Danilo Sánchez Lihón
La juventud no es un tiempo
de la vida,
es un estado del espíritu.
Mateo Alemán
Tener el coraje de estar solos
y la valentía de arriesgarnos
a estar juntos
Eduardo Galeano
1. Un ardiente
corazón
Joven, sobre todo, es ser generoso. Quien se brinda íntegro en lo que siente, piensa y cree. Y en lo que hace.
Quien
afronta el mundo con aquello en lo cual cree, y culmina y rubrica con
su vida sus convicciones. Quien arriesga todo por un sueño, quien
encarna el ideal por el cual lucha.
Es tener capacidad de arrojo, es quien se echa al camino llevando como emblema apenas unos versos pergeñados en el alba.
Quien va repitiendo unas consignas y que son el sol y la luna que alumbran sus pasos.
Es
llevar una guitarra al hombro o entre los brazos de la cual extraer
arpegios y entonar canciones llenas de esperanza, que le borbotean desde
dentro del alma.
Es
quien reconoce que los brazos es la evolución de lo que primero fueron
alas y con las cuales dar concreción al vuelo de nuestras aspiraciones y
a las visiones de nuestro corazón.
2. Las nieves
eternas
Joven
es quien inclina conmovido y reverente su frente no solo ante las
rosas, sino a la solución de los problemas pendientes en nuestros
pueblos. Es quien hunde y moja sus cabellos en el agua cristalina de los
arroyos, las fuentes y manantiales intocados y aún vírgenes.
Es
quien inclina su rostro, abraza y besa igual la mejilla y el cuello de
un niño y de su amada, como el de la anciana que mendiga. Es ser
virtuosos, alegres, incólumes. Es ser pletóricos, jubilosos y confiados
de que todo saldrá bien, pero quien se ha asegurado de que los cables
que amarran las jarcias son firmes y resistirán la embestida de las olas
embravecidas en la borrasca que se avecina
Joven
es el viento, las olas, las nieves eternas, cuando amanece, y todo es
inauguración y promesa. Es quien tiene la moral de alcanzar lo
imposible. A quien le importan los sueños que se agitan como aves y
peces en el fondo de su alma. Pero más, es quien se arroja a bregar por
los anhelos, sueños y utopías prometidas y por cumplir. Es quien no
apaga sino enciende el fuego de su ardiente corazón.
3. La victoria
está cerca
Joven
es honrar a quienes dieron su vida por lo noble, por lo insigne y
sagrado en nuestras vidas. Y por la dignidad del hombre.
Es aspirar a la vida heroica.
Es
tener sentido de indignación y capacidad de sublevarse. Es portar
estandartes, tener emblemas, ser orgulloso de lo que somos, sin importar
si tenemos o no tenemos bienes o posesiones.
Es soñar, ¡pero mejor aún despertar! Y más aún: actuar en base a los sueños acunados y alentados en la alborada.
Es
esperanza en nuestras nieves inmarcesibles. En el fuego sagrado que
encendieron nuestros antepasados. En que va a venir el día, en que esté
ya cercana la aurora en que desayunemos todos.
Es
creación heroica, sin calco ni copia. Con valor sublime, con peligro a
favor de todo bien supremo. Es quien piensa que la victoria está cerca,
sin saber que él mismo es quien ha doblegado a la apatía y vencido a la
muerte.
Joven es el que ama.
4. Contenidos
primigenios
Por eso, ¡jóvenes!
Allende
de estas montañas, más allá de esa línea del horizonte que no borra ni
ataja del todo la neblina ni el sol poniente, hay un país hermoso por
descubrir.
Es
el país que soñamos y que vale conocer, conquistar o construir. País
que es tuyo, que es mío y que es el país de nuestros hijos; de todos,
juntos, unidos y enlazados de las manos.
Es
un país de fábula, edificado sobre la base de una cultura que ningún
grupo humano ha podido realizar sobre la faz de la tierra, pero que sí
se hizo real, se construyó y edificó aquí.
De
contenidos primigenios como la ternura, la fraternidad humana y el ser
candorosos; que aquí se hizo tangible, claro y sonoro como una campana.
Y fue el trato cotidiano, cordial y fraterno con que se trataba y aún se trata la gente.
5. La luz
de la mañana
Y
no solo eso, sino que fue práctica de conducta y fue conciencia en toda
relación humana; y convertida luego en política de Estado.
País de montañas inasequibles, de nieves impolutas y ríos poderosos.
Un mar de ilusiones que se elevan y traspasan el cielo con su canto arrebolado e infinito.
Ahora todavía hecho de añoranza que debemos convertir en himno de júbilo, de triunfo y victoria.
Hacia él dirijamos la luz de nuestro conocimiento y la calidez de nuestras palpitaciones.
Sintonicemos
con su refulgencia y con el caudal de esas corrientes imperecederas que
pugnan por desbocarse y hacerse obras concretas que resplandezcan a la
luz de la mañana.
6. Para
amar mejor
¡Abracémonos! Sintonicemos con su fuerza, su moral y su destino.
Es por eso, y en razón de todo ello, que somos los conjurados.
Que viajamos en lo alto y sobre la carga de los camiones. Que alzamos banderas que flamean al viento.
Que abrimos surcos, que impartimos consignas para encender la pradera con el bien y el amor universales.
Que
somos luz amorosa, luz vivificante, porque somos iguales, somos hebras
de la misma frazada; somos del mismo colectivo que vibra y se estremece.
Que nunca somos más grandes que cuando nos unimos para luchar juntos.
Porque
es miseria emplear la vida para únicamente ganar monedas, cuando es
inmensa la riqueza en valores y sentimientos que tenemos que ofrendar.
7. Esa flor
suprema
¡Jóvenes!
Detrás
de esa línea del horizonte hay un Perú solidario, que pese a su
humildad comparte su mesa con el peregrino y el forastero a quien se lo
reconoce como a hermano.
Y sé que ustedes saben asumir las causas nobles y justas con total dedicación, ¡y con pura y aureolada consagración!
Y
es que ustedes portan el estandarte del tiempo nuevo. ¡Y es que ustedes
son los adalides de una historia que recién comienza! Y que es lo que
verdaderamente importa que hagamos.
Para
alzar los andenes nuevos del canto a la vida, de la solidaridad
universal; para entonar con alma matinal la endecha del amor sublime. Y
para forjar la esperanza y redención de nuestro pueblo, como la flor
suprema.
Por eso, ¡brindemos! Por subir a las montañas. Y a la reserva moral de nuestras nieves eternas, para amar mejor.
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