Danilo Sánchez Lihón
1. No te amo ya...
¡te tengo idolatría!
Pidió
que donde su cuerpo cayera yerto recogieran sus restos y lo enterraran
en la tierra que lo vio nacer, su Tacna venerada, donde pasó su infancia
y juventud y a la cual dedicó sus mayores esfuerzos y desvelos, porque
en ella creció libre y feliz, cuando la vida le deparaba sus mejores
mieles.
Pero
un día, su pueblo y él pasaron a ser esclavos, sin garantías ni
derechos humanos, porque su provincia fue invadida por una horda,
arrebatado su señorío y enajenada su existencia por un tratado
internacional que estipulaba un cautiverio por 10 años.
Pero
esa situación se prolongó a cerca de 50 años, para que se note la
calaña sin escrúpulos de quienes la invadieron, por imposición del poder
militar de Chile y por cuya liberación luchó con gran sacrificio y
denuedo, sufriendo destierro y arriesgando la vida en cada minuto de su
existencia. Se expresó así:
¡Patria del corazón! La suerte un día,
te hundió en el pecho con furor la espada,
y hoy, abatida pero no humillada,
pareces un león en la agonía.
Antes, cuando dichosa te veía,
fuiste por mí con entusiasmo amada;
pero hoy, que veo que eres desgraciada
no te amo ya... ¡te tengo idolatría!
2. Peregrino
exhausto
A
consecuencia de este dolor en el alma murió de delirium tremens. Pero
antes pidió, rogó y suplicó que lo enterraran en ella con el rostro
hacia el suelo para besarla eternamente:
¡Oh! ¡Quien pudiera, Patria, quien pudiera
disipar las tinieblas de tu cielo
y sucumbir envuelto en tu bandera!
Yo, tal fortuna es todo lo que anhelo,
¡y que me echen de cara cuando muera,
para besar el polvo de tu suelo!
Al
morir en tierra extranjera, en la ciudad de Marsella en Francia, apenas
consolado por el golpeteo suave de las olas en las piedras, tuvo al
menos un acto piadoso del destino como cabe a algunos guerreros, aunque
afligidos, pero igual bien amados.
Cual
es, que tuvo a su lado a la mujer devota, ungida y consagrada quien
besó sus labios que habían modulado en silencio tantas oraciones por la
Patria capturada, y quien cerró sus ojos, en los cuales estaban
intangibles los paisajes de su Tacna inolvidable.
Y
fue cierto también que en 1968 se repatriaron sus restos desde ese
puerto sobre el mar Mediterráneo, donde murió el 30 de octubre de 1929
como un peregrino exhausto, gestionando apoyo internacional para la
devolución de Tacna al Perú.
3. Adhesión
al Perú
Y
fue sepultado en un mausoleo en el cementerio general de Tacna donde
reposa, y en la forma cómo él lo pidió: con el rostro hacia el suelo
para adorar infinitamente a esa tierra herida, como él lo quiso y lo
expresó infantil y reverente.
¿No
debiéramos, como una promesa humilde y profunda de peruanos devotos,
hacer el camino hasta ese camposanto a ponerle flores siempre
inmarcesibles?
Poeta
inmenso, de vuelo intrépido y de aura trágica. Su vida la cruzó
llevando clavado el cuchillo de Caín en el centro del corazón y en plena
alma: porque la tierra en la cual nació feliz, y a la cual amaba
entrañablemente, pasó, de modo violento y brutal, a estar aplastada bajo
una bota infame.
Ello
por efecto de una guerra para la cual Chile se preparó intencionada,
pérfida y alevosamente a fin de invadirla, con la anticipación de por lo
menos una década y cuya justificación ahora es decir que fueron
utilizados por una potencia extranjera, que fue una guerra pagada por
Inglaterra.
La
pretensión era adueñarse de los yacimientos de salitre de esa región
–como finalmente ocurrió dejando también sin mar a Bolivia– a fin de
cederlos al capitalismo voraz de la potencia europea. ¿No es inicuo, e
infame?
4. ¡Muere, pero
no cambies de bandera!
De
ese modo pasó Tacna a ser posesión de Chile por 10 años, de acuerdo al
Tratado de Ancón, período cumplido el cual se realizaría un plebiscito, a
fin de decidir su soberanía, el mismo que no se realizó porque en ese
período ni Tacna ni Arica cedieron en su terca, apasionada y legendaria
adhesión al Perú.
Federico
Barreto es el cantor transido y abrumado de dicho período infausto, del
cautiverio que se le impuso a Tacna y Arica y en su ser hizo carne ese
dolor lacerante. Él encarna el anhelo profundo y sentido de los tacneños
de volver al seno de su Patria, el Perú. Es quien recogió ese cáliz y
acíbar y quien bebió en su peor martirio esa copa de honda amargura,
así:
De mi suelo natal estoy proscrito,
y al verme aquí, tan lejos de mis lares,
la indignación ahoga mis pesares,
y en lugar de una queja, lanzo un grito.
¿Cuál fue, decid, mi crimen inaudito?
¿Adorar a mi Patria en sus altares?
¿Consagrarle mi brazo y mis cantares?
¡Pues hónranme la pena y el delito!
¡Madre Tacna! Soporta tu tormento
con el valor del mártir en la hoguera.
¡Muéstrate grande hasta el postrer momento!
Fija está en ti la humanidad entera.
¿Sufre, pero no lances ni un lamento!
¡Muere, pero no cambies de bandera!
5. Procesión
de la bandera
Compuso
en vida uno de los textos más hermosos representativos de ese fervor
patriótico, titulado “La procesión de la bandera” que en verdad es un
artículo periodístico, es decir que no es página ni ilusoria ni
inventada acerca de un hecho concreto y real que ocurrió tal cual allí
se narra.
Aquel
no es ni un apólogo ni un cuento, sino una crónica ceñida totalmente a
un evento y circunstancia histórica objetiva de la ciudad de Tacna
ocupada.
Y
cuál es, que la Benemérita Sociedad de Artesanos y Auxilios Mutuos el
Porvenir pidió permiso, en julio del año 1901, para honrar la bandera
peruana, portándola para su bendición en la iglesia matriz de Tacna.
Se
prohibió terminantemente este hecho, pero luego de diversas
coordinaciones y acontecimientos apareció el estandarte en la puerta del
templo.
Y
las diez mil personas congregadas en el atrio y en las calles
inmediatas y adyacentes se agitaron un momento y luego, sin previo
acuerdo, como impulsados por una sola e irresistible voluntad, cayeron
de rodillas, todos a la vez, extendiendo los brazos hacia la enseña
bendita de la Patria.
6. Sublime
episodio
No
se oyó una exclamación, ni una sola exclamación ni el grito más
insignificante, porque estaba prohibido. Sellados todos los labios por
un compromiso de honor, permanecieron mudos. Y en medio de aquel
silencio extraño y enorme que infundía asombro y causaba admiración, la
bandera, levantada muy arriba, avanzó lentamente por en medio de aquel
océano de cabezas descubiertas.
¿Podremos,
ante estos hechos no fabulados sino ciertos, ser ciudadanos como de
cualquier otro pueblo? ¿Con estos sucesos inscritos en nuestras fibras y
en la textura de moléculas que nos conforman, no estaremos para siempre
investidos, coronados, e infinitamente comprometidos?
Este
acontecimiento quedó marcado de manera tan indeleble que, en su
conmemoración, se ha instituido en Tacna el Día de la Procesión de la
Bandera, que se celebra como un acto místico de profunda emoción,
reverencia y significado, el día 28 de agosto de cada año, fecha exacta
en que ocurriera ese sublime episodio que vale contextualizarlo.
7. Pero el dolor
me ahoga
Habían
pasado tres generaciones y el sueño de retorno al dominio nacional
continuaba insobornable. Uno de sus paladines era Federico Barreto que
consagró su vida a dicha causa corriendo todos los riesgos.
Yo
pregunto: ¿Hay en el mundo algún ejemplo de pueblo y de personajes en
la historia de la civilización humana que se asemejen a esta
persistencia y heroísmo? Quizá lo haya, pero la historia no lo registra.
Pero aquí sí, está constatado este hecho. Tiene nombre propio y una
pluma con la cual se erige, que es la de Federico Barreto, quien dice:
Tacna es un pueblo heroico
produce asombro y sirve de enseñanza
El mundo entero canta en su alabanza
al son de los clarines de la gloria.
Por la Patria que vive en su memoria,
luchó mil veces lleno de pujanza
y cayó sobre el campo de la Alianza,
retando, por injusta, a la victoria.
Para cantar ¡oh! ¡Tacna! tu denuedo
y tu cautividad y tu agonía
preciso fuera despertar a Olmedo.
Yo también tus hazañas cantaría:
pero el dolor me ahoga y solo puedo
decirte con el alma: “¡Madre Mía!”
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