Danilo Sánchez Lihón
El agua
en su sorda
antigüedad.
César
Vallejo
1. En la luz
de tus ojos
Nada es tan afín a Dios como el agua, de allí que
todos los bautismos y abluciones de consagración en las religiones se hagan con
agua. El mismo Cristo se compara con ella y dice.
"Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que
cree en mí... de su interior correrán ríos de agua viva".
Antes se creía que el agua era propia de nuestro
planeta, ahora se sabe que de agua es la cola de los cometas que surcan por el
cielo estupefacto, con su bola de fuego adelante y con su cola de agua
incandescente detrás.
Hay agua en la luna en forma de hielo. Y es vapor de
agua la aureola de muchos cuerpos celestes que rotan en la bóveda sideral. El
agua es constante en el cosmos. Y también en el microcosmos, y en la vida
cotidiana.
Te miro, amor mío, y en la luz de tus ojos no solo
brilla sino que tiembla el agua. Y a veces rueda de alegría o de congoja. Y tus
labios donde abrevo mi sed para siempre, son de agua; por eso también de agua
es el centro de los afectos.
2. Por calles
y veredas
Pero en Santiago de Chuco que es mi pueblo y es Tierra
de Vallejo, y es además Capital de la Poesía del Perú por Resolución
Legislativa y Decreto Ley. Donde el agua ha sido enajenada, capturada, tratada
como reo y hecha prisionera. Y convertida en propiedad privada por una empresa
minera que ha cercado con alambres de púas el área que abarca 92 lagunas.
Este hecho parece delirante que ocurra en estos
tiempos de democracia participativa y de imperio de las tecnologías de la
información y comunicación que informan al instante de todo lo que acontece en
el mundo. Pero acerca de esto que informo nadie dice ni sabe nada.
Y el que los refiera, como lo hago ahora, corre el
riesgo de parecer un loco. No me dolería que eso creyeran de mí, con tal de que
la realidad no fuera cierta Y más bien todo esto fuera mentira o una mera
fantasía.
Pero en el último Capulí, Vallejo y su tierra en mayo
de este año 2015 tanto las delegaciones nacionales como la delegación
internacional hemos visto como en el paisaje idílico de paja brava y retamas,
en un paisaje idílico y espléndido eleva por todo lo alto el cerco ominoso de
alambres de púas que parece una corona de espinas en el Cristo que es nuestra
tierra.
3. Propiedad
inalienable
De niño fue mi mundo ver entrar el agua en el patio de
nuestras casas, como una visitante cotidiana. Aparecía al principio leve y
tenue, pero luego se hacía jubilosa y diáfana, trayendo la brisa fresca de
todas las colinas y la fragancia de limones y naranjas de todas las comarcas
por donde había pasado.
Agua fresca, rica y la mejor agua del mundo. Se llena
en el pozo y desde allí circula por todo el contorno del patio, deslizándose
translúcida con alguna musaraña sonámbula en su regazo o en su fondo. Ya nada
de eso será verdad porque ahora el agua vendrá contaminada
Porque ahora, una empresa minera festinando trámites
se ha adueñado de las 92 lagunas de la cabecera de cuenca, conocidas por
nosotros con el nombre hialino de Callacuyán.
Y las ha acordonado con un cerco de alambres de púas
al cual nadie puede acercarse porque hay un cuerpo de vigilantes armados, con
teléfonos y camionetas en lo que antes era propiedad inalienable del pueblo.
¿Qué hacen dentro? ¿Para qué quiere las lagunas una empresa minera?
4. Picos
y lampas
El agua que nace allí suelta, sencilla e impoluta, ha
sido sometida a las leyes de compra y venta del mercado y a la codicia de
empresarios y políticos corruptos.
Pero mi pueblo, el colectivo y el común, no sabe nada
de este dolo, y acerca de cómo ha sido el proceso para su enajenación, solo
registran el hecho que los campesinos junto con el alcalde quisieron plantar
árboles, ni siquiera adentro sino alrededor del cerco, y los corrieron
disparando a matarlos.
La otra imagen que guardo del agua desde cuando yo era
niño es la del contingente de hombres cargando sus picos y lampas que pasaban
de madrugada a limpiar la acequia del pueblo.
Es la acequia que trae el agua desde los terrenos de
jalca que siempre fueron propiedad del pueblo y que ahora aparecen como
propiedad privada de una empresa minera extranjera.
5. Felices
y contentos
Pasaban por delante de mi puerta, jubilosos,
pletóricos y entusiastas, haciendo sonar sus tambores, sus flautas y sus
pífanos en sus sones matinales de fiesta. Actividad denominada, no sé por qué,
La República.
Subían a limpiar el curso del agua de la acequia
legendaria que lleva el nombre de San Antonio primero, y después Vicente
Jiménez que es como lo conocemos ahora.
Y que a veces se desborda, se llena de palos y hay que
dejarla libre del musgo y de las piedras que han caído en su corriente.
Se hace en el mes de diciembre antes de las lluvias de
los meses de enero, febrero y marzo.
Allí van, felices y contentos acompañados de la banda
de músicos, de mujeres y niños que llevan la comida que van a cocinar en las
alturas, así como otros atuendos.
6. Abrupta
y hacendosa
Este trabajo comunal es herencia de nuestra cultura
ancestral, la misma que rinde culto al agua y la reverencia.
Pueblo sabio el nuestro, cultura prodigiosa porque
sabe respetar y venerar a la naturaleza en donde lo fundamental es el agua,
porque hay castigo cuando se la merma, daña y maltrata.
Ningún señorito, ningún togado, va en el contingente
encendido de colores, todos campesinos felices y pletóricos que suben desde las
tierras bajas que nosotros llamamos temple.
La acequia Vicente Jiménez que se limpia, es una
proeza de construcción, y es obra en donde se ha roturado peñas. Y avanza
abrupta y hacendosa, a veces por riscos y despeñaderos.
7. Esa
doncella
Esa agua ahora ha sido arrestada, hecha presa y
rodeada de un perímetro de alambres de púas en donde se han puesto letreros que
dicen: propiedad privada de la empresa minera tal.
Las lagunas de los picachos nevados de Callacuyán que
son tiernas, inocentes y candorosas, han sido infamemente circundadas,
encadenadas, corrompidas, y vendidas para las minas.
El agua, cuya presencia reverenciaban nuestros
antepasados, cuyas acequias se limpiaban bajo el compás de tinyas y pincullos
en el trabajo comunal, ha sido vejada de ese modo.
Por ella salíamos a bailar, tal como ella baila en las
cascadas. Esa doncella, esa niña, esa madre ha sido objeto de negocio y
compraventa.
¡Y alguien ha recibido dinero a cambio de ella! ¿Para
enriquecer a quién? ¿Para ir a qué bolsillos?
8. Es luchar
por la vida
Sin embargo, el agua en su estado natural es la
representación de Dios. Quizá del Dios mujer.
Porque Dios es mujer en el agua. Mayor razón para
defenderla. Es Dios madre, o en forma de agua o hecha agua.
Por eso debemos aún más amarla y respetarla. Porque es
la Pacha Mama amorosa. Por eso, habremos de desagraviarla.
Restituyendo nuestra primigenia cultura del agua. Y en
una actitud coherente seamos seres morales, generosos y agradecidos.
Por todo ello, defendamos el agua de nuestras lagunas,
ríos y nevados.
Y hagamos del agua y para siempre un motivo más de
nuestras luchas, cantos, gestas y esperanzas.
Porque luchar por el agua es luchar por la vida.
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