del Cusco.
Todos
son españoles. Eran extranjeros en nuestra tierra, como ahora todavía
lo son quienes explotan, dominan, corrompen; y dañan el medio ambiente a
través de sus empresas.
Y
el motivo de la sublevación de Túpac Amaru fue querer romper aquellas
cadenas que nos oprimían y librarnos del oprobio de la esclavitud, por
el anhelo de justicia y libertad para todos los seres humanos sobre la
faz de la tierra.
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