Don Francisco Miñano Benites, recientemente
galardonado con las Palmas Magisteriales del Perú, en el grado de maestro, fue
mi maestro de escuela en el Centro Viejo 271 de mi tierra natal Santiago de
Chuco. Esta entrevista toca el tema de la importancia de cantar en la escuela y
las aulas de clases, habiendo sido él eximio maestro de canto y en la formación
de coros, entre otras virtudes de su ejemplar y
magnífico magisterio. Esta es la segunda parte de cuatro secciones en la
que se ordena la entrevista, figurando la primera en los archivos de internet.
DSL: Don Francisco, creo
que es muy importante la acción de cantar en la escuela y en el aula de clases.
¿Qué importancia la atribuye llamando así la atención para que se empiece
nuevamente a revalorizar este tema tan importante como es el cancionero
escolar?
FMB: Sí. Quiero responder yo mismo haciéndome la
pregunta: cómo influye la música en el hombre; o ¿cuál es la importancia de la
música para el desarrollo humano? Ya sabemos que la música es un aspecto de ese
vasto campo que se llama el arte. ¿Y qué es el arte? No es otra cosa sino, a mi
modesto entender; ¡el alimento del alma! Llámese, señor, dibujo, pintura,
música, literatura, arquitectura, etc., etc., Y el arte es algo que se palpa,
que se toca, que se huele, se escucha, se siente a través de los sentidos, que
superan lo que es simplemente la percepción. El arte es algo que compromete esa
parte principalísima y esencial del ser, que es el alma, es algo diremos así
que no se ve ni se toca, como quien dice espiritual.
DSL: Estamos hechos de esa
fibra y de esa esencia. Somos seres en quienes está viva la huella y el signo
de lo sagrado. ¿Por qué?
FMB: Porque sencillamente Dios nos hizo a su imagen y
semejanza de él, de ese ser altamente supremo que debemos aceptarlo, se quiera
o no se quiera, como autor de todo el universo, que nos creó a imagen y
semejanza suya, pero a imagen y semejanza ¿en qué? En el espíritu, en algo que
no se ve, pero que existe y al existir tiene necesidad de alimentarse. ¿Pero,
de qué se alimenta? ¿Se alimenta así como se alimenta el cuerpo? Que el cuerpo
si se ve, se toca, se palpa; vale decir el cuerpo es material y también se
alimenta de materia, por decir de maíz, de habas, de frutas. El espíritu del
hombre, el alma que no se ve y que es la parte principal, se alimenta también
de algo que igualmente no se ve y que es el arte, y dentro del arte está la
música, y ¿cómo va a ser posible, pues, que descuidemos este aspecto en la
formación integral del hombre?
DSL: La educación ha claudicado
mucho debido a que ha dado prioridad a una serie de otros contenidos, se ha
vuelto más tecnología y menos humanismo.
FMB: De allí que tenemos gente disoluta, mal formada,
que no sirve, ni piensa, ni hurga nada, digámoslo así, de lo noble, de lo
magnífico, de lo excelso. ¿Adónde estamos desembocando? A una situación
generacional totalmente defectuosa, torcida. Ahorita, por ejemplo, al pasar por
frente de la escuela Raimondi, que me he venido caminando, he podido escuchar a
un grupo de niños que no están asistiendo desde luego a la escuela, porque hoy
día es feriado, pero que son escolares; no me creerás mi querido Danilo un
vocabulario pero terrible, soez, archí soez, ¡requeté contra soez!, como se
dice en términos santiaguinos; digno pues ya de la escoria humana. Yo digo
¡esos niños adónde irán a llegar! Como hoy nadie saluda, nadie da la vereda,
nadie se apiada de un anciano para ayudarle a cruzar la calzada, ¡todo es una
desgracia! Hasta dónde, hasta qué punto ha degenerado tanto el hombre.
DSL: Pero, don Francisco,
volvamos a la música. ¿Y es difícil hacer que un niño cante? ¿De enseñarle a
cantar por ejemplo una canción que no la conoce, para que la pueda entonar y
luego cantar a pulmón henchido en el patio de su escuela, como hacíamos
nosotros en el Centro Viejo 271 de Santiago de chuco? ¿Hay algún recurso,
alguna manera de hacer que capten rápidamente una tonalidad y luego la
interpreten? ¿O los niños de antes tenían más capacidad para esto que los niños
de ahora?
FMB: En cuanto a capacidad puedo decir que es igual,
tanto el niño de antes como el niño de hoy. Pienso que si se trata por ejemplo
de un niño de Educación Inicial, de un niño que recién está concurriendo a los
jardines de la infancia, con ellos es mucho más fácil comenzar a crearle el hábito
al canto. Y con ellos no hay ningún problema porque estamos iniciándonos rápido
y vamos a tener un buen elemento, al toque si es posible, desde el mismo
momento en que empezamos a cantar con él, pero es cuestión que esto entre con
el niño que recién está llegando a la Educación Inicial o al jardín de
infancia. Empezar con los alumnos de la Educación Primaria, Secundaria y
Superior sí, podemos enderezar rumbos, si se corrigen los malos hábitos, si se
ponen señor a la vera del camino y comenzamos a reorganizar el alma del alumno,
pero todo es para mí factor maestro. Y por otro lado, tal vez, que este factor
esté apoyado por una buena política educativa que venga desde el Ministerio
Educación hasta los últimos estamentos, digamos así, organizativos de la educación,
vale decir las UGELES.
DSL: ¿Cómo lograrlo? ¿De
qué manera ser efectivos en este ámbito y no errar? Porque a veces se dan
medidas que persiguiendo un propósito resultan contraproducentes.
FMB: Dando cabida y lugar en los puestos decisivos a
maestros que sientan y piensen. Y no ser insensatos. Yo no sé, por ejemplo, por
qué el actual gobierno inclusive últimamente ha promulgado dispositivos en el
sentido de que a los maestros jubilados nos han archivado por orden superior,
¡ya no quieren saber nada con nosotros! y ¡que demos pase a las generaciones
nuevas! Tal vez tengan razón por el asunto este de que hay pléyades enteras de
profesionales que no tienen trabajo, tal vez por ellos sí, que se justifique.
Si bien es cierto que son jóvenes y son representantes de la acción, de la
actividad, pero experiencia les falta, mucha experiencia e inclusive capacidad,
y pese a que un maestro por más que se retire o se jubile, o cese no vamos a
decir que es un elemento perdido ni pienso que el maestro merece que se le
saque, el maestro mientras más viva más realizado se siente, siempre y cuando
desde luego no abandonemos los libros y no dejemos de leer todo lo que cae a
nuestras manos así fuese el más triste periódico o la revista más sencilla o
más humilde, porque de todo, de todo lo escrito se puede sacar algo, una
palabra nueva, un concepto inesperado, o una idea original, o de repente
hallamos un cúmulo de conocimientos que cada día nos hace falta como alimento
espiritual.
DSL: En su experiencia, don
Francisco, ¿cómo es más conveniente u oportuno enseñar una canción? ¿Verso por
verso? ¿Estrofa por estrofa? ¿Con qué tamaño de grupos hay que trabajar?
¿Cuántos niños, más o menos, es lo propicio para enseñar una canción nueva?
FMB: Para mí de acuerdo a la experiencia que tengo
tenemos que concretarnos a un número limitado de alumnos. Pero ya me estoy
refiriendo a alumnos debidamente seleccionados...
DSL: ¿Porque no todos
tienen oreja, no? O capacidad de modular bien una canción.
FMB: A eso iba, precisamente, si tenemos por ejemplo
una sección por decir de cuarenta alumnos, de esos cuarenta nos quedaremos pues
con la mitad, con unos veinte, y dentro de esos veinte van a haber alumnos
desafinados y desentonados que, al ponerlos a un lado, eso no significa pues
marginarlos totalmente y olvidarnos de ellos. ¡No!, sino más bien para trabajar
con ellos en momentos especiales, a fin de corregir esos defectos que tienen de
oído y de formación misma. Pero, ahora, refiriéndome a los alumnos con quienes
se puede trabajar ya para enseñarles una melodía, vale decir una canción,
alumnos ya seleccionaditos, la cuestión es muy fácil, muy sencilla, tenemos que
recurrir a la didáctica que nos recomienda ciertas reglas para el aprendizaje
de una canción, cuales son: hacer la motivación, luego la exposición de la
letra, en seguida la explicación de la semántica, o sea del significado de las
palabras difíciles que contenga la literatura, en seguida la entonación de la
melodía en forma total, completa, o sea global, para que el alumno tenga una idea
de lo que va a aprender.
DSL: Señálenos, don
Francisco, algunos detalles del proceso, de qué manera logramos que los niños o
las personas en general aprendan una canción y canten.
FMB: Primero se canta todo de principio a fin, después
de eso entonces tenemos que entonar una estrofa, la primera vale decir; después
de eso nos remitimos a entonar ya verso por verso y repetir las veces que sean
necesarias hasta que el niño vaya grabando, porque ¿qué es el cerebro del
niño?, podemos decir que es así como una masa plástica de la cual se fabrica un
disco y mientras más pasemos el buril por sobre ese disco, es decir sobre esa
materia, que es algo así como pasar la aguja o el estilete por sobre el cerebro
del niño, mientras más veces se pase o se repita la melodía del canto mejor va
a grabar. Hacer que comiencen a entonar, a seguir los niños poco a poco a media
voz la melodía, aumentar el volumen de la voz hasta que uno nota que ya van
dominando, verso por verso se va progresando, se tiene como se dice primero trabajar
líneas melódicas, después se va juntando una tras otra hasta que tenemos ya una
unidad compleja, ya total, y por último ya el resto de la canción, así se va
enseñando.
DSL: En esto hay que tener
un tacto especial. Y, más aún, en lo que es formar coros ante lo cual yo
sencillamente quedo admirado por la perfección de las voces y los
acoplamientos.
Sí. Hay que evitar que los alumnos cojan falsetes, y
frente a un falsete a veces no hay que pasar, mientras uno no logre repetir
unas cinco, diez o quince veces ese pedacito; así, así como quien dice
utilizando la técnica del disco rayado sobre una partecita hasta que la borren
totalmente. Ahora, una canción se la debe enseñar bien desde un principio y no
solamente concretarnos a la enseñanza de la melodía, tendremos que remitirnos
de repente tal vez ya por ejemplo, para organizar coros o masas corales,
orfeones vale decir, echar mano a la otra parte que es la armonía o sea el
acompañamiento, vale decir la segunda voz. O si se hace uno acompañar de
instrumentos, mucho mejor todavía. Y así de esa manera vamos avanzando,
avanzando… Y para que se graben mejor las músicas tenemos que ofrecer temas
seleccionados también. Porque no todas las músicas son aparentes para impactar
en el ánimo de los niños. Hay temas especiales, pero eso queda ya al gusto de
cada maestro, ese don que Dios le da a cada persona, de sentir y saborear lo
que es el arte.
DSL: ¿En dónde cantan mejor
los niños, en el patio de su escuela, en el salón, en el camino frente a la
naturaleza? ¿En dónde ha sentido Ud. que cantan mejor? ¿En qué espacio?
FMB: Bueno. Yo diría que tratándose de canciones de
tipo ya colectivo el niño canta mejor no tanto diré en el patio sino en su
salón, de acuerdo a la calidad del maestro que tenga. Si por desgracia le tocó
un maestro abúlico, un maestro refractario a los cantos no va a cantar bien ni
en el salón ni en el patio. Pero de repente, aunque tenga ese maestro, si tiene
oportunidad de que haya en su escuela un solo maestro pues que enseñe bien las
canciones va a captar y este muchacho se va a desempeñar y va a sentir lo
precioso de lo que es el canto, de repente tal vez detrás de su casa o
discurriendo por el camino o correteando por los campos; así yo de viejo que
soy yo siento la delicia de los cantos cuando salgo. Nunca viajo, nunca voy por
un camino así en silencio, voy tarareando alguna canción que se me viene a la
mente, hay tantas canciones que uno tiene y sobrevienen en el recuerdo. Y así
uno va dialogando consigo mismo, con su propia persona, y no se siente el
camino. ¡Y qué cosa tan linda cantar caminando cuando uno va por el campo!
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