Danilo Sánchez Lihón
1. Utilizado
como arma
El
desarrollo del libro y la lectura son fundamentales para alcanzar
niveles de calidad humana superior y hasta excepcional en una sociedad,
razón por la cual cabe dedicar a su impulso, mejora y pujanza el máximo
de dedicación
Sin
embargo, la historia del libro en nuestra realidad no siempre ha sido
halagüeña, razón por la cual es imprescindible reflexionar sobre ello si
es que queremos tener una relación lúcida con la presencia de este bien
cultural en nuestras vidas.
Es
así que, en nuestra historia, el libro al mismo tiempo que un rol
positivo ha desempeñado un papel nefasto, cuyos rezagos quedan
impregnados y se agitan pululantes en el fondo de nosotros mismos. Y
resulta importante hacer conciencia de ello y debatirlos porque afectan y
repercuten negativamente en la plena adopción y en la clara relación
que podemos establecer con la lectura y, a través de ella, con la
realidad.
En
el desenvolvimiento cultural del Perú el libro no siempre ha sido un
personaje que haya desempeñado un edificante papel. Muy pronto, durante
la conquista española del Imperio de los Incas, el libro fue utilizado
como arma de dominación, para sojuzgar y avasallar. Allí está la ley, el
catecismo y el código penal, blandidos casi siempre en contra del
indígena y de la gente humilde.
2. El alma
de la gente
Nuestra
auténtica cultura, en contraposición a aquella desarrollada con la
escritura, se contiene y se trasmite más bien en el canal de la
expresión oral.
Allí
están las canciones quechuas, los mitos y leyendas andinas y
amazónicas, la herencia magnífica de la artesanía transmitida
prácticamente por vía familiar y sanguínea, vertebrando nuestra esencia
cultural, la que pervive heroicamente.
La
ciencia, la gran ciencia incaica se trasmitía también por vía oral. No
fue necesaria la escritura, así como la gran organización del imperio
incaico no requirió de los signos ni de los códigos escritos, con los
cuales quizá se hubiera enquistado dentro de ella una organización
espuria, despersonalizada e inhumana, así como la burocracia y la
corrupción que asola y flagela al mundo occidental.
El
libro, llegado a nuestras tierras fue, en numerosas ocasiones, vehículo
y medio de dominación, instrumento que manejaban los jerarcas,
potentados y dominadores y lo hacían para apoderarse de la riqueza como
del alma de la gente, mentir y abusar.
3. Cantando
y bailando
Las
clases dominantes utilizaron de la escritura para avasallar. Y el texto
actuó conformando la tríada de la dominación y conquista, cuales son:
la espada, la espuela y el libro.
Hay
un hecho que ilustra simbólicamente este fenómeno y es el acto de la
captura del Inca Atahualpa y el consiguiente derrumbamiento del imperio
incaico en Cajamarca el 16 de noviembre de 1532.
Y
ocurrió por mano del capitán de la conquista del Perú, don Francisco
Pizarro, con una fuerza de 62 caballos montados por sus jinetes y 102
hombres de a pie, en donde fue el libro el protagonista central de la
escena y en donde le cupo jugar un rol desventurado junto a la espada y
la espuela.
Fue
cuando el fraile dominico Vicente de Valverde, acercándose a Atahualpa
en la plaza de Cajamarca, luego que este llegara con su séquito de 40
mil hombres cantando, bailando y todos ellos desarmados, le tiende la
Biblia, que le dice que es el libro por excelencia.
4. Curiosidad
por oír
El
Inca recibe sorprendido aquel objeto extraño, que, en la traducción de
los dos intérpretes indígenas allí presentes, Felipillo y Martinillo,
escucha que le dicen de él lo siguiente:
–
“Esta es la palabra del Dios verdadero que te insta a hacerte cristiano
y someterte al Rey Carlos V, aceptándolo como tu Rey y soberano”.
El
Inca, dejando pasar la insolencia de esta apelación, y al escuchar en
la traducción que aquel artefacto contiene la palabra de Dios tuvo
curiosidad por oírla y por eso lo llevó a la oreja para escuchar. Y no
dijo nada.
Desconcertado
y queriendo entender relacionó palabra con lengua y lo probó con la
punta de las papilas linguales para probar si sabía a algo o si tenía
gusto.
Detalles
con los cuales el Inca nos da lecciones acerca de la naturaleza del
lenguaje y de la palabra verdadera. Al sentir el sabor salobre y
sudoroso del cuero arrojó indignado al suelo aquel bártulo extraño.
5. Cultura
primigenia
Acto que fue tomado como sacrílego por el cura, quien clamó:
– ¡Santiago! ¡Al ataque!
Cuál
era la consigna que tenían los españoles encerrados en la galería que
había al centro de la plaza, para desatar el infierno. Entonces los
arcabuces apostados en los altozanos de los alrededores de la plaza, uno
de ellos en el cerro ahora denominado Santa Apolonia, atronaron con sus
disparos.
Y
utilizando al máximo el factor sorpresa irrumpen los caballos
enjaezados de brillos y relumbres de metal, y arremeten los soldados a
pie estando a punto de matar al Inca que Francisco Pizarro lo defiende,
interponiéndose e hiriéndose el brazo con el golpe de una espada que le
cae.
Se consumó de este modo la conquista y con ello el desmoronamiento del imperio incaico.
Posteriormente
el libro representado en la Biblia, el catecismo y las leyes escritas,
se asocian a la espada y a la espuela, para perpetrar la destrucción de
aquella organización y cultura primigenia y de excelsos valores
suplantándola por otra.
6. En el tiempo
presente
Fue
el libro en los acontecimientos posteriores el arma que mejor manejaron
los "extirpadores de idolatrías". Y lo hicieron tanto para entresacar
de él dogmas y decretos, como para anotar en él toda incidencia
considerada idolatría y que condenaba a los naturales, quedando
entendido por los nativos que de allí devenía cada una de las sentencias
que los sumían en la marginalidad y el oprobio.
Sin
embargo, paradójicamente en esa labor de convertirse en prueba y
condena de idolatría que era el dominio que ejercía entre esa gente el
demonio, ha quedado registrada la cosmovisión del hombre andino, con lo
que queda en los libros lo que recogían y que aparentemente demolían
para siempre.
Así
tenemos el libro Dioses y Hombres de Huarochirí en donde el funcionario
destructor de idolatrías, el cura Francisco de Ávila, recogía lo que
según él quedaba abolido para siempre. Y que hoy nos sirve para extraer
de allí los mitos y leyendas que nuestros niños necesitan. En el tiempo
presente el libro aún se identifica, en el mundo andino, con el abogado y
el letrado, con el político y el doctor, con el juez y la sentencia.
7. ¿Qué
héroe?
Consecuentemente
con el abuso, explotación y el exterminio; con la injusticia y el poder
deshonesto e ilegítimo. En las ciudades hay dos actitudes contrapuestas
frente al libro. Si su lectura constituye una vía de escape o evasión,
al sustituir problemas verdaderos por preocupaciones falsas, hay
actitudes hacia él de condescendiente desprecio. O bien de
entretenimiento en un goce ocioso, banal o malsano.
Pero
cuando presenta la realidad sin ambages y denuncia los mecanismos que
la sostienen, se lo identifica con la subversión, con el peligro
público, con la alteración del orden y hasta con el atentado terrorista.
En este último caso entonces no se lo edita, se hace lo posible por
acallarlo, o sencillamente se le requisa y quema; y entonces se persigue
implacablemente a sus autores.
De
allí que César Vallejo en su canto redentor de España, aparta de mí
este cáliz, erige al libro como un héroe de la República, expresando de
él:
Se llevaron al héroe
y corpórea y aciaga entró su boca en nuestro aliento
¿Qué héroe? El libro.
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