Danilo Sánchez Lihón
Introducción
Capulí,
Vallejo y su Tierra desde hace algunos años ha instituido el día 26 de
febrero como Día de la Libertad de César Vallejo, así como también hemos
consolidado el 17 de junio, en que él se despidió del Perú para viajar a
Europa y ya no volver, como el Día de la Universalidad de César
Vallejo, fecha que la conmemoramos en el Callao.
Hoy
26 de febrero es un día simbólico en relación a la libertad de César
Vallejo, puesto que un día como hoy el fiscal suplente del tribunal de
Trujillo, el Dr. Francisco Quiroz Vega firmó el dictamen que disponía su
libertad; cédula que literalmente fue arrebatada de sus manos por los
compañeros de César Vallejo, quienes estaban pendientes y en permanente
alerta, ejerciendo presión para que se liberara al poeta.
A
partir de entonces, así como César Vallejo simboliza el anhelo de
justicia social y representa conmovedoramente la solidaridad humana, es
también epígono y portaestandarte de la libertad que hoy tiene su eje y
vibración mayor en el calendario del alma que todo peruano debería
conmemorar de manera ungida y fervorosa.
Ahora
bien, el concepto de libertad en César Vallejo lógicamente trasciende
el de haber salido libre de la reclusión física que padeció en la cárcel
de Trujillo; proyectándose a otros campos en donde se hace ejemplo y
paradigma.
1. Libertad
en la poesía
En
primer lugar, el concepto de libertad en César Vallejo no se agota ni
reduce al hecho de salir libre de la cárcel por haberse involucrado en
hechos de índole social, cívica y política, como fueron los hechos
ocurridos el 1 de agosto del año 1920 que motivaron su apresamiento,
sino que también es libertad, por ejemplo, para dejar atrás modelos,
escuelas, tendencias; formas y maneras tradicionales de hacer poesía y
arrojarse a la búsqueda afanosa de lo nuevo, lo inédito y original.
Es libertad para innovar sin importar ser aplaudido ni comprendido; ni festejado, como aconteció precisamente con el poemario Trilce
que él culminó en la cárcel, en donde todo es insólito, descarnado y
raigal; al punto de no haber sido sopesado en su verdadero valor por los
intelectuales de su época entronizados en las universidades y medios de
prensa, ni por aquellos ubicados en los sitiales de honor, como son los
cenáculos y las academias.
Libertad
la suya para que nadie se haya atrevido hasta ahora a mencionar un solo
nombre de autor, de escuela o movimiento en donde pudiéramos encajar a
los Poemas humanos, o a España, aparta de mí este cáliz.
¿Quién influye en él? ¡Nadie! ¿Qué antecedentes encontramos para dichos
versos? ¡Ninguno! ¿Qué ideología? ¡Nada! ¡Desconocida! Ni siquiera el
materialismo histórico o dialéctico lo abarcan.
Siendo así, Vallejo nos enseña a ser libres, creando; a tal punto que hizo dos libros en los 112 días de cárcel: Trilce y Escalas melografiadas.
Es decir. no enajenó su tiempo ni declinó su arte por la adversidad de
la situación, ni bajó la guardia, condicionado por la circunstancia y la
eventualidad.
2. Murió
por España
Libre
para ser único y auténtico, para asumir su identidad, para afirmar su
origen sin buscarlo en otras partes ni lejos. Libre no para allanarse a
corrientes de moda, ni de esta ni de otras latitudes; sino para
suscribirse como coraquenque ciego, como llama incaica, o el huaco
absorto.
Libre
para amar a su pueblo natal, Santiago de Chuco, con amor entrañable,
inocente y consagrado. Libre para no haber aceptado nacionalizarse
francés y haber respondido a la propuesta que le hacían, expresando:
“En ese caso, prefiero regresar al Perú, aunque apenas llegue me encarcelen, (pues la causa por la cual sufrió prisión había sido reabierta).
Si algo tengo de ser humano y vuelo de cóndor, es porque nací en la
sierra del Perú y aunque no tuviera pasaporte o me lo quitaran, jamás
dejaría de ser peruano”.
Se
negó a afrancesarse, a deponer su identidad; pero fue mucho más allá:
permaneciendo en ese país adoptó la posición de defender las causas
humanas. Se hizo comunista, verdadera razón por la cual fue expulsado de
Francia. Y murió después por España.
3. Entre la vida
y la muerte
Libertad
para superar inquinas, para renunciar a toda la comodidad o prebenda,
para no contaminarse con el dinero, para obviar lo frívolo e
intrascendente, la inercia y el desánimo. Libre para dejar todo lo
eventual, parcial y esporádico. Para no atarse a convenciones,
compromisos ni rutinas.
Porque
existe la prisión de las costumbres, de los prejuicios y los dogmas.
César Vallejo las señala y las combate. Así, dos años antes de los
sucesos por cuyo motivo sufrió cárcel, luego de estar en Lima y regresar
a Trujillo siente que sus compañeros de arte deambulan en el desgano,
la abulia y hasta en las mezquindades, y les dice:
“Estáis
muertos. Qué extraña manera de estarse muertos... flotáis nadamente…
vibrando ante la sonora caja de una herida que a vosotros no os duele.
Estáis muertos no habiendo antes vivido jamás”.
Libre
para dejar lo que nos aherroja, con actitudes muchas de ellas abruptas y
radicales; y hasta violentas. Como fue decidir entre la vida y la
muerte al dispararse, el 27 de diciembre del año 1917, una bala con el
revólver Brouning Colt, que él usaba al cinto. Bala puesta en el tambor
del arma y que por un hecho inexplicable del destino no detonó.
4. En
el vórtice
Libertad
para decidir viajar a Europa, sin tener allá ni familia, ni amigos ni
nada que garantice su supervivencia. Sin conocer el idioma. Libertad,
estando allí, para viajar tres veces a Rusia, y que constituyó la razón
de peso para ser expulsado de Francia. Libertad para participar en la
marcha en contra de “Las cruces de fuego”, en 1932, en París, y que como
lo refiere Georgette, cabían dos alternativas como desenlace: o caía
preso, y otra vez sería deportado, o caía muerto. Y que milagroso fue,
según ella, que no ocurriera nada.
Libertad
para ser valeroso. Porque toda su vida arriesgó. Estuvo siempre donde
las papas queman. En Santiago de Chuco en los sucesos del 1 de agosto
que costaron la vida de varias personas, y se produjo el incendio del
mejor establecimiento comercial de toda la provincia, y de varias casas
contiguas. Que es como si aquí el pueblo hubiera incendiado el Metro de
Lima.
No
permaneciendo ni escondiéndose en su casa, sino que estuvo en el
vórtice de la acción, delante de la gente sublevada, frente a la cárcel
del pueblo, en la esquina en donde las casas ardían, al lado del
Subprefecto Ladislao Meza. Valentía para viajar el año 1923 a la Europa
de entreguerras, a la Europa convulsa, estremecida, y erizada de
cañones, fusiles y alambres de púas.
5. Coherente
con sus ideas
Y,
estando en París, ¿adónde viajó tres veces pagándose la totalidad del
viaje con su propio peculio? ¿Acaso a algún balneario en donde abundan
los casinos? No. Iba ¡a Rusia!, en donde todo escaseaba y se racionaba!,
pero en donde se buscaba ardorosamente, y de manera heroica nuevas
formas de vivir y organizarnos como sociedad. Y viajó a la España
desangrada por la Guerra Civil. Y estuvo en Madrid, rogando ser alistado
para marchar hacia el frente de guerra, como soldado que lucha en
contra del mal y en defensa del bien, de la dignidad, del pan y la
belleza, que felizmente por su palabra y su conducta lo es y lo tenemos
para siempre. Sin ataduras, sin rejas que lo enclaustren, sin horarios
que lo opriman.
Libertad
que supone no haber enajenado su tiempo en puestos burocráticos o
administrativos, que es aquello que justamente más nos priva de
libertad; sin que ello signifique no asumir roles importantes en su
desempeño laboral, porque él fue hasta director de un colegio. Sin
embargo, no se resignó a tener que empeñar su libertad por cumplir
roles, cargos o desempeños rutinarios. Fue tan radical en este punto que
incluso cuando asume la doctrina comunista coherente con sus ideas de
cambiar el sistema y el orden imperante, renunció incluso a colaborar en
revistas de donde retiró los artículos que ya tenía entregados.
6. Su canto
a la vida
Y
renunció a su empleo de Secretario General de los Grandes Periódicos
Iberoamericanos. Y se volvió un mendigo sin perder sino más bien
acrecentando su dignidad personal. Escribió incluso lo siguiente: “Ser poeta hasta el límite de dejar de serlo”. Lo que supone sacrificar incluso aquello que le daba sustento a su ser en el mundo: la poesía.
Y
todo con tal de ser libre. Y en el II Congreso por la Cultura realizado
en Valencia se quejó de haberse sacrificado vidas humanas de soldados
defendiendo los aparentes tesoros artísticos del Museo del Duque de
Alba, diciendo que, si las obras de arte son verdaderas, son ellas las
que tienen que salir y luchar a favor de defender la vida humana.
Libertad
dentro de la ideología que abrazara, en donde no aceptó ninguna
sumisión de su arte a las directivas de un partido político. Libertad
para amar y ser un ser afectivo. Quien jamás odió, ni tuvo
resentimiento, ni denunció a su delator. Ni maldijo. No se llenó de odio
ni fue un resentido social, pese a los sufrimientos atroces que
padeciera, como todo ser pobre. Al contrario, su canto a la vida es de
solidaridad. En España, aparta de mí este cáliz no hay
enemigos, ni contingentes adversos, encarnados en algunos personajes
partícipes de la contienda. Jamás hace mención ni siquiera a Franco.
7. Vencer
el mal
Porque son otros los enemigos del hombre: el mal, la muerte, y la guerra misma. Y formula ese himno de solidaridad que es Masa.
Libertad entonces para dejar lo individual, el mundo inmediato y
perecible para hacerse un ser universal, infinito y trascendente;
actuando desde abajo, desde el humus de la tierra, desde el fondo
entrañable que nos conforma, desde el dolor y sufrimiento increíbles,
como él sufrió. Porque perdió todo, pero ganó su libertad. Por eso, nos
enseña a ser libres. Fue libre para hacer una vida apasionada, como
cuando narra:
“El
compañero de prisión comía el trigo de las lomas, con mi propia cuchara
cuando, a la mesa de mis padres, niño me quedaba dormido masticando...
Porque
en la cárcel él da su comida a los otros presos. Por eso, es libre, por
la hermandad que lo sustenta. Digno ejemplo para hacer constar a los
jóvenes estudiantes: él es una de las grandiosas páginas de nuestra
historia, una de las más gloriosas porque fue libre para encarar el
sufrimiento y el dolor con verdadera abnegación y fortaleza. Libre para
hacerse un ser universal, para vencer el mal, el sufrimiento y la
muerte, apoyados en la solidaridad.
“Ayudar
a reír al que sonríe, ponerle un pajarillo al malvado en plena nuca,
cuidar a los enfermos enfadándolos, comprarle al vendedor, ayudarle a
matar al matador -cosa terrible- y quisiera ser bueno conmigo en todo.
Finalmente, libre también para inmolarse como él lo hizo defendiendo lo justo, lo verdadero, la belleza, y la propia libertad.
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