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16 DE
JUNIO
ACTUACIONES
DE HIJOS
Y PADRES
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
EL NIÑO QUE
JALÓ LA COLA
AL LOBO
Danilo
Sánchez Lihón
Nada más
justo que un niño, y
no hay mejor
remedio que la risa.
1.
El sol
brilla
– ¡Vamos, vamos, que ya se
hace tarde!
– ¿Ya todo está en las cajas
y en las bolsas?
– Ya hijos, entonces suban
al auto.
Ese día, desde muy
temprano, mamas y papas arreglan los disfraces de sus hijos.
Y se ponen la mejor ropa
porque van a asistir a la actuación de los niños en el Centro Educativo Barcia
Boniffatti, en donde cursan la Educación Inicial.
– ¡Qué linda que está la
mañana! –Dice el papá–. Aprecien cómo el brillo del sol dora las casas.
– ¡Precioso! Ojalá que así
permanezca todo el día. –Expresa la mamá.
Ciertamente, el sol brilla
espléndido y las calles lucen límpidas.
En la escuela los padres se
saludan, se toman fotos y se abrazan arreglando los últimos detalles del traje
de sus hijos.
2.
Fiesta
linda
Emilio de siete años saldrá
de legionario del glorioso escuadrón Húsares de Junín, para lo cual luce su
guerrera de paño rojo con tirillas y puños de encaje, con charreteras, galones
y botones dorados.
En su pantalón azul lleva
cosidas presillas gualdas a lo largo de la parte exterior de las piernas,
completando su uniforme un airoso quepí de soldado. El uniforme le queda
impresionante.
Rodrigo en cambio en su
sección de cinco años actuará de ángel para lo cual viste túnica celeste
bordada en la parte inferior con greca bruñida y alas.
Todo con iridiscencias de
plumas de un ser sobrenatural, que remata en una corona hecha de platina
alrededor de la cabeza como un signo de su índole celestial.
El patio de la escuela está
lleno de cadenetas cruzadas de uno a otro pilar, con sillas multicolores ordenadas
en el patio frente al proscenio. Y hay puestos de helados y golosinas por uno y
otro lado, como lemas en pancartas que atraviesan de una a otra pared, como también
penden globos y una que otra gracia de bisutería y cotillón. Es una fiesta
linda, colorida y feliz.
3.
Como
si
fuera
Pronto empieza la función.
Después de la actuación de los niños, hermosa y conmovedora en todo sentido,
llega la hora del número que han preparado los papás, con la actuación de
padres de familia de una y otra sección.
Es una creación colectiva
que mamás y papás han ensayado todos los fines de semana del último mes.
Para eso, las mamás mujeres
salen corriendo por el escenario, simulando ser gallinas con un pico rojo de
cartón y una vestimenta que semejan plumas casidas y colgadas, cacareando
bulliciosas, con gracia y divertidas:
– Cocorocó, cocorocó. –Se
escucha en su accionar.
Se trata de una historia en
la cual un lobo feroz, disfrazado de un inofensivo cordero, entra en el corral
de las gallinas. Y que indudablemente las va a atacar, pero simula ser una
oveja, balando insistente y desplazándose por uno y otro lado:
– ¡Me! ¡Me! ¡Me! –Como si
fuera un inofensivo carnero inofensivo y extraviado.
4.
Allí
es
que
Las gallinas, al principio,
cacarean contentas y muy animadas. Lucen un pico rojo de plástico y alas de
cartón de diferentes colores y tonalidades.
Pero en algún momento el
que parece un manso cordero descubre su naturaleza atroz de lobo malo, perverso
y feroz, remplazando su máscara de ovino por la de un lobo agresor.
Ahora es un enemigo temible
que aúlla y da terribles manotazos persiguiéndolas a las mamás.
– ¡Grrr! ¡Grrr! ¡Grrr! –Gruñe
el malvado.
Allí es que muchos niños se
desesperan. Y arrancan a llorar. Asustados además por la facha temible del lobo
y el revuelo que causa.
Y porque ven a sus madres
correr de un lado a otro, escapándose del embaucador.
– ¡Cocorocó! ¡Cocorocó! ¡Cocorocó!
–Cacarean mientras tanto asustadas las gallinas.
5.
Esto
enerva
El lobo es un padre vestido
con ropa deportiva, a la cual ha cosido en el fundillo del pantalón, y en la
parte de atrás, una cola temible de lobo feroz.
Cola que al principio ha
tenido enrollada sin que se note; pero que ahora luce y bate junto con una
máscara que muestra unos dientes inmensos y unos ojos desorbitados.
– ¡Grrr! ¡Grrr! ¡Grrr!
–Sigue gruñendo y tira con la mano su cola impresionante por el aire.
Los adultos que están entre
el público tratan de calmar a los pequeños, pero uno y otro se contagian del susto
que les produce la fiera y lloran desconsolados. Esto enerva a los actores.
Creen que están haciendo bien, y exageran más aún su actuación.
Y quienes para hacer más
dramático todo, hostigan a la concurrencia al borde del escenario. El lobo
diciendo que van a ser devoradas las gallinas por el lobo que da saltos llenos de
bravura.
6.
¡No lloren,
niños!
Emilio, de siete años, no
se ha dejado asustar. Y viendo que sus compañeros se mueren de miedo y algunos
se deshacen en llanto, sube al tabladillo y explica a gritos:
– ¡No es un lobo! ¡Es un
papá disfrazado!
Los actores siguen su
actuación enardecidos por la barahúnda que están causando. Al parecer les
agradaba el efecto que estaban obteniendo.
Esto encoleriza a Emilio.
Sobre todo cuando ve que el lobo ya empieza a coger a las gallinas para devorarlas.
El niño esta vez advierte:
– ¡No lloren, niños! ¡Van a
ver que es un papá! –Y avanza resuelto detrás del lobo, mientras éste simula
tener dominada a una de las mamás, tira Emilio fuertemente de la cola de la
fiera estirándola cuánto puede hacia abajo y hacia atrás.
7.
Quizá
por
eso
El buzo de elástico del
actor cede y el papá lobo queda en el centro del escenario, con los pantalones
en los pies y con una trusa roja ridícula como ropa interior que deja al
descubierto unas piernas flacas, lampiñas y escuálidas.
Como la escena para los
actores es intensa, el padre bufa entre ser lobo o solucionar el problema de
los pantalones.
Mientras Emilio grita a los
niños:
– ¡Ya ven! ¡Ya ven! ¡No es
un lobo! ¡Es un papá que se ha disfrazado!
Los niños dejan de llorar y
todos empiezan a reír, adultos y chicos, a grandes carcajadas.
Quizá por eso reza el
proverbio: Nada más justo que un niño. Y no hay mejor remedio que la risa.
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