Danilo Sánchez Lihón
Aquello que para la oruga
se llama fin del mundo,
para el resto del universo
se llama mariposa.
Lao–Tse
Para una mente bien preparada
la muerte
es solo la siguiente gran aventura.
Albus Dumbledore
1. En sus
corazones
– ¡Hija! Pero, ¿por qué esa aflicción, esas quejas, ese quebranto?
– Lloro mamá, y siento pena de verte inmóvil, rígida y yerta.
– ¡Pero eso no es cierto! Ahora yo soy libre, gozosa y retozo en prados de esmeraldas y arroyos de jacintos.
–
Lloramos y sentimos pena de que ya no estés en este mundo, que es
bello. Y porque cada vez es más honda y lacerante tu ausencia.
–
Pero eso no es cierto. Ahora estoy en los lugares que más quería y amo.
Estoy en la tierra, en este mundo y en otros. en el pueblo en donde
nací, en los lugares en que tuve momentos felices de mi vida y con los
seres que más he querido y amado y fui dichosa. Y estoy ya no solo a su
lado, sino dentro de ustedes y en sus corazones.
2. No
lloren
–
Y, nuevamente, los vuelvo a encontrar llorosos y con sus rostros de
pena. ¿Por qué insisten en estar afligidos? En verdad créanme, ¡no tiene
sentido!
– Lloramos y sentimos pena de que estés en un mundo frío, oscuro y de tinieblas.
– Pero eso no es cierto. Ahora estoy en la luz, bajo el sol radiante, y he vuelto a ser una niña feliz y pura. ¡Ya no lloren!
– ¡Imposible, sería traicionarte que no sintamos pena!
– ¿Pero tanta es la congoja que siguen con sus lamentos? ¿Por qué? Sientan, más bien, paz, alivio y armonía.
– Lloramos y sentimos, porque te has ido, nos has dejado y para siempre.
–
Pero eso no es cierto. Nos volveremos a encontrar. Y al hacerlo será
sin contingencias, vueltos y convertidos en esencias, vueltos verdades
puras, vueltos amor, hechos sabiduría y sin nada de equívocos. Por eso,
no lloren más.
3. Con mis pies
descalzos
– ¡No lloren! Todos más bien a cambiar de rostros y de ánimo. Y que prevalezca el sosiego.
–
No podemos, mamá. Estamos así, afligidos porque sentimos y creemos que
cada vez nos quedamos más solos nosotros mismos en este mundo y sin
nuestros seres queridos.
–
Pero eso no es cierto. Yo los acompaño ahora cada vez más, y siempre.
Antes no podía ir, por ejemplo, por los sitios por donde ustedes iban y
transitan; en cambio ahora sí, voy a su lado y estoy con ustedes, aunque
no me vean.
– Y, ¿cómo?
–
Con mis pies descalzos, con mi luz y mi sombra que a ratos se adelanta,
y a ratos está a su lado, aunque no me sientan; y por momentos voy por
detrás por todos vuestros senderos y estoy con ustedes en todos los
momentos de sus vidas.
– ¿Siempre, mamá?
4. ¿Estás
bien?
– Ahora siempre. Infaltable en todas las circunstancias más decisivas de sus destinos.
– ¿Sí?
–
Sientan que estoy ahí, aunque no me vean. Pero antes no podía estar en
todos esos eventos, como yo quería. Pero ahora sí. Y si quieren estar
conmigo todo depende de que me sientan y estén seguras que estoy.
– Bien, mamá.
– Pero, otra vez, los encuentro mustios y compungidos.
–
No podemos, mamá. Lloramos y sentimos pena porque creemos que a ti algo
te duele, que estás sufriendo; que atraviesas por un momento difícil y
amargo, como es la muerte.
– Pero eso no es cierto. Ustedes son los que sufren. De ustedes es la congoja y el lamento, no mía, ni de mí.
5. Lirios,
rosas
– Tú, ¿estás bien, mamá?
–
¡Sí, y al contrario de cómo están ustedes! Yo ahora descanso apacible.
Es en el mundo en donde ustedes están en donde se sufre.
– Y tú, ¿ya no?
–
¡No!, porque yo más bien hoy día he nacido hacia otro reino. Y
atravieso ahora por senderos amenos, tal y como son estas flores que
ustedes han traído para adornar mi sepulcro.
– ¿Hay flores ahí, mamá? ¿En dónde estás ahora y por dónde pasas?
–
¡Muchas más que en cualquier otro paraje o sitio que yo haya conocido!
Donde están vivas las flores que han puesto alrededor mío y que son
visibles, como aquellas otras que no han podido traer porque están en
los corazones de la gente buena. Ahora mismo veo senderos de lirios,
rosas, clavelinas y azucenas.
6. Todo
continúa
– ¿Qué haremos sin ti, ahora?
– Les aseguro que no es justo que lloren ni se aflijan ni sientan pena.
–
Sentimos que no llorar por ti sería traicionarte. Tu ausencia es
desgarradora y te extrañamos en cada rincón de la casa, en donde tantos
años hemos vivido contigo y en cada instante de nuestras vidas.
–
Yo estaré con ustedes siempre, cuidando sus pasos, guiándolos para que
vayan por caminos seguros y propicios. Para que sean siempre amorosos
sus latidos. Para que siempre haya valor en vuestros corazones y se
imbuyan de cariño al prójimo.
– Con tu muerte, ¿no se acaba todo para ti?
– ¡No! ¡Nada se acaba para mí, ni para ustedes! Todo continúa. Nada se pierde
7. Espíritu
sagrado
– Ahora sentimos que es cierto todo lo que nos dices, mamá. Porque te escuchamos.
– Cada vez que desees hablar conmigo, habla Estoy a tu lado. Es más: dentro de ti.
– Sí, es verdad. Porque ahora sentimos que estás entre nosotros. Antes eras una persona, ahora eres todos juntos.
– En esta dimensión en que ahora estoy uno se vuelve todo.
–
Siento que estás en mí y en la energía del universo. Que te has vuelto
espíritu sagrado. Y formas parte de lo que en conjunto se llama Dios.
– Así es. Eso sí es verdad.
Y por eso nos inclinamos reverente ante ti, y te adoramos. Junto a todo lo que es la creación.
– ¡Gracias por comprenderlo, hija mía!
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