FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
SÁCAME PATRIA
DEL PECHO
LAS ESPINAS
Danilo Sánchez Lihón
1. La patria
lacerada
Manuel Scorza es el poeta de la patria lacerada, quien
nació el 9 de septiembre del año 1928 en un hospicio de pobres como era la
Maternidad de Lima situada a un costado del Mercado Central en donde
frecuentemente en una misma cama se colocaban a tres parturientas.
A él la patria y sus miserias lo atraviesan con sus
hierros candentes: el pecho, la frente, el alma. Le atraviesan el corazón con
sus puñales de desgracias y desventuras, lo postran y desangran:
Yo conocí en
mi patria solo rostros vacíos,
hombres de
mirada prematuramente cana,
balnearios de
hueso
donde antes
de tiempo veraneaba la muerte.
Yo solo recuerdo ojos en la niebla.
Así era mi
padre:
un hombre que
miraba la lejanía
como si él
mismo estuviera por venir.
Así son los
que en mí caminan cuando duermo,
así son en mi
patria
los hombres, los pueblos, las cárceles, el mar.
Pese a que ser pobre nos hace amorosos, delicados,
sensibles lastiman sus desdichas y adversidades. Pese a que la pobreza nos
haces sentimentales, humildes y de buen corazón son desgarradores los
sufrimientos, y a él le dolía todo eso.
2. Duele
y lacera
Razones por las cuales juzgó importante cambiarla,
transformarla de cuajo, y él hizo todo lo posible por lograr dicho objetivo
arriesgando la vida y haciéndolo vigente. Y de ello hizo su prédica y el
contenido de su canto.
Pero la patria para él está mancillada y hay
culpables, y esto constituye su amargura y su agonía. Y eso es parte de la
razón por la cual ahora a él se lo elude, se evita nombrarlo y se le margina de
toda mesa bien servida.
La patria es
tierna
decíanme en la infancia...
Por esa veta, filón y galería subterránea empieza a
aparecer la razón de la marginalidad aludida, mucho más cuando, en el caso de
Manuel Scorza trata de la patria ofendida, vejada y lastimada, la patria que duele
y que lacera:
Ahora soy el dolor de mi tierra quebrada.
Porque plantea un contenido que no nos gusta tratar,
porque pone en tapete nuestras miserias individuales y colectivas.
Así como también vuelve a reabrir las fisuras
personales, las mismas que no queremos que alguien nos las recuerde, ni mucho
menos las abra y nos lo muestre como también nos lo enrostre:
3. Pronto
a sublevar
¡Ay, qué
amarga dulzura!
Bella era mi
juventud
Yo cantaba:
ahora estoy triste.
Y es por ti,
patria pobre,
es por esos
pueblos de una sola calle
por donde nunca caminó la dicha.
Su sentido de filiación, de pertenencia y de arraigo
es hondo. Él asume una posición y consuma una posesión, ama su mundo por pobre
que sea. Es más, lo consagra, sublimiza y defiende por ser pobre. Él se aferra
incluso a sus maderos temblequeantes.
Distinta a la actitud de quienes la cambian fácilmente
por otra, de quienes la reemplazan por prebendas, de los apátridas que están en
el trono.
Los mendaces que medran por entrevistas en los medios
tienen enfocadas sobre sí todas las luces porque para eso venden su alma al
diablo.
Y tienen que distorsionar, ofender y lanzar denuestos,
aquellos que por levitar tanto se dicen ciudadanos del mundo o universales.
Scorza en cambio, presto e inflamado por la
vehemencia, encendido de entusiasmo y furor, exaltado por la lucha, pronto a
sublevar, está dispuesto a los arranques, improntus y estallidos, así como a la
cólera:
4. Presencia
que salva
A mí no me
vengan con la patria espuma.
La patria
hiede,
desgraciadamente,
la patria vomita buitres.
Ahora bien, ¿quién no despotrica y se contradice
cuando ama tanto? ¿Quién no cae, se equivoca y sucumbe en la desilusión y el
desengaño?
¿Quién no golpea el espejo cuando lo ha puesto todo en
el fiel de la balanza?
Cuando se ha ascendido por la fuerza del sentimiento a
las cimas de la pasión y la identificación plenas y totales con algo, ¿quién no
rueda por la pendiente y, a veces, hacia el precipicio?
Ay, patria;
ay, enemiga,
¿con qué me has mojado que no puedo secarme?
¿Qué amada, ante quien nos despojamos de todo y a
cuyos pies dejamos la llave y el cerrojo de nuestra vida, no es a la vez una
enemiga?
Irreparablemente, aquella amada es a su vez savia que
nutre como licor que envenena y nos quita la vida.
5. Cuando
se quiere tanto
Porque, ¿qué amor al cual hemos ofrendado todas
nuestras ilusiones y esperanzas no es presencia que salva, pero a la vez abismo,
mala suerte y puñal que asesina?
A mí no me
digan «hay visitas».
¿Hasta cuándo
la patria
será el muro donde orinan los gendarmes?
Quien ama, quien se desvela también tiene derecho al
reniego, a la queja y hasta a la blasfemia.
Quien ha probado el sabor de lo exquisito y ha aspirado el olor de lo
primoroso también sorbe la pena y lo acosa lo agrio, lo amargo y acerbo. ¡Quien
estalla de dicha está presto al llanto, al desgarro y al lamento!
Yo conocí en
mi patria solo rostros vacíos,
hombres de
mirada prematuramente cana,
balnearios de
hueso
donde antes
de tiempo veraneaba la muerte.
Yo solo recuerdo ojos en la niebla.
Cuando se ama mucho, estamos al borde y orillando el
desengaño. Cuando se quiere tanto, se tiene al costado el abismo de la
desilusión y el consecuente resentimiento, vacío y despedida.
6. El arraigo
a una patria
Manuel González Prada, esa egregia conciencia de
nuestra nacionalidad y acontecer histórico, a quien sin duda Manuel Scorza
apreció y admiró mucho, pergeña a su vez este apotegma, reproche e imprecación,
que solo ocurre cuando algo nos duele y lastima en lo más hondo del ser:
Patria: feroz
y sanguinario mito,
yo execro tu
bárbara impiedad,
yo repito: Humanidad.
¡Ay!,
desgraciadamente,
Perú: con
odio tu nombre escribo.
Talado está
el árbol de los relámpagos,
seco está el río de los valientes.
Pero incluso maldiciéndola, apostrofándola y
extrañándola tanto, Scorza opta por el arraigo a una patria y a un destino.
El exilio es
una herida extremadamente grave y dolorosa.
El exilio es casi una condena a muerte.
7. Amaneceres
en flor
Amar la patria y extrañarla, añorar su aire y ante
ello y por ello dar gritos de batalla, es lo valiente y lo supremo en el
mensaje de Manuel Scorza. En quien sus poemas, más que lamentos son proclamas.
Indignación sublevante, y también júbilo a torrentes:
¡Sácame,
patria, del pecho las espinas,
borra los
malos sueños!
¡Enciende la
luz que no se extingue!
¡Danos la libertad que no termina!
Ahora bien, el arraigo no significa inmovilidad. Se
puede ser un trotamundos sin dejar jamás la patria, llevándola siempre a
cuestas, enternecida en nuestros brazos, inspirando nuestros sueños, cobijada
hondamente en nuestro corazón fervoroso.
Como la llevaron César Vallejo o Manuel Scorza, por
los caminos del mundo, por las calles, los bulevares, las esquinas y cafés de
los lugares por los cuales enrumbaban sus pasos, siempre pensando de dónde
habían partido y adónde tenían que volver, aunque el destino hizo que se
quedaron lejos. Pero a cuyo encuentro vamos sea en los amaneceres en flor, sea
en las noches enraizadas en lo profundo.
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MUNDIAL
A LOS 50 AÑOS
DE SU INMOLACIÓN:
HÉROE DEL PUEBLO,
DIRIGENTE VISIONARIO,
BUEN CHUCO, DEVOTO DEL
APÓSTOL SANTIAGO, PAISANO
EJEMPLAR, Y HOMBRE HONESTO
LUIS FELIPE DE LA PUENTE UCEDA
2015: 22 DE OCTUBRE EN TRUJILLO
23-24 DE OCTUBRE EN SU TIERRA
NATAL, SANTIAGO DE CHUCO,
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CONVOCATORIA
XVII ENCUENTRO INTERNACIONAL
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA