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CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
2012, AÑO DE LA DEFENSA DEL AGUA PARA LA VIDA Y
CONSTRUCCIÓN DE LOS ANDENES NUEVOS
MARZO, MES DEL AGUA, DE LA MUJER, LA POESÍA
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Y EL NACIMIENTO DEL POETA UNIVERSAL CÉSAR VALLEJO
SÁBADOS 7 PM. AULA CAPULÍ:
CONFERENCIAS Y SIMPOSIOS SOBRE CULTURA ANDINA
SÁBADOS 7 PM. AULA CAPULÍ:
CONFERENCIAS Y SIMPOSIOS SOBRE CULTURA ANDINA
PRÓXIMAS ACTIVIDADES
VIERNES 16 DE MARZO. 10 AM.
RECITAL Y PROCLAMAS A CÉSAR VALLEJO
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TRIBUNA LIBRE AL PIE DEL MONUMENTO A CÉSAR VALLEJO FRENTE AL TEATRO SEGURA - CUADRA 3 DEL JR. HUANCAVELICA
SÁBADO 17 DE MARZO:
HOMENAJE POR EL NACIMIENTO DE CÉSAR VALLEJO
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AULA CAPULÍ
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CONFERENCIA Y PRESENTACIÓN DEL LIBRO “CÉSAR VALLEJO EN EL SIGLO XXI” - REYNALDO NARANJO
RECITAL DE POEMAS DE CÉSAR VALLEJO - FREDERIC SOTOMAYOR.
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DEL 18 AL 20 DE MAYO, 2012
CAPULÍ 13, VALLEJO Y SU TIERRA
PEREGRINACIÓN A SANTIAGO DE CHUCO, TIERRA DE VALLEJO
FESTIVAL TRILCE DE LA CANCIÓN, LA POESÍA Y DANZA ANDINAS
PERSONALIDADES QUE ASISTIRÁN A CAPULÍ 13, VALLEJO Y SU TIERRA
CARLOS HUAMÁN LÓPEZ (UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO), ALFRED ASÍS (POETA DE ISLA NEGRA - CHILE), GUSTAVO ROJAS VELA (PRESIDENTE DE EDUCAP), JOSÉ LUIS AYALA (POETA NACIONAL DE IDENTIDAD AYMARA), LIDIA VÁSQUEZ RUIZ (ABOGADA Y PROMOTORA CULTURAL, PODER JUDICIAL), EDMUNDO TORREJÓN JURADO (SOCIEDAD DE ESCRITORES DE BOLIVIA), FREDERIC SOTOMAYOR (GESTOR CULTURAL UNMSM Y CAPULÍ, PERÚ), CÉSAR VALLEJO YNFANTES (PATRIARCA DEL VALLEJISMO EN EL PERÚ), RAMÓN NORIEGA TORERO (DIRECTOR DE LA CÁTEDRA DE SABIDURÍA ANDINA DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA), CARLOS CASTILLO MENDOZA (DIRECTOR DE RELACIONES INTERNACIONALES DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA), JAIME SÁNCHEZ LIHÓN (DIRECTOR DE PATRIMONIO E IDENTIDAD DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA. USA), LUCINDA MARTÍNEZ ZUZUNAGA (POETA, PRESIDENTA DE SIPEA-PERÚ), LUIS
CARRASCO (DIRECTIVO DE ACUDES), SAMUEL CAVERO GALIMIDI
(PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN DE ESCRITORES Y ARTISTAS DEL ORBE,
AEADO), HERIBERTO GALINDO (POETA, PROMOTOR CULTURAL DE CAPULÍ,
VALLEJO Y SU TIERRA), MARA L. GARCÍA (PRESIDENTA DEL INSTITUTO DE
ESTUDIOS VALLEJIANOS.UTAH – EEUU). JAVIER DELGADO BENITES (MAESTRO Y
ESCRITOR, DIRECTIVO DE CAPULÍ, VALLEJO YS SU TIERRA, ENCARGADO DE
LA FERIA DEL LIBRO (MAIDÚ DE UGAZ, POETA Y ESCRITORA), VILMACI
VIANA (POETA Y ESCRITORA - BRASIL), CARLOS GARRIDO CHALÉN
(PRESIDENTE DE LA UNIÓN HISPANOAMERICANA DE ESCRITORES), JOSÉ
CRUZADO GAMBOA (POETA, DESCENDIENTE DE CÉSAR VALLEJO), ENMA GAMBOA
(MAESTRA, PROMOTORA CULTURAL, DESCENDIENTE DE CÉSAR VALLEJO), CATHERINE MASSANA (INSTITUTO DE ESTUDIOS VALLEJIANOS DE PARÍS, FRANCIA), JORGE ALIAGA (ESCRITOR, MIEMBRO DE AEADO Y SIPEA, ESPAÑA), JAVIER COTILLO CABALLERO (DIRECTOR SOCIEDAD UNIVERSAL DE ARTISTAS Y LITERATOS - SUAL), HUGO DÍAZ PLASENCIA (GRUPO LEONARDO DA VINCI TRUJILLO), WALTER VÁSQUEZ VEJARANO (EXPRESIDENTE DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DEL PERÚ), BERTHA MORILLO GARCÍA (MAESTRA, DIRECTORADE RECURSOS Y BIENESTAR DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA), FABIO GALLO GALLO (POETA, DIRECTOR DE ACTIVIDADES CULTURALES DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA), DETH HAAK (POETA DOS VENTOS BRASIL), SARA FRACCHIA (GESTORA CULTURAL BRASIL), MAIGUALIDA PÉREZ (POETA GESTORA AMBIENTALISTA VENEZUELA), PERFECTO RAMÓN CHÁVEZ GARCÍA (ESCRITOR Y POETA MANTA, ECUADOR)
Aula Capulí:
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Tacna 118, Miraflores.
Cuadra 3 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República
Teléfonos Capulí:
420-3343, 420-3860
y 997-739-575
inlecperu@hotmail.com
planlector@hotmail.com
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CALENDARIO DE EFEMÉRIDES
16 DE MARZO
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16 DE MARZO
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NACE CÉSAR VALLEJO
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ESTAREMOS CONTIGO EN TU CASA, CÉSAR VALLEJO
1. Inresando a su casa materna
Entre los días 18 y 20 de mayo del presente año, 2012, se llevará a cabo el peregrinaje a Santiago de Chuco en el marco del 13ª Encuentro Internacional Capulí, Vallejo y su Tierra.
Esta vez se integra a esta caravana el contingente de la “Convocatoria Mundial Mil Poemas a Vallejo”, movimiento convocado desde Isla Negra, en Valparaíso, Chile por el poeta Alfred Asís.
Tendremos en esta romería la oportunidad de visitar la casa de César Vallejo recién restaurada, y hasta es posible que en esta ocasión se realice la inauguración de dicha reconstrucción.
Por eso, te invitamos a ir con nosotros y vivenciar en la misma casa, pueblo y terruño, las emociones y reflexiones de un poeta que supo venerar a su hogar, tal y como lo exponemos en las páginas que a continuación desarrollamos.
Porque César Vallejo amó a su casa materna y a su lar natal. Y esto, que debiera ser lo común y general, es otro de los aportes de este poeta trascendental, porque lo que ocurre es que quienes incursionan en el mundo intelectual, y mucho más si adquieren fama y celebridad, olvidan u ocultan su origen. César Vallejo en este aspecto, así como en otros, también es paradigma y ejemplo a seguir.
2. La incuria del tiempo
Para forjar una obra trascendente y ser un poeta de alcance universal se piensa erróneamente que lo primero que hay que lograr es desembarazarse de lo nativo, de lo lugareño y aldeano. También de lo casero, cotidiano y familiar.
Esto es: se recela de modo absoluto, al pretender hacer gran poesía, de todo aquello que parezca engarzar con lo que es familia u hogar. Y entonces se anima a distanciarse –elevarse, se dice– e introducirse en lo abstracto, conceptual y metafísico, y a pensar en entelequias que se postulan como de valor ecuménico.
Sin embargo, César Vallejo, el poeta más intenso de la lengua castellana, es un desmentido pleno a tales supuestos, porque él no descarta sino al contrario, hunde su raíz, templa su arpa y pule su quena para entonar la endecha o el madrigal de la casa familiar.
Hay soledad en el hogar; se reza;
y no hay noticias de los hijos hoy.
Él se aferra al poyo, al terrón del muro, a la grada del patio; a las piedras del cimiento que permanecen ya descubiertas por la incuria del tiempo.
3. El vibrar del alma
O a la aldaba que cuelga ensimismada del portón secular:
Esta noche desciendo del caballo,
ante la puerta de la casa, donde
me despedí con el cantar del gallo.
César Vallejo escribe los poemas de “Canciones de hogar”, que integran el libro Los heraldos negros, cuando ya era un adulto y un ciudadano que había afrontado desafíos, rigores y pruebas enormes. Y, sin embargo, conservaba intacto su espíritu de infancia.
Pero no solamente escribe aquellos poemas vinculados a los miembros de su familia en los primeros libros, sino en el devenir íntegro de su carrera literaria.
A lo largo de toda su trayectoria su poesía tiene resonancias de huerto de aldea, de patio interior, y hasta de cocina y fogón que humea y abriga, y nos hacen compartir íntimamente el calor del mundo familiar.
Se siente en ella el vibrar del alma de la gente sencilla y hasta de los integrantes de la vecindad, como cuando en Poemas humanos dice:
4. La violencia de las horas
Todos han muerto.
Murió doña Antonia, la ronca, que hacía pan barato en el burgo.
Murió el cura Santiago, a quien placía le saludasen los jóvenes y las mozas, respondiéndoles a todos indistintamente: «Buenos días, José! Buenos días, María!»
Murió aquella joven rubia, Carlota, dejando un hijito de meses, que luego también murió, a los ocho días de la madre.
Murió mi tía Albina, que solía cantar tiempos y modos de heredad, en tanto cosía en los corredores, para Isidora, la criada de oficio, la honrosísima mujer.
Murió un viejo tuerto, su nombre no recuerdo, pero dormía al sol de la mañana, sentado ante la puerta del hojalatero de la esquina.
Murió Rayo, el perro de mi altura, herido de un balazo de no se sabe quién.
Murió Lucas, mi cuñado en la paz de las cinturas, de quien me acuerdo cuando llueve y no hay nadie en mi experiencia...
Tanto es así, en su ubicación constante respecto a su casa paterna y en lo que toca a la actitud infantil que adopta, que desde el inicio de los Poemas humanos, escrito al final de su vida, es revelador cuando expresa:
5. En mayo el mes florido
– Hay, madre, un sitio en el mundo que se llama París. Un sitio muy grande y lejano y otra vez grande.
Así pues, el hogar de César Vallejo no es aquel que pudiera edificar lejos de la tierra natal, en un lugar y tierra extranjera.
Él nunca supo construir esa posibilidad y es más: se negó enfáticamente a hacerlo, no porque no pudiera o no tuviera con quien constituirlo.
Sea con Otilia Villanueva en Lima, sea con Henriette Maisse o Georgette Phillipart en París, ellas más bien pugnaron por cumplir ese anhelo.
Recordemos incluso que de adulto vivió en pensiones y en hoteles siempre míseros. ¿Por qué?
La respuesta es directa y diáfana: porque para él su casa es la de la infancia. No construyó una casa en París, su casa es la de Santiago de Chuco, llena de ancestro, tradición y raigambre andinas.
Su hogar insustituible es su casa materna o paterna, es su horno nativo.
Tanto es así, en su ubicación constante respecto a su casa paterna y en lo que toca a la actitud infantil que adopta, que desde el inicio de los Poemas humanos, escrito al final de su vida, es revelador cuando expresa:
5. En mayo el mes florido
– Hay, madre, un sitio en el mundo que se llama París. Un sitio muy grande y lejano y otra vez grande.
Así pues, el hogar de César Vallejo no es aquel que pudiera edificar lejos de la tierra natal, en un lugar y tierra extranjera.
Él nunca supo construir esa posibilidad y es más: se negó enfáticamente a hacerlo, no porque no pudiera o no tuviera con quien constituirlo.
Sea con Otilia Villanueva en Lima, sea con Henriette Maisse o Georgette Phillipart en París, ellas más bien pugnaron por cumplir ese anhelo.
Recordemos incluso que de adulto vivió en pensiones y en hoteles siempre míseros. ¿Por qué?
La respuesta es directa y diáfana: porque para él su casa es la de la infancia. No construyó una casa en París, su casa es la de Santiago de Chuco, llena de ancestro, tradición y raigambre andinas.
Su hogar insustituible es su casa materna o paterna, es su horno nativo.
Su hogar es aquel donde fue oriundo, hijo y vástago.
Y es la casa que visitaremos ahora en Santiago de Chuco, en mayo el mes florido.
6. ¡Ya, me voy a mi casa!
Ernesto More refiere en su anecdotario que Vallejo tenía mucho de desgarramiento interior, pero también del candor propio de un niño, triste y conmovedor, desolado y prístino al mismo tiempo.
Candor de querer sujetarse a algo y no tener nada. De aferrarse a un cariño y tener el mundo y la vida lacerados.
Cuenta dicho amigo acerca de una expresión de César Vallejo en París y es que cuando él se sentía agobiado por las discusiones estériles, fatigado por lo vano e inútil y quería ponerse a buen recaudo, decía ostentosamente y sin que pusiera ninguna intención aparte de la función de retirarse o irse:
– “¡Ya, me voy a mi casa!”.
Lo triste es que no tenía casa ni morada ni hospedaje. A lo más la banca de un parque donde duerme la gente desamparada. O por mucho un rincón en el subterráneo del Metro. O, ¡días soberbios! cuando disponía de algún dinero, ¡algo muy raro!, para pernoctar en algún hotelito de mala muerte.
7. Respecto a aquellas estancias
Pero aquella expresión: “¡Ya, me voy a mi casa!”, ¿no encierra una dimensión enternecedora?
Y Ernesto More anota: “Él, el desheredado, gustaba referirse a su casa, se deleitaba sentirla por vía oral. Vallejo no tenía otra propiedad que la palabra”.
Y en esa dimensión es que nos ha legado una casa de cimientos, columnas y paredes recias e imperecederas.
Una casa de puertas y ventanas que permanecerán por los siglos de los siglos incólumes.
Una casa que es un templo del espíritu humano para el confín de los tiempos.
Respecto a aquellas estancias u hospedajes de París, escribió:
Mi casa, por desgracia, es una casa,
un suelo por ventura, donde vive
con su inscripción mi cucharita amada,
mi querido esqueleto ya sin letras,
la navaja, un cigarro permanente.
8. Por la sala, el zaguán, los corredores
Y continúa:
De veras, cuando pienso
en lo que es la vida,
no puedo evitar de decírselo a Georgette,
a fin de comer algo agradable y salir,
por la tarde, comprar un buen periódico,
guardar un día para cuando no haya,
una noche también, para cuando haya
(así se dice en el Perú - me excuso);
del mismo modo, sufro con gran cuidado,
a fin de no gritar o de llorar, ya que los ojos
poseen, independientemente de uno, sus pobrezas,
quiero decir, su oficio, algo
que resbala del alma y cae al alma.
¿Es esta su casa? Es en todo caso una casa en la cual se llora y se añora la casa verdadera. Su casa que se quedó en Santiago de Chuco.
Esa casa está en pie, íntegra, tal cual él corrió en ella jugando:
por la sala, el zaguán, los corredores....
Y la visitaremos el día 18 de mayo cuando arribemos a Santiago de Chuco en el marco del 13ª Encuentro Internacional Capulí, Vallejo y su Tierra.
9. Se queda aquí para siempre
Entre los llamados poemas en prosa del libro Poemas humanos, aparece uno que es el noveno de la serie, identificado con el título de “–No vive ya nadie en la casa”, que es la oración inicial con que empieza el poema:
– No vive ya nadie en la casa –me dices–; todos se han ido. La sala, el dormitorio, el patio, yacen despoblados. Nadie ya queda, pues que todos han partido.
Y yo te digo: Cuando alguien se va, alguien queda. El punto por donde pasó un hombre, ya no está solo. Únicamente está solo, de soledad humana, el lugar por donde ningún hombre ha pasado.
Este poema es el dialogo con alguien, que tiene el tono y el acento de una conversación. Es en realidad una carta que intercambia con un ser querido, sea un hermano, sobrino o un familiar de Santiago de Chuco.
Lo que da sentido a una casa, se dice aquí, es la presencia humana. A partir de allí se funda.
Y de esto se desprende, que así como una casa contiene al ser humano que lo habitara, el ser humano carga con su casa por donde vaya.
Por un lado. Y, por otro, enfatiza este poema en la trascendencia de la presencia humana, cual es que nunca ya pasa, que nunca ya se esfuma, ni acaba, sino que se queda aquí para siempre.
10. Él aquí nos espera
Impresiona cómo Vallejo todo lo humaniza. Y cómo todo lo somete a la fragua de lo vital. Conmueve que predique esa capacidad de la vida para lo imperecedero, para no sucumbir ni borrarse. Esa permanencia inextinguible de la vida.
Ahora que vamos a Santiago de Chuco, qué importante es tener este poema como una pauta fundamental, un plano y una bitácora; como una guía de la visita. Y más, como una advertencia mística, al decirnos que si él pasó por aquí, él está en este lugar, que aquí se quedó y podemos entonces encontrarlo.
Por eso, qué importante ahora que ingresemos a su casa, que sepamos que él aquí nos espera, y sintamos y evidenciemos su presencia real, tangible y concreta para engrandecernos.
Viéndolo a él aquí de niño y de joven. Y también de hombre pleno y en acción, puesto que esta casa lo cobijó como un luchador a favor del pueblo. Porque los sucesos del levantamiento popular el 1 de agosto del año 1920, que le costara 112 días de cárcel, fue en defensa del pueblo y en contra de la policía ebria y amotinada y sus secuaces, quienes dispararon a una comisión de pacificación dando muerte al ciudadano Manuel Antonio Ciudad.
11. Y sentiremos aquí la vida
Vallejo está aquí como un ser vivo, con sus ojos, su boca, sus manos y su corazón palpitante. En realidad no es que él haya regresado sino que él nunca se fue de aquí. Y estas son sus palabras textuales.
Las casas nuevas están más muertas que las viejas, por que sus muros son de piedra o de acero, pero no de hombres. Una casa viene al mundo, no cuando la acaban de edificar, sino cuando empiezan a habitarla.
Visitaremos su casa entonces convencidos de encontrar la vida rebosante en ella.
Y para intimar con los hombres que la habitan, que en el caso del hogar del poeta pertenecen a una familia numerosa de 12 hermanos, siendo el centro César Vallejo por ser el shulca del clan familiar.
Y sentiremos aquí la vida. E ingresaremos con los poemas en la mano en donde él rememora cada hito, sobre todo los pertenecientes a las Canciones de hogar, que forman parte de Los heraldos negros, y los poemas de Trilce en donde evoca su infancia y su lar natal.
12. Los seres que la habitaron
Y continúa el poema que comentamos de este vitalista esencial, de este ser inclaudicable con la vida.
Una casa vive únicamente de hombres, como una tumba. De aquí esa irresistible semejanza que hay entre una casa y una tumba. Sólo que la casa se nutre de la vida del hombre, mientras que la tumba se nutre de la muerte del hombre. Por eso la primera está de pie, mientras que la segunda está tendida.
La oposición que establece Vallejo es de casa y tumba, porque casi siempre se traza la oposición de casa y calle. ¡No! La casa y la calle son complementarias y no antagónicas.
La casa y la tumba son los contradictorios y discordantes. Porque en una vivimos y en la otra morimos.
La calle es casa colectiva. Es la casa de todos, es la casa comunal. Y así como nada se pierde ni acaba en una casa, nada se esfuma o dilapida en una calle.
Permanecen los seres que la habitaron, como aquellos que doblaron por sus esquinas y caminaron por sus aceras.
13. Él sigue vivo en esta casa
Permanecen los que formaron parte de una procesión, como de quienes acompañaron un entierro. O quienes participaron en una manifestación pública. Por eso, encontraremos a Vallejo no solo en su casa sino en cada piedra y en cada muro y en cada celaje del pueblo que lo vio nacer y lo criara.
Y continúa luego:
Todos han partido de la casa, en realidad, pero todos se han quedado en verdad. Y no es el recuerdo de ellos lo que queda, sino ellos mismos. Y no es tampoco que ellos queden en la casa, sino que continúan por la casa. Las funciones y los actos se van de la casa en tren o en avión o a caballo, a pie o arrastrándose.
Viven los seres en las casas, no están como sombras hieráticas sino actuantes, es lo que nos quiere decir en este párrafo. Continúan viviendo los seres que lo habitaron.
Por eso, él sigue vivo en esta casa, con sus ilusiones, sus cariños y sus esperanzas.
De allí que lo peor en una casa es tenerla derruida. Lo triste y lamentable es una casa derrumbada.
14. La sombra de sus muros
He allí nuestro homenaje a quienes mantienen sus casas de pie, a quienes no las dejan morir, mucho más en los pueblos entrañables.
Nos enseña también a reconocer que este es un mundo sagrado, que no es un páramo ni tiene nada de inerte, siempre y cuando él estuviera bendecido por la vida.
No es este un poema de la memoria de los pueblos, que nos ligue con la tradición y el ancestro. No. Es un poema del hoy, del presente y de la vida vigente. Para proseguir diciendo:
Lo que continúa en la casa es el órgano, el agente en gerundio y en círculo. Los pasos se han ido, los besos, los perdones, los crímenes. Lo que continúa en la casa es el pie, los labios, los ojos, el corazón. Las negaciones y las afirmaciones, el bien y el mal, se han dispersado. Lo que continúa en la casa, es el sujeto del acto.
Enfatiza así, e incluso, que no es lo abstracto o subjetivo lo que queda.
Reitera que no son los recuerdos anquilosados los que la habitan. Que no es algo impalpable y etéreo el signo de la luz o la sombra de sus muros aún derechos o torcidos.
15. Por todos los caminos para siempre
No es lo incorpóreo y evanescente lo que se registra, sino lo esencial que es el órgano. Lo que permanece es el ser de la vida. Y, finalmente, lo dice así: el sujeto del acto.
Con este poema César Vallejo nos dice que vivamos ungidos, que vivamos adorando y reverenciando la vida.
No nos está diciendo que hay otros mundos aparte o detrás de este, sino que este en donde permanecemos es sagrado.
Que todos los mundos están aquí, en el legado que hemos sido y somos.
Que hay otros mundos en el registro de lo que hemos hecho y hemos sido, pero que están aquí, no yertos ni acabados.
Que nada termina ni se pierde ni se esfuma. Que la vida es trascendente.
Y nada mejor para contenerla que una casa que es perenne para siempre, conteniéndote ella y llevándola tú en tus hombros por todos los caminos para siempre.
Texto que puede ser reproducido citando autor y fuente
Teléfonos: 420-3343 y 420-3860
daniloydanilo@hotmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
Y es la casa que visitaremos ahora en Santiago de Chuco, en mayo el mes florido.
6. ¡Ya, me voy a mi casa!
Ernesto More refiere en su anecdotario que Vallejo tenía mucho de desgarramiento interior, pero también del candor propio de un niño, triste y conmovedor, desolado y prístino al mismo tiempo.
Candor de querer sujetarse a algo y no tener nada. De aferrarse a un cariño y tener el mundo y la vida lacerados.
Cuenta dicho amigo acerca de una expresión de César Vallejo en París y es que cuando él se sentía agobiado por las discusiones estériles, fatigado por lo vano e inútil y quería ponerse a buen recaudo, decía ostentosamente y sin que pusiera ninguna intención aparte de la función de retirarse o irse:
– “¡Ya, me voy a mi casa!”.
Lo triste es que no tenía casa ni morada ni hospedaje. A lo más la banca de un parque donde duerme la gente desamparada. O por mucho un rincón en el subterráneo del Metro. O, ¡días soberbios! cuando disponía de algún dinero, ¡algo muy raro!, para pernoctar en algún hotelito de mala muerte.
7. Respecto a aquellas estancias
Pero aquella expresión: “¡Ya, me voy a mi casa!”, ¿no encierra una dimensión enternecedora?
Y Ernesto More anota: “Él, el desheredado, gustaba referirse a su casa, se deleitaba sentirla por vía oral. Vallejo no tenía otra propiedad que la palabra”.
Y en esa dimensión es que nos ha legado una casa de cimientos, columnas y paredes recias e imperecederas.
Una casa de puertas y ventanas que permanecerán por los siglos de los siglos incólumes.
Una casa que es un templo del espíritu humano para el confín de los tiempos.
Respecto a aquellas estancias u hospedajes de París, escribió:
Mi casa, por desgracia, es una casa,
un suelo por ventura, donde vive
con su inscripción mi cucharita amada,
mi querido esqueleto ya sin letras,
la navaja, un cigarro permanente.
8. Por la sala, el zaguán, los corredores
Y continúa:
De veras, cuando pienso
en lo que es la vida,
no puedo evitar de decírselo a Georgette,
a fin de comer algo agradable y salir,
por la tarde, comprar un buen periódico,
guardar un día para cuando no haya,
una noche también, para cuando haya
(así se dice en el Perú - me excuso);
del mismo modo, sufro con gran cuidado,
a fin de no gritar o de llorar, ya que los ojos
poseen, independientemente de uno, sus pobrezas,
quiero decir, su oficio, algo
que resbala del alma y cae al alma.
¿Es esta su casa? Es en todo caso una casa en la cual se llora y se añora la casa verdadera. Su casa que se quedó en Santiago de Chuco.
Esa casa está en pie, íntegra, tal cual él corrió en ella jugando:
por la sala, el zaguán, los corredores....
Y la visitaremos el día 18 de mayo cuando arribemos a Santiago de Chuco en el marco del 13ª Encuentro Internacional Capulí, Vallejo y su Tierra.
9. Se queda aquí para siempre
Entre los llamados poemas en prosa del libro Poemas humanos, aparece uno que es el noveno de la serie, identificado con el título de “–No vive ya nadie en la casa”, que es la oración inicial con que empieza el poema:
– No vive ya nadie en la casa –me dices–; todos se han ido. La sala, el dormitorio, el patio, yacen despoblados. Nadie ya queda, pues que todos han partido.
Y yo te digo: Cuando alguien se va, alguien queda. El punto por donde pasó un hombre, ya no está solo. Únicamente está solo, de soledad humana, el lugar por donde ningún hombre ha pasado.
Este poema es el dialogo con alguien, que tiene el tono y el acento de una conversación. Es en realidad una carta que intercambia con un ser querido, sea un hermano, sobrino o un familiar de Santiago de Chuco.
Lo que da sentido a una casa, se dice aquí, es la presencia humana. A partir de allí se funda.
Y de esto se desprende, que así como una casa contiene al ser humano que lo habitara, el ser humano carga con su casa por donde vaya.
Por un lado. Y, por otro, enfatiza este poema en la trascendencia de la presencia humana, cual es que nunca ya pasa, que nunca ya se esfuma, ni acaba, sino que se queda aquí para siempre.
10. Él aquí nos espera
Impresiona cómo Vallejo todo lo humaniza. Y cómo todo lo somete a la fragua de lo vital. Conmueve que predique esa capacidad de la vida para lo imperecedero, para no sucumbir ni borrarse. Esa permanencia inextinguible de la vida.
Ahora que vamos a Santiago de Chuco, qué importante es tener este poema como una pauta fundamental, un plano y una bitácora; como una guía de la visita. Y más, como una advertencia mística, al decirnos que si él pasó por aquí, él está en este lugar, que aquí se quedó y podemos entonces encontrarlo.
Por eso, qué importante ahora que ingresemos a su casa, que sepamos que él aquí nos espera, y sintamos y evidenciemos su presencia real, tangible y concreta para engrandecernos.
Viéndolo a él aquí de niño y de joven. Y también de hombre pleno y en acción, puesto que esta casa lo cobijó como un luchador a favor del pueblo. Porque los sucesos del levantamiento popular el 1 de agosto del año 1920, que le costara 112 días de cárcel, fue en defensa del pueblo y en contra de la policía ebria y amotinada y sus secuaces, quienes dispararon a una comisión de pacificación dando muerte al ciudadano Manuel Antonio Ciudad.
11. Y sentiremos aquí la vida
Vallejo está aquí como un ser vivo, con sus ojos, su boca, sus manos y su corazón palpitante. En realidad no es que él haya regresado sino que él nunca se fue de aquí. Y estas son sus palabras textuales.
Las casas nuevas están más muertas que las viejas, por que sus muros son de piedra o de acero, pero no de hombres. Una casa viene al mundo, no cuando la acaban de edificar, sino cuando empiezan a habitarla.
Visitaremos su casa entonces convencidos de encontrar la vida rebosante en ella.
Y para intimar con los hombres que la habitan, que en el caso del hogar del poeta pertenecen a una familia numerosa de 12 hermanos, siendo el centro César Vallejo por ser el shulca del clan familiar.
Y sentiremos aquí la vida. E ingresaremos con los poemas en la mano en donde él rememora cada hito, sobre todo los pertenecientes a las Canciones de hogar, que forman parte de Los heraldos negros, y los poemas de Trilce en donde evoca su infancia y su lar natal.
12. Los seres que la habitaron
Y continúa el poema que comentamos de este vitalista esencial, de este ser inclaudicable con la vida.
Una casa vive únicamente de hombres, como una tumba. De aquí esa irresistible semejanza que hay entre una casa y una tumba. Sólo que la casa se nutre de la vida del hombre, mientras que la tumba se nutre de la muerte del hombre. Por eso la primera está de pie, mientras que la segunda está tendida.
La oposición que establece Vallejo es de casa y tumba, porque casi siempre se traza la oposición de casa y calle. ¡No! La casa y la calle son complementarias y no antagónicas.
La casa y la tumba son los contradictorios y discordantes. Porque en una vivimos y en la otra morimos.
La calle es casa colectiva. Es la casa de todos, es la casa comunal. Y así como nada se pierde ni acaba en una casa, nada se esfuma o dilapida en una calle.
Permanecen los seres que la habitaron, como aquellos que doblaron por sus esquinas y caminaron por sus aceras.
13. Él sigue vivo en esta casa
Permanecen los que formaron parte de una procesión, como de quienes acompañaron un entierro. O quienes participaron en una manifestación pública. Por eso, encontraremos a Vallejo no solo en su casa sino en cada piedra y en cada muro y en cada celaje del pueblo que lo vio nacer y lo criara.
Y continúa luego:
Todos han partido de la casa, en realidad, pero todos se han quedado en verdad. Y no es el recuerdo de ellos lo que queda, sino ellos mismos. Y no es tampoco que ellos queden en la casa, sino que continúan por la casa. Las funciones y los actos se van de la casa en tren o en avión o a caballo, a pie o arrastrándose.
Viven los seres en las casas, no están como sombras hieráticas sino actuantes, es lo que nos quiere decir en este párrafo. Continúan viviendo los seres que lo habitaron.
Por eso, él sigue vivo en esta casa, con sus ilusiones, sus cariños y sus esperanzas.
De allí que lo peor en una casa es tenerla derruida. Lo triste y lamentable es una casa derrumbada.
14. La sombra de sus muros
He allí nuestro homenaje a quienes mantienen sus casas de pie, a quienes no las dejan morir, mucho más en los pueblos entrañables.
Nos enseña también a reconocer que este es un mundo sagrado, que no es un páramo ni tiene nada de inerte, siempre y cuando él estuviera bendecido por la vida.
No es este un poema de la memoria de los pueblos, que nos ligue con la tradición y el ancestro. No. Es un poema del hoy, del presente y de la vida vigente. Para proseguir diciendo:
Lo que continúa en la casa es el órgano, el agente en gerundio y en círculo. Los pasos se han ido, los besos, los perdones, los crímenes. Lo que continúa en la casa es el pie, los labios, los ojos, el corazón. Las negaciones y las afirmaciones, el bien y el mal, se han dispersado. Lo que continúa en la casa, es el sujeto del acto.
Enfatiza así, e incluso, que no es lo abstracto o subjetivo lo que queda.
Reitera que no son los recuerdos anquilosados los que la habitan. Que no es algo impalpable y etéreo el signo de la luz o la sombra de sus muros aún derechos o torcidos.
15. Por todos los caminos para siempre
No es lo incorpóreo y evanescente lo que se registra, sino lo esencial que es el órgano. Lo que permanece es el ser de la vida. Y, finalmente, lo dice así: el sujeto del acto.
Con este poema César Vallejo nos dice que vivamos ungidos, que vivamos adorando y reverenciando la vida.
No nos está diciendo que hay otros mundos aparte o detrás de este, sino que este en donde permanecemos es sagrado.
Que todos los mundos están aquí, en el legado que hemos sido y somos.
Que hay otros mundos en el registro de lo que hemos hecho y hemos sido, pero que están aquí, no yertos ni acabados.
Que nada termina ni se pierde ni se esfuma. Que la vida es trascendente.
Y nada mejor para contenerla que una casa que es perenne para siempre, conteniéndote ella y llevándola tú en tus hombros por todos los caminos para siempre.
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