Danilo Sánchez Lihón
1. Sobre todo
sus ojos
Al
principio de los tiempos la gente comía la tierra que de a poquitos la
escogía de las orillas de los arroyos, de las lagunas y los ríos.
La
aderezaba con los primeros y rústicos condimentos y especies que se iba
escogiendo y separando la hierba que crecía entre las piedras, probando
a utilizarlos sin que hicieran daño ni se muriera la gente.
Y todo eso el hombre lo iba haciendo su comida.
Después
aprendió a saborear las hojas de las plantas y los árboles. Y hasta
aprendió a descascarar las cortezas y probarlas como alimento. Porque
los árboles aún no daban frutos sino solo follaje y ramas haciendo más
intrincado, tupido e impenetrable el bosque.
Hasta
cierto día en que una madre juntó tres piedras e hizo su fogón en el
suelo para cocer las hierbas que en ese tiempo se comían. Y esto mismo
enseñó a hacer a su única hija de larga cabellera, de airoso torso y de
rostro muy agraciado, sobre todo sus ojos.
2. Agua
del río
Con el pasar de los días vio que su primogénita todo el tiempo permanecía sentada en ese sitio sin despegarse del suelo.
Hiciera lo que hiciera, hablara lo que hablara, pensara lo que pensara y soñara lo que soñara, no se movía de ahí.
Estar así hizo que la madre se preguntara:
– ¿Por qué mi hija de este sitio no sale y ni siquiera se mueve?
Y volvía a preguntarse a sí misma:
Todo el tiempo está aquí sentada, y hasta aquí mismo se queda dormida.
La
madre observa minuciosamente cada detalle; pero nada del exterior
aparenta ni justifica que ella aquí se quede y permanezca todo el
tiempo.
Hasta que, sin saber dar explicación a esta inquietud, la manda con engaños a su hija a traer agua del río.
3. Una
puerta
La orden es que llene de agua tres barriles que hay afuera de la puerta de la casa.
Pero, para eso le da una vasija con hueco, a fin de que el agua por allí se derrame.
Y
de ese modo se demore en llenar los recipientes que es la tarea que
tiene que cumplir este día, mientras ella examina el lugar.
– Anda al río con esta vasija y llena todos estos tres barriles hasta el borde. ¡Anda! ¡Anda! –La impele a ir.
Entonces
cierra la puerta de la casa y barre el sitio, pero no encuentra nada.
Entonces, con una barreta y una lampa empieza a cavar en el lugar donde
su hija se sienta.
Llega a cierta profundidad y allí descubre que hay un hueco que da hacia otro mundo.
Descubre
que es una puerta para comunicarse con un lugar pródigo y encantado. Un
reino espléndido, maravilloso y extrañamente iluminado.
4. Husmea
inquieta
Se trata de un paraíso escondido, con huertos bañados por un inmenso río y árboles como no los hay en este mundo.
Observa y se queda esperando para ver quién sale o aparece por este orificio.
En
eso ve que se desliza una enorme culebra que empieza a oliscar buscando
algo hasta llegar al hueco que da a la cocina de su casa.
La
madre disimula como puede. Además, porque su hija ya termina de llenar
los tres barriles de agua y va a entrar a ocupar su sitio de siempre.
Pronto
vendría a sentarse otra vez y a no moverse en el lugar que la madre
acaba de descubrir que es una puerta hacia el subsuelo lleno de
prodigio.
Y rápidamente piensa qué hacer ante lo que acaba de descubrir.
Y
sin vacilar vacía la olla de agua hirviendo que tiene a la mano en el
fogón, justo en la cara de la culebra que husmea inquieta esperando a su
compañera de siempre.
5. Fuera
de sí
La culebra desaparece emitiendo silbidos horrendos.
Al instante se presenta la hija quién le reprocha a su madre diciéndole:
– ¿Qué has hecho con mi marido que grita de dolor? ¿Cómo has actuado de ese modo, mala madre?
– ¡Cómo va a ser tu marido una culebra!
– Sí. Lo es. Y de él ya estoy embarazada y voy a tener un hijo.
La madre se horroriza. Monta en cólera, y le incrimina:
– Jamás reconoceré que ese hijo tuyo sea mi nieto.
– ¡Tendrás que hacerlo, puesto que ya es un hecho!
– ¡Nunca! ¡Lo juro por mi vida!
Y cogiendo una leña del fogón que allí ardía, grita fuera de sí:
– Quemaré entonces esta casa.
Y así lo hace.
6. Quiero
verte
La
casa arde y el fuego restalla hasta extinguirse la última caña brava de
que está hecha, acabando con el último vestigio que allí había.
Y la madre desamarrando su canoa huye espantada río abajo.
La hija ya cansada se duerme cerca a los rescoldos de la casa quemada.
Esa noche en el sueño de la muchacha aparece su marido diciéndole:
– He venido a despedirme, ya nunca volverás a verme.
– ¿Por qué? ¿Vas a abandonar a tu hijo que tiene que nacer?
– Es imposible vernos. Hay una muralla de fuego entre tu mundo y mi mundo.
– Entonces, ¿qué será de mí, sin mi madre, sin mi casa y sin mi marido?
– Tú no te muevas de este sitio. Vuelve a levantar tu casa, ¡porque aquí todo lo vas a tener!
– Pero, ¿dónde estás? ¡Yo quiero verte!
7. Toda hambre
fue saciada
–
Es imposible. Pero aquí en ese sitio nacerá un árbol. Ese árbol es
nuestro hijo y yo me convertiré en sus raíces. Es el árbol de las frutas
y la comida. Coge cada rama y plántalo en el suelo y verás que nacen
plátanos, que son los dedos, las manos y los pies de nuestro hijo.
Nacerán
mangos, papayas y melones, con la cara, la frente y el mentón de
nuestro hijo. Nacerán yucas, camotes, frejoles que son los brazos, las
piernas y los dientes de nuestro hijo.
Nacerán
pijuayos, ciruelas, ungurahuis como son sus ojos, su nariz y su boca.
De cada cogollo brotarán zanahorias, zapallos y lechugas. Y así. Planta
todo lo que nazca de este árbol porque todo dará frutos buenos que son
alimentos que se extenderán por los horizontes.
Y
así fue. De ese árbol también se desprendieron las plantas medicinales
que curan nuestras heridas. Las aves y los animales nacieron también de
ese árbol a partir del cual ya nuestros antepasados y gentiles no
comieron greda ni limo. Y toda hambre fue saciada sobre la faz de la
tierra.
*****
CONVOCATORIA