sábado, 12 de abril de 2014

LA POLÍTICA: TRIBULACIONES DE UN ELECTOR DESCONCERTADO - POR ÁNGEL GAVIDIA RUIZ (LECTURA DE FIN DE SEMANA, SORBO A SORBO)


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LA POLÍTICA: 

TRIBULACIONES DE UN ELECTOR DESCONCERTADO

Escribe Ángel Gavidia Ruiz


Existe casi un consenso en  señalar  que  el más grave error de Mario Vargas Llosa en la campaña política del 90 fue decir que, tan pronto se haría cargo de la Presidencia de la República, daría un shock. El nobel se había preparado para ello. Es decir había pensado en  instituciones y fórmulas  con miras a atenuar el sufrimiento de los peruanos más pobres ante esta medida extrema; pero frente a la cual, al parecer, no había alternativa: teníamos la inflación más alta del mundo, se subsidiaba productos indiscriminadamente beneficiando tanto o más  a quienes podían comprar sin ayuda del estado, se habían vaciado las reservas y el crédito internacional nos había cerrado todos sus caños. La economía, distorsionada al máximo, hacía, para economistas ortodoxos, inevitable  un ajuste, de veras, ciclópeo. La historia es conocida, Vargas Llosa perdió las elecciones que fueron ganadas por quién prometió soluciones distintas al shock, el mismo que tuvo que dar al  poco tiempo de tomar el poder, con  el agravante de la irresponsable improvisación con la cual había llegado a él. El shock, entonces, se sintió con toda su terrible dureza con el consiguiente correlato de desocupación, desnutrición, migración y  muerte entre otras tragedias.

Este ejemplo ilustra la principal característica de la política peruana: su viejo pleito con la verdad.  Sin embargo, hipócrita o cazurramente, nuestros políticos exigen “transparencia” a sus adversarios. Y cuando estos  acceden a esa solicitud, les cae el mundo encima.  El ministro del interior, hace poco, dijo lo que todos conocemos: que la delincuencia es un fenómeno que viene de atrás, que es multifactorial, pero que tiene su fuente más importante en  la desintegración familiar , dijo también que  combatirlo es un proceso que toma su tiempo y que la derrota de la delincuencia no será inmediata. Bastó para que los analistas políticos se regodearan apaleando al iluso doctor Albán.

Manifestaban que estas declaraciones (para mí, verdades obvias), son impropias en la boca de un funcionario de su investidura, que significan reconocer una derrota y mucho más. Me pregunto, qué hubieran dicho del célebre discurso de Winston Churchill, a la sazón primer ministro de Inglaterra en horas cruciales: “No tengo más que ofrecer que sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas”. ¡Lo hubieran defenestrado irremediablemente!

Desde Platón y quizás más atrás, la política tiene como razón de ser la búsqueda del bien  común. Ese es su Norte. En jerga biomédica, ese es el quimiotropismo positivo que lo guía. Una dirección distinta lo hiere de muerte o lo mata por inanición. Como las  tortugas marinas. Ellas nacen en la playa. Tan pronto eclosionan los huevos las recién nacidas deben correr al mar,  que (al contrario de Manrique) es, para ellas, la vida. Algunas, en su intento, son atrapadas por los depredadores y no llegan, pero otras por una avería en  su sentido de orientación corren en sentido contrario…

Hacer política, decía  Rudolf Virchow, médico y político alemán del siglo XIX, es hacer salud en basta escala. Y esta búsqueda del bien común supone enfrentamientos con grupos que lucran justamente por estar afincados en el lado contrario, el del bien particular y, con frecuencia,  mezquino y abusivo. El transporte limeño (y  trujillano), por ejemplo. Antanas Mockus, el  exitoso ex alcalde de Bogotá, sostenía que el problema del transporte era un problema de autoestima. Quiere decir, entonces, que diariamente, la autoestima de millones de peruanos  vuelve a ser maltratada por la anomia y el caos. La depredación del mar es otro buen ejemplo en donde el poder político tiene que contener al enorme  poder económico de los empresarios pesqueros (con todos los medios de presión que estos possen)  en su pretensión de seguir pescando sin importar el delicado equilibrio que impone una extracción racional del recurso marino. Quiero decir con esto que ejercer la política no es fácil. Desgraciadamente para hacer tortillas se deben romper  huevos. Esa es la razón porqué algunos “políticos” pusilánimes u oportunistas  evaden la solución de los problemas y estos se van embalsando hasta explotarnos en la cara como sucede ahora  con  la delincuencia, pero también con la deplorable educación.
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Volviendo a Mario Vargas Llosa, quizá tocado por su experiencia eleccionaria del 90, inicia El pez en el agua citando a Max Weber: “También los cristianos primitivos sabían exactamente que el mundo está regido por los demonios y que quien se mete en política, es decir, quien accede a utilizar como medios el poder y la violencia, ha sellado un pacto con el diablo, de tal modo que ya no es cierto que en su actividad lo bueno solo produzca el bien y lo malo el mal, si no que frecuentemente sucede lo contrario. Quien no ve esto es un niño, políticamente hablando”. Yo creo que no. Sólo que el político tiene que tener la sagacidad necesaria  hasta para embaucar al diablo (la ingenuidad en política está proscrita) y, claro,  la sabiduría suficiente para imprimir a su gestión la velocidad adecuada. Qué ganas, aquí, de recordar a León Felipe: “ Voy con las riendas tensas/ y refrenando el vuelo, /porque no es lo que importa llegar solo ni pronto/ si no con todos y a tiempo”.


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