Danilo Sánchez Lihón
1. Continuar
esos pasos
Que nuestra especie haya realizado el prodigio de dar concreción a un ser como Jesús de Nazaret, es un suceso asombroso.
Que
alguien como él haya sido capaz de darnos una versión de un mundo
postrero, y que este es el Reino de Dios, es sencillamente sorprendente.
Que
lo haya hecho con tanta insistencia, compromiso y luminosidad, es
estremecedor. Que, para darnos prueba de ello, sin arrepentirse de lo
dicho, haya muerto clavado en una cruz, es algo que anonada
Que haya existido sobre el planeta un hombre de su intensidad, hondura y pasión, es de por sí un milagro.
Que Jesús haya deambulado por esta tierra, y que el ambiente de este mundo lo haya rozado, simplemente es sobrenatural.
Si
Cristo no encarnara un hecho que se explica desde el plano de lo
divino, sagrado y providencial, ya es por sí mismo un acontecimiento
portentoso.
Visto descarnadamente desde lo humano es, inclusive, mucho más admirable su proeza y un misterio supremo.
2. Hondura
y pasión
Que
desde la condición humana se pudiera elevar tanto el espíritu del
hombre al punto de remontarse más allá de las estrellas con Jesús, causa
estupor y maravilla.
Que
desde nuestra condición efímera y terrena pudiéramos aspirar a lo
eterno al infinito, y horadar la inmensidad, causa admiración y
embeleso.
Que desde nuestro ser mundano se abra tan dulcemente el ámbito de lo sagrado y divino, causa estremecimiento y fascinación.
Que un ser tan sublime haya estado entre nosotros produce pasmo y turbación.
Que se haya internado por las regiones de nuestra alma con tal hondura y pasión, enternece.
Que
se haya quedado para siempre en los rincones más luminosos, pero
también en los más oscuros del alma de la gente, es digno de asombro.
Para arañar cierta certidumbre en este misterio cabe entonces reflexionar así:
3. Dio
su vida
Premisa
uno: En todo sentido, sea en principios de vida como en cada detalle de
su actuación, sea en filosofía o en hechos concretos y pequeños, sea en
cada palabra salida de su boca, la vida de Jesús es límpida,
incuestionable e irrebatible.
Premisa
dos: Hay algo extraordinario, dentro de este esquema tan práctico y
tangible, cuál es que luego de un dominio cabal de los asuntos de la
realidad, lo sorprendente es que nos hable que hay otro mundo después de
este, y que él es el reino celestial.
Premisa
tres: A este plano no podemos acceder a fin de constatarlo porque se
nos interpone un muro infranqueable: una pared inviolable que es la
muerte. Pero él sí nos ha hablado de lo que hay detrás de esta valla,
frontera o salvaguarda.
Premisa
cuatro: dio su vida por estas revelaciones para ofrecernos un camino de
salvación, la misma que humildemente él entregó para dar fe de estos
hechos a los cuales por nuestras propias limitaciones no podemos
corroborar desde aquí y con ningún instrumento, salvo el de la fe.
4. Hasta
el infinito
Jesús
fue hijo adoptivo de un carpintero. Ni siquiera fue hijo legítimo,
desde el punto de vista del orden del mundo, o de la especie u
organización humana.
Fue,
en ese sentido, un ser herido si se lo estima desde el orden aceptable
de una familia, dentro de una pareja formada por un hombre de carne y
hueso, y de una mujer. Es decir, hasta en ese plano ya cuestiona el
orden establecido
Su nacimiento, su procedencia y su origen para su clan inmediato estuvieron sembrados de dudas, cavilaciones y sombras.
María
estuvo a punto de ser apedreada, por resultar embarazada de quien no
era ni su consorte ni su prometido. Fue, el de Jesús, un embarazo
oculto, lleno de amenazas incluso en el plano administrativo, y en el de
la salud. Nació en un pesebre y sobrevivió. Todo esto es abismal.
Si es que todo lo pensáramos desde el lado común y corriente, desprovistos de toda idea mesiánica, él es un resiliente.
Y quien, pese a ser así, se eleva muy alto, hasta lo imperecedero, eviterno e inmortal, pero desde la marginalidad.
5. Verdades
meridianas
Asimismo,
él, que era del mundo interior, fue el que más reconoció la belleza del
universo exterior: de las flores, de las aves y de los frutos; del
agua, de las mieses y hasta del aroma de los campos; y hasta del vestido
de la gente. Y se enfrentó al poder del Sanedrín, de los sacerdotes de
entonces, como de los escribas y fariseos.
Que
un hombre de carne y hueso haya levantado tan alto al linaje humano,
sin ser la nuestra su condición, y no siendo esta su materia, es para
tiritar y estremecerse.
Que
no siendo esta su morada, desde aquí haya subido y traspasado más allá
de todas las lunas y los soles y de todas las estrellas, es jubiloso y
pleno de gloria.
Si
solo se tratara de una travesía humana tal y como ocurrió la hazaña de
Jesús ya sería una quimera por increíble, total y magnificente.
Y lloraríamos de emoción de solo ver que alguien se atreviera a intentarla. Lograda y producida, ¿qué nos embarga? El estupor
¿Y si no fuera cierto? Cabría anhelarlo que ocurra, hasta dar la vida y morir por ese motivo.
6. Un mundo
posible
Por
eso: es inmensa y grandiosa la proeza de la especie humana de tener un
Jesús de Nazaret. Y de quienes van valientes y convencidos tras él.
Esta convicción se fortalece cuando contemplamos lo que aquel hizo por algo que no era suyo.
¡Salvó a la humanidad ofreciéndole una esperanza que nuestros secos corazones reconocen difícil de creer!
Que
hasta ahora dudamos pese a que de por medio no solo está la vida de él
sino una muerte horrenda para que no nos quepa duda de los desatinos que
podemos perpetrar.
Nos
abrió e iluminó una nueva casa. Nos dio la capacidad de mirar la muerte
como un tránsito, y como un salto hacia adelante, a una morada
permanente.
Él ha redimido a la humanidad de todas sus miserias y la ha hecho digna.
Y lo hizo un marginado, un ser de otro sello u otra estirpe o linaje, de quien expresamente declaró que este no era su mundo.
Es
quien nos ha trazado la senda de un mundo posible para nosotros
conturbados y enceguecidos por las sombras nos muestra un mundo mejor a
seguir.
7. A partir
de este misterio
Que
el ser humano siendo anejo ocupe después el centro; que siendo barro se
torne luz, que siendo sombra se inflame, es regocijo y alborozo.
Que no siendo divino se divinice, es de por sí exultante y asombroso.
Y
este fue el legado de aquel maestro capaz de legitimarse como el máximo
en bondad, coherencia y en pureza; y que como ningún otro ha cruzado
por la superficie de este globo. Y que ahora ilumina a toda la grey
humana que deambula sobre esta superficie lacerada.
Pero, era también Jesús hijo ilegítimo de la tierra. Porque ésta no era su sustancia ni su reino ni morada.
Ni
tuvo aquí siquiera una piedra en la cual recostar su cabeza, como él
mismo lo dejó advertido y señalado; ni nadie que en el momento decisivo
de su martirio y crucifixión lo hubiera defendido.
Sin embargo, aquel hijo adoptivo también de la esfera terráquea nos ha dejado un camino tendido entre cielo y tierra.
Nos
lo ha hecho llano, previendo que ese sendero es escabroso y lleno de
abrojos, de renuncias y privaciones, pero finalmente adonde arribaremos a
una vida luminosa que exorciza la muerte.
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CONVOCATORIA