CAPULÍ, VALLEJO Y SU
TIERRA
Construcción y forja
de la utopía andina
2013 AÑO
EVANGELIO VALLEJO DE LA
SOLIDARIDAD
Y UNIVERSALIDAD DEL MUNDO
ANDINO
MAYO:
MES DE LOS TRABAJADORES,
DEL
LEGADO DE LA PAPA DEL PERÚ
AL
MUNDO, Y DEL MAESTRO ENCINAS
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU
TIERRA
LUNES
17 DE JUNIO, 2013
CONMEMORACIÓN
DEL VIAJE
DE
CÉSAR VALLEJO A PARÍS
MUELLE
DÁRSENA
DEL
CALLAO
DÍA DE
CÉSAR VALLEJO
EN EL
CALLAO
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CONVOCATORIA
XV ENCUENTRO INTERNACIONAL
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
TELÚRICA DE MAYO, 2014
LIMA:
MARTES 20
Y MIÉRCOLES 21
TRUJILLO
JUEVES 22
SANTIAGO DE CHUCO
VIERNES 23
SÁBADO 24
Y DOMINGO 25
DEL MES DE MAYO
PÁGINA WEB:
http://spanport.byu.edu/faculty/GarciaM/new/CapuliXV.htm
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Teléfonos
Capulí:
420-3343
y 420-3860
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CALENDARIO
DE
EFEMÉRIDES
26 DE MAYO
DÍA DE LA
INTEGRACIÓN
ANDINA
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
HUELLAS
DE LA
UTOPÍA
Danilo Sánchez Lihón
1. Y es
que
aquí
Lo
que más impresionó a los cronistas de la conquista del Perú en su encuentro con
las diversas manifestaciones culturales que veían a su paso, al ingresar al
territorio del Imperio de los Incas, fueron los formidables monumentos y obras
públicas que ni Roma las tenía, según sus propias palabras.
Como
también otra constatación fundamental es que eran bienes y edificios que tenían
un fin social, es decir para todo el pueblo, como son los tambos y los puentes,
los canales de riego y los caminos; como también los terrenos de cultivo y las
obras de ingeniería dedicadas al bienestar de la población, que lucía como lo
más sobresaliente.
Además,
el no encontrar aquí ni un solo mendigo, ni un solo desocupado, ni un solo
vagabundo ni esclavo. El no encontrar en calles o paraderos, en esquinas o en
cualquier lugar que fuera, ni una sola meretriz.
No
hallaron aquí a nadie que se quedara un día de hambre, o que se guareciera bajo
cualquier enramada por estar desprotegido o en soledad, en el sentido de
abandono o desolación. Y es que aquí nadie era un desposeído o un desheredado
de la tierra.
2. Grado
de acción
Todo
ello fue así gracias a una avanzada concepción doctrinaria, filosófica y
práctica. Pero a la vez religiosa, mística y sagrada acerca del mundo y de la
vida; gracias a un hondo trabajo de reflexión y gracias a una praxis social
bien concebida y mejor conducida.
Porque,
¿cuánto costó a Europa, por ejemplo, la concepción y luego la instauración como
principios en la sociedad de su época de los Derechos Humanos? Costaron ríos de
sangre, pues de ese color se tiñó el río
Sena en los días de la Revolución Francesa.
Aquí
no ocurrieron tales desmanes y hecatombes, y se alcanzaron a instaurar varios
niveles avanzados de los Derechos Humanos, como logro del pensamiento y la
reflexión de los amautas
¿Qué
características y claves secretas tenía entonces la educación incaica para
garantizar dicho orden?
Valores
como la solidaridad y el actuar de manera colectiva, entre una y otra persona,
entre uno y otro grupo social, entre una y otra región, era lo que se ponía de
manifiesto y alcanzaba calidad y grado de acción.
3. Cobren
actualidad
El
reconocerse y ser hermanos en todo, aquí se lo practicó de manera natural y
prístina, haciendo de ello el eje de la organización social.
Y
por ser así esto es un prodigio cultural sin ningún parangón en la cultura
universal.
Surge
entonces inatajable la inquietud: ¿Cómo hacer ahora para recuperar estos hechos
tan significativos y sorprendentes, como es el colectivismo andino?
¿Cómo
hacer para avanzar desde el más mínimo brote e ir expandiendo esa semilla, ese
don y esa heredad nuestra?
Porque
dichas huellas están en nuestra propia genética, están para hacer entonces con
ellas la proeza de continuarlas y darlas esplendor. ¿Cómo hacer para que dicha
realidad cobre total y plena vigencia?
Para
que contenidos de aquel orden social que constituyen nuestro legado cobren
actualidad y nos sirvan en la actual circunstancia de nuestras vidas.
4. Vibra
y es latente
He
allí el reto para nuestra generación, cual es hacer que esa cultura que se
mantiene en una situación innegable de pobreza material y de riesgo incluso de
supervivencia, revierta y pudiéramos manejar la situación como para que
alcancemos lo que lograron los incas.
El
reto de ser una alternativa original y viable en el marco de la globalización,
el cómo hacer para que pese a los valores que contiene no siga el mundo andino
en una situación de atraso.
Y,
finalmente, el cómo hacer para que las desventajas de dicho mundo, frente al
sistema imperante, se tornen en algo que pudieran ser más bien corrientes
promisorias.
No
olvidando, de otro lado, que el mundo andino, además de ser cuna y ámbito de
valores, es espacio y tiempo donde vibra y es latente la utopía, ámbito
esencial en nuestra cultura, que ella es quien la contiene, defiende y orienta.
Utopía
que aquí no es gratuita, que aquí no es delirio, ni éxtasis, ni alucinación
evanescente o etérea.
5. Un mundo
mejor
Utopía
que aquí no es materia o sustancia que flota dislocada en el aire, sin ninguna
relación con la realidad, sino al contrario.
Utopía
que aquí es consustancial al hombre, que es de vida o muerte; materia telúrica,
terrígena e inherente a las relaciones efectivas de trabajo, de conciencia y
relaciones coherentes y cotidianas de hombre y naturaleza.
Incluso
–como la papa– este es un aporte que le hemos dado a Europa, en la metáfora del
mundo nuevo que nació aquí, entre nosotros, de fundar algo distinto.
Diferente
a las calamidades, persecuciones y pestes que era lo más frecuente que
ocurriera en el viejo continente, incluyendo el oscurantismo, la nigromancia,
la hechicería y la guerra que ahora han tratado –y lo han logrado– de
trasladárnosla a nosotros.
Porque
el nuestro ha sido siempre un mundo de alborada, de saludo matinal al sol, de
ofrenda a los apus. Los nativos eran seres sin taras ni dobleces, tanto que al
ver esto el europeo vuelve a soñar aquí en un mundo nuevo.
Nos
toca entonces reivindicar la utopía y luchar porque sus valores sean vigentes y
se forje con ella un mundo mejor.
6. Orla
en la frente
Como
cultura estamos signados por el compromiso de idear siempre un orden distinto,
elemento que está inserto en nuestra genética histórica y biológica; e
implícito en nuestro ser cultural.
Somos
un sueño de nosotros mismos que abarca a todos los demás, en donde incluimos a
los europeos, escépticos y decepcionados de ellos mismos, que aquí volvieron a
soñar en un mundo redimido.
El
nuestro es, por lo menos, el ámbito de la ilusión y tierra del anhelo, impulso
y acción por forjar un mundo nuevo.
Fuimos
un suelo de promisión que ahora parece un sueño, pero las huellas han quedado,
están en nosotros mismos, se trata de hacerlas evidentes, ostensibles y
seguirlas.
Tenemos
esa orla en la frente de lo que fuimos, en contraste a este mundo protervo que
se ha instalado ahora pero que es un deber cambiarlo y ojalá que de raíz
volverlo a construir.
El
nombre del Perú por lo menos eso significa: utopía, tierra prometida, ámbito de
lo ideal y lo soñado.
7. Lúcida
y renovada
Por
eso, es válido recordar aquella esencia, el de la utopía, como comparación y
reto frente a ese orden actual inicuo y nefasto.
Sistema
que ha instaurado el imperio de la usura, la usurpación y el despojo,
representado en la corrupción generalizada que brota por doquier.
Emerge
como un hongo o una pus no de un país determinado, sino como característica
general del sistema y del modelo de sociedad, economía y de vida capitalista.
¿Y
desde la literatura, o más concretamente desde la poesía, qué podríamos hacer?
En primer término, lograr que nuestra voz sea coherente con ese horizonte y esa
perspectiva.
Que,
además de poder interpretar mejor esa realidad, se concrete en plasmar obras
que se inspiren en ellas, y que tengan buena y ojalá que excepcional calidad.
Y
muchas otras alternativas se podrían avizorar desde la poesía o desde el
trabajo literario a fin de poder contribuir a la forja de una lúcida y renovada
utopía andina.
7. Tallar
y forjar
Luis
E. Valcárcel fue el anunciador de una tempestad en los andes, que podría
graficarse como una invasión, un arrasamiento, una especie de descuelgue de
piedra y lodo.
Pero
aquella avalancha andina, que algunos están tentados de identificar como una
revolución violenta, se la puede concebir como un despertar cultural, como un
camino de liberación por el ámbito de la cultura.
Y
no como una corriente devoradora de avasallamiento de huestes en lo político,
militar o económico; ni como fuerzas destructoras en lo material.
¿Cómo
entonces orientar un magisterio, una prédica y una acción concreta en este
campo en donde el centro y la esencia sea la cultura?
Hay
una imagen que me gusta apreciarla, cual es la del viento que limpia, que sana
y que purifica.
Y
que además bate las espigas, las ondula, las serena y no las dispersa.
Es
el viento la imagen que elegimos dentro de esta perspectiva de tallar y forjar
la utopía andina.
9. Solidaridad
y ternura
Porque
el viento nos relaciona también al cóndor, con una fuerza y una energía que
podría ser esa integración y esa especie de expansión o vibración.
El
vuelo del cóndor es un símbolo que dejó perfilado el hombre andino, en donde se
resumen algunas cualidades que podría tener esta opción de nuestro destino.
Y,
por ahora, de nuestro trabajo cultural en el presente y el futuro, a fin de
apuntalar en la consecución y concreción de aquella utopía andina.
Mucho
más podríamos decir del cóndor en relación a su vuelo, a su mirada, y a su
capacidad de abarcar mundos diversos.
Pero
todo ello con una armonía y un temperamento de solidaridad y ternura, en el
marco de esa especie de haber insumido el dolor más hondo y haberlo acrisolado.
Y
haberlo vuelto sabiduría, fraternidad y solidaridad humanas que es el legado
más preciado que tenemos hacia la vida y al mundo.
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