OTRO
MUNDO ES POSIBLE, ARTE
POÉTICA, DE DANILO
SANCHEZ LIHÓN
Julio
Yovera Ballona*
Un nuevo libro de poesía nos entrega nuestro hermano
Danilo. La obra es el resultado de una vida militante en la poesía y de una reflexión
honda sobre la vida, y por eso nos habla de la historia del cosmos y de la
tierra, de los sueños de todos y los de él, de los caminos que se transitan al
borde del abismo, así como también de los amores hechos principios y los amores
hechos ternura – pasión de mujer.
Deliberadamente no pretende ser un esfuerzo lírico
abstracto de teoría poética, sino una crónica que describe el origen del mundo.
Dice el poeta en Otro mundo es posible:
“Desde la explosión del mundo,
hace cinco mil millones de años, en que una gigantesca bola de cristal hecha de
materia ígnea estalla y se expande en miles de fragmentos ardientes, pasaron
otras decenas de millares de años hasta que esos elementos fueron formando
estrellas y planetas lejanos.”
La poesía, si tenemos que definirla por necesidad, es luz
del alma, el alma del pensamiento, verbo hecho vida. La poesía es una de las
pocas palabras que tiene significación absoluta en todas las culturas, en todas
las etnias, en todas las civilizaciones.
Poesía es sinónimo de vida y de belleza. Y es vida no solo
desde el punto de vista de la cronología temporal y dialéctica de la especie;
es vida porque nace con el hombre, y, es que antes de armonizar sus fonemas, la
especie pensante ya hacía poesía. Por eso está asociada a las primeras
manifestaciones subjetivas y anímicas de los seres humanos, igual que la
música, igual que la danza.
Atrevámonos a soñar. No estamos en este lugar, no
llevamos los trajes que nos cubren, no tenemos tarjetas de crédito en la
cartera, ni celulares en los bolsillos. Soñemos. ¡Somos en este momento una agrupación de seres
primitivos!
Nos asombramos viendo la luna, hermosa como un manantial transitando
en el cosmos; nos intrigan las estrellas que ululan y nos seduce su brillo de
metal; sentimos en nuestra piel desnuda las miradas de aves gigantes como los
árboles; nuestros oídos captan el arrullo de los ríos, y las gotas de lluvia parecen
cascadas sobre las hojas. Nos exaltamos y agradecemos a los dioses. Somos sacerdotes o brujos, sentimos que de nuestro
ser sale una luz que hoy llamamos poesía. ¡Mucho antes de que el hombre pudiera
sacar fuego de las piedras, la poesía ya era llamarada! De ello habla Danilo en
el libro que estamos comentando:
“En esa mirada y
en esa pregunta, en ese instante de la huida y del descanso arrebolado a la
vera del camino, ante el asombro de algo aparentemente inútil pero lleno de
claves secretas, nace la poesía.”
Ante el enigma de la rosa
impoluta, que es la otra orilla de la explosión y el incendio, a despecho de la
caravana de seres poderosos que presidían la marcha buscando refugio, allí
precisamente se configura y estalla la poesía.”
La poesía sirve y alimenta. No es un plato de lentejas,
sino trigo del alma, que nutre el espíritu pues ayuda a los pueblos a construir
su identidad. Sino veamos, La Ilíada y La Odisea, La Eneida de Virgilio, La
Canción de Roldán, El Cantar del Mío
Cid, el Ramayana de la India. Todas estas creaciones de la especie en
diferentes latitudes, ¿no ayudaron acaso a continuar la ruta, a forjar un destino?
¿Y qué de nosotros, a quienes las fuerzas oscurantistas
nos han presionado para que renunciemos a nuestro derecho de soñar? ¿Y qué de
nosotros que han pretendido identificarnos como un pueblo sin cultura? ¿Se
puede decir de nosotros que carecimos de
esta poesía vivencial y originaria? No. Nosotros también hicimos lo que todos
los pueblos antiguos. Y lo hicimos con creces y lo hicimos con ventaja.
Nuestros pueblos también han cantado, también han construido
y forjado su identidad, contando con el misterio de la poesía. Recordemos la
lírica anunciación que explica el origen de la cultura quechua, cultura que
estaba destinada a extenderse por todo lo que hoy llamamos América. Nuestras
culturas originarias hoy tienen el reto de resarcirse de las heridas que
sufrieron por obra y gracia de las manos del viejo orden feudal y del orden
“moderno”, que reduce la especie y la vida a la simple condición de mercancía. Y
a pesar de todo, aquí estamos recordando y haciendo historia:
“De las espumas del lago Titicaca salieron Manco Cápac y
Mama Ocllo; recibieron una barreta de oro y un mandato del padre sol, hagan
camino y ahí donde la barreta se hunda, forjarán una ciudad…” Díganme, ¿¡no es
una hermosa poesía, que aporta de manera poderosa a la construcción de la identidad!?
En la cultura tallán, de donde provengo, hay también un mito
que explica el origen de esta cultura: “Atravesando el desierto, Wallak, el
pájaro errante capaz de avizorar en la oscuridad, identificó un oasis y ahí estableció
a los suyos.”
Con ello lo que quiero decir es que la poesía es historia
y mito, pensamiento y espíritu, que ha ayudado siempre a darle una
característica a los pueblos. Esa es una de las razones de la poética de
Danilo, el hermano animador de Capulí, Vallejo y su Tierra. En Otro mundo es
posible no hay abstracciones ni nebulosas sino poesía hecha del cosmos y de la
tierra, teniendo como centro al hombre, ser supremo de estos reinos.
Dice Danilo:
“Ser cauce, río o mar”
Con el desarrollo de las civilizaciones, las
voces se individualizaron, fue parte del proceso de la aparición de la
propiedad individual y de la separación del trabajo manual con el trabajo
intelectual. El poeta asume entonces una
función netamente social. No importa si su mensaje es lírico o si es épico o si
es dramático.
Lo que importa, en este caso, es que el poeta refleja
como ningún otro tres aspectos esenciales: la historia de los hombres, independientemente
que el poeta se identifique o no con las luchas por un mundo mejor; su
testimonio del arte o su Manifiesto del espíritu, es decir, si decir su
creación de oro en tanto arquitecto del verbo vale en sí misma; y, si es además
de cronista, de arquitecto, de tejedor de filigrana, es un guerrero legítimo que
lucha por los “sueños de los que no han nacido todavía”.
En el primer caso podemos referirnos a Pablo Neruda; en
el segundo caso a Martín Adán; y, en el tercer caso, a Javier Heraud. No son
los únicos, pero entre nosotros son suficientemente conocidos, por eso los
refiero. Y también los refiero a propósito porque frente a una televisión que
embrutece a los jóvenes y los no tan jóvenes, hay que darles información
urgente para que la agresión alienante encuentre resistencia. Honestamente creo
que el libro de Danilo ayuda a ponernos en el camino correcto. Como él dice:
(La poesía) “Es conciencia que se vela y se
crispa. Y sangre que se acuesta”.
Hoy, leyendo la poética de Danilo venían a mi mente los
poemas del guatemalteco Otto René Castillo, quien antes de su sacrificio
heroico, enteramente consciente de lo que le esperaba, dijo:
“Vámonos patria a
caminar, yo te acompaño.
Yo bajaré los abismos
que me digas.
Yo beberé tus cálices
amargos.
Yo me quedaré ciego
para que tengas ojos.
Yo me quedaré sin voz
para que tú cantes.
Yo he de morir para
que tú no mueras,
para que emerja tu
rostro flameando al horizonte
de cada flor que
nazca de mis huesos.
Tiene que ser así, indiscutiblemente.”
Para eso sirve la poesía y por eso los poetas auténticos poseen
ese don hermoso de conmover, de sacudir nuestro espíritu, y de ser mirados de
soslayo por la amada que lo sueña y de odio por los que el orden los hace sus
gendarmes y vigilantes. El poeta lo sabe y por eso tiene que ser responsable en
el uso de ese fuego sagrado que posee.
“El tiempo ese monarca a veces achacoso, de caminar
tambaleante, quien aguza estos tatuajes y vestigios, cicatrices de batallas y
gestas en su devenir silencioso y como tributo a los dioses, a sus pasos y
caminos.
El tiempo que arrastra su manto de rey o su capa de
mendigo. El tiempo en su cuerda suprema y en su nota infinita.”
El poeta es el eterno caminante que sabe darle poesía a
la mujer amada, a la Dulcinea, a la Beatriz, a la Rita “de junco y capulí”, a
la compañera, con la que el poeta establece un hilo invisible de
comunicación, que a veces va más allá de la racionalidad y de las palabras
estrictamente denotativas, y la convierte en símbolo: mujer tierra, dorso de pez,
aroma de la pradera, misterio del mar, caminar de ola. En suma, poesía hecha
mujer.
“Voz que calla.
SINCERAMENTE: creo
que un poema no son meras
Palabras,
Sino actos,
Adoraciones,
inclinaciones profundas ante algo o
Alguien”
El poeta es un convencido que el fruto natural del árbol
de la poesía es el amor. Danilo lo sabe y por eso con un equipo de soñadores ha
sembrado un Capulí hermoso que da sombra. El poeta se desvela porque quiere
hermanar a los hombres, porque desde antiguo, cuando no se anunciaban en bandos
cibernéticos los tiempos de la globalización, ya el poeta soñaba con una
humanidad feliz, hermanada. Entre nosotros, quizás el caso más emblemático de
poesía solidaria es el de Vallejo. Danilo tiene manifestaciones de ese espíritu
solidario.
Concluimos que otro mundo es posible ha hecho posible
esta obra. Danilo con su Arte Poética se ubica en el lado de la orilla de los
que no se quedan contemplando el cadáver de los niños, que muren de hambre y
mueren calcinados con pólvora.
Los poetas tenemos que cuestionar esta realidad, que
sucede en los tiempos que una humanidad se reconoce poseedora del conocimiento.
La humanidad no se ha despojado aún de la lepra del
egoísmo, de la epidemia de la explotación del hombre por el hombre, del cáncer
del expansionismo.
El poeta tiene motivos para cantar, para desvelarse, para
denunciar. No importa que en ese intento
se les vaya la vida. No importa que la crítica literaria oficial transite por
otro lado. Danilo, he ahí su fortaleza, no escribe para la crítica, escribe
porque afincó su trinchera su arte poética priorizando los sueños de los que
claman justicia.
Yo abrazo al
hermano y saludo su obra, porque:
“son
girasoles de tiempo”, y “el tiempo con su sabiduría (…) acrisola estos tenues albores y trazos: los
poemas; son su pasión, su gracia y su antojo de ser.”
Julio Yovera Ballona |
· Comentario de Julio Yovera B., en la presentación
del Libro Otro mundo es posible, Arte poética, de Danilo Sánchez Lihón,
Instituto Cultural Peruano Norteamericano, ICPNA, de Miraflores. Presentación
que compartió con los poetas Ramón Noriega y Omar Aramayo.