lunes, 26 de marzo de 2012

ESTAMPA DEL MES DE MARZO - PLAN LECTOR : CREPÚSCULOS DE LIMA - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN



CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
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Construcción y forja de la utopía andina

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2012, AÑO DE LA DEFENSA DEL AGUA PARA LA VIDA Y 
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CONSTRUCCIÓN DE LOS ANDENES NUEVOS

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MARZO, MES DEL AGUA, DE LA MUJER, LA POESÍA
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Y EL NACIMIENTO DEL POETA UNIVERSAL CÉSAR VALLEJO
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Santiago de Chuco - Foto: Nalo Alvarado Balarezo

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FESTIVAL TRILCE DE LA CANCIÓN, LA POESÍA Y DANZA ANDINAS
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ELEVACIÓN DE TRECE GLOBOS EN EL CIELO NOCTURNO DE SANTIAGO DE CHUCO, A CARGO DE LAS DELEGACIONES VISITANTES Y POR LOS TRECE AÑOS CUMPLIDOS DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA


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ESTAMPA DEL MES DE MARZO

 PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA



Costa Verde - MAR 2011 (Nalo Alvarado)
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CREPÚSCULOS DE LIMA


 
Por Danilo Sánchez Lihón

“Oh, escándalo de miel de los crepúsculos”.
César Vallejo


1. Atónito de tanto enigma

No hay crepúsculos más hondos, desgarrados e infinitos que los crepúsculos de Lima, cruelmente hermosos, despiadados y sangrantes.

Casi imposibles de vivirlos, al ver destrozarse el sol en las cúpulas, las torres y los alféizares de los campanarios lejanos, entre clarines, tambores y violines fatales.

¡Y qué terrible que las casas yazgan al pie de los árboles entenebrecidas bajo la vastedad doliente de los arreboles del ocaso!

Y, ¿cómo es que pueden subsistir tan indefensas ante tanto estupor, asombro e infortunio?

Tanto que incluso el héroe erguido en la plaza, tiembla en lo alto de su monumento, atónito de tanto enigma, desolación y malhadada locura en que se desgarra el cielo.

Él mismo, que es grande y valeroso, parece desvanecerse ante esta hora infausta y aciaga.

Su corazón estremecido, hecho de tosca piedra, sufre y se apena dentro del mármol inerte que lo contiene.

 
2. Hay una señal

Pero, ¿en qué momento, estando el cielo en calma, empieza a latir el corazón de esta avecilla, el crepúsculo, primero tímida, luego extasiada y después delirante cosmogonía, a tal punto que todo lo abarca, lo inunda y sobrecoge?

¿En qué instante ocurre su primer latido, su palpitación primigenia y el germen núbil de su postrera desesperanza?

¿Desde qué semilla de la tarde parte su aleteo fascinado, luego frenético y después su convulsión demente y enajenada, hasta el grado del martirio, el descalabro y la agonía póstuma?

¿Desde qué timbre del día empiezan a acumularse la pena, hasta el punto de no poder siquiera llorar lágrimas sino agitar en la orilla oleajes estupefactos de aguas saladas?

Hay una señal imperceptible de la tarde en que todo de pronto se torna lento, apacible, callado. ¡Y abismal!

 
3. Chorros de fuego

Es cuando el cielo se deja invadir de una atroz premonición.

Es cuando tú escondes en tus ojos una lágrima furtiva.

Es cuando al sol, soberano y todopoderoso, y amando tanto el mundo y la vida, le anuncian de que va a morir. Allí empieza este suplicio y esta catástrofe.

¡Ahí es que se engendra la demencia que estalla luego en mil crímenes!

Hasta producir una explosión y un incendio donde todo estalla.

El sol se astilla en el horizonte, se rompe en mil fragmentos que se esparcen, gualdas y tornasolados, en el cielo anubarrado de la tarde.

Batallas y despojos que se perpetran al borde del cielo y el océano proceloso. Y que mancha la tarde de chorros de fuego.


4. Esta hora

Para que luego cada copo de nube llore en el cielo en cada túmulo, por cada guerrero caído cuyas armas yacen a la vera.

Y los cielos se aneguen de sangre. Y lo cubran con un manto de adhesión y de duelo.

Y resuenen trompetas, clarines, trombones y un violín sonámbulo. Y truenos de duelo que se extinguen a lo lejos.

Después, todo se sume ineluctable en las sombras.

– ¿Y tú, quién eres? ¿Y por qué lloras detrás de esa puerta, escondida?

¡Crepúsculos!, donde la supervivencia es tan tenue, hasta el punto de desaparecer y reinar solo el vacío.

Es tan débil y a la vez tan poderosa esta hora, capaz de retarse con lo eterno.

Y de mirar, sobre todo, al fondo de lo que es la vida y de lo que es la muerte.


5. Se encienden absortos

¡Crepúsculos en donde el alma se hace trizas, se pierde y se sumerge en un fondo inacabable!

En donde inmediatamente te evoco y me rescato con ahogos de tu olvido.

Casi siempre el crepúsculo es una muchacha que pasa.

Que cruza por el parque, completamente inconsciente de lo que ocurre más arriba de su frente, allá en el horizonte en que ocurre una desdicha.

¿O será que la hondura del infinito son ellas? Que lo absorben y finalmente lo llevan en su seno, entrando con el crepúsculo en sus casas.

Mientras, por los vidrios de la ventana se apaga en las paredes la tarde y los postes se encienden absortos.

 
6. Y la vida prosigue

Es bella la calma y la frescura de esta hora. Vivirlos es sobreponerse al infinito. Permanecer aquí es hondo, vasto y misterioso.

La tarde ahora muere lenta, profunda, ensimismada. Se extingue en los viejos árboles, en las tapias vetustas y en los mercados silentes.

Hay una claridad sin sol, un intenso resplandor moribundo. Sobrevivir cada día a un crepúsculo es un milagro.

El anochecer de Lima son puertas, son rasgueos de guitarras. Son imperturbables precipicios.

Pero también, pese a que un Dios ha sucumbido en su vórtice, todo se vuelve íntimo. Y todo se hace confidente, se arrulla y se recoge.

Las voces de los niños en el parque, que juegan indiferentes  al holocausto que ocurre sobre sus cabezas, surgen cándidas y límpidas.

Y la vida prosigue.

 
7. Sanos y salvos

Vividos desde esta esquina los crepúsculos remueven tantas memorias, dejan a flote tantas presencias. Pero más, ausencias.

Son atroces. Son malos pasos. Y abismos que nos arrojan a lo imperecedero.

En Lima cada una de sus calles, de sus esquinas y de sus plazas, a esta hora, es un ave en la actitud de lanzarse a volar.

En la decisión irreparable de hundirse en ese mar o ese naufragio que es el crepúsculo que estalla.

¡Porque con él, qué al borde y expuestos estamos a lo eterno!

Con él, ¡qué en el límite de caer estamos al vacío!

Con él, ¡qué arriesgado el vivir, y que se nos muera todo!

El milagro es que regresemos de cada crepúsculo, sanos y salvos.


8. Por eso

¿Hay algo comparable en el mundo a los celajes de Lima? ¿Cuando estalla el sol y muere la tarde?

Deja un aura en cada ser, en cada perfil, en cada cosa. Y yo te extraño.

¿Cómo vivirlo y cómo soportarlo sin ti, amor mío?

Cuando el sol, anunciado que ha de morir, es destronado por el rey malvado de la noche. ¿Y se desangra?

Cuando el cielo y la luna en la playa absorben el alma de los mares, que se arremolinan al borde de su bóveda hechizada.

Y solo avizoramos en el horizonte el borde de su manto escarlata, pero traicionado.

Por eso, ocúltenme a mí en sus arreboles. ¡O enterradme en ellos!

Por eso, cuando yo muera, si no me sepultan en mi pueblo, ¡echen mis cenizas en un celaje!


9. ¡El ángel!

Pero, ¿cómo es que seguimos vivos después de la hecatombe que ocurre cada tarde?

Y es que: ¿Quién se erige en lo alto de las cúpulas de las iglesias de Lima? ¡El ángel!

¿Quién alza su brazo en lo alto con una espada de oro refulgente? ¿Y quién lo hunde en el pecho de las nubes extasiadas? ¡El ángel!

¿Quién viste su atuendo de guerra, con morrión, coraza y espuelas, en la actitud de herir o defender, en el remate de cada atalaya, alminar y minarete? ¡El ángel!

¿Quién hace sonar su pífano, su clarín y su corneta de victoria en lo alto de las catedrales? ¿El ángel!

¿Quién blande una espada y ataja a Lima de sucumbir, arrojándose en los crepúsculos al océano? ¡El ángel!


10. La puesta de sol

Y todo es para defendernos de sus celajes.

¡Y tú al fondo de todo, cerca y lejos, en los cielos infinitos, amor mío! ¡Niña mía del alma!

Es aquí en los crepúsculos cuando elevo sin tropezar en los cables, tu falda floreada.

Y te elevo a ti, dichosa e inocente. Y de tus trenzas cuelgan el sol y la luna.

¡Te elevo en los celajes de la tarde! Y contigo me pierdo en el infinito, más allá de tus aretes y collares que tintinean con el viento.

Y es en estos crepúsculos cuando más pienso y me pregunto acerca de qué es la vida.

Y me respondo: contemplar en un mástil la puesta de sol. Y sobrevivir eternamente.

 
 
Iglesia Las Nazarenas - MAR 2011 (Nalo Alvarado)

 
Texto que puede ser reproducido citando autor y fuente

Teléfonos: 420-3343 y 420-3860

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Instituto del Libro y la Lectura: inlecperu@hotmail.com 

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