Danilo Sánchez Lihón
1. Mi lucha
está ganada
– Pero, ¡qué ocurre ahora amigo Chacaltana! ¿Por qué esa efusión y este arrebato?
–
El ser maestro, colega Gambini, da satisfacciones como ésta, que es
como si el ángel repentinamente y, ya sin que lo esperes, te abrazara. Y
entonces te ahoga la emoción, que déjenme que la saboree, y extasíe en
ella mi vida. Desde ahora yo postulo a Santiago Antúnez de Mayolo para
el Premio de Excelencia y Medalla de Oro del Colegio Nacional Nuestra
Señora de Guadalupe, y al mejor alumno de su generación. Y con eso me
retiro definitivamente de la vida magisterial.
–
Pero no olvides que este premio lo aprueba, otorga y lo impone el
propio Presidente de la República del Perú, a quien le extrañará y ha de
sorprenderle que no sea alguien de ilustre apellido, de la tres veces
coronada Villa de Lima, ni de su clase social.
–
¡No importa si eso ocurre! Entonces no me jubilo, sino que renuncio con
la frente en alto. Cualquiera sea las formas, ahora ya puedo retirarme
con todas mis banderas izadas a mis cuarteles de invierno. Y aunque yo
no he tenido nada que ver en la formación de este muchacho, siento que
justifica mi vida. Hoy me he dicho: Chacaltana, ya tu lucha está ganada.
No ha sido en vano que dediques tantos años de tu vida al magisterio, y
a trabajar de manera sacrificada en la noble tarea de educar.
– Y yo, ¡a todos, invito a tomar un café, celebrando este día!
2. El Perú
es eterno
– Vamos, pues, yo también necesito algo hondo y caliente.
–
Y ahora ya al abrigo de este cafecito. les juro hermanos que me he
emocionado. Más aún de ver a un muchacho humilde, como nosotros, como tú
y como yo, ¡con tanto aplomo y con tanta lucidez! Y tiene nuestra misma
piel, los mismos ojos negros azabaches, el mismo pelo cetrino, los
mismos labios abultados y los mismos pómulos salientes, pero ¡con tanta
claridad de pensamiento y de alma! ¡Es increíble! El maestro también
tiene derecho a algunas alegrías y a algunas lágrimas. ¡Salud!, aunque
sea con café.
–
Tiene razón nuestro colega el profesor Chacaltana. En provincias, no
hay laboratorios, no hay bibliotecas, ni cuentan con los profesores de
San Marcos que son los mismos que enseñan aquí en el Colegio Guadalupe,
ni siquiera hay luz eléctrica. Y entonces, ¿cómo surgen los alumnos que
de allí nos llegan? Porque junto a este joven recién llegado están
Abraham Valdelomar, Federico More y varios otros.
–
¡Ajá! Y el lugar de donde viene Antúnez es Huacllán, en Aija, más
recóndito y pequeño, a más de los 3,400 metros de altitud, es decir allí
hace un frío tremendo.
–
Por eso el Perú es eterno, indestructible, un país diamante, porque su
fuerza viene de adentro, no de afuera. Por algo somos una de las cinco
grandes culturas civilizatorias universales, según el sabio inglés
Arnold Toynbee.
3. Regocijo
en mi pecho
–
Y, ¿quiénes han sido los maestros de este muchacho? –Le pregunté–. Los
sembríos, los ríos, el bosque. Y por poco me dice: la vida misma. Es
decir, la riqueza de experiencia de un país múltiple y aún desconocido
como es el nuestro.
– Esa es también mi modesta conclusión, querido Chacaltana.
– ¡Claro! Porque al final en la formación de este chico estamos todos.
– Pero debe haber algo, una referencia más específica.
–
Simbólicamente, me ha dicho, los caminantes, los peregrinos que tomaban
descanso en el poyo de la casa en el camino de Casma a Huaraz. Es
decir, la experiencia acumulada de la gente de a pie.
– Realmente extraordinario.
– ¡Ah, día estupendo es este! No alcanzo a explicarme, pero estoy contento.
– Todo enseña; y de todo se aprende. Es una máxima pedagógica.
–
No pensé que la vida me iba a deparar esta emoción formidable, ni a
premiar de este modo tan nítido. Me voy feliz y contento. Ustedes me
recordarán entonces como el inconforme del maestro Chacaltana que al
final se coronó de triunfo. Yo recordaré al Guadalupe por este chico,
con un gran regocijo en mi alma.
4. Medalla
de Oro
Y al duro, rijoso y empedernido Cesáreo Chacaltana ese día sus colegas lo vieron llorar.
El
Premio a la Excelencia y la Medalla de Oro del Colegio Nuestra Señora
de Guadalupe, que significaba al mejor alumno de su generación, le
fueron entregados en diciembre de 1904 al alumno Santiago Antúnez de
Mayolo, por el Presidente de la República del Perú, Dr. José Pardo y por
propuesta presentada por el profesor Cesáreo Chacaltana quien ese mismo
año gestionó su jubilación.
El
año 1905 Santiago Antúnez ingresó a la Facultad de Ciencias de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, siendo alumno predilecto del
decano y renombrado matemático Federico Villarreal.
Al
graduarse de Bachiller en Ciencias, en el año 1907, recibió Medalla de
Oro, siendo condiscípulos suyos personalidades relevantes de las
ciencias, las artes y las humanidades, tales como:
José
de la Riva Agüero, Manuel Prado, Oscar Miro Quesada, Pedro Dulanto,
Juan Lavalle, José Gálvez, Pedro Paz Soldán, Felipe Barrera, Max Arias
Schreiber, y tantos otros, que con el correr de los años dirigirían los
destinos del Perú.
5. Hacia
el porvenir
En
1908 Santiago Antúnez de Mayolo emprende viaje a Europa para seguir
estudios en el Instituto Electrónico de la Universidad de Grenoble en la
ciudad del mismo nombre, situada al sur oeste de Francia, en la región
alpina, rica en caídas de agua y ríos similares a como los tiene el
Perú.
Región
aquella altamente industrializada, especialmente escogida y recomendada
para que allí siguiera sus estudios, por el profesor Guarini de la
Universidad de San Marcos, conociendo que su alumno era un enamorado de
los ríos que bajan de los nevados. Fue allí que este estudiante
aprovechado, que sorprendía por su gran dedicación e inquietud, obtuvo
su título de ingeniero electricista.
La
modificación en los condensadores eléctricos que hizo Santiago Antúnez
de Mayolo como un experimento escolar y en su juventud, se aplican hasta
el día de hoy en la fabricación de los aparatos radiorreceptores y
equipos de la industria electrónica. Y las obras de electrificación que
investigó y diseñó en el Perú son portentosas, las grandes y colosales
hidroeléctricas con que cuenta nuestro país han sido hechas por él.
Pero,
lo importante es que sus obras, que tienen como origen los sueños, no
son proyectos por comprobar, sino que son realidades tangibles, algunas
de ellas ya realizadas para proseguir en su potenciación y otras aún por
emprender. Son obras que asombran, edifican el espíritu, así como
configuran y proyectan al Perú hacia el porvenir.
6. Por el mismo
camino
Ahora
bien, siendo el referente Albert Einstein hay muchas similitudes y
coincidencias entre la vida y obra del sabio alemán y Santiago Antúnez
de Mayolo; tales como su atracción por la luz, la gravitación y el
átomo. Y su consagración al campo de la física y matemáticas. Casi
fueron contemporáneos. Einstein nace en Ulm, región de niebla e
inundaciones, en Alemania, el 14 de marzo del año 1879. Antúnez en
Huacllán, en Aija, Perú, en 1887. Einstein muere en Princeton, en 1955.
Antúnez en Lima, en 1667.
Ambos
fueron buenos y excelentes alumnos, desmintiendo el infundio de que
Einstein no era un estudiante destacado, lo cual fue un error de
apreciación de sus primeros biógrafos que han perpetrado este equívoco
tras del cual se justifican relajos entre los estudiantes. La confusión
surge al leer las libretas de notas de Einstein sin reparar que en Suiza
donde estudió la calificación de 6 puntos es de excelencia, en cambio
en Alemania que utiliza otro sistema es desaprobatoria.
Pero
la coincidencia mayor es que ambos no formularon sus hipótesis basados
en la física experimental, ni de laboratorio, sino basados en la
capacidad relacional de las construcciones mentales y en los referentes
matemáticos. Las de Einstein fueron teorías que luego se experimentaron y
comprobaron en la realidad dando como resultado su absoluta certeza.
Antúnez llega por el mismo camino a postular intuiciones geniales acerca
de la gravitación y principalmente en 1924 al descubrimiento del
neutrón como componente del átomo.
7. Ser
un hombre
Sin
embargo, hay un juramento sobresaliente en el caso de Santiago Antúnez
de Mayolo, y que sin dudas es un dato importante y fundamental para la
Escuela del Triunfo que nosotros propugnamos como aquella que deberíamos
alentar para que prospere nuestro país, galería en la cual Santiago
Antúnez es uno de sus baluartes más señeros.
Y
ese detalle es el siguiente: que él juró ser siempre pobre. Dentro de
sus grandes sueños, que quisiera recordar, uno es este: una vida
austera, tenaz y sacrificada. Juramento que lo hizo aun siendo joven.
Fue pobre en bienes materiales, sin dejarse seducir ni por el dinero ni
por las prebendas ni por las falsas apariencias.
Y
este juramento lo cumplió a carta cabal. Jamás se orientó por ganancias
ni beneficios personales. Nunca condicionó su trabajo en función de los
emolumentos que tenía que percibir. O bien, todo lo que ganaba lo
invertía para bien de la comunidad. O financiaba con ello algún proyecto
energético que quería emprender, poniendo su propio dinero.
Esta
quizá sea su prédica principal, su magisterio y su égida, porque es
lección moral. Que es la enseñanza que se proyecta también en el campo
del arte y la literatura y que va mucho más allá de los premios y
reconocimientos que podrían hacer creer que ese es el objetivo de todo
arte. Y esto es tener alma andina y ser Incas.
Santiago
Antúnez de Mayolo es el poeta de la luz, los ríos, las montañas, del
átomo y de las estrellas, para todos quienes luchan y tienen esperanzas
en la autenticidad de lo que es ser un hombre.