Danilo
Sánchez Lihón
El que elige
mal
para sí,
elige mal
para
el prójimo”
Corneille
Lo que
recuerdo de la escuela
es que nunca
me enseñaron
a leer un libro
ni nunca
en ella me hablaron del Perú.
J. M.
Arguedas
1.
Los verdaderos
problemas
Uno de los grandes asuntos
pendientes y que debiera ser ineludible es cómo introducir en el sistema
educativo al verdadero país en el cual vivimos. Y el verdadero país no se vaya
a pensar que es el de un patriotismo emotivo ni el de los símbolos nacionales
sino el real, el del espacio público, el de la calle y del interior de las
casas, con frecuencia dramático y hasta cruento, pero a la vez pujante y
prometedor, que lo haremos así en la medida que abramos los ojos y reconozcamos
la realidad tal como es.
Trabajemos, por eso, en
forjar una conciencia reiterada a favor de hacernos cargo de nuestros reales y
verdaderos problemas; que hemos primero de reconocerlos, luego asumirlos y
finalmente solucionarlos.
¿De qué manera el sector
educación de nuestro país y más concretamente el magisterio se está haciendo
cargo de afrontar los verdaderos problemas a fin de conocerlos, precisarlos,
debatirlos y buscarles la mejor solución a través de las acciones de enseñanza
aprendizaje en las aulas y en la práctica de campo?
2.
¿Se analizan
y
orientan?
¿De qué manera asuntos como
la pertenencia a un país de una extraordinaria riqueza multicultural y
plurilingüística, tienen una correspondencia con una actitud cultural, el
currículo diversificado y la política educativa general del Estado?
La presencia de culturas
diversas, con sus lenguas genuinas, con sus visiones peculiares del mundo, con
sus mensajes y contenidos peculiares, ¿ingresan a las escuelas? Asimismo, ¿de
qué manera son enfocados los problemas
más acuciantes de nuestra situación actual?
¿Se analizan y se orientan
las mejores consideraciones en relación a la falta de empleo, la carencia de
agua, a la falta de energía eléctrica, a la escasez de alimentos, a la no
disponibilidad de contar con recursos financieros?
¿El hambre y la miseria son
juiciosa, reflexiva y creativamente enfocados? La discriminación racial y la
injusticia social que padecemos, ¿son enfocadas con ejemplar honestidad y
virtud?
3.
A partir
de
la experiencia
De igual manera la
formación en valores. Y otros problemas igualmente agobiantes como es la
presencia del delito y el crimen, la corrupción en diversas instancias a fin de
ponerles coto.
Y para ello erigiendo las
salvaguardas necesarias en el alma de niños y jóvenes, cimentando conductas a
favor de la solidaridad que nos permitan afrontar con éxito los tremendos
desafíos que nos plantean el presente y el futuro.
Porque el aprendizaje cabal
y valedero solo surge y es el resultado de la propia actividad del sujeto en
interacción con su medio. Todo aquello que el hombre mental y anímicamente es,
no surge del vacío ni espontáneamente producto de una dinámica interior por un
impulso genético.
Como tampoco de ocurrencias
que se gesten en el nivel del pensamiento, ni como una función autónoma
desgajada de la realidad que la persona goza o sufre.
Los conocimientos valederos
se construyen, en primer lugar como un proceso de interacción dinámica y
fecunda, a partir de la experiencia suscitada en la realidad.
4.
Se aprende
en
interacción
En donde la persona humana
asimila y establece las categorías que luego va esbozando en su conciencia y
que surgen de la relación del ser integral, de la persona lúcida enfrentando
las circunstancias que alcanza a vivir.
Pero, además, el
aprendizaje no solo es un fenómeno individual sino colectivo y social, que se
apoya en los conocimientos ya existentes en el contexto de la comunidad a la
cual pertenecemos.
Hecho que nos lleva a dos
conclusiones: la primera: que mejor se aprende en grupo y, la segunda: que
mejor se aprende en interacción con el contexto vital.
Aún más, nuestro amauta
José Carlos Mariátegui vincula de manera indivisa la educación a dos
estructuras decisivas, que las dilucida diciendo y exponiendo de este modo:
“El problema de la enseñanza no puede ser bien
comprendido al no ser considerado como un problema económico y un problema
social. Es un error suponer que una revolución en la enseñanza pueda operarse
dentro del marco del viejo orden social.”
5.
¿Cómo
asume?
En suma, la educación está
imbricada íntimamente con la realidad, formando parte de ese nudo complejo de
problemas que trenzan los aspectos económicos, sociales y culturales. Siendo
así, el rol de la educación rebasa el ámbito del aula, de la escuela y del
horario escolar.
Por ser así, ser profesor
no se reduce a dictar clases sino más bien se proyecta a hacerse cargo de la
comunidad a la cual pertenecemos y somos miembros. Se impone entonces a la vez
que ser un pedagogo reconocerse como un orientador, conductor y líder social. Como
bien lo decía, con palabras insustituibles, Paulo Freire:
“Ahora ya nadie educa a
nadie. Así como tampoco nadie se educa así mismo. Los hombres se educan en
comunión y el mundo es el mediador”.
De allí que, por lo anteriormente
expuesto, sea lícito preguntarse: ¿Cómo asume la escuela y el maestro en sus
clases formales, el desarrollo de contenidos de naturaleza política, como son:
comunidad, solidaridad, y el bien común? Ahora bien, cuando hablamos de
política nos estamos refiriendo a algo que puede traducirse en una fórmula muy
simple, cual es: reconocer cómo es una situación y en cómo queremos o deseamos
que ella sea.
6.
Un hombre
fuerte
En esta perspectiva y
consecuentemente, y cuando dichos bienes son avasallados hay que saber sentirse
ofendidos, indignados y salir protestar, como también sublevarse e insurgir.
En el fondo lo que se
anhela a través de la educación es construir una sociedad mejor, siendo
ineludible para ello recoger contenidos de la realidad circundante. Pero
también se tiene que tener la capacidad de cambiarla y de proyectarse a futuro,
cómo ser hombres de vasto y gran compromiso en el plano de aspirar al bien, la
justicia y la dignidad humanas.
Porque no sólo hay que
educar para el hoy sino y fundamentalmente para un mañana mejor. Mucho más
reconociendo nuestra pertenencia a un país ancestral, que tiene una larga y
rica tradición educativa. Un país con fondo, densidad y lastre en la
preocupación por formar al hombre para afrontar el desafío de superar
obstáculos y adversidades aparentemente insalvables.
Desafíos que en nuestro
caso se presentan casi naturales, porque el Perú desde su nomenclatura física
ya ofrece retos grandiosos y colosales. Y para lo cual ha de conformar un
hombre fuerte, resistente a las adversidades, así como ingenioso y creativo
para encontrar solución a los problemas.
7.
Pensamiento
andino
Pensemos en nuestras
montañas, en la altitud y en los abismos de nuestras cordilleras; en los
desiertos implacables y en los tablazos inacabables. Pensemos en las punas
inclementes y en la estremecida geografía de cada cuenca. O en la intrincada y
tupida floresta de la Amazonía, como en sus ríos inabarcables.
De allí que la educación
aquí ha de ser considerada como el factor clave y decisivo en nuestro
desarrollo, introduciendo el país en la escuela, hecho fundamental para
contraponerla a esa realidad tan difícil, complicada y a la vez exultante.
Esa actitud de valorar la
educación la tuvieron nuestras culturas primigenias y se ve manifiesta y
preclara en la cultura incaica que destaca sobre todo por el cultivo de la
mente y el espíritu en relación a su medio ambiente y a la comunidad, razón por
la cual triunfaron.
Doblegaron los obstáculos
que se les presentaba por el pensamiento andino que se traducen en
potencialidades: Munay, alienta a tu corazón, ama y quiere sin reticencias.
Yachay, cultiva tu mente y encuentra soluciones inteligentes. Llancay, da
fuerza y ejercita tu brazo construyendo de manera mancomunada.
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