Danilo Sánchez Lihón
1. Legiones
de obreros
– ¿Cuántos años tiene usted?
– Ahora diecisiete, profesor.
– Y, bueno, ¿en el amor? ¿Está usted enamorado?
– Sí, profesor. – Sonrisas y aplausos de los compañeros.
– Y, esa privilegiada dama, ¿vive aquí, en Lima, esa dama?
– No, profesor. Se han quedado en mi tierra.
– ¡Ah, caramba! ¡Son varias! –Risas jubilosas de los compañeros.
– Se trata, profesor, de que yo estoy enamorado de los ríos.
– ¿De los ríos? ¿Del agua que corre por unos cauces llenos de piedras?
–
Sí, señor. Porque no solo son bellos sino trabajadores, son legiones de
obreros, multitud de brazos pendientes de nuestras órdenes.
– ¿Así, qué extraña y novedosa visión? ¡No me había dado cuenta de que los ríos tuvieran brazos ni que fueran trabajadores!
Risas, algunas estrepitosas.
2. Quiénes
son
–
Sí. Lo tienen y lo son. Hacen funcionar las fábricas; encienden la luz
de las ciudades; iluminan las casas, los comercios, las universidades,
los colegios y sus aulas como esta, si es que su fuerza la convertimos
en energía eléctrica.
– ¡Ah, claro! ¡Tampoco me había dado cuenta de eso!
–
Pero, además, son guerreros del ejército Inca para defender nuestra
patria, soldados que cantan himnos de victoria. Son nuestros Incas que
han querido permanecer como ríos para nuevamente forjar la grandeza del
Perú.
– Entonces usted cree que los ríos tienen una época preferida de la historia, y tienen seguramente ideología.
– Los Incas supieron quiénes eran los ríos. Ahora nos hemos olvidado de ellos, o no sabemos quiénes son.
– Y seguramente somos malos con ellos como seres vivos que ellos son.
–
Sí, efectivamente. Se los contamina y desperdicia. Pero, aun así, son
el magnánimo Pachacútec, de un poder inmenso y noble para transformar y
hacer la riqueza y la prosperidad de nuestra patria. Son oro puro.
– Como ha dicho usted, tienen oro. Y, por lo que sé, ¡esa es su desgracia!
3. Su flora
y su fauna
–
Me refiero a otro oro en ellos. Tienen el oro de la energía eléctrica,
para el país que soñamos. Son oro puro porque su fuerza vale más que
todo el oro que ahora se encuentre en su cauce o en sus orillas; o el
que se llevaron los conquistadores españoles en la colonia.
– ¡Oiga usted! ¡Qué interesante! o sea que tienen oro eléctrico.
–
Sí. Es un ejército de luz, de coraje, de amor a la gente. Se trata
entonces de extraer ese poder, esa fuerza, esa nobleza. Cada río nuestro
es diez mil, veinte mil, cincuenta mil hombres trabajando. Es una
multitud jubilosa de manes llenos de fe, vitalidad y coraje. Son
titanes. Y tienen de todo: agua para la agricultura, alimentos en los
peces, moluscos y crustáceos, ¡y energía!, incluso para tener
calefacción y atemperar el frío de nuestros pueblos de altura en la
serranía.
– Y, usted, ¿también escribe y hace literatura, no?, por la manera cómo habla y se expresa; y sobre todo ¡cómo delira!
–
He escrito poemas y he recogido y puesto en escritura algunos mitos y
leyendas de mi tierra. Y escribiré sobre nuestras culturas ancestrales
que respetaban a la madre tierra, y supieron de la bondad de nuestros
ríos y lagunas; de los nevados y la lluvia; e hicieron canales y andenes
y no los envenenaron como hacemos ahora, que ni respetamos su caudal de
agua, ni mucho menos su flora y su fauna.
4. Se puede
allí
– Pero los ríos que yo sepa más bien son destructivos. ¿Y lo estamos viendo ahora por las noticias que se publican a diario, no?
–
Los ríos no son destructivos, ni torpes ni perversos; es la
organización y el tipo de vida que hemos adoptado lo que produce las
desgracias.
– Entonces estudiará historia.
–
Aunque me gustan mucho las ciencias humanas, estudiaré ciencias
aplicadas y seré ingeniero eléctrico. Haré hidroeléctricas para mi país.
Los ríos, profesor, hasta en el lugar más feroz y peligroso nos están
ofreciendo bondades y prodigalidad a manos llenas.
– Pónganos un ejemplo de lo que ha dicho a toda la clase, que le está escuchando.
–
El Cañón del Pato, considerado el lugar más temible, espantoso y hasta
infernal, o como un obstáculo desde que fue un muro infranqueable para
hacer avanzar por allí el ferrocarril que uniera la costa con la sierra y
llegara hasta Huaraz, que forma un cajón profundo e infranqueable, que
se piensa que solo el diablo puede haberlo inspirado y que
consecuentemente de acuerdo a ese pensamiento es una maldición, es un
lugar propicio para construir allí una hidroeléctrica poderosa.
– ¿En esas peñas? ¿Entre esas moles de granito que hacen una estrechísima garganta? ¿Cómo, ah?
5. A fin
de volver
– ¡Horadando la roca! Para eso ya existe tecnología disponible.
–
¿Y en qué se utilizaría tanta energía? Las poblaciones de ese ámbito y
región son pobres y hasta míseras. ¿Van a consumir energía eléctrica?
¿Van a poder pagarla?
–
Precisamente para que dejen de ser indigentes. Se podrían construir en
sus cercanías fábricas de fertilizantes para producir abonos utilizando
las calizas del lugar, productos que son necesarios para nuestra
agricultura, convirtiendo esa región en el lugar más fecundo y florido
del Perú.
– Y, ¿dónde piensa estudiar esos conocimientos tan avanzados? ¿Aquí?
–
Estudiaré ciencias como base en la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos. Y estudiaré ingeniería eléctrica, que es la aplicación de dichos
conocimientos, en algún país de Europa que tenga ríos parecidos a los
nuestros de la serranía y que haya alcanzado a desarrollar en la
construcción e instalación de hidroeléctricas, a fin de volver y
convertir los ríos del Perú en alegría y bienestar para la población más
necesitada de mi país.
– Entonces, ¿tiene medios económicos para hacerlo?
–
La promesa de mi padre, de ayudarme. Y mi padre, si bien no tiene
muchos recursos, lo que promete lo cumple porque es un hombre esforzado
en el trabajo.
6. Hoy
día
– ¿Quiere a su tierra? ¿Ama al Perú?
–
Mi sueño es estudiar también astronomía para descubrir cuerpos
celestes. Y a un grupo de ellos, ojalá que sean estrellas aún no
localizadas, darles el nombre del Perú y de Aija, que es mi pueblo de
origen.
– Muchas gracias alumno, Santiago Antúnez de Mayolo. Tome asiento. Y gracias por su sinceridad.
El
profesor Chacaltana ha dejado de abanicarse con el sombrero. Es
cáustico y severo, trejo y rijoso. Sin embargo, esta vez, al terminar la
clase y al salir del salón, busca un lugar apartado. Extrae su pañuelo y
se lo pasa varias veces por el rostro y por los ojos para disimular sus
lágrimas.
–
¿Y cómo le fue amigo Chacaltana? –Le preguntan sus colegas viéndolo
entrar al Salón de Profesores en el Colegio Nuestra Señora de Guadalupe.
¿Examinó al nuevo alumno provinciano?
–
Bien, hermanos. ¡La vida nos da a veces gratas y tremendas sorpresas! Y
aunque nosotros no lo hayamos formado, no sé por qué, pero siento que
mi vida recién ahora está justificada. Y ya puedo retirarme. Y gozar de
mi jubilación. Hoy día por fin me retiro, colegas, hermanos, camaradas.
¡Por fin veo la luz al final del túnel! Voy a redactar mi carta de
cesantía.
–
Pero, ¡qué ocurre Chacaltana! ¡Dinos, por favor, qué ha pasado! ¡Cuál
es la ofensa, el dicterio o la afrenta recibida para una decisión tan
abrupta!
–
¡Ninguna! Al contrario, hermanos. Hoy siento mi vida salvada. Ese chico
nos ha dado a todos una clase de algo que no sé cómo calificar ni
describir ahora.
7. Árboles
genuinos
– Pero, ¿el muchacho es autor del trabajo presentado que tanto te interesaba esclarecer si era original o era copiada?
–
¡Eso y mucho más, hermanos! El trabajo no solo es original, sino que el
muchacho es una promesa asombrosa. Tiene las ideas más claras del
mundo. Y me emociona saber que viene de una provincia, en dónde creemos
erróneamente que todo está negado, Y que no hay nada, que de ahí no va a
salir nada, porque son montañas y páramos desolados.
– ¿Así?
–
Viene de un lugar que creemos eriazo, desde el punto de vista de la
ciencia, ¡en donde falta todo! ¡Y es así! Pero, ¿cómo irrumpe y aparece
un portento como es este joven? Les confieso que he llorado, de sentir
que de allí vendrá entonces, ¡como ahora!, la mayor de las soluciones
para nuestro sufrido país. Y me emociona de alegría de que así sea.
– Chacaltana, nos tienes en suspenso, explícanos.
–
Que el alumno recién matriculado en el colegio es el visionario que
tanto tiempo hemos estado esperando que se manifieste y surja de entre
las carpetas y los libros abiertos del salón de clases.
– ¿Tanto así? Pero, cálmate. ¡No llores Chacaltana!
–
¡Cómo que no! ¡Lloro! ¡Porque de ese modo se me está corroborando que
tenemos esperanzas de sobra! Porque si allí nacen los árboles genuinos y
gigantescos que nos están viniendo, ¡estas piedras preciosas!, entonces
quiere decir que ¡nos hemos salvado todos, hermanos!
8. raíz
poderosa
– Esto significa que ¿te has convencido de que él es el autor auténtico del trabajo que tanto te ha asombrado?
–
¡Eso es lo mínimo! ¡Eso ya no importa! ¡Muchísimo más que eso, hermanos
es este chico! Por eso ¡estoy llorando! Porque miren esto: aquí
estudian los hijos de los señores más poderosos del Perú, la clase A.
Pero viene gente humilde, que allá no tiene nada y rayan. Nos dejan con
la boca abierta. ¡Y no es vergüenza la que siento, sino orgullo!
– ¡Y siendo los alumnos que aquí tenemos muy buenos!
–
¡Claro! Así es. Pero ahí están, en el mismo salón, ¡ah!, ese chico que
viene de Ica, Abraham Valdelomar. El otro que viene de Puno, Federico
More. ¿Quiénes son frente a los Prado, los Miro Quezada, los Lavalle,
los Ugarteche, que aquí estudian y ahora son sus compañeros de carpeta? Y
ahora viene este joven de Ancash, Santiago Antúnez de Mayolo y
sencillamente asombra. ¡Son genios! ¿Qué nos dice todo eso, hermanos?
– Ciertamente, sorprende.
– ¡Nos dice que nuestra raíz es poderosa e infinita!
– Pero, tranquilo, Chacaltana.
– ¡Déjenme llorar! ¡Mucho más si es por el júbilo que ahora colma mi mente, mi corazón y mi alma!
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CONVOCATORIA