Danilo Sánchez Lihón
La esperanza
es un sueño despierto.
Aristóteles
1. Los rieles
del tren
Una vez escuché decir a un niño, después de estar jugando, que: “de los trenes lo que más tiene sentido son tos rieles”.
Y me quedé admirado, mirando y en ensoñación, pensando largamente en esa frase.
Y
me dije entonces; ¡pero, claro! Porque los sueños son los rieles por
los cuales va a pasar el tren de la historia y la realidad el día de
mañana.
Si no soñamos es como si no tuviéramos la capacidad para tender carriles por los cuales debe pasar ese tren.
Y
esas vías las podemos tender por las rutas hermosas, espléndidas y
lozanas que queramos. Porque soñar es abrir y forjar caminos.
Esos
sueños tenemos que regalarnos a nosotros mismos, porque esa es la viga
maestra y la nave en que arribaremos a puerto, en esta tormenta.
Nave que tenemos que ofrendarla a nuestros pueblos para hacer de ellos comunidades hermosas, felices y fortalecidas.
2. Vivimos
en lo maravilloso
Hay
que soñar más y mejor, de distinto modo y con rigor. Hay que soñar y
empuñar nuestras herramientas enrumbando por esos horizontes abriendo
senderos.
Haciendo
todo lo posible para que nuestras manos amasen, moldeen y configuren la
realidad en la medida de esas imágenes y de acuerdo a esos anhelos.
Para
que luego los acontecimientos vayan por esas líneas férreas tendidas
por las rutas que nos señalan las ilusiones y la creatividad más noble y
acrisolada.
Estos
sueños son los que hacen cada vez nuevo el mundo. Son los que
reinventan la realidad y fundamentalmente al hombre en una dimensión más
esperanzada, elevándolo a niveles superiores de realización.
Sueños que crean una nueva humanidad. Que nos prodigan un nuevo manojo de ideales en los cuales creer y por los cuales luchar.
¡Que nos redimen!
Sueños
capaces de exorcizar nuestras escaseces, pobrezas y miserias y
descubrir que por el hecho de existir vivimos en lo maravilloso y
sagrado como posibilidad hacia otras existencias.
3. Solo
descubrimos
Los
románticos como escuela literaria y movimiento en el campo del arte y
la cultura, fueron los primeros en reconocer a la imaginación como
fuerza creadora y le dieron el poder que ella tiene. Antes, nadie se
atrevía a proponer al hombre como un ser creador ni soñador pues eso
resultaba irreverente frente a las creencias que postulaban todo como
hechura divina y acabada.
La
perfección de la obra de Dios o la idea de cambiar el mundo era algo
que no se concebía ni entraba en discusión, dado que plantearlo hubiera
sido hasta sacrilegio y blasfemia hacerlo. El destino de cada uno de los
seres humanos se daba como inscrito y previamente prefijado, y que tan
solo teníamos que asumir y sobrellevar.
Porque
eran tiempos en que se sostenía que el único creador y soñador es Dios.
Que nosotros solo descubrimos, desciframos, asociamos u ordenamos de
diverso modo lo ya concebido y existente. Porque todos los paradigmas y
modelos ya están elaborados y establecidos.
Y
que lo único que podemos hacer es develar esas estructuras, novedosas
en su presentación, pero predeterminadas en su esencia. Quizá lo que
podamos hacer es solo asociarlas a otras, construyendo de ese modo solo
nuevas relaciones y osadamente alterando sus procesos.
4. La clave
es soñar
Y
fue con la Revolución Francesa que el hombre reconoce y asume el
atrevimiento no solo de ser un sujeto de Derechos, sino de crear y soñar
destinos propios para cada ser humano en particular, y para la sociedad
en su conjunto como algo general.
Porque soñar es ser trascendentes y lanzarse a imaginar mundos nuevos dando importancia de la libertad.
¡Claro
que antes hubo manifestaciones importantes de creatividad! Pero en
aquellas etapas de la historia no se atrevía a soñar, ni actuó para
concretar mundos nuevos sobre la faz de la tierra.
Por eso, tanto como seres idealistas se necesitan personas que construyan en base a los sueños que ellas mismas concibieran.
Tan es así que Vincent Van Gogh tiempo después afirmaba:
Sueño mi pintura
y pinto mi sueño.
La
clave es soñar en grande, alto y lejos. Por eso, al levantarte cada
mañana salta sobre el lomo del caballo de tus sueños y recorre el mundo,
imaginando lo que más anheles, lo cual es una manera de hacerlo ya
posible de concretarlo aquí.
5. Por un mundo
digno y feliz
Regalémonos
mutuamente el don de los sueños, y no creer que eso sea condenable, ni
es delirar, ni tampoco es alguna especie de locura. Alentemos a que el
hombre dé la debida importancia a soñar, porque en no hacerlo radica
nuestra desgracia, nuestra falta de cordura, y hasta la pérdida del
juicio.
Porque
ellos son los timones que nos impulsan y guían hacia delante. Son los
barcos pilotos que van sondeando las rutas del porvenir. Juntos hacen la
utopía que todos tenemos el deber de idear en nuestra mente y cumplir
en nuestro paso por el mundo.
Cabe entonces aspirar con el alma y concretar con todo el afán de nuestras manos, brazos y hombros solidarios, nuestros sueños.
Por eso,
soñar es un deber aquí y ahora. Soñar nuestros países, soñar la
felicidad parta nuestros pueblos; como se sueña a una amada o a un
amado: ¡Apasionadamente! Y creyendo en aquello que ideamos.
Porque
todo se tornará más hermoso si es que soñamos de a verdad. Y si es que
ponemos fuerza y coraje en hacer que este mundo, en el cual nos
ilusionamos, se plasme en la cotidianeidad.
6. A partir
de lo ya vivido
Porque
muchos se afanan, también en aras de los sueños, por acabar con esta
realidad; se esfuerzan por destruirla, aniquilarla, esfumarla. Y dentro
hacer estallar al hombre.
O
bien, se complacen por socavar esta endeble realidad maldiciéndola,
comprando un boleto para fugar de ella. Alejándose de su tierra, su
historia y su lengua.
Y de la capacidad de construir aquí y ahora una esperanza viva y real.
No
es muy valiente desaparecer o negar esta realidad, ni mucho menos
evadirla; tampoco es legítimo hacerla partiendo de la nada. O de
inventarla a partir de un papel en blanco. O de una consigna lejana y
extraña.
Lo
difícil y supremo, verdaderamente, es enrumbarla, recrearla,
transformarla sin cambiar ni la esencia ni las raíces que son buenas.
Como
es bueno todo en la naturaleza esencial de los seres y las cosas.
Volviendo a soñarla, pero a partir de lo ya vivido, y tomando siempre
como base nuestra identidad.
7. Rieles
mágicos
Estimado
Danilo, leí tus reflexiones acerca de los sueños, y las metáforas que
allí recreas, que como siempre conmueven e inspiran. En razón de ello
escribí esta poesía, que te envío en referencia a lo que son los rieles y
los sueños, y que dice así:
SUEÑOS
(Rondel)
Rieles mágicos son los sueños
Clavados en esta tierra,
Sin horizontes pequeños,
Cruzando el campo o la sierra.
Sin respetar los diseños
Que la geografía encierra,
Rieles mágicos son los sueños
Clavados en esta tierra.
De ellos somos los dueños,
Reflejados en los ojos,
En los semblantes risueños,
Que derriten los cerrojos,
Rieles mágicos son los sueños.
MALU OTERO
Brasil
*****
CONVOCATORIA