Danilo Sánchez Lihón
1. ¡Es
increíble!
Frente
a la fortaleza de Sacsayhuamán, en el Cuzco, hay una explanada y al
borde de ella, bajo la sombra de un árbol, una señora expende agua,
bebidas gaseosas, galletas y golosinas. Allí nos guarecemos del sol
después del recorrido por graderías y pasadizos, puertas trapezoidales y
dinteles de punto, admirando las piedras y su majestuosa
monumentalidad.
En
eso se acerca un cargador de bultos indígena con su soga, sus ojotas y
su atuendo raído y hecho flecos, con el rostro cetrino y vidriado de
sudor, con el agobio de siglos. Saluda y habla en quechua con la señora
que vende y luego se pone a contar moneda tras moneda de a céntimos. Se
ve que no le alcanza para comprar una botella de agua y menos de jugo.
– Dame lo que tienes. –Le dice la señora al ver el cansancio del pongo. Y le extiende la botella.
Este
se retira un tanto. Desenrosca la tapa y vacía a la tierra por lo menos
una tercera parte del contenido. Y bebe. Pero solo él se ha dado cuenta
de un niño agobiado de sed por el calor bajo los árboles. Avanza hacia
él y le entrega lo que ha dejado, que es casi la mitad. Un turista que
está a mi lado conmovido comenta:
– ¡Es increíble! Pese a sus andrajos esta raza no pierde la inocencia ni la ternura, ni el ser generosos.
2. Lo que tenían
y traían
¡Y
es cierto! En mi infancia no he conocido a personas más protectoras,
solidarias y puras como aquella gente indígena que venía del campo a la
ciudad. Y eran así no porque no tuvieran experiencia de vida o del
mundo. ¡Al contrario!
Nuestra
cultura es una de las más viejas del planeta. Y sin embargo durante
miles de años aquí reinó la paz y se decantó la experiencia humana a fin
de extraer las esencias más prístinas y primorosas, y que son síntesis
de vida con valores acrisolados como la solidaridad, el candor, el
sentido de lo sagrado y el alma matinal. ¿Cómo
lo hicieron para extraer principalmente esas virtudes? Indudablemente
hay que reconocer la acción de los maestros, de los guías y
orientadores, como eran los amautas que educaron al pueblo incaico.
Porque
la experiencia casi siempre más bien nos endurece, nos hace más
insensibles y desconfiados; o sencillamente: nos hace indiferentes. Se
requiere una sabiduría profunda para hacer que la vida se torne cada vez
más sencilla, luminosa y trascendente, tanto que nos prodigue más bien
encanto, ternura y mayor generosidad,
Y
es lo que tenían y traían las personas del campo, esencialmente
indígenas y a la vez tiernas, diáfanas y generosas, aquellas que en mi
infancia llegaban con toda la humildad del mundo a mi casa, en mi pueblo
natal que es Santiago de chuco.
3. Tanto
es así
Y
nos sorprende encontrar la ternura y delicadeza incluso entre tanto
rigor, abismo y fragosidad. Las niñas más tiernas, ¿cómo es que pueden
provenir desde lugares tan abruptos, escabrosos y privados de todo
halago? Y quizá hasta como compensación ante la naturaleza árida y
despiadada.
Y
así también la dulzura, el afecto y el apego como contraparte y
oposición a lo rudo y rijoso. La intensidad de la flor como protección
de la vida ante tanta desolación, inclemencia y desamparo.
Pero
otra faz que aparece vinculado a lo andino es el dolor. Huella del
sufrimiento y rictus de pena que es nuestra marca en la frente y en el
alma. Y que más que debilidad, es capacidad. Más que carencia es
fortaleza, ya casi proverbial. Y hasta definitoria de lo que es ser
andino y peruano.
Tanto
es así que se identifica, a ambos referentes, peruano o andino, como un
mundo de aflicción, congoja y sufrimiento. Casi consustancial a lo que
es ser personas o seres humanos en quienes nacemos y moramos aquí.
En
nuestras regiones, incluso la nostalgia y el desgarramiento anterior a
la época prehispánica se representan en huacos y ceramios asombrados y
estupefactos. Pero, ¿acaso tristeza es debilidad? ¡Es fortaleza!
4. Saber y sentir
adhesión
En
las expresiones culturales de aquellas épocas remotas están ya
presentes el desgarro y la melancolía. Pero al lado de ello curiosamente
también se manifiesta exultante el espíritu de regocijo. ¡Y de fiesta
sagrada! Siendo así, la tristeza entre nosotros no es falta o carencia
sino más bien plenitud y hasta sabiduría.
El
respecto recordemos a César Vallejo en el poema “Masa” cuando en el
momento culminante y en la epifanía del poema se expresa:
Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar…
En
donde la tristeza del cadáver es epifanía y la antesala del resucitar a
una eternidad colectiva. Esta capacidad de sufrir es a su vez la
aptitud y hasta la bendición para tener condolencia, que se hace tan
evidente entre nosotros incluso en el arte.
Aquella
noción y visión de saber y sentir adhesión por el que sufre es la raíz
para que aquí brote y finalmente se consolide como valor universal la
solidaridad.
5. Dolores
sociales
Hay
pues que rescatar la tristeza como un don. Esta nota de aflicción y
melancolía no es acaso, como algunos piensan, un elemento de la
conquista que se nos haya agregado a lo que es ser andinos. No es así,
porque dichos contenidos están en nuestra música anterior a los Incas. Y
en todas nuestras artes antes de la conquista española.
No
le concedamos honores en donde no lo tienen. Los europeos no nos
hicieron de este u el otro modo. La tristeza nuestra no es ni fracaso ni
frustración. No es por haber sido aparentemente vencidos. Somos así,
como también celebramos la vida y tenemos espíritu de fiesta, por
decantación sublime y acrisolada de la más honda y raigal experiencia
humana.
Rasgo
o aspecto que se sitúa más bien como una sabiduría de vida antes que
como una desgracia episódica. Así el dolor y el sufrimiento son factores
consustanciales en César Vallejo y en José María Arguedas, los
representantes más genuinos y máximos de nuestra cultura. Pero los suyos
son dolores sociales, históricos y ontológicos, antes que solo efecto
de sus peripecias biográficas.
Este
dolor y laceración mi padre que era maestro y músico, igualmente
atribulado con esos mismos quebrantos, lo explicaba a partir de los
mitimaes incásicos, y más cuando se embebía en el misterio que
desgranaban las cuerdas de su guitarra, de su violín o de su mandolina.
Decía que la pena nos venía desde que esas comunidades enteras dejaban
sus terruños, a fin de cumplir un fin civilizador en los pueblos
anexados a la gran organización del Estado Incaico.
6. Epopeya
y portento
Pero
con ser hondas y profundas estas manifestaciones, y con ser estupendas y
portentosas las obras materiales realizadas, y que se hicieron aquí,
como Machu Picchu, Sacsayhuamán, Ollantaitambo, no es todo ello sin
embargo lo más significativo.
No
es lo externo, material y físico el principal portento sino lo que está
en el alma. Es la solidaridad el aporte más importante y valedero del
mundo andino a la cultura universal. Es aquel sentido colectivista del
hombre en el Tahuantinsuyo. Es la hermosa epopeya hecha esplendor y
genialidad de organización aquí, ahora y para siempre.
Es toda la mente y el corazón puestos en velar por la comunidad humana, el extraordinario milagro y prodigio del mundo andino.
Porque
no solo es la solidaridad familiar, vecinal o regional; sino la del
hombre como totalidad, el aporte más preciado de nuestra cultura a la
civilización universal.
Es
decir, la utopía ya realizada de desayunar un día todos los hombres
juntos, es nuestra bandera flameante y de total y plena celebración.
¿Hay algo más supremo y acrisolado? ¿Hay religión más refinada y excelsa?
7. Crecer
y fructificar
¡Qué
extraordinario que sean nuestras culturas las representativas de lo que
es la solidaridad humana como un valor supremo! Porque aquí, como en
ningún otro lugar del planeta se la practicó como política de Estado y
también como actitud cívica, natural y cotidiana de la familia básica y
natural.
Aquí
donde no había hombres aceptables y otros excluidos; ni unos que eran
bendecidos y otros condenados; ni unos ungidos y otros rechazados. En
esto la utopía aquí ha sido pan del día y cotidiano. Sería interesante
rastrear cómo es que se ideó, implantó y cultivó la solidaridad entre
nosotros, de manera que pareciera una flor natural entre los hombres.
Y
qué fue lo primero que lo inspiró y lo hizo posible para que surgiera,
creciera y se estableciera aquí de manera tan propia, fuerte y luminosa,
la reciprocidad y la comunión entre todos los seres humanos como un
lugar de utopía y de tierra sagrada.
El
de saber qué inspiró a los sabios y cómo se hizo para implantar esa
flor excelsa, noción en el corazón de todos los hombres. Y de cuáles
condiciones se dieron para que prosperara aquella virtud tan difícil de
brotar, crecer y fructificar en cualquier otra tierra, época y contexto
vital.
Son
estas preguntas las que valdrían que sean el centro de nuestra
reflexión, convertidas en fe y en acción práctica no solo en un día como
hoy sino siempre.
*****
Los textos anteriores pueden ser
reproducidos, publicados y difundidos
citando autor y fuente
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Editorial Papel de Viento: papeldevientoeditores@hotmail.com
Editorial Bruño, Perú: ventas@brunoeditorial.com.pe
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es
*****
CONVOCATORIA
XIX ENCUENTRO INTERNACIONAL ITINERANTE
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
TELÚRICA DE MAYO, 2018
LIMA:
VIERNES 25
TRUJILLO:
SÁBADO 26
GUADALUPE
DOMINGO 27
CHEPÉN
DOMINGO 27
CAJAMARCA
LUNES 28
CAJABAMBA
MARTES 29
HUAMACHUCO
MIÉRCOLES 30
QUIRUVILCA
JUEVES 31
SANTIAGO DE CHUCO
JUEVES 31
VIERNES 1 (JUNIO)
CALIPUY
SÁBADO 2
SANTIAGO DE CHUCO
SÁBADO 2 (JUNIO)
DOMINGO 3 (JUNIO)
EL XIX CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
ABARCA DEL 26 DE MAYO AL 3 DE JUNIO
DEL AÑO 2018
*****
DIRECCIÓN EN FACEBOOK
HACER CLIC AQUÍ:
*****
Teléfonos Capulí:
393-5196 / 99773-9575
capulivallejoysutierra@gmail.com
Si no desea seguir recibiendo estos envíos
le rogamos, por favor, hacérnoslo saber.