Danilo Sánchez Lihón
1. Desmadejada
en el aire
Santos
Verde tiene un cuerpo sano y fuerte. Es tímida, ruborosa y discreta.
Iluminan sus ojos una fuerza viva e inteligente. Es tierna de carácter y
limpia como un arroyo y una fuente. Algunos refieren que, antes de la
elección, sentía un rechazo enérgico por el modo de proceder del
hacendado para escoger a su esposa, cuál ha sido convocar a toda
muchacha de edad entre 17 y 20 años de su inmensa hacienda a presentarse
con sus padres el 20 de mayo de 1833 en la plaza de su hacienda, fecha
en que él auxiliado de dos preceptoras venidas de Trujillo escogerá a
quien ha de ser su futura esposa.
Se
cuenta que, en todo el camino para concurrir a la cita, les reprochó a
sus padres por llevarla para participar de aquel acto. Que ella nunca
pensó ni se le cruzó por la cabeza que sería la elegida. Mientras el
resto de muchachas se hacían suposiciones en ser la pareja del opulento
dueño de tierras con sus ríos, lagos y cordilleras, y del destino de
mucha gente, ella reprobaba rotundamente la idea. Y solo concurrió por
complacer a sus padres.
Cuando
él le descubrió el sombrero que prácticamente le tapaba el rostro casi
llora de la rabia y la vergüenza. Pero cuando le oyó decir «¡Es ella!»,
se le esfumó la cólera y tuvieron que cogerla antes de que se desmayara,
quedando desmadejada en el aire. A partir de entonces asumió con una
gran compostura y reverencia su futuro rol de esposa del hacendado más
rico del virreinato del Perú.
2. El abuelo
del poeta
Pablo
Manuel de Porturas y Corral, a su regreso del viaje de España, que se
ha iniciado inmediatamente después de la elección de su futura esposa,
ha traído consigo al sacerdote mercedario José Rufo Vallejo, a fin de
que este celebre la boda y se haga cargo del cultivo de la
espiritualidad y de las virtudes en la feligresía de la gran villa.
Ha
asumido la conducción de la parroquia de Santiago de Chuco y cuida de
la iglesia del lugar. Aquí engendra una hija y un hijo, este último
llamado Francisco de Paula Vallejo Benites, quien fuera después padre
del poeta César Vallejo.
La
boda de Pablo Manuel tenía que realizarse al año de haber elegido a su
futura esposa, pero ha tenido que aplazarse ocho meses porque el
sacerdote recién venido ha enfermado gravemente en Trujillo. En ese
tiempo, al joven se le ha visto en Angasmarca frecuentando tabernas y
cantando junto a los trovadores del lugar.
Días
antes de la boda, doscientos invitados han partido desde Trujillo,
convocados especialmente para asistir a la ceremonia, para lo cual desde
la hacienda y hasta el pueblo de Santiago de Chuco están saliendo los
campesinos en varias jornadas a limpiar y a sembrar flores en el sendero
por donde va a pasar la comitiva de concurrentes.
3. La ceremonia
es magnífica
Dos
personajes atraen la atención al pasar el séquito por los diferentes
caseríos: uno es la novia que, según se ve, ha regresado completamente
cambiada, tanto que parece una reina entresacada de un álbum, o de un
almanaque, o de algún daguerrotipo colgado en un comedor. Ha sido
cultivada en algunas artes, y ahora sabe leer y escribir.
El
otro personaje que concita enorme atractivo es el sacerdote José Rufo
Vallejo, de piel sonrosada y cabello tan rubio que parece de oro, con la
mirada translúcida y fascinada por la belleza paradisíaca del lugar. Es
tal la apostura de este personaje que los campesinos se le acercan a
adorarlo. Y pese a la altura del caballo donde va, le besan el borde de
la larga túnica que porta, completamente blanca, con filetes dorados,
como sacerdote mercedario que es.
Tres
días antes de la boda los habitantes de la casa hacienda han sido
licenciados de sus labores, y todo a fin de que reine el sosiego y la
tranquilidad en esta estancia, dispuesta totalmente para consumar el
connubio. La ceremonia es magnífica y emocionante. Se reparten bocados y
potajes para todo el mundo, siendo la alegría desbordante como si se
tratara de la fiesta del santo patrón o patrona del pueblo.
4. Solo
las aves
La
boda se realiza en la iglesia del pueblo, cuyo altar mayor de estilo
barroco luce íntegramente bañado en pan de oro y los altares que
flanquean la gran nave luce el colorido de sus columnas, áspides y
estatuas. Ella constituye una reliquia y una joya colonial de valor
incalculable. Fue construida en el año 1650 por don Martín de Aranda y
Porras quien tenía el título de marqués.
Muchos
señorones de la más rancia nobleza de Trujillo, han montado en sus
cabalgaduras y venido rumbo a la fiesta de casamiento en Angasmarca. Un
coro polifónico y dos orquestas de músicos, han sido especialmente
traídos de la capital del departamento.
Pero
también se oye el rechinar continuo de las bandas pueblerinas; la
principal compuesta de trompetas, clarinetes, saxofones; como hay otras
que son de flautas, quenas y traveseras. No hay viaje de luna de miel.
Después del acto solemne en la iglesia, la pareja se ha instalado en la
casa hacienda y se ha dado la orden de dejarla más bien solitaria, que
es cuando más resuena el río de aguas espumosas que corre a sus pies.
Los
esposos recién casados permanecen en aquel lugar que para el efecto
luce lleno de cadenetas y guirnaldas cimbreantes. Aquí se trata de que
reine una paz absoluta. Solo las aves se atreven a posarse y emitir sus
zureos o piidos, en los techos de aleros amplísimos y de cumbreras
largas y parejas.
5. En la nave
central
La
casa apenas es atendida durante estos días por una cocinera de
confianza, quien coloca frutos de los campos en los exteriores del
dormitorio del patrón y la patrona, situado en el segundo piso cerca de
la torre y la espadaña. La única vez que en estos días se ha visto a la
flamante esposa es cuando ha salido a juntar flores del huerto, al cual
se puede acceder bajando por un grueso escalón que desciende desde las
habitaciones altas y por la parte posterior.
Se
le vio aquella mañana recogiendo alhelíes de coposos racimos amarillos,
límpidos y fragantes, que cortó en ramas largas donde van prendidos
varios capullos aún perlados de rocío en sus pétalos y pecíolos apenas
abiertos. Y junto a los alhelíes varias rosas blancas y rojas, de
pétalos aterciopelados y recientes que exhalan toda su fragancia.
A
eso agregó al ramillete que sostenía crisantemos azulados, y otros
blancos con el centro escarlata, y hacia adentro lo sensible de sus
pétalos, dormidos o despiertos. De las flores del estanque ha escogido
tres calas o lirios de agua, con su espiga porosa al centro, que
envuelve la espátula blanca de forma acampanada.
Y,
entre esas flores exóticas, el suncho propio de estos lugares, de color
anaranjado, abierto hacia todos los lados en pétalos simples, regulares
y parejos a partir del bulbo del centro. Y con todo ello sube y
desaparece otra vez por la puerta de su habitación de recién casada.
6. Sus
vástagos
Cinco robustos hijos e hijas son el fruto del matrimonio de Pablo Manuel de Porturas y Santos Verde.
Ellos son:
Luis de Porturas y Verde, quien dedicó su vida a las labores propias de la campiña.
Juan
Francisco de Porturas y Verde, dedicado también a su hacienda y
enterrado en la iglesia matriz de Angasmarca el 7 de junio de 1885.
María
Josefa, quien muere soltera el 1 de agosto de 1888 y acompaña a su
hermano Juan Francisco en unas tumbas que yacen ubicadas en la nave
central de la iglesia.
Fernando,
el cuarto hijo, fue abogado y diputado al Congreso de la República
entre los años 1876 y 1879, y quien ya anciano murió en Angasmarca.
José
del Carmen de Porturas y Verde fue médico dedicado a curar a los
enfermos pobres en Trujillo; también fue diputado del Congreso en las
legislaturas ordinarias de los años 1885 a 1888, y en la legislatura
ordinaria del año 1889, siendo además alcalde de Trujillo, de abril de
1893 a junio de 1899.
7. De él nace
César Vallejo
Santos
Verde, la esposa de Pablo Manuel de Porturas, quien fuera escogida de
entre una multitud de tres mil muchachas el 20 de mayo del año 1833, fue
una esposa ejemplar y magnánima. Se
la recuerda como protectora de la población indígena del lugar. Y de
los peones de la hacienda. Estableció que a todo trabajador se le diera
buena alimentación, ropa gruesa y abrigadora. Eliminó el reparto del ichi carami que era, en vez de darles comida, repartirles coca y cal, así como ron y alcohol.
Estableció
que la leche de los animales que antes era recogida para la hacienda a
fin de fabricar queso y mantequilla, fuera propiedad de cada familia que
criara las vacas o cabras que la produjeran, y que sirviera para
alimento principalmente de niños y jóvenes. Estableció que en la
hacienda hubiera una posta médica y una escuela para niños muy pequeños.
Muchos la tomaron como su protectora y hasta como su paño de lágrimas, porque ella siempre trató de ayudar a los pobres.
El
sacerdote Rufo Vallejo que fue traído de España para casarla fue abuelo
del poeta César Vallejo. Y quien pese a tener una hija y un hijo, se lo
evoca como un hombre angélico, dueño de una honda espiritualidad y
sublime misticismo. La iglesia de Angasmarca en la provincia de Santiago
de Chuco, en donde ella se casara, es una maravilla arquitectónica que
luce primorosa cada día, adornados sus altares con las mismas flores que
ella recogiera del huerto de su casa el día en que contrajera
matrimonio bajo este cielo.
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CONVOCATORIA