Lo importante es el niño
y no tanto el aprendizaje
1. Formación
integral
El teatro infantil debe enseñar divirtiendo y divertir enseñando, lo cual es difícil de lograr, salvo en el teatro mismo.
No ha de ser ni divertimento puro ni fría lección escolar puesta en lo que es un formato o apariencia de teatro.
Esquema
que hemos de evitar y para lo cual se han de tomar en cuenta no sólo
las formas sino las esencias y el fondo de lo que es el teatro.
Porque,
para ser y merecer el nombre de teatro aquella manifestación que
pretende llamarse así, tiene que ser primero obra artística, que rescata
aquellas cualidades innatas en el niño, cual es representar.
Esto
es, actuar dando vida a personajes propios de nuestra imaginación; así
como enfocando temas y asuntos correspondiente a inquietudes e intereses
de niños y jóvenes y en relación con su proceso de formación integral.
El
compromiso del teatro infantil es con lo vital, anímico y esencial,
encarando los grandes contenidos inherentes al destino de la persona
humana.
2. Libre
creatividad
No
le corresponde ni compete entonces temas que son propios del programa
de estudios, ni del currículo, ni del sílabo oficial, como tampoco es su
compromiso el desarrollo del Calendario Cívico Escolar. Ni ningún otro
asunto de interés para la institucionalidad educativa pero no para el
niño.
Porque
ya es hora de concebir la escuela no sólo como el espacio circunspecto
en donde tiene únicamente cabida lo que está normado y forma parte del
plan de estudios, excluyendo todo aquello que no es intrínsecamente
pedagógico.
El
teatro infantil no está para ocuparse de aquello formal previsto en los
lineamientos y en las orientaciones académicas y administrativas que se
dan para situar y orientar la acción que se desarrolla en las aulas.
Y
es que la escuela también debe ser espacio para la creatividad total y
plena, sin limitaciones ni cortapisas, espacio libre y mágico en donde
se instale el teatro abierto a todo aquello que la libre creatividad
puede aspirar a desarrollar.
3. De dentro
hacia afuera
Siendo
así, el fin del teatro infantil no es el producto escénico, ni la
interpretación de personajes, ni la excelencia en la actuación. Tampoco
lograr presentar con la mayor calidad una pieza teatral. No está el niño
supeditado al resultado estético de la obra, porque arte es mucho más
que estética en educación.
El
fin del teatro en vínculo con la educación es el desarrollo del niño y
todo lo que el ejercicio del teatro puede coadyuvar a la formación de la
persona humana, haciendo que ésta experimente nuevas emociones, se
sienta más en armonía consigo mismo. Y que mediante la actuación sus
movimientos sean más fluidos, y que su expresividad brote más
espontáneamente de dentro hacia afuera. Y más que la obra misma lo que
importa es lo que se logre despertar en la sensibilidad y la conciencia
de niños y jóvenes.
Si
dentro de todo este repertorio de logros se añade el que se sienta
gratificado con una representación que pueda ser celebrada por aquellas
personas que para él son importantes, mucho mejor; hecho que ha de
elevar su autoestima ante todos quienes asistan al acto de puesta en
escena, pero eso no es lo principal ni lo que debe regir en el teatro
infantil.
4. El arte
engrandece
Una
tendencia muy acentuada que ha regido como fin en el teatro infantil es
el principio de “Instruir deleitando”, resulta equívoco por unilateral y
sesgado.
Ya
no es lo que debería sostener ni orientar el teatro que se desarrolla
en la escuela. Porque no es lo que legítimamente sustenta al teatro en
este nivel, partir del propósito y la intencionalidad pedagógica.
Para después, y en segundo orden, adoptar algunas formas, recursos, medios y posibilidades que lo vinculen al arte.
No
es el teatro como manifestación humana auténtica hecha para animar el
proceso de enseñanza aprendizaje de ninguna materia pedagógica.
Ciertamente
el maestro y profesor deben tener cualidades histriónicas, y recurrir
frecuentemente él mismo a hacer teatro, buscando llegar al espacio de
los afectos y emociones para allí erigirlos cimientos y columnas
rectoras del alma humana.
5. Encontrar
claves
Como
tampoco es el fundamento del teatro en la escuela el enseñar a secas.
Porque reducirlo a ese fin sería desperdiciar o perder su dimensión más
fecunda cual es ofrecer al niño una experiencia estética verdadera y
sustantiva.
Como
tampoco es el fin del teatro infantil descubrir o preparar actores
dramáticos o personas para dedicarse al cultivo de esta manifestación
artística.
Su
propósito es estimular al niño a poner de manifiesto su expresividad
mediante el gesto, la palabra, el movimiento y la actuación.
Instalados
ya en esta perspectiva es importante producir mensajes, ideas, belleza y
significados que sirvan, de estímulo y motivación a quienes actúan y a
quienes observan, para comprender determinados contenidos o fenómenos de
la realidad.
Pero, mucho más –y ojalá así sea– para encontrar claves esenciales con las cuales guiarse, orientarse y vivir.
6. Ese plano
promisorio
El
teatro infantil rompe barreras que obstaculizan la comunicación, la
interacción con el medio y la captación de mensajes que ofrece la
realidad.
Pero,
además, abre los canales a la espontaneidad, a la libre expresión, al
vínculo con el yo profundo, y con los diversos seres y personajes del
mundo circundante.
Porque a través de él el niño alcanza a:
a. Expresarse.
b. Participar.
c. Integrar grupos.
d. Crear colectivamente algo.
e. Ganar en autoestima.
f. Sentir reconocimiento
g.
Conocer desde dentro el conflicto y la solución de problemas que
presenta la vida en el medio circundante y afecten a su sensibilidad.
7. Capaz
de ser
Permite comprender:
a. Aspectos de la psicología y del alma humana
b. Conflictos en donde relucen valores y conductas ejemplares
c. Nociones acerca de la realidad natural, histórica y cultural.
Permite expresar:
a. Problemas e incertidumbres
b. Potencialidades y capacidades
c. Anhelos, esperanzas y expectativas
Con
él todo aquello que es positivo para el niño será capaz de hacerse y de
ser; porque quedará abierta la puerta liberadora para acceder a ese
plano promisorio.
Y
si hay algo que lo acosa y es negativo se le estará poniendo la válvula
que cierra la posibilidad de que el niño realice aquello desfavorable;
porque el teatro le estará permitiendo avizorar cuáles son las
consecuencias de una y otra acción, aparte de hacerse más consciente
respecto a cuáles son los códigos de conducta socialmente aceptados.
Epílogo:
Una entelequia
De
allí que en el teatro para niños la perfección en la actuación no
cuenta, cuenta el juego, la interpretación, la expresividad. Cuenta un
contenido que hay que expresar; cuenta una gran aspiración que hay que
hacerla cada vez más nítida. Cuenta un referente importante para guiar
la nave de nuestra vida, cuál es una entelequia, una quimera y un ideal.
De
manera más específica, en este ámbito las dramatizaciones son muy
oportunas para dar nociones importantes respecto a aquellos asuntos
básicos y esenciales de la naturaleza humana que queramos visualizar con
mayor nitidez.
Esto
gracias a que una idea que cobra movimiento y se perfila a través de
los actores deja una impresión más diáfana y fórmulas mucho más
funcionales para repensar la realidad.
De
ese modo logramos que se internalice más y mejor toda noción sobre la
cual queremos que recaiga la reflexión de la persona humana, presentando
en vivo y en movimiento aquello que se quiere decir, exponer y pensar
con mayor profundidad.
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CONVOCATORIA