miércoles, 30 de abril de 2014

JOSÉ ANTONIO AGUILÓ DIES: EL AMIGO Y HERMANO QUE SIEMPRE QUISE TENER - POR CARLOS GARRIDO CHALÉN, PREMIO MUNDIAL DE POESÍA



Por Carlos Garrido Chalén

Mi último viaje a Puerto Rico, estuvo signado por mil bendiciones que agradezco a mi Dios Todopoderoso: la UNESCO me otorgó una preciosa distinción; la Academia de Artes y Ciencias me concedió el honor de incorporarme como Miembro Correspondiente de tan importante Institución de prestigio Continental; y el Alcalde de Mayagüez, Honorable José Guillermo Rodríguez, quien tuvo  la enorme deferencia de invitarme a la Tercera Feria Internacional del Libro  "Eugenio María de Hostos", dedicada al ilustre historiador Fernando Bayrón Toro, aceptó  celebrar con la Unión Hispanomundial de Escritores (UHE) el Congreso Mundial  de Escritores en el 2015 en Mayagüez, en el que participarán los más grande poetas y escritores de los cinco Continentes, coincidiendo con la celebración del nombramiento de Mayagüez como Capital de la Cultura de Amèrica.

Me sentí realmente condecorado por gestos fraternos de infinita grandeza espiritual y por la acogida del hermoso pueblo puertorriqueño que me extendió sin mezquindades su abrazo generoso. Palabras especiales merecen las poetas Carmen Amaralis Vega Olivencia, Gloria Marini, Doris Machado y Luz López. Mas no debo omitir expresar, que conocer en Mayagüez al Dr. José Antonio Aguiló Dies, quien además de médico, es extraordinario chef con dos hermosos libros publicados – que en la cena que generosamente  ofreció en mi honor en su hermosa residencia en la Urbanización Ramírez de Arellano,   acreditó su gran talento culinario – fue una de mis más grandes satisfacciones.

Hombre sereno y sabio, capaz de ver con sus ojos de águila lo que acuna el alma y el corazón del que mira, estuvo presente en la Conferencia Magistral que ofrecí, en torno a mi ensayo “Si esa es la paz, devuélvannos la guerra” y al final se acercó a mí y me dijo: “lo felicito, porque usted habla a través de sus palabras, pero también de las que habitan detrás de sus palabras; lo que en verdad, nos ha permitido a todos reconocer y aceptar como nuestro su alegato de una imprescindible paz con justicia social”.

Supe allí mismo que estaba tratando con un ser humano de luz, absolutamente diferente, hombre sensible y espiritual, lleno de paz; que era capaz de emocionarse y decir lo suyo, con esa lucidez extraordinaria y fraterna, que sólo caracteriza a los grandes espíritus; que no lo asfixiaba la mezquindad ni tampoco la arrogancia, y que me hablaba, desde su perspectiva profesional, pero más que todo de amigo y hermano, para hacerme sentir complacido y como si estuviera en mi propia tierra.

Por el Dr. José Antonio Aguiló Dies, - “Tony” para sus amigos - , pude darme cuenta que pertenecemos a una humanidad, que no inventó los estancos territoriales para delimitar países o para matar impunemente a la gente que en busca de mejores condiciones de vida, se cruza un Estado para encontrar la dicha en otro lado y no puede alcanzar sus sueños porque balas cainitas le quiebran el alma, que era precisamente en donde esos sueños se mecían. Que no importa de dónde seamos, porque somos hijos de un mismo Dios, que no es religión ni fanatismo, y al que tenemos que corresponder – no obstante nuestra naturaleza imperfecta – siendo hombres cabales y dignos, solidarios y buenos.

Dueño de una gran sensibilidad para rastrear de dónde viene el viento poderoso de la amistad, él, durante mi permanencia en la Isla del Encanto, supo darme el dato moral que necesitaba, desde la dignidad y coherencia de la razón fraterna, - la pieza del rompecabezas que estaba buscando - para hacerme entender definitivamente, que somos parte de un gran legado: del humanitarismo verdadero, que no crea clichés para justificar las guerras, ni esa paz hipócrita y roñosa que sostienen los pacifistas de la incoherencia,  o del armamentismo de los criminales políticos que tienen ya un sitio en el infierno; sino de ese otro que se entiende en el destino de los demás, que se duele y conduele en los sufrimientos del prójimo más desvalido.

José Antonio Aguiló Dies, con sus palabras cadenciosas y esa autoridad moral que todo lo discierne, vino a mí con sus redobles y campanas del alma, para decirme que me sienta como en casa. Y yo que aveces suelo mirar más allá de lo evidente, - no por mí, sino porque el Hacedor así me lo concede – claro que me sentí como en mi tierra; pero además pude ver en su mirada que no pestañea, que resiste tumultos, que conforme más lo conoces se vuelve más tierna, el ojo avizor de mi padre fallecido en el 2010 sin mi consentimiento, instándome a no caer jamás en la batalla; a mirar la vida como un compromiso de fe por el que hay que luchar, aunque nos falten ganas. Porque más allá de todas las palabras, de todas las consecuencias, de los retos más inmarcesibles, hay una eternidad, por la que tenemos que entrenar para vivir con esperanza en el mañana.

Por eso, puedo decir, que en el Dr. José Antonio Aguiló Dies, “Tony” encontré al amigo y al hermano que siempre quise tener. Gracias Dios mío.

Carlos Garrido Chalén
Premio Mundial de Literatura "Andrés Bello"
      Version Poesía 2009, de Venezuela
     Presidente Ejecutivo Fundador de la
  Unión Hispanomundial de Escritores. UHE

Fuente:


 

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