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POESÍA DE ROLDOLFO ASCENCIO BARILLAS,
DIRECTOR DE PRENSA INTERNACIONAL DE ASOLAPO - EL SALVADOR
SINTÁMONOS ORGULLOSOS DE SER LATINOAMERICANOS
Por Rodolfo Asencio Barillas
POESÍA DE ROLDOLFO ASCENCIO BARILLAS,
DIRECTOR DE PRENSA INTERNACIONAL DE ASOLAPO - EL SALVADOR
SINTÁMONOS ORGULLOSOS DE SER LATINOAMERICANOS
Por Rodolfo Asencio Barillas
Los pueblos del continente americano somos hermanos, todos con raíces ancestrales y solidarios en la construcción de un mundo mejor. De grandes simientes y estirpe milenaria. Identificados por sus costumbres, características y pensamientos que nos unen en una sola Gran Nación.
Estoy orgulloso de Alaska, por sus hielos árticos y sus hermosos paisajes, por el mar de Bering
Estoy orgulloso de Canadá, por sus bellas ciudades y sus altas cumbres, sus ríos y sus lagos en el Québec y Ontario.
Estoy orgulloso de Estados Unidos, por sus grandes lagos, sierra nevada y su majestuosas cataratas del Niágara.
Estoy orgulloso de México por su revolución social e histórica. Por el templo mayor de los Aztecas, Huey, Teocalli y de sus ruinas Tlahuic.
Estoy orgulloso de Guatemala, por su ciudadela Tikal de la cultura maya, patrimonio de la humanidad.
Estoy orgulloso de El Salvador, por sus ruinas del Tazumal de los Pipiles, las ruinas de Asan Andrés, y la joya de Ceren
Estoy orgulloso de Honduras, por sus ruinas del Copan, los mayas, toltecas y otros
Estoy orgulloso de Nicaragua, por la vieja ciudad colonial de León y Granada
Estoy orgulloso de Costa Rica por sus ruinas el Guayabo
Estoy orgulloso de Panamá por el transoceánico canal de Panamá
Estoy orgulloso por el desierto de Atacama entre el Perú y Chile
Me siento orgulloso por Machupicchu (INKA) y Chichén Itzá (MAYA), maravillas del mundo
Estoy orgulloso por las sabanas del Brasil.
Estoy orgulloso por los climas de tundra y subsolares y las cuencas amazónicas y la cuenca del Orinoco
Me siento orgulloso por los riós: Amazonas, Marañon y Ucayali
Estoy orgulloso por la cordillera de los Andes, de los nevados Yarupa y Chimborazo
Estoy orgulloso de la pampa argentina y del Rió de la Plata
Estoy orgulloso de los nevados Huascarán, Huandoy, Tucu Chira, Jirishanca, Yerupajá, Coropuna, el Cóndor, Auzangate y Tunsho.
Estoy orgulloso de las islas Galápagos, del cabo de Hornos en la tierra del fuego y la puna.
Estoy orgulloso de Alaska, por sus hielos árticos y sus hermosos paisajes, por el mar de Bering
Estoy orgulloso de Canadá, por sus bellas ciudades y sus altas cumbres, sus ríos y sus lagos en el Québec y Ontario.
Estoy orgulloso de Estados Unidos, por sus grandes lagos, sierra nevada y su majestuosas cataratas del Niágara.
Estoy orgulloso de México por su revolución social e histórica. Por el templo mayor de los Aztecas, Huey, Teocalli y de sus ruinas Tlahuic.
Estoy orgulloso de Guatemala, por su ciudadela Tikal de la cultura maya, patrimonio de la humanidad.
Estoy orgulloso de El Salvador, por sus ruinas del Tazumal de los Pipiles, las ruinas de Asan Andrés, y la joya de Ceren
Estoy orgulloso de Honduras, por sus ruinas del Copan, los mayas, toltecas y otros
Estoy orgulloso de Nicaragua, por la vieja ciudad colonial de León y Granada
Estoy orgulloso de Costa Rica por sus ruinas el Guayabo
Estoy orgulloso de Panamá por el transoceánico canal de Panamá
Estoy orgulloso por el desierto de Atacama entre el Perú y Chile
Me siento orgulloso por Machupicchu (INKA) y Chichén Itzá (MAYA), maravillas del mundo
Estoy orgulloso por las sabanas del Brasil.
Estoy orgulloso por los climas de tundra y subsolares y las cuencas amazónicas y la cuenca del Orinoco
Me siento orgulloso por los riós: Amazonas, Marañon y Ucayali
Estoy orgulloso por la cordillera de los Andes, de los nevados Yarupa y Chimborazo
Estoy orgulloso de la pampa argentina y del Rió de la Plata
Estoy orgulloso de los nevados Huascarán, Huandoy, Tucu Chira, Jirishanca, Yerupajá, Coropuna, el Cóndor, Auzangate y Tunsho.
Estoy orgulloso de las islas Galápagos, del cabo de Hornos en la tierra del fuego y la puna.
“PERO ME SIENTO INMENSAMENTE ORGULLOSO DE SER LATINOAMERICANO”
PARA QUE SIRVIERON TODAS LAS COSAS
Por Rodolfo Asencio Barillas
Para que sirvieron en el mundo
Las primeras ilusiones que murieron
Y las viejas esperazas que no llegaron
Por esta ruta
Pasaron los peregrinos
Y los últimos suspiros
Que ahogaron el sudor de su voz
Ayer cultivé la tierra
Y la tierra cultivó mis sueños
Y los sueños se esfumaron
Con las travesías
De la juventud
Yo fui pantano en el desierto
Yo vi tus manos sobre las mías
Yo esperé la luz del alba que no llegó
Yo vi un forastero morir de sed
Y quise embrearme de su dolor
Yo no supe volver al infinito
Ni al universo de tu alma
Yo busqué estrellas en el mar
Y quise edificar mil castillos
Pero tu ausencia desoló mi nostalgia
Yo busqué los placeres del mundo
Y quise vivir en sus locuras
Y siempre quise visitar tu luz
Y beber la tarde con la noche
Para qué sirven los grandes avances del mundo
Si los hombres destruyen la naturaleza
Aunque mañana haya una nueva esperanza
Ayer tuve sed en mi garganta
Y tus aguas pasaron sin dejar huellas
Ahora los hombres viven en las tinieblas
Y el dolor es espina en mi corazón
Después vi en una roca, un manantial
Que sosegó tus labios ardientes,
Y cuando fui niño, añoraba mares sin fronteras
Yo creía que el mundo eran los cerros que me rodeaban
Y el universo, el cielo azul que mis ojos miraban
Quise acariciar las últimas etapas de mi infancia
Después vino el grumos en el roció de la noche
Quise besar los claros días de mi juventud
Y las lozanas mañanas que acariciaban el brillo de tus ojos
Yo, saludaba los montes de mi tierra
Y recibía con regocijo la lluvia de las tardes
Y en mis manos, cual poza de mis sueños
Que detenía la brisa en los altos árboles
Y el primer amor que viví en mi infancia
Solo fueron sueños de noches estrelladas
El tiempo pasó irremediablemente
Y no pude detener el llanto de tus ojos
Y tus lágrimas anegaban la pupila de mis ensueños
¿Para qué sirvieron todas las cosas?
¿Para qué se construyeron los amaneceres
Si el alma se evapora en tus manos
Y en mi soledad, vi el río de aguas
Serpentinas.
Yo que amé el tiempo con mis ojos
Y tuve la dicha del placer
Toqué el cielo con mi garganta
En la noche de la emoción.
Yo soy el hombre cósmico,
Que anunciaron las auroras
Yo fui el fruto que no maduró
Y los años que se ahogaron
En el agua de tus pasiones.
Pero ya no están las cosas que amé
El fuego ardiente de tus ojos
Y la alegría de la esbelta primavera
No estaban los sueños de infancia
En el recuerdo de mis umbrales
Ni el canto silente del ruiseñor
En el vilipendio de extraviados
Naufragios,
Ya no están sus manos
Que acariciaban los altos laureles
Ni el rocío que brota en tus ojos
Ni aquellos sueños con imposibles
Ni las grandes ilusiones del mundo,
Para qué sirvieron todas las cosas
Que en cincuenta años no existieron
Yo, fui el manantial de las fantasías
Y conmigo fenecieron los sueños
Que desaparecieron,
En la memoria de los hombres
Yo fui materia nauseabunda
Fui cometa entre galaxias
Me pregunté dónde termina
Lo que comienza soñando
Y conquisté el mundo
En lejanos paraísos
Por aquí pasaron unos peregrinos
La flor que la esperanza no tuvo
El color que opacó el cielo
La lluvia que negó al viento
Sus bondades,
Yo fui abrojo de los arroyos
Que apenas es signo de luceros
Que olvidaron los viajeros.
Yo fui el grito a la mitad de la medianoche
Y en las estepas desnudas cantan
Yo quise coronar tus laureles
En el siglo que se disolvió en el polvo
Yo quise soñar con el polinesio
Dónde las aves migraron tu brisa
Yo soy el sueño de un poeta muerto
Con versos de amargura
Y soy la sombra inhóspita de tus ojos
Yo soy el espanto que va caminando
Y el llanto torrente de emociones
Yo soy el sueño que nunca fue
Soy la roca que jamás despertó
Yo soy la voz fantasmal del silencio
Yo soy la piedra que tropieza en el camino
Yo soy el viento de las tempestades
Yo soy el trigo molido de la campiña
Yo soy las lágrimas que derrama la fuente
De qué sirvieron los menesteres del llanto
Y el lamento del frío invierno
Y aquel que nadie quiso
Y el aliento que ahuyentó a los pájaros
Y las tristezas de la miseria humana
Yo soy el sediento atardecer de la poesía
En el resplandor de la mustia mañana
Yo soy el sobreviviente de los huracanes
Y el susurro que se arrastra en tu lengua
Y la boca de los amaneceres
En el vacío de las profundidades
¿Para qué sirvieron todas las cosas
Donde la muerte piadosa me privara
En el divino soplo de la vida
Misteriosa.
Que me paga con la presea de la muerte
Galopando con las alas de viento.
ELLA
Por Rodolfo Asencio Barillas
No dormía, no comía
No jugaba, ni vivía
En un sueño
Estático me quedaba
En el mundo sin su voz
Mi alma lloraba
Ella, era esplendorosa
Sus alas de carmín
Y pétalos de rosa
Y en el fulgor de la luz
La vi tan hermosa
En el reflejo de la cruz.
Su voz resonó a mi oído
Que en una palabra expresó
Y un suspiro de su boca salió.
Fue en su leve sonrisa
Bajo la luna llena
En los ramajes cuajados de su amor
Ella mi corazón enloqueció.
Y la vi en la tarde
Radiante con el sol
Y su forma de caminar
También me estremeció
Y al pasar el tiempo
Ella, habló discreta
Y con prudencia
Dirigió su mirada
Hacia el cielo
Su voz enmudeció
Ella aumentó mis desvelos
Y aquellas ilusiones que soñamos,
Su indiferencia desperdició
Y el recuerdo de su amor
Me causó muchos sufrimientos
En sus imágenes acariciadoras
Que a mi alma encendió
EL POEMA
Por Rodolfo Asencio Barillas
Una noche de verso
Le escribí a su amor
Su cuerpo rimaba con el mío
Y que saciaba su esplendor
La métrica de sus ojos
Las silabas solía contar
Era un poema libre
Que nunca quise rimar
Escribí los versos
A su resplandor que amaba,
Ella era tan indiferente
Y le dedique catorce versos
Que dibujaban su belleza
Busqué la rima alejandrina
Y el soneto de su amor
En su pura naturaleza
Volví dedicarle con gran inspiración
Los versos de un poema
Que causó gran emoción
Y con metáfora sangrante,
Te amo en tu constante
Con los versos
Que te hicieron suspirar
Entonces, la quise yo besar
Y con mis versos la pude también amar
Y es la utopía de un idílico aroma
Que hallé en el poema,
Los cuartetos que un día te hicieron soñar
MUJER
Por Rodolfo Asencio Barillas
En el frío invierno de una mañana
Que yo le declaré mi amor
Y vi sus ojos negros
Con gran esplendor,
Sus ojos iluminaban mi boca
Y su luz era brillo en mi ocaso
En esta desdicha loca
Por el desplante de su chulería
Y la gracia de su mirada macarena
Enloquecía mis sentidos de hombría,
Era el aliento de su pecho
Que en toda ella
Me sentía satisfecho
Ella convirtió en ilusión
La noche y el día
Ella tiene la majestuosa belleza
Sus ojos dos luceros
Sus manos la ternura de su encanto
Y su pelo se confundía con las estrellas
Yo quise besar sus labios
Tentados por la emoción
Y quise acariciar su voz
Cual saeta del corazón
Son sus flechazos suspiros
Agravios de la razón
Yo le amé como un niño
Que ama la luz de día
Ella era la mujer de mis sueños
Y la alegría que robó mi corazón
Fue la fe de mis empeños
Que expreso con gran emoción.
A MARIA TERESITA
(De su Padre para su inolvidable Hija, 1986)
Por Rodolfo Asencio Barillas
Hace un tiempo, en un bello lugar
En las campiñas de tu casa
Y las rosas que plantaste
Con tanto amor nace otra flor,
Y el roció que cae de los cielos
Baña tus manos de bello color
Donde cantan los ruiseñores
En los hermosos atardeceres
Allá en los cielos de Ilobasco
Donde el brillo de tus ojos
Iluminan el dulce rostro de tu sonrisa
Pero tú ya no estas;
El viento me dice tu nombre
Y las hojas de los altos árboles,
Me recuerdan tus tristes ojos
Y que un día cubrían el techo de tu casa
En tu bella ilusión,
También se marchó en un suspiro,
Y hay lirios frescos en tu cabecera
Lo que queda, de tu eterna primavera
Que con todo el amor, yo te di
Cuando pueda comprenderte,
Conocerte, y amarte.
Donde estás tú, mi gran amor
Eres mi bello ángel de luz
En la eternidad.
Y en mi ensoñación, también vives tú
Y nuestro sueño, en medio de los campos
Donde jugabas tú.
Cuando de niña, mirabas las lágrimas del viento
Y tus suaves manos acariciaban las estrellas.
Yo te miraba con tanta fascinación
Que me hacías sollozar
Y contemplaba tus lindos ojos,
Y las aguas de un manantial
Me recuerdan a ti
Y en mi inmensa soledad
Habitas tú
Mi cielo, mi tierna criatura,
Que robo mi corazón
Y ahora que tu no estás
Muero de dolor
Buscando en otros amores
Lo que me distes tú
Pero nadie puede sustituir
Lo que siento por ti
Y Que jamás morirá.
Y allá en la eternidad
Donde los sueños
Se hacen realidad
Allí viviré para ti
Junto a los aposentos
Nos diremos
El tiempo que pasó
Y el mundo que nos separó,
Mi bello amor, de mis entrañas
La gran ilusión de mi vida
Que vivirá en la conciencia de mí existir
En los días del porvenir
Y en los años que te dediqué.
Y cuando tu vida se alejó,
Llorando me quedé
Esperando a tu regreso
Que no pude imaginar
Largos años de esperar
Donde esperas tú,
Eres mi bella ilusión
Como también soy para ti
Y vibré en tu regazo
Soñando con tu amor
Cuando quieras tú,
Esperé siempre a tu regreso,
Y jamás llegaste
Donde me encuentro yo
Y mi soledad.
Mi ángel, que yo perdí,
Y mi eterna verdad
Que me encontrará
Donde te encuentras tú
Maria teresita de mi corazón.
ESTAMPAS DE EL SALVADOR (Editado por Nalo Alvarado Balarezo)
.
Por Rodolfo Asencio Barillas
Para que sirvieron en el mundo
Las primeras ilusiones que murieron
Y las viejas esperazas que no llegaron
Por esta ruta
Pasaron los peregrinos
Y los últimos suspiros
Que ahogaron el sudor de su voz
Ayer cultivé la tierra
Y la tierra cultivó mis sueños
Y los sueños se esfumaron
Con las travesías
De la juventud
Yo fui pantano en el desierto
Yo vi tus manos sobre las mías
Yo esperé la luz del alba que no llegó
Yo vi un forastero morir de sed
Y quise embrearme de su dolor
Yo no supe volver al infinito
Ni al universo de tu alma
Yo busqué estrellas en el mar
Y quise edificar mil castillos
Pero tu ausencia desoló mi nostalgia
Yo busqué los placeres del mundo
Y quise vivir en sus locuras
Y siempre quise visitar tu luz
Y beber la tarde con la noche
Para qué sirven los grandes avances del mundo
Si los hombres destruyen la naturaleza
Aunque mañana haya una nueva esperanza
Ayer tuve sed en mi garganta
Y tus aguas pasaron sin dejar huellas
Ahora los hombres viven en las tinieblas
Y el dolor es espina en mi corazón
Después vi en una roca, un manantial
Que sosegó tus labios ardientes,
Y cuando fui niño, añoraba mares sin fronteras
Yo creía que el mundo eran los cerros que me rodeaban
Y el universo, el cielo azul que mis ojos miraban
Quise acariciar las últimas etapas de mi infancia
Después vino el grumos en el roció de la noche
Quise besar los claros días de mi juventud
Y las lozanas mañanas que acariciaban el brillo de tus ojos
Yo, saludaba los montes de mi tierra
Y recibía con regocijo la lluvia de las tardes
Y en mis manos, cual poza de mis sueños
Que detenía la brisa en los altos árboles
Y el primer amor que viví en mi infancia
Solo fueron sueños de noches estrelladas
El tiempo pasó irremediablemente
Y no pude detener el llanto de tus ojos
Y tus lágrimas anegaban la pupila de mis ensueños
¿Para qué sirvieron todas las cosas?
¿Para qué se construyeron los amaneceres
Si el alma se evapora en tus manos
Y en mi soledad, vi el río de aguas
Serpentinas.
Yo que amé el tiempo con mis ojos
Y tuve la dicha del placer
Toqué el cielo con mi garganta
En la noche de la emoción.
Yo soy el hombre cósmico,
Que anunciaron las auroras
Yo fui el fruto que no maduró
Y los años que se ahogaron
En el agua de tus pasiones.
Pero ya no están las cosas que amé
El fuego ardiente de tus ojos
Y la alegría de la esbelta primavera
No estaban los sueños de infancia
En el recuerdo de mis umbrales
Ni el canto silente del ruiseñor
En el vilipendio de extraviados
Naufragios,
Ya no están sus manos
Que acariciaban los altos laureles
Ni el rocío que brota en tus ojos
Ni aquellos sueños con imposibles
Ni las grandes ilusiones del mundo,
Para qué sirvieron todas las cosas
Que en cincuenta años no existieron
Yo, fui el manantial de las fantasías
Y conmigo fenecieron los sueños
Que desaparecieron,
En la memoria de los hombres
Yo fui materia nauseabunda
Fui cometa entre galaxias
Me pregunté dónde termina
Lo que comienza soñando
Y conquisté el mundo
En lejanos paraísos
Por aquí pasaron unos peregrinos
La flor que la esperanza no tuvo
El color que opacó el cielo
La lluvia que negó al viento
Sus bondades,
Yo fui abrojo de los arroyos
Que apenas es signo de luceros
Que olvidaron los viajeros.
Yo fui el grito a la mitad de la medianoche
Y en las estepas desnudas cantan
Yo quise coronar tus laureles
En el siglo que se disolvió en el polvo
Yo quise soñar con el polinesio
Dónde las aves migraron tu brisa
Yo soy el sueño de un poeta muerto
Con versos de amargura
Y soy la sombra inhóspita de tus ojos
Yo soy el espanto que va caminando
Y el llanto torrente de emociones
Yo soy el sueño que nunca fue
Soy la roca que jamás despertó
Yo soy la voz fantasmal del silencio
Yo soy la piedra que tropieza en el camino
Yo soy el viento de las tempestades
Yo soy el trigo molido de la campiña
Yo soy las lágrimas que derrama la fuente
De qué sirvieron los menesteres del llanto
Y el lamento del frío invierno
Y aquel que nadie quiso
Y el aliento que ahuyentó a los pájaros
Y las tristezas de la miseria humana
Yo soy el sediento atardecer de la poesía
En el resplandor de la mustia mañana
Yo soy el sobreviviente de los huracanes
Y el susurro que se arrastra en tu lengua
Y la boca de los amaneceres
En el vacío de las profundidades
¿Para qué sirvieron todas las cosas
Donde la muerte piadosa me privara
En el divino soplo de la vida
Misteriosa.
Que me paga con la presea de la muerte
Galopando con las alas de viento.
ELLA
Por Rodolfo Asencio Barillas
No dormía, no comía
No jugaba, ni vivía
En un sueño
Estático me quedaba
En el mundo sin su voz
Mi alma lloraba
Ella, era esplendorosa
Sus alas de carmín
Y pétalos de rosa
Y en el fulgor de la luz
La vi tan hermosa
En el reflejo de la cruz.
Su voz resonó a mi oído
Que en una palabra expresó
Y un suspiro de su boca salió.
Fue en su leve sonrisa
Bajo la luna llena
En los ramajes cuajados de su amor
Ella mi corazón enloqueció.
Y la vi en la tarde
Radiante con el sol
Y su forma de caminar
También me estremeció
Y al pasar el tiempo
Ella, habló discreta
Y con prudencia
Dirigió su mirada
Hacia el cielo
Su voz enmudeció
Ella aumentó mis desvelos
Y aquellas ilusiones que soñamos,
Su indiferencia desperdició
Y el recuerdo de su amor
Me causó muchos sufrimientos
En sus imágenes acariciadoras
Que a mi alma encendió
EL POEMA
Por Rodolfo Asencio Barillas
Una noche de verso
Le escribí a su amor
Su cuerpo rimaba con el mío
Y que saciaba su esplendor
La métrica de sus ojos
Las silabas solía contar
Era un poema libre
Que nunca quise rimar
Escribí los versos
A su resplandor que amaba,
Ella era tan indiferente
Y le dedique catorce versos
Que dibujaban su belleza
Busqué la rima alejandrina
Y el soneto de su amor
En su pura naturaleza
Volví dedicarle con gran inspiración
Los versos de un poema
Que causó gran emoción
Y con metáfora sangrante,
Te amo en tu constante
Con los versos
Que te hicieron suspirar
Entonces, la quise yo besar
Y con mis versos la pude también amar
Y es la utopía de un idílico aroma
Que hallé en el poema,
Los cuartetos que un día te hicieron soñar
MUJER
Por Rodolfo Asencio Barillas
En el frío invierno de una mañana
Que yo le declaré mi amor
Y vi sus ojos negros
Con gran esplendor,
Sus ojos iluminaban mi boca
Y su luz era brillo en mi ocaso
En esta desdicha loca
Por el desplante de su chulería
Y la gracia de su mirada macarena
Enloquecía mis sentidos de hombría,
Era el aliento de su pecho
Que en toda ella
Me sentía satisfecho
Ella convirtió en ilusión
La noche y el día
Ella tiene la majestuosa belleza
Sus ojos dos luceros
Sus manos la ternura de su encanto
Y su pelo se confundía con las estrellas
Yo quise besar sus labios
Tentados por la emoción
Y quise acariciar su voz
Cual saeta del corazón
Son sus flechazos suspiros
Agravios de la razón
Yo le amé como un niño
Que ama la luz de día
Ella era la mujer de mis sueños
Y la alegría que robó mi corazón
Fue la fe de mis empeños
Que expreso con gran emoción.
A MARIA TERESITA
(De su Padre para su inolvidable Hija, 1986)
Por Rodolfo Asencio Barillas
Hace un tiempo, en un bello lugar
En las campiñas de tu casa
Y las rosas que plantaste
Con tanto amor nace otra flor,
Y el roció que cae de los cielos
Baña tus manos de bello color
Donde cantan los ruiseñores
En los hermosos atardeceres
Allá en los cielos de Ilobasco
Donde el brillo de tus ojos
Iluminan el dulce rostro de tu sonrisa
Pero tú ya no estas;
El viento me dice tu nombre
Y las hojas de los altos árboles,
Me recuerdan tus tristes ojos
Y que un día cubrían el techo de tu casa
En tu bella ilusión,
También se marchó en un suspiro,
Y hay lirios frescos en tu cabecera
Lo que queda, de tu eterna primavera
Que con todo el amor, yo te di
Cuando pueda comprenderte,
Conocerte, y amarte.
Donde estás tú, mi gran amor
Eres mi bello ángel de luz
En la eternidad.
Y en mi ensoñación, también vives tú
Y nuestro sueño, en medio de los campos
Donde jugabas tú.
Cuando de niña, mirabas las lágrimas del viento
Y tus suaves manos acariciaban las estrellas.
Yo te miraba con tanta fascinación
Que me hacías sollozar
Y contemplaba tus lindos ojos,
Y las aguas de un manantial
Me recuerdan a ti
Y en mi inmensa soledad
Habitas tú
Mi cielo, mi tierna criatura,
Que robo mi corazón
Y ahora que tu no estás
Muero de dolor
Buscando en otros amores
Lo que me distes tú
Pero nadie puede sustituir
Lo que siento por ti
Y Que jamás morirá.
Y allá en la eternidad
Donde los sueños
Se hacen realidad
Allí viviré para ti
Junto a los aposentos
Nos diremos
El tiempo que pasó
Y el mundo que nos separó,
Mi bello amor, de mis entrañas
La gran ilusión de mi vida
Que vivirá en la conciencia de mí existir
En los días del porvenir
Y en los años que te dediqué.
Y cuando tu vida se alejó,
Llorando me quedé
Esperando a tu regreso
Que no pude imaginar
Largos años de esperar
Donde esperas tú,
Eres mi bella ilusión
Como también soy para ti
Y vibré en tu regazo
Soñando con tu amor
Cuando quieras tú,
Esperé siempre a tu regreso,
Y jamás llegaste
Donde me encuentro yo
Y mi soledad.
Mi ángel, que yo perdí,
Y mi eterna verdad
Que me encontrará
Donde te encuentras tú
Maria teresita de mi corazón.
ESTAMPAS DE EL SALVADOR (Editado por Nalo Alvarado Balarezo)
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