Danilo Sánchez Lihón
1. Ingenua
y delicada
Agosto
es mes del viento, en que escuchamos el bramido de ese toro alado y
embravecido que no halla capa que embestir y entonces arremete con sus
cuernos de oro y en punta contra los techos rojos.
Que
revuelca y tira al suelo, sea que el techo tenga sus tejas nuevas, o
sea que estén ya viejas. En el interior de mi casa de infancia es el mes
en que mi padre, lo recuerdo bien, empasta los libros.
Pero
agosto en mi tierra es también el mes de los dulces, manjares y
confites que los hacemos en las tardes entrañables y apacibles, en esos
lugares recónditos en la vida de la gente como son las cocinas o
fogones, casi siempre lugar donde pugnan la luz y la sombra.
En
cuanto a dulces de Santiago de Chuco mencionaré en primer lugar a la
mazamorra de harina de trigo, terrígena, nativa y telúrica, y como tal
profunda en su aparente ingenuidad.
También
a la mazamorra de calabaza o de chichayo. O a la mazamorra de maíz
morado, ingenua y delicada, salvo cuando los ricos le ponen nueces,
pasas y guindones.
2. Hunden
sus raíces
Quisiera
mencionar aquí, no sé por qué debido a que no es su lugar, ya que no es
dulce, a la semita con cumbe. No es dulce, es cierto, sino que es de
sal, pero aquí, no sé por qué se me ocurre recordarla. Quizá por el alma
dulcificada con que la comemos.
Pero
hay otros, como el queso con chancaca, este sí que es dulce, pese a su
intenso corazón salado, y es por la miel que lo empapa. ¡También las
humitas! Estas sí, justificadas aquí, porque, ¡claro!, las hay de sal,
pero las hay también de entraña deleitosa y edulcorada.
Y
seguro evoco primero estos manjares porque son de hogares humildes,
porque, así como los techos, de los cuales he hablado, también los
pasteles y caramelos tienen sus categorías sociales.
Pero
en Santiago de Chuco, de campos feraces y fragantes, alcanza y hay para
todos los seres humanos, de las distintas procedencias y clases
sociales que han venido a poblar estos confines, aunque en mi caso mis
abuelos y tatarabuelos hunden sus raíces antiquísimas como pobladores de
estos lares.
3. Recibir
una fuente
Y así como se habla aquí de estrellas y luceros se puede hablar de golosinas que se hacen en casa.
Aunque
alguien en el pueblo sabe hacerlas mejor que nadie. Y estampa su clase o
su prestigio de hacerlas mejor que ninguna otra.
Así,
no tienen comparación, porque nadie las iguala en su textura y sabor, a
las hojarascas hechas por la mamá de Jacinto Diestra que ya ha muerto y
él también.
Asimismo, son inigualables los "bizcochos de a uno", jaspeados de ajonjolí, que emergen del horno de doña Susana Ramos.
O
los turrones, unos de color azafrán y otros de color zanahoria, hechos
por doña Shunsha, y que se venden al final de La Alameda o a un costado
de la plaza de armas en unas mesitas con su trípode.
O
la mazamorra de membrillo de las hermanas Matangas, para lo cual hay
que anotarse en lista si queremos recibir una fuente o un plato de aquel
néctar.
5. al pie
del campanario
Imprescindibles
los bizcochuelos y "rosquetes cubertados" de doña Raquel Aguilar,
gracias a que vive a la entrada del pueblo y escoge los mejores granos y
los huevos de yema encarnada de las gallinas del campo.
O
el dulce de higo, con su miel oscura y espesa. Y su trozo de queso, y
que lo traen preparado desde Chambuc o del barrio de Andamarca.
O,
cómo no reconocer, fervientes y devotos, a los alfajores y empanadas de
don Luchito Santa María. También de él es inolvidable, ¡por favor!, el
dulce de higos, solo ubicables en su “Bar Central”.
O, cómo vamos a ser ingratos y desmemoriados con las milhojas de la tienda de las Urtecho Villena, en plena Plaza de Armas, al pie del campanario.
O
con las ñuñas, que nunca fueron para ser vendidas, pero que no debo
dejar de mencionarlas como dulce, aunque se les echa sal, fritas y
preparadas por mi tía Miguelina.
5. Almíbares
para las raspadillas
O
las manzanas con dulce de don Adán Rodríguez cuyo árbol pródigo, con el
rojo escarlata y almibarado, se impregnó para siempre en las paredes de
cal y canto de mi pueblo cuando pasaba.
O
cómo no rendirles culto a los buñuelos de zapallo de mi abuela Rosa
Paredes, quien también está consagrada en la memoria popular por estos
menesteres, cuya fama se extiende abarcando varias localidades.
¡Como el manjar blanco de Cachicadán! O las chancaquitas con ñuña de un distrito como es Chuca.
O
los chocolates de Usquil, o los caramelos que nos venían desde Otuzco. O
de los almíbares para las raspadillas que los traían de Huamachuco.
Pero
hay un dulce que quiero evocar aquí porque se vincula a un aspecto de
la realidad que de alguna manera para mí resulta trascendente, y cuál es
el libro.
5. Ambos
tiestos de barro
Esta
ocurrencia de vincular a ambos es tanto por las asociaciones del
momento en que se dieron, como por los significados que una realidad
representa frente a la otra.
Esos
deliquios son la asociación de la canga con dulce, por un lado, y el
libro, por otro, tanto que siento y pienso que este último es en verdad
una canga con dulce.
Manjar
íntimo, luminoso hacia adentro o al fondo, complejo e infinito, porque
todo lo contiene y abarca, que deambula de puerta en puerta porque se la
comparte y entre niños que se convidan mordiscos.
Se
la hace en dos recipientes distintos: la canga en una cazuela y la
mazamorra en una olla oblonga, ambos tiestos de barro, adquiridos a los
mollejones que son quienes elaboran las mejores ollas de mi pueblo.
7. Y
a tientas
Cuando
están listas cojo un plato, y subo con ellas los doce peldaños de la
escalera trayéndotelas hasta donde tú trabajas, papá.
Entonces, padre, te encontraba encuadernando libros.
Tus
manos fuertes y nervudas cogían firmemente las hojas y al pasar la goma
ponías una expresión de artista consumado rematando el detalle final de
una escultura, de una sinfonía o de un cuadro glorioso.
O quizá escuchando en tu corazón el acorde de un valse o el de un yaraví trémulo y pasmado al fondo del alma.
Forrar un libro, curarlo, rehacer sus páginas, pegarlo ¿qué era para ti sino volver a fundar el mundo?
Algo
cuyo sentido se situaba más allá de esta mesa, de este cuarto e,
incluso, fuera de esta realidad tambaleante, o de este mundo que
habitamos de modo tan herido y a tientas.
*****
Los textos anteriores pueden ser
reproducidos, publicados y difundidos
citando autor y fuente
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Editorial Papel de Viento: papeldevientoeditores@hotmail.com
Editorial Bruño, Perú: ventas@brunoeditorial.com.pe
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es
*****
DIRECCIÓN EN FACEBOOK
HACER CLIC AQUÍ:
*****
Teléfonos Capulí:
393-5196 / 99773-9575
capulivallejoysutierra@gmail.com
Si no desea seguir recibiendo estos envíos
le rogamos, por favor, hacérnoslo saber.