Danilo Sánchez Lihón
Cuando se desdibuja el sol, o cuando la luz de luna atenúe
bajo la indistinta lluvia, o los rayos del triste sol,
toda mi intención es escuchar el mar,
mirar las acacias disfrazándose de mar,
agarradas a miles de manos que ansían bailar.
Lee Kuei-shien
1.
La
poesía es el arte que hace más ostensible cuáles son los aspectos
esenciales de que está integrada la identidad de un autor, como también
la del país y la cultura a la cual un poeta o un conjunto de poetas
pertenecen.
En
el caso de la poesía de Taiwán puesta de manifiesto en el libro: “Voces
desde Taiwán. Antología de poesía taiwanesa contemporánea” de la cual
es antólogo el poeta Lee Kuei-shien, ese factor determinante es la
presencia de la naturaleza, con la predominancia del profundo y vasto
mar
Siendo
así es esta poesía de horizontes abiertos, de orillas que se prodigan,
de olas que refluyen calmas sobre la arena, o que golpean rugientes con
las mareas en los farallones y acantilados del litoral.
Siendo
el mar quien lo revuelve todo por ser el gran juez y el gran tribunal
de nuestra existencia, más aún cuando la nuestra es “La historia que
flota sobre el mar”, donde se expresa:
2.
LA ISLADE TAIWÁN
Emerges como una isla
desde las olas del blanco satinado.
El espeso bosque de cabello negro a la deriva
se aleja añorando nostalgias
de nívea y suave arenas
de una playa surcada por besos de caracoles.
A vista de pájaro contemplo, desde el cielo,
la belleza de tu seductora textura;
y como un sediento voy aterrizando sobre tu cuerpo.
Eres una sirena en el océano Pacífico,
el vestigio de mi eterna tierra.
Lee Kuei-shien
3.
La
poesía de este país es la de un pueblo signado por el mar, puesto que
es isla y puesto que el mar lo habita y condiciona todo; no desde afuera
sino desde adentro, desde el núcleo y esencia que es Taiwán, donde no
es que el profundo y vasto mar lo rodee, sino que es su base y
fundamento.
Sin
embargo, el mar no se explica sin sus orillas y sin la tierra firme que
alberga y lo justifica, que brota sobresaliendo siempre desde su centro
con sus cumbres y sus abismos. Como el mar es también, además de agua y
tierra, de aire y fuego.
Es
el mar que no tiene límites y es imposible de asirlo, junto a aquel que
se reduce al mínimo detalle como el del rastro de un caracol en la
piedra; mar también que se recorta nítido en la caligrafía de la letra
del chino mandarín en que estos poemas están escritos.
Donde la emoción es sentir que se posee al mar, y el sentir a la inversa: de que somos y estamos por el mar contenidos. Así:
4.
LAS OLAS GOLPEAN LA ORILLA
Cada noche braman las olas arrullando el sueño,
como si escucharán atentamente el clarín
de las trilladoras de la cosecha de otoño.
El mar y sus eternas olas se revuelcan incesantes.
Con infatigable voluntad golpean la costa, salpicando espumas.
Y, de vez en cuando, rápida o lentamente, descollan furia.
El mar y sus eternas olas se revuelcan incesantes,
y en cada remolino avanzan dando tumbos
en desenfrenadas vibraciones.
La isla es testigo de las eternas olas que, día y noche,
en soledad, es sitiada por ellas
negándose a ser engullida.
En el bramido vaivén de la creciente marea,
la isla sueña; y en su paulatina somnolencia
emerge poderosa como una giralda.
Regresará el navío de nuevo al puerto
y con gracia ágil volverá a zarpar.
Volverá a sonar su clarín,
una vez que navegue por el infinito mar.
(Fragmento)
Mo Yu
5.
La
presencia del mar en la poesía de Taiwán es medular y con ello todo lo
que el mar representa: lo extenso y lo intenso, lo abierto y lo
escondido u oculto, lo que es inabarcable y lo que es mínimo. Pero no
solo es la emoción la de sentir el mar en toda su vastedad sino,
complementario a ello y diferente es sentirse islas, como lo expresa el
poema “Isla y mar”, que copio a continuación.
El
ser isla es lo que brinda esta emoción primigenia que a los demás se
nos ha perdido. Porque todos somos a la vez mar, tierra firme e islas,
pero que ya no lo sentimos o algunos no lo registramos en nuestras
neuronas. Tanto que no sentimos nuestros contornos, el de estar bien
definidos y delimitados en el horizonte, como lo está Taiwán.
Como
también por ser islas se nos ofrece el sentido de flotar y de erigirse.
Y quizá de deambular; el de ser hijos del mar y nacer en su centro o a
su vera, pero de moverse en él. Como lo es el de sentir las acacias de
la orilla tejerse de manos y los caracoles dejar su rastro y su huella
en la arena, que es algo tan mínimo y significativo frente a la
eternidad del mar.
6.
ISLA Y MAR
Caminando por las calles del centro de la ciudad
me siento una isla flotante.
Asimismo, si usted es una isla flotante,
haga el favor de conectarse conmigo
si en inagotables paisajes quisiera moverse.
Pero si usted resulta ser un océano insondable
que tiene latidos parecidos a los míos,
haga el favor de enlazar mi ribera
firmemente con sus brazos.
Cada vez que me vence la tristeza y lloro,
me siento como si fuera un mar muerto.
Si usted también es el mar
haga el favor de conectarse conmigo,
y nos convertiremos en profundas aguas
que sacuden sus olas al ritmo del baile,
sin tregua,
y cantándole a la luna.
(Fragmento).
Chen Hsiu-chen
7.
Ahora
bien, la poesía son imágenes y la poesía son compases en la noche. Son
luces en la oscuridad, son fuegos fatuos, como es también campanas en el
fondo de las aguas de los mares encantados, y tambores que resuenan con
las olas en la alborada. Así, de acuerdo a imágenes y compases, ¿qué es
Taiwán? Una sirena, válida como imagen poética sugestiva. Y también
como música, endecha y ritmo que refleja el vaivén de las olas.
Pero
también hay otra imagen, la de Taiwán como el de una ballena
aparentemente indefensa, recostada a un continente que lo amenaza,
peligrosamente no situada en el centro de su esencia que es el mar. O el
de un pez que lucha por sobrevivir, de quien el agua no es su defensa
sino sus lágrimas, y el mar lo es, pero un mar de llanto, porque en la
tierra ocurre lo extraño, impropio y deleznable.
No
se dice, pero se infiere que otra imagen es el de la silueta de Taiwán
como la de una niña o la de un niño dormido, la de un ser tierno echado
en su cuna, hecho que supone inocencia y candor. Es un hato que envuelve
a un niño tierno, un niño de cuna, a quien da ganas de abrazar, de
reclinar la cabeza sobre él y soñar.
8.
LA COSTA TIAO-SI, EL NORTE DE TAIWÁN
Desde su pedregosa playa levanto el ancla
y navego por su prolongada costa norte
surcando calas de viento y lluvia,
asombrado por los besos
que los peces lanzan a los anzuelos.
Desde el tenue sonido del agua flotante
he escuchado las colosales olas
acercándose a la isla.
Aquí empieza y termina todo,
el margen y el centro del mundo;
la isla brilla en medio de las constelaciones de las olas.
¿Puedes imaginar la fuerza de un volcán lanzando rubí?
Mi ser palpita ante la temperatura de su tierra, de su fuego.
Deseo hurgar en el desnudo fondo de tu mar
con mi caña de canciones
y con mi poesía como sedal.
(Fragmento)
Lin Sheng-bin
9.
Como
el mar es esta poesía tendida y horizontal, donde es leve lo amargo y
muy quedo y oculto el dolor. Y hasta donde llega como una puerta abierta
sobre las olas un hecho verdaderamente notable, cuando de la poesía
verdadera se trata: la universalidad.
Que es cuando los destinos particulares se conjugan y fusionan con los destinos colectivos.
Cuando
lo que se cultiva además es poesía de puertas abiertas, del abrazo que
espera estrecharse, incólume, inclaudicable y en lontananza.
Y
es que Taiwán, hay que reconocerlo también, es como una puerta abierta
en donde se está frente a algo o alguien. Imagen que encaja en lo que
ahora tiene en su poesía, y cuál es su carácter planetario.
Que
se lo constata también en la movilización que tienen sus poetas,
quienes se trasladan a distintas partes del mundo, a la realización de
certámenes en los cuales está presente la poesía de este país,
personificado en sus escritores.
10.
BARCOS EN EL MUELLE
¿Estarán mirando el mar?
¿Qué estarán pensando?
En su esencia, aún, no son nada.
Las grúas arrojan las vigas y planchas de acero
que se sueldan y bailan ardientes en el fuego.
Pero se unen y convierten en barcos,
y, entonces, sienten la llamada del mar.
Ante este milagro,
logro entender
por qué yo, hecho de carne y sangre,
siento la llamada inmortal
Reflexiono en la posibilidad de ser e ir más allá
mientras siento cómo los barcos escuchan al mar.
Chen Ming-keh
11.
Como
pueblo marino que es la poesía de Taiwán ahora viaja. O viajan ellos
como poetas, o como voces que han alcanzado a tener personería propia.
Es la suya actualmente poesía viajera, que usa maletas, o por lo menos mochilas, tanto como el formato libro.
De
ese modo se incorpora en su haber la poesía hablada, dicha con la
propia voz, como aquella que se carga en la valija y en la maleta
viajera.
Eso quiere decir también que se recoge del mundo sones, aires, acordes, vivencias y sueños compartidos.
A este respecto es preciso citar el poema escrito a propósito de su viaje a Perú de Jui-ling Nuria Chien,
participante de la delegación de poetas de Taiwán que asistieron al
XVIII Encuentro Internacional Itinerante Capulí, Vallejo y su Tierra, en
el cual se visitaron nueve ciudades del norte del Perú.
Ella
incorpora un nuevo símbolo, ahora ya inherente a la poesía de Taiwán,
cuál es la maleta. Y este es el poema a la maleta, tal y cual lo
publicáramos aquí, entre nosotros:
12.
MI MALETA
En la ida
el límite de peso fue de siete
kilogramos, del check-in de mi maleta.
Simplificar y simplificar
Quitas lo que quieres, pero no necesitas
finalmente, mucho. Por fin, calificada
a siete kilogramos de embarque.
Nada de envío adicional.
A la vuelta
uno y otro poemario en tus brazos.
Super nítidas las monedas exóticas,
la lana tejida de América, llena del Imperio Inca,
las huellas en los boletos,
la cadena de la poetisa,
sus palabras
los abrazos del pueblo peruano,
el tono musical de la recitación,
¡Todo lo que no puedes llevar
sobrecargan tanto tu maleta!
Jui-ling Nuria Chien
*****
CONVOCATORIA