martes, 7 de junio de 2016

7 DE JUNIO: BATALLA DE ARICA - FOLIOS DE LA UTOPÍA: DÍA GLORIOSO Y SAGRADO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN




CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
 
JUNIO, MES DE LOS NIÑOS,
DEL MEDIO AMBIENTE, DE LA GLORIA
DE ARICA Y DE LA IDENTIDAD ANDINA
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 

*****
 
7 DE JUNIO
 
 

BATALLA
DE
ARICA

 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 

DÍA
GLORIOSO
Y SAGRADO
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
“…éste ha de ser
mi cuerpo solidario”
César Vallejo
 
 
1. El germen
y la flor
 
¡Niños!
Hoy día 7 de junio revivo en mi mente los momentos cuando de niño entonaba en el patio de mi escuela, el Centro Viejo de Varones 271 de mi pueblo natal, Santiago de Chuco, el Himno Nacional del Perú.
Junto a mis compañeros de aula, lo hacíamos a pecho abierto, a pulmón lleno, gritando jubilosos  y con nuestras almas henchidas.
Revivo en mi mente el sol radiante en las tapias, y en su cumbre cactus, malvas y mostazas con flores gualdas.
Y el sol que baja de los aleros por los pilares. Y se descuelga de los pilares, colmados de macetas llenas de geranios que hacen estallar sus flores rojas y blancas.
Y llega el sol hasta el filo de las piedras del corredor adonde salimos a recitar un poema, a cantar una canción, o a decir una proclama.
Y al entonar el Himno Nacional del Perú con nuestras voces límpidas y esperanzadas, se abría el germen y la flor, que es la misma que se abre hoy día en este espacio y tiempo entrañables.
 
2. Campos
de honor
 
Cercanos al mes de junio, y luego durante todo el mes mismo, contiguo a nuestro Himno Nacional entonamos otra canción pero de tono lacerante, triste y atribulado; titulada “El día 7 de junio” que dejaba en nuestras almas un hondo desgarramiento por su letra y su melodía:
El día siete de junio
un día tan desdichado
a un parlamento confiado
le intimaron rendición.
Coro:
Ya resuenan los clarines
los tambores y el cañón
yo defiendo mi bandera
combatiendo en los campos
de honor.
Nuestra mano en el pecho y nuestra mirada fulgurante al entonarla indagaba en nuestros corazones qué había sucedido aquel día, y le prometíamos a nuestra patria defenderla, como aquellos que se inmolaron en la batalla de Arica y en ese holocausto.
 
3. Valor
y coraje
 
Con nuestros ojos entrecerrados por la emoción y evocando a los bravos que se batieron aquel día de gloria, cantamos fervientes:
Tengo deberes sagrados
contestó el gobernador
los cumpliré con honor
como es deber de un soldado.
Coro:
Llora, llora, corazón
por los héroes más queridos
que entre nubes han subido
a la gloriosa y eterna mansión.
Dicha así, para celebrar a quienes defendieron esta tierra; a quienes nos dieron dignidad; y a quienes con su ejemplo, valor y coraje nos dieron una tierra para amar aún más. Y construir aquí y ahora una patria hermosa.
Que se rubricaba con esta frase de Francisco Bolognesi que escribió a su esposa al despedirse de ella, y que nos lee el profesor:
“Nunca reclames nada, para que no se crea que mi deber tiene precio”.
 
4. El deber
no tiene precio
 
Pero, ya de mayor he protestado: ¿Por qué ese tono compungido y lastimero? ¿Por qué tener ante aquello tener el alma agostada y deprimida?
¿Por qué ese tono de quejido? ¿Por qué lamentarnos? Cuando, ¡como nunca fuimos inmensos! ¡Como nunca salió a relucir la fibra heroica de la cual estamos hechos!
El heroísmo de Arica fue celebrado por el mundo entero. Hasta el Zar de Rusia tuvo frases de elogio, al decir que ya quisiera tener las tropas peruanas que lucharon en Arica.
¡Y Arica es un himno al heroísmo! Donde fuimos grandes, sacrificados, infinitos. Y sin perder el alma, sin volvernos hienas, sabuesos, ni seres sin escrúpulos. ¡Y eso queda en lo que después seamos!
Con tropas harapientas que cuatro años después eran azotadas en las alturas por las ventiscas, la lluvia y las nevascas. Y nunca nos rendimos, nunca arriamos banderas, que es lo que cuenta. Entonces, ¿por qué ese tono de quejidos y esos lamentos?
“El deber no tiene precio”.
Escribió en aquel mismo lugar donde iba a morir Francisco Bolognesi. Y se inmoló.
Entonces: ¿acaso allí se coronó –como escucho decir– nuestra desgracia? ¡No!
 
5. Ser
solidarios
 
¡No! ¿No será más bien en el fondo nuestra victoria si son los valores los que valen y cuentan en la vida?
Y no los resultados de lo acontecido que siempre son eventuales, antojadizos e inciertos.
Porque de ese modo y de manera inviolable, dentro del espectro de la guerra, flamea inhiesta e invicta la aureola de la dignidad humana, como en aquella frase que se rubrica con la vida.
Porque mal llamamos desastre a lo que en el fondo es gloria. ¡Porque demostramos ser un pueblo de valores! ¡Y de honor!
Porque fue una guerra de solidaridad para defender a un país hermano que estaba siendo ocupado y agredido.
Allí fuimos a poner nuestro brazo. Pudimos eximirnos, y como hicieron los otros: calcular negocios, con frialdad, oportunismo y conveniencia.
Pero, pese a todas las desventajas, asumimos ser solidarios. Por eso, el 7 de junio es un día ¡no nefasto!, sino glorioso y sagrado.
 
5. Savia
ardiente
 
Porque pronto salió a relucir el ejército de aquella honda humanidad que somos y tenemos.
Ya no el ejército de los uniformes, galones y convenciones.
Sino el ejército en donde las mujeres iban a los campos de batalla llevando en las espaldas envueltos en la manta multicolor y en el rebozo aldeano, al hijo o a la hijita tiernos, no para matar sino para asistir y consolar.
Llevando las ollas para preparar la comida y el fósforo para encender el fuego, para cocinar, preparar la comida y sentarse a conversar y a departir en medio de la guerra.
Y el varón desenfundando la guitarra para entonar canciones en la noche y en el alba. Lo que prueba que somos un país grandioso y sublime.
En la superficie y en la apariencia aparece confuso, pero en la esencia es un país excelso y asombroso, de mucho fondo y mucho lastre.
Es un cuerpo cargado de poderosa savia ardiente de vida, impaciente por realizarse, porque es un gigante dormido que se agita por despertar.
 
 
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El texto anterior puede ser
reproducido, publicado y difundido
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Teléfonos: 420-3343 y 602-3988
 
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