Danilo Sánchez Lihón
Verdes son mis algarrobos verdes,
verdes como la fe de la esperanza,
entre sus ramas se columpian nidos
formados por las aves en su andanza.
Verdes son mis algarrobos verdes,
Vals Mis Algarrobos
de Rafael Otero López
1. Animosos
y fuertes
El árbol de algarrobo es considerado “Un regalo de Dios”. Pero, ¿cómo apareció este tótem sobre la faz de la tierra?
Cuenta la leyenda que dos niños huérfanos, perdidos en el desierto, se morían de hambre y de sed.
Iban a sucumbir de inanición; pero imploraron ayuda, y de ellos se apiadó la Madre Tierra.
Esa noche al dormir a campo traviesa, soñaron que acampaban bajo un árbol vigoroso y protector, quien les decía:
– Al despertar prueben de mis frutos. Les darán fortaleza y así podrán llegar hasta el manantial de aguas cristalinas.
Ciertamente,
al despabilarse al amanecer sobre ellos se alzaba un árbol inmenso y
coposo; de aspecto benévolo y paternal, y de cuyas ramas colgaban unas
vainas amarillentas.
Probaron
de esos frutos, que los sintieron dulces, agradables y sanos, tanto que
después de comerlas se sintieron animosos y fuertes.
2. Se brinda
y ofrece
Al
reemprender la caminata buscando el manantial de aguas cristalinas
esparcieron las semillas por doquier; por uno y otro confín.
Así,
el algarrobo se convirtió en un árbol ícono, en un referente sagrado,
puesto que opone la vida llena de júbilo y contento a lo que es
inanimado, estéril e inerte.
Es ídolo y emblema, protector de todo lo que tiene pulso, latido y aliento en el desierto.
Se
vincula con todo aquello que encarna esperanza, con aquello que
defiende y afirma la vida. Y se emparenta con el hogar humano que casi
siempre se erige bajo sus ramas y a sus pies.
Se
enfrenta con emoción, talante y rigor a todo lo adverso, como es el sol
calcinante, o los vientos que arrasan la tundra, y como son las noches
inclementes en lo seco y descubierto de los páramos.
Y
todo en él se consagra en amparar a lo humilde y pequeño, a quienes se
brinda y ofrece, hasta el sacrificio de convertirse en leña que arde a
fin de ofrecer y prodigar consuelo al mendigo.
3. Tierra
prometida
Es
un árbol amigo y protector, y su fruto es energizante. Sirve de forraje
y hasta de madera para construir nuestras cabañas al pie de su follaje y
de su penumbra amable y protectora.
Es alivio en la canícula, pues hasta él avanzamos para tendernos bajo su fronda apacible, y recobrar las fuerzas perdidas.
Probando
de sus frutos que no solo se inclina generoso para ofrecérnoslo sino
que hasta los riega generoso por el suelo, sin tener que subir siquiera a
lo alto de sus ramas para cogerlos. ¿Quién así lo hace? Solo un ser
dadivoso y magnánimo.
Solo
un ser noble y esencialmente bueno, como son un padre, una madre, un
abuelo, una abuela. Entonces esa es su índole, su condición y su
jerarquía; ese es su rol y su linaje.
Un ser que se hace responsable de la vida, que nos cobija, calmando nuestra ansiedad a fin de emprender nuevas jornadas.
Y nos provee de su savia, del dulzor de sus frutos que saben a entraña y a tierra prometida.
4. Rompe
vientos
Su
fruto, denominado algarroba es rico en azúcares, proteínas, minerales
como es el calcio y el hierro; así como es sustancioso en vitaminas.
De
la algarroba se obtiene la algarrobina que es un energizante natural.
Como de sus flores se elabora miel, jalea, polen y cera.
Las hojas secas caídas que entran en descomposición son utilizadas como abono orgánico.
El
árbol mismo de algarrobo se lo emplea como cortinas rompe vientos en la
llanura desolada, en donde campean los ventarrones. También se utilizan
sus ramas ya cortadas como cercos para señalar horizontes.
Es pródigo también porque atrae a otras especies vegetales y a una rica y profusa fauna silvestre que habita en su ramaje.
Es
importante para el control de las dunas de arena, constituyendo el
sustento económico de muchas familias de las zonas rurales de Piura,
Tumbes y Lambayeque.
5. Honda
sabiduría
Es
ejemplo de abnegación y altruismo; es aquel que todo lo siente y lo
piensa en función de los demás, del prójimo como debiéramos ser los
hombres.
Señala
dónde hay agua y la extrae con sus tentáculos no importa gota a gota. Y
nos anima a acampar, a hacer casa donde armar el fogón y quedarnos a
vivir si es posible para siempre.
Nos convierte de nómades en sedentarios, transformando lo fútil y pasajero en algo permanente y estable.
Cobija
bajo su fronda al redil del ganado y extiende sus ramas para nosotros
amarrar la hamaca y adormecernos bajo su honda fragancia. En torno a él
cacarean las aves: las gallinas, los pavos y los patos, y bajo el rumor
de su tallo encuentran razones para procrearse los cuyes, conejos y
cabritos; como el ganado ovino, vacuno y caballar.
Comparte
penas y alegrías con la gente. Se complace en ver nacer bajo su copa
sonora a los niños rozagantes, como se apena de ver morir a los ancianos
temblequeantes.
Por eso, si hay un árbol con profunda moral, verdad luminosa y honda sabiduría vital, ese es el algarrobo.
6. Matriz
de vida
Al
igual que el burro o el piajeno, como aquí lo llamamos al jumento o
pollino, el algarrobo es árbol tutelar de Piura. Y es reconfortante que
así sea, confiando en un ser leal, honrado y veraz.
Un
árbol de ramas entrelazadas en lo alto, de hojas pequeñas y cuyo fruto
en forma de vaina color castaño cae de manera natural. De él se obtiene
la algarrobina, el té de algarroba y hasta se lo muele haciéndolo harina
para preparar mazamorras.
Y
tiene una raíz que como barreno entra en forma vertical hasta lo más
profundo de la corteza terrestre buscando agua. Y lo encuentra en la
napa freática, siendo un indicador para allí cavar nosotros pozos a fin
de proveernos del líquido elemento.
Y
de él, que es un ser bueno, aprovechamos todo, hasta su sombra que la
brinda de buen corazón y nos inspira a lo noble y a lo tierno, siendo
esta una matriz de vida renovada. Por eso, en estos tiempos aciagos,
nosotros pensamos en ser cada día más como el algarrobo.
7. Digno
de aprecio
Que es un árbol fuerte, de sentir y pensar sincero, que lo hace ser auténtico y verdadero. Pero, además valeroso.
Como
aquellos seres humanos, hombres y mujeres, que se dedican a defender al
más débil, y ponen su hombro y su brazo en lo más duro de sostener a
fin de que la vida prosiga con su canción sencilla. Y que ojalá sea
mejor cada día.
Como
aquellos seres humanos que no buscan para sí lo fácil, ni lo cómodo ni
lo que a ellos le convenga sino lo que convenga a todos. Que asumen su
destino con entereza, y comprenden que su vida ha sido hecha para servir
y prodigarse a los demás.
De
allí que se quedan donde nacieron o vuelven a su lar nativo; y allí
erigen su tronco recio y sonoro, y elevan su follaje diáfano para que
debajo se cobijen quienes así lo requieran.
Y
contrasta su propuesta con la arena parda y los pedruscos plomizos del
terreno, sosteniendo el verde como bandera que flamea trémula en el
desierto. Y eso es lo bueno, porque eso es lo que nos enseña y enaltece,
a ser animosos, alegres y a optar por lo puro. Por eso es patriarcal y
digno de aprecio y reverencia. Por eso, ¡que viva el algarrobo!
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CONVOCATORIA