HOMENAJE EN EL DÍA INTERNACIONAL DEL
TRABAJO
Rodolfo Ascencio Barillas
Hombres que galopan en la acucia del
tiempo,
y luchan contra tempestades funestas,
y gimen sus noches el canto desierto
y lloran en silencio que exhorta su
rostro.
¡OH! mares de hombres que desfilan por
las calles
unos buscando expurgar sus propias
derrotas
y otros agrestes sollozos en el viento,
hombres que levantan el alto honor de
la patria,
unos anónimos laboran en la incansable
fatiga
y otros se lucen adustos senderos de
llanto;
y cuando veo mares de gente que exultan
sus voces,
son los que aman la lluvia nefasta;
pero otros se lanzan feroces en soles
de canto
y ellos trabajan para los hijos que esperan,
y se explayan mujeres en el día del triunfo
y aquellos que lloran por atroces salarios
que exime la leche que mana del pecho
y al fenecer la jornada que agobia el hambre.
Son miles de almas cual desbandada de pájaros
y en arcoíris de sombras pasan en paz.
¡Loor! a los sueños del hombre que cumple el mundo,
donde falta todo lo que desea el vientre;
mira que no hay carne, ni leche,
ni alegría en los niños del llanto;
ni justas razones que acompañen mi aliento
y dolores que fluyen del pecho,
ahora reciban el homenaje del siglo,
valientes guerreros del beso,
y de las ciudades maternas,
y de los hombres que aman sus nieblas.
¡Loor a los hombres que bendicen el pan!
Y la paz en las discordias absueltas,
y allá en los crepúsculos de infinitos azules
bajará en la bendita mañana de su despertar,
cantando sus voces, sus sueños y sus lamentos,
hablo de aquellos que a diario caminan,
y entonan en un trueno de lenguas
la esperanza que enciende en un grito
de gloria,
y se escuchan los huracanes del canto,
y sus sueños marchitos florecen en otros,
la augusta soberbia de los paladines,
que lloran esperando un mañana,
en el silencio de la noche eterna…