LA BATALLA FINAL
Jorge Basadre
Jorge Basadre
Situados en Huaraz, los restauradores dedicáronse a aprovisionarse y reorganizarse. Las cartas autógrafas de Gamarra que se conservan en la Biblioteca Nacional de Lima, indican que de él dependió la dirección de las operaciones y que impidió la retirada más allá del departamento de Huaylas. Ello no implica negar el aporte chileno. Era natural que dirigieran quienes conocían el territorio y sus características. El general chileno Bulnes dio muestras de valor y tino-cualidades que no siempre andan juntas- en toda campaña.
Cerro de Pan de Azúcar. Triunfo chileno peruano
Santa Cruz, en vez de esperar, apresuró la persecución de sus enemigos, temiendo trastornos en el Perú y en Bolivia. Un primer encuentro en Buin fue desfavorable para él (5 de enero de 1839). Luego, después de tomar Yungay, se detuvo y empezó a cortar suministro de recursos a los contrarios, esperando recibir refuerzos. Allí fue donde los que habían estado retirándose resolvieron a atacar. Librose así la batalla de Yungay, cuyo punto céntrico fue la lucha por la posesión del cerro llamado Pan de Azúcar, que los confederales acabaron por abandonar a los restauradores. La victoria fue de estos (20 de enero de 1839). La batalla duró seis horas. Tomaron parte en ella aproximadamente seis mil hombres en cada bando. Los chilenos la conmemoran como victoria exclusivamente chilena, y una marcha militar, casi tan popular como el himno nacional de ese país, está dedicada a ella. Marcha acompasada, simétrica, donde laten el orgullo nacional satisfecho y la certeza de la gloria. Símbolo de un pueblo homogéneo, tenaz y disciplinado.
Escudos del sueño quebrado
Santa Cruz abandonó el campo de batalla una hora antes de que la refriega acabara, dejando en su tienda de campaña hasta su cartera privada, que cayó en poder de los vencedores, y pudo en una marcha vertiginosa de cuatro días llegar a Lima en su famoso caballo bayo para ser el mensajero de su derrota. En el palacio de Riva-Agüero, al reconocerse vencido él, tan frío y tan reservado, lloró.[…] Posteriormente, después de que se produjo un motín , el 20 de febrero, y en una tarde de lluvias, rayos y disparos, huyó al puerto de Islay a ponerse bajo la protección del cónsul inglés. Este y la marinería de la fragata Sammarang, de la misma nacionalidad, lo salvaron. (p.p. 94 y 95 de “Perú Independiente “de Jorge Basadre: 2010, Producciones Cantabria S.A.C. Lima- ISBN 978-612.4069-44-4)
El Mariscal Andrés de Santa Cruz