BETHOVEN MEDINA Y EL ORIGEN
DE LA PALABRA
Por: Gian Pierre Codarlupo*
Bethoven Medina nos presenta “Éxodo a las Siete Estaciones”(2016),
libro que Marco Martos ha considerado “insólito” dentro del panorama de la
literatura del Perú y algo inusual “hogaño”.
Para los que conocen la obra poética de BM,
sabrán que es un poeta bastante original. Desde la aparición de su primer libro:
“Necesario silencio para que las hojas
conversen” (1980), hasta este último, su voz ha atravesado distintos
procesos; pero el canto a la esperanza y a la redención de los seres humanos,
no ha cesado.
El poeta y crítico francés Pierre Reverdy
escribió: “El poeta está en una posición difícil y a menudo peligrosa, en la
intersección de dos planos de filo cruelmente acerado, el del sueño y el de la
realidad”[1]. En este sentido, Medina busca el origen de
todas las cosas, la gestación del propio universo, el arché que tanto fascinó a
los griegos. Nos atrevemos a afirmar que para Bethoven Medina el arché es el
ápeiron del que nos habló Anaximandro. Y nos lo advierte desde la primera
línea: “busco azorado el origen como si me siguieran”.
En este libro las tendencias poéticas que
hallamos con mayor fuerza son la phanopeia y la logopeia. Es decir, los versos
nos llevan inmediatamente a una imagen, y esta misma imagen nos lleva a una
idea, como en estos versos del poema “Martes”:
“Levanto la frente, y suspiro hondamente
hasta producir alas”.
Aquí, se da la idea de libertad a pesar de
los obstáculos. El ser humano acepta los golpes, sin embargo, moldea su
destino. Es por eso que produces alas.
Bethoven Medina hace de su soledad una
soledad universal, y nos identificamos con él: “Me aferro a temblores que
me unen,/ y la soledad -tropel de penas- se clava bajo piel,/la cual me cubre
cuando soy feliz,/ escuchando
pájaros que cantan en mis hombros”.
El poeta nunca abandona su condición de
creador, y por eso constantemente busca la belleza. Medina es consciente de
esto y nos dice: “La voz se modifica como arcilla al fuego”. Esta línea nos
recuerda lo que escribió el poeta mexicano Octavio Paz “trabajar las palabras hasta hacerlas chillar”,
y justamente el trabajo del poeta es hacerlas brillar. He aquí un verso
fulminante sobre esto: “En cada palabra mía, cae la lluvia y estalla en luces”.
No
se equivoca el poeta piurano Roger Santiváñez al decir que la madurez poética de
Bethoven Medina lo ubica en un sitial de expectativa en el concierto de la
poesía latinoamericana de hoy.
“Éxodo
a las Siete Estaciones” no es tan solo un libro
bien elaborado, es la cosmovisión de un hombre que no ha caído en la
superficialización, por cuanto –tomando un verso de su libro “Volumen de Vida” (1992)- ha “caminado
lo suficiente como para ser un puerto”, al saber que somos más que un
cuerpo y que en la naturaleza y el conocimiento ancestral, se puede hallar el
génesis del universo y de nosotros mismos.
Tal
vez por esto la poesía de BM llega-y en este punto extraigo un verso de Vicente
Aleixandre-, “allá, donde el mar no golpea”.
* * *
1.-Este
fragmento pertenece a Le Gant de Crin (El
guante de crin), París, Plon, 1927. Ha sido traducido por A.S.B. del texto
incluído en Gaetan Picon (ed.), Panorama des idées contemporaines, París,
Gallimard, 1957
GIAN PIERRE CODARLUPO
· Estudiante de Lengua y
literatura del IV ciclo de la UNP. Pertenece a la ASAP (Asociación Artística
Paita) y es miembro del Círculo Literario “Tertulia Cero”. Ha publicado el
libro Bajo el delirio y el olvido. Actualmente
se prepara para no ser olvidado.