Danilo Sánchez Lihón
Tus hijos no son tus hijos. Son hijos e hijas de la vida,
deseosa de sí misma.
No vienen de ti, sino a través de ti y aunque estén contigo
no te pertenecen.
Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos.
Gibrán Jalil Gibrán
1. Mi corazón
a tus pies
Yo
sentí tu temblor y tu genio, hijo mío, en el vientre de tu madre, bajo
el techo de una casa que habíamos alzado a puro pulso y con nuestras
propias manos, esperando que llegaras.
Hoy
nacerás a las diez de la mañana por operación cesárea. Pero aún es el
amanecer y, mientras, goza tus últimas horas en la pancita de mamá.
Daremos la vida por protegerte, pero el mundo que te espera aquí, quiero
ser sincero en decirte, es bravo y no está del todo bien.
Se
anuncia un terremoto devastador en el Perú, de grado 9.9 en la escala
de Richter. Hay ya un enfrentamiento declarado de guerra con Ecuador,
por asuntos de fronteras. Ronald Reagan anuncia que lo mejor para el
Medio Oriente no es la paz sino la guerra.
Pero
la vida merece ser vivida. Y, aún entre abrojos, entre nosotros, pugna
por mostrar su flor. Pese a algunos hechos, este es un mundo lleno de
promesas. Aquí encontrarás nuestros pechos. Algo tan hermoso como son
los senos de tu madre y mi corazón que se arrodilla a tus pies.
2. Un mundo
mejor
Te
escribo esta carta mientras tu mamá te alista para salir; bajo el alero
de lo que juntos denominamos nuestra casa. Te digo que tú has traído lo
que tanto hace falta aquí: vida nueva, naturaleza pura, frescura. Lo
simple y verdadero.
Palpo
tus camisas del tamaño de mi mano. Y te espero siempre en los acordes,
en la luz y en las estrellas que miro hacia lo alto con mis ojos
agradecidos y bañados en lágrimas.
Miramos cada rasgo tuyo, tus manos, tus ojos gloriosos, tus pies envueltos en nuestros puños que sienten tus latidos.
Te
abrigamos cada tarde y cada noche helada con todo lo que tenemos a
nuestro alcance. Te hemos bañado con tu mamá en una tina, sin saber
cómo.
Ya te sientas, ya caminas. Ya has roto mis papeles que antes eran intocables. Sobre tu frente velamos todas las noches.
Tú eres aquello por lo cual hay que luchar en esta realidad, cuál es la promesa de un mundo mejor.
3. Lo mejor
mío
El
minutero del reloj que está sobre la mesa ha traspuesto las 12 horas de
la noche y corre ya seguro por la superficie de la tierra y el mar un
nuevo día.
Hoy cumples tres años de vida. Solos con tu mamá en esta casa somos un hogar. Tú más que nadie lo sabe y lo siente.
Vamos y volvemos juntos cada día, al dejarte y recogerte de la guardería de mi trabajo. Tu alegría es infinita, mi niño hermoso.
Tú eres la prolongación de mi existencia, la fuente y el espejo en donde me miro. Eres mis latidos, lo mejor mío. Mi prolongación y trascendencia.
Coges
mis cabellos cuando te alzo y te echo al aire para acogerte en mis
brazos. Tu desesperación hace que te prendas y sujetes fuertemente.
Hoy
por culpa mía al dar un volantín tu sangre ha goteado sobre tu camisita
blanca. Recostado sobre mi hombro, te has aguantado los sollozos y las
lágrimas.
4. Solidario
en la ruta
Siento
que tu destino es mi destino. Cada día cuando vamos y venimos en el
auto, cuidas todos mis movimientos con tus ojos a la vez alertas e
inocentes; temerosos y buenos. Y cuando apeándome del carro compro fruta
de una tienda, tus ojos se desesperan, y cuando regreso tu sonrisa se
abre como el cielo infinito.
A
ratos te duermes encogido en tu asiento, viendo las palomas que cruzan y
desaparecen por el marco del parabrisas. Dando un grito cuando
descubres una cometa o un ave que vuela por el cielo. Entonces yo
levanto tu camisita y froto mis manos por tu espalda de terciopelo.
Sonríes y tratas de hundir tu cabeza en mis brazos.
Cada
vez que descubro un nuevo camino para llegar a casa me miras a los
ojos, tratando de explicarte la razón del cambio a la nueva ruta. O si
nos hemos perdido.
Te
atrae ver los perros en las ventanas de las casas, como los gatos y los
caballos. Cuando recojo un pasajero te levantas un tanto de tu asiento,
y te vuelves a caer con una alegría amplia en el rostro. ¡Qué solidario eres en la ruta, niño mío!
5. Un niño
que llora
Hoy
hay en la casa un sitio vacío, en tu cama, en la mesa, en el sillón de
la sala. Mientras tú permaneces en un cuarto de este hospital que es un
lugar extraño, lejos de tus juguetes y la voz nuestra que te quiere y el
cariño de tus padres.
Tú
estás luchando, hijo mío, y desde donde sea pongo mi sangre al lado de
tu sangre, mi pulso en tu pulso. Yo te alcanzo, mis latidos. Hijo mío.
Eres pequeño, pero hay un punto en el cual eres tú solo. Y ese es el
ámbito del dolor. Por más que yo te acompañe, y esté a tu lado es tu
dolor. Íntimamente tuyo. Personalmente de ti.
¡Qué
frágiles somos todos! Momentos en que es difícil pensar. Cuando nadie
sabe por dónde aparecerá el cuchillo, la sombra tras el muro. Donde se
va envolviendo el ovillo, que va acortando el hilo y se cierne la
muerte. Pero, ¡Dios mío! Tú que eres tan dulce como la gasa que cubre
una herida, pósate en la mueca afligida de un niño que llora sin
llorar, porque ve a sus padres sufrir y él sufre. En el vasto mundo y
en el cosmos hay tanto lugar, que me duele que el mal se ensañe con un
cuerpo frágil y pequeño, y que al final hace que seamos tan débiles.
6. Brazos
abiertos
– La operación está programada para las dos de la madrugada. Ustedes, es mejor que vayan a dormir, y vengan mañana.
– Nosotros esperaremos aquí, doctor, si no incomodamos.
A
solas rezo y me arrodillo en la loza: Dios, yo te ruego por mi hijo. Él
debe volver otra vez a casa. Es hijo tuyo, pero otra vez encárganos a
nosotros. Es noche atroz, oscura y lenta. Una pena inmensa invade
nuestra alma. Qué solos estamos los hombres. Cada quién va con sus
afanes, con su pena, inmensa como un puñal. Y un niño es tan indefenso.
Pero hay un centro y ese centro es Dios.
En
un hospital por la noche hay quejidos, llantos, toses; timbres, pasos,
estertores. Enfermeras que cambian de turnos. Médicos que se afanan,
velan, vigilan en el timón de la nave que es la vida. Ya al amanecer nos
anuncian:
– La operación ha sido un éxito, su hijo está bien. Está en la sala de cuidados intensivos. Pierdan cuidado. Váyanse a dormir.
¡Qué
extraordinario todo! ¡Los médicos, el diagnóstico, la operación exacta,
y la medicina precisa! Hoy nuevamente te recibiremos en nuestros brazos abiertos, como si otra vez nacieras.
7. El hueco
de una mano
Cabe
reconocerlo: Tú eres tanto nuestro hijo, como hijo de Dios y de la
ciencia, y de los facultativos que te ha salvado. Y de ti mismo que has
luchado por tu vida milímetro a milímetro. Sin miedo, aferrándote a este
aire, a esta gota de luz en la tupida eternidad. A brazo partido has
ganado tu derecho a vivir, a ser saludable, a correr bajo el sol.
Te
has aferrado tanto a la vida, razón por la cual es un compromiso
hacerla buena, aspirando a ver el mar azul, la tierra verdecida, el
cielo despejado y colmado de estrellas.
Tú eres, hijo mío, un enlace, un punto fijo, una señal desde el futuro. Aunque chiquito, abres tus brazos inmensos.
Gritamos
y las peñas ya no solo dan mi eco solitario como antaño, sino junto a
otro más, el tuyo, que es insondable. Porque un hijo encierra el
universo entero. Abarca el cielo y las estrellas, el mar que no tiene
orillas.
Un
hijo es un manantial que brota, un río que serpentea nuevo, con un
destino que se abre ancho como el mar. El océano que te cabe en el hueco de una mano, o de tu abrazo.
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SEGUNDO ENCUENTRO DE FRATERNIDAD,
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA Y EL
DOMINGO
19 DE NOVIEMBRE, 12 M.
PROGRAMA:
1. BIENVENIDA
2. INFORMES
3. ALOCUCIÓN:
LA POESÍA, ESE FUEGO INEXTINGUIBLE
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
4. MENSAJES Y PROCLAMAS
5. LECTURA DE POEMAS,
6. INTERPRETACIÓN DE CANCIONES
7. ALMUERZO DE FRATERNIDAD
JR. LOS GLADIOLOS 633
URB. LOS JAZMINES
SAN JUAN DE LURIGANCHO
EL MOVIMIENTO CULTURAL LITERARIO
“NOKANCHI KANCHU”, TIENE POR LEMA
“NOSOTROS SOMOS CULTURA Y MÁS CULTURA
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CONVOCATORIA