EL ÁRBOL ES ANTERIOR AL HOMBRE
(Análisis del poemario “Confesiones de un árbol” del
Poeta peruano Carlos Garrido Chalén)
Por César Miró
El
árbol es anterior al hombre. Sin él no tendría el ser humano ni frutos,
ni raíces, ni sombra. Carlos Garrido Chalén ha escrito el bello
poemario "Confesiones de un árbol", que tiene un clima cósmico
imaginativo y trascendente en el que el árbol es la primera persona. En
estas Confesiones, el poeta se transfigura y en un lenguaje de
singulares conjugaciones expresa su ternura y su simpatía por un extraño
entorno para decir: “mi jacintos crecieron para el amor del bosque” y
hablará del “reflejo que ha dejado en mí la primavera” mientras nos
sorprende el soñador diciendo: “Un día de estos me escaparé hacia
adentro de mí mismo/ para ver si el nombre que me dieron es exacto” o en
la audaz reflexión del creador de ilusiones que confiesa: “Nadie podrá
impedir que me llene las manos de poblado,/ de extensión, de playa, de
horizonte / y que, huyendo hacia mí mismo / encuentre en mi interior la
voz del viento” o también la confesión metafísica: “Cuando fui árbol /
ví el llanto de las madres / poniéndole agonía a la mirada” o esta
hermosa conjetura: “No habré inventado la pólvora ni la rueda / pero me
gustaría inventar / un planeta sin abismos ni alimañas / para los que
nacerán mañana” donde parece concentrarse el más hondo sentimiento del
predicador que domina un idioma de antiguos proverbios convirtiendo al
hombre y al árbol en un solo e indisoluble ser.
Esta
referencia providencialista, me trae a la memoria el notable poema de
Parra del Riego que viene a ser su casual antepasado, cuando canta a
la mujer vegetal y le dice: “Parada un árbol…Echada un río…Sentada un
alba sentimental…” y unas palabras de la prologuista de sus poemas, la
escritora uruguaya Esther de Cáceres, al observar que en el espíritu
romántico de los Polirritmos, más allá de alguna modulación clásica,
“hace subjetivizar todas las cosas y enriquecerlas con esa fina gracia
interior que une tan profunda humanidad a la visión del mundo”.
Esta
“mujer vegetal” es la pareja lírica y lejana del “hombre árbol” de
Carlos Garrido Chalén, tiene su misma afinación, su aire, su clima sin
compromiso alguno con el trasfondo modernista ni la embriaguez
metafórica del poeta peruano consagrado en el Uruguay.
Garrido
Chalén habla un lenguaje propio, imaginista y actual. No participa de
la lluvia y la soledad de Vallejo, de su nonchalance y su hurañez, si se
me permite el neologismo. Garrido es comunicativo y dinámico, un
sembrador de horizontes, un creador mágico de acordes para instrumentos
musicales que no se han inventado todavía.
CONFESIONES DE UN ARBOL
(Del Poeta peruano Carlos Garrido Chalén)
Antes de ser un hombre
yo he sido un árbol bueno
sobre cuyas ramas creció por temporadas
la tarde con sus sombras.
En aquel entonces tenía mis propios tallos
y mis propias raíces
y servia de parque a los jilgueros.
Y no me molestaba cuando los enamorados
encorazonaban mi corteza
para cruzar con flechas sus sueños
en los míos.
Era un árbol firme
y nada me importaba más que ver mis frutos
venciendo el hambre de los niños;
No recogía uvas de los espinos
ni higos de los abrojos.
Tenía un alma vegetal infinitamente sensitiva.
Y eso lo sabían los grillos que orquestaban
mis fiestas coloquiales.
Era yo árbol para todos. Tronco vegetal
callado y majestuoso.
Pero sobre mi savia crecieron
mis viejas ilusiones
y mis iras.
Y me elevé al infinito irrigado por el llanto
del mismo firmamento,
y resistí estoico las ingratitudes
del clima
y sus tertulias.
Era yo un árbol con ganas de ser árbol!
Mi idioma era el idioma
que hablaban en secreto
los geranios
Y yo era para ellos como un hermano grande
rodeado de eucaliptos y gardenias.
No me van a creer pero yo,
antes de convertirme en caminante
siendo un árbol silente y majestuoso,
tenía el corazón de un ser humano.
César Miró
Fuente:
http://unionhispanoamericana.ning.com/forum/topic/show?id=2659438:Topic:2351510&xgs=1&xg_source=msg_share_topic