Danilo Sánchez Lihón
"La luz
es la sombra de Dios".
Albert Einstein
A Don Pablo Alcántara, gestor de la luz eléctrica de mi pueblo,
siendo alcalde de Santiago de Chuco en el año 1954,
época de esta historia a duras penas confesable.
1. Árbol
que crece derecho
Yo
amaba aquel árbol de mi comarca, que mi padre adquirió porque se lo
pedí y el comprendió que algo muy hondo había entre mí y ese árbol, y
que era inhiesto, fresco y rumoroso, y hacia donde me dirigía cada tarde
para leer bajo sus ramas.
Pero
pasan los días y las semanas y los postes de luz avanzan por uno y otro
sector y contorno del pueblo, menos por nuestra calle. El problema es
que el poste tiene que estar ubicado a mitad de cuadra, justo delante de
nuestra casa, casi delante de nuestra puerta, y se piensa que a
nosotros corresponde donarlo.
Además, tenemos el árbol alto, recio y derecho como el que se necesita. Pero, lo que me incomodaba es que ese árbol sea el mío.
Subido,
como al principio, a la mesa de trabajo de mi padre le pregunto qué
puede significar todos los alcances del aforisma que yo mismo he
entretejido, y cuál es:
nunca su corazón es deshecho”.
Creo que, con mucha intención, él me dice:
2. Bajo
la luz
–
Un significado que deriva de dicho aforismo es que quien afronta con
coraje toda situación, por difícil que ella sea nunca su corazón es
deshecho. –¡Entonces él sabía el conflicto por el cual yo atravesaba!
–
¿Crees que si yo obsequio mi árbol para el poste de luz se interrumpe
su crecimiento que es derecho? Y, si es así, ¿por qué ha de ser justo el
más derecho el que ha de sacrificarse?
–
Porque así es siempre, el más derecho tiene como destino y signo en su
vida el sacrificio. Pero, creo que así será derecho para siempre.
– ¿Muerto?
– No. Porque hay otras maneras de permanecer. Porque se consagrará de cómo es ahora. Y ayudará a vivir.
– Haber, ¿cómo?
–
Ayudará a que la gente bajo la luz del poste no se tropiece en las
piedras. A que alguien lea bajo la luz la receta de un médico.
– Entonces, ¿tú apruebas a que yo regale mi árbol?
– Depende de ti. Pero creo que, sólo sirviendo, como lo haría si fuese poste de luz, será para siempre derecho.
3. Ahogaron
mi pena
Las
palabras de mi padre han puesto en claro lo que yo había estado
pensando. Esa noche fueron convocados los vecinos y les anunciamos que
nosotros donaríamos el poste para instalar definitivamente la luz
eléctrica en nuestra calle.
No
quise ver cuando lo cortaron, pero lo fuimos a traer desde la chacra
del molino, muy cerca de la curva de La Colpa, en la salida de la
carretera de Santiago de Chuco hacia Trujillo, una noche de luna.
Es
una noche de luna, en que la carretera reverbera de blancura. Estamos
mis padres, mis primos, casi todos los niños del barrio con sus padres
los vecinos de la cuadra.
Pensé
que no iba a soportar su caída y me alejé del sitio, pero mi padre me
reclamó diciendo que a mí me correspondía dar el primer y el último
hachazo en su tronco.
La
alegría de los niños que correteaban por el campo, la emoción de tener
el poste con luz encendida en nuestra calle, se convirtió en fiesta de
risas, de apuro, de ilusión que ahogaron mi pena.
4. Gritos
de júbilo
– Ahora tendremos luz en nuestra calle y pronto ya podremos tener luz en nuestra casa! –Oí decir a mi madre.
El
ruido de la caída del tronco en el suelo, con sus ramas y sus hojas, me
despertó de mis pensamientos, justo cuando mi padre ponía su brazo en
mi hombro y me decía:
– La vida, hijo, también es sacrificio.
– Es demasiada vida la de un árbol. Y siento mucho también mi sufrimiento.
– Pero nunca olvidarás que contribuiste a hacer la luz en la calle frente a la casa donde vives.
Arrastramos el árbol con ramas y todo desde la orilla del río a la vera del camino.
Moverlo
y ponerlo al borde de la carretera consumió los últimos gritos de
júbilo y bromas que habíamos tenido guardadas para esa noche.
5. Son
las doce
A
una voz de mando jalamos todos, y así lo hemos traído de trecho en
trecho, oyendo en cada descanso cómo se hacían más hondas las horas.
Los sapos croan y los grillos arañan las sombras con su ruido estridente.
Así
como al principio creíamos que no íbamos a poder con el peso que tiene
el árbol, poco a poco hemos ido cobrando confianza y haciéndonos fuertes
ante el reto de arrastrarlo. Y vuelve la alegría.
Mi
madre, para ayudarnos a jalar ha amarrado con su pañolón a mis dos
hermanas aún bebitas en el lomo del árbol, sobre las ramas.
Ríen y reímos todos de verlas cual duendes, y en ese afán ponemos toda la fuerza en jalar porque les hace gracia.
Pero de un momento a otro ya no las encontramos porque han rodado entre las ramas.
Esto nos asusta y después nos hace desternillarnos a carcajadas.
6. Y
esta noche
Son
las doce de la noche y recién descansamos en la curva donde cayó el
camión de don Sinforiano y murió Pedro, el hermano del Goyo Grados.
Sentados
a descansar nos entretenemos escuchando el deslizarse del agua en la
quebrada y con la mirada correteamos las luces de las luciérnagas.
Cerca
del amanecer dejamos el árbol al frente de nuestra casa, para más tarde
cortar sus ramas, desprender la corteza y embrearlo, mientras un peón
ya hace el pozo al borde de la acera en donde quedaría plantado para
siempre.
Antes
de ponerlo en pie se clavan, a poca distancia de la punta, los
aisladores, que son del color de los huevos de las perdices.
Y
ya cuando está parado, se pasan y tiemplan los cables que rozan los
aleros vetustos de las casas. Se colocan el brazo y el foco.
¡Y esta noche ha encendido la luz, ligeramente unos pasos más arriba de la puerta de mi casa, en plena mitad de la cuadra!
7. Podrá perder
ramas y nidos
Debajo de su reflejo jugamos hasta muy tarde, y cantamos todos los niños del barrio.
Los adultos han sacado sus bancas y silletas y están conversando felices, haciéndonos compañía en nuestros juegos.
Yo contemplo la luz, la bombilla luciente y la luna que boga serena. También la alegría de todos.
E imagino lo qué podrá sentir un árbol en esa nueva vida de sacrificio que le ha tocado vivir.
Y para mi consuelo cobra sentido el lema y tintinea en mi mente ya toda una estrofa, que dice:
Árbol que crece derecho,
podrá perder ramas y nidos
su corteza y todos sus trinos
pero su corazón no será deshecho.
PRÓXIMAS ACTIVIDADES
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
PRESENTACIÓN DEL LIBRO
“EL NIÑO Y SUS DERECHOS”
DE DANILO SÁNCHEZ LIHÓN