Danilo Sánchez Lihón
1. Cariño
a manos llenas
La pintora y a su vez escritora de literatura para
niños Carlota Carvallo, ligada entrañablemente a la Escuela Nacional de Bellas
Artes, cuando tenía apenas tres años de edad su familia se trasladó a la ciudad
costeña de Huacho, situada a dos horas si se viaja en ómnibus al norte de Lima.
En aquel lugar su padre tenía que atender asuntos de
negocios, aldea que resultó fundamental porque le dio el sustrato para su
creación artística, al vivir en ella intensamente en contacto con la naturaleza
y la gente más auténtica.
Su padre era agente de aduanas, de ascendencia
portuguesa y su madre era de ancestros húngaros.
La casa en Huacho era amplia y en ella había profusión
de animales, árboles y flores, haciendo una realidad tan pródiga que
coadyuvaron a desarrollar la imaginación de la niña.
Fue en ese contexto que absorbió lo popular, el
folclore, la visión de un mundo amplio, rico y colmado de significados. También
la noción de que todo está por hacer.
Y, sobre todo, recibe allí el cariño a manos llenas
tanto de sus familiares como de la gente sencilla y hacendosa, cordial y con un
sentido amplio y positivo acerca de las cosas y la vida.
2. Pintar
la realidad
El pueblo y su contorno y el vivir en ese lugar
intensamente, resultó fundamental para su obra, tanto por la naturaleza en la
cual se sumerge, como por la gente con la cual comparte la vida a diario, así
como por la cultura popular que allí absorbe.
Pero ella, asimismo, es producto esmerado de la
dedicación que le prodigan sus padres. Tanto es así que hay un detalle curioso:
la Educación Primaria la cursó en un colegio privado regentado por religiosas
del lugar, pero la Educación Secundaria lo hizo bajo la dirección de maestros
particulares.
Estos estudios luego los revalida ante un jurado
especial de profesores. Sin embargo, lo paradójico es que pese a esta
acuciosidad, no alcanzó a formalizar oficialmente todos y por lo tanto no tenía
certificados completos de haber terminado los estudios secundarios.
Pero un día formuló la siguiente pregunta al autor de
sus días, quien siempre estaba alerta a depararle la atención más esmerada a
todo lo que fuera su desarrollo personal:
– ¿Papá, por qué los árboles se pintan hojita por
hojita?
Su padre, quien se desvelaba porque su hija tuviera la
formación más cabal y de primera clase que se pudiera alcanzar, comprendió por
aquella pregunta que su hija le estaba formulando un anhelo, cuál era cómo
empezar a pintar la realidad.
3. Dos grandes
maestros
Y esa misma tarde su hija tenía profusión de lápices
de colores, acuarelas, paletas, brochas, hojas donde dibujar, un caballete y un
salón apropiado en donde dar rienda suelta a ese anhelo. Pero, sobre todo,
tenía a su lado a una profesora de dibujo y pintura especialmente contratada
para enseñarle sin ir a ningún lugar sino en su propia casa.
Y tanto fue así en relación a su desempeño como
pintora que a los 16 años convenció a su familia que ya era hora de trasladarse
a Lima a fin de estudiar en la Escuela Nacional de Bellas Artes y dar
plasmación a su anhelo de hacerse una artista de los bastidores, pigmentos y
pinceles.
Ingresa así a este centro de estudios en el año 1923 y
es alumna de dos grandes maestros de dicho arte: Daniel Hernández y José
Sabogal, quienes le tomaron inmenso cariño al punto que este último le consagró
varios retratos uno de ellos famoso y que la muestra de cuerpo entero.
Egresa en 1933 con las más altas distinciones y
honores. Pero, al mismo tiempo se le solicitan sus servicios como docente de
esa institución. Y pronto se hace cargo allí precisamente de los cursos de
dibujo y pintura.
Presentó su primera exposición individual en noviembre
de 1934, cuando apenas tenía 25 años de edad. Y participó en muestras
colectivas de pintura peruana realizadas en Santiago de Chile, Caracas, México,
Montreal y Estocolmo.
4. Mundo
infantil
El 27 de diciembre del año 1934 se casa con el hombre
de letras, crítico literario y docente universitario más destacado de su época.
Él es el doctor Estuardo Núñez Hague. Son testigos de
su matrimonio los eminentes maestros José Sabogal y José Antonio Encinas.
Trabajó luego como profesora en los colegios
secundarios María Alvarado, Sagrados Corazones, San Jorge, Prescott, y otros.
Nacen sus primeros hijos y empieza a escribir más por
un sentido maternal antes que por una motivación profesional, por querer contar
algo a sus siete pequeños vástagos, cinco hombres y dos mujeres.
Hay diez volúmenes inéditos de lo que ella fue
escribiendo acerca de sus hijos, una especie de diario de ocurrencias,
anécdotas, expresiones y reflexiones que ella anotaba minuciosamente.
En esta práctica no deja pasar más de tres días en que
no tome asiento para recordar y redactar lo que había sucedido con cada uno de
sus hijos.
Hay en este gesto la evidencia de que escribe más que
por llegar a un público, por la fascinación que a ella le produce el mundo
infantil.
5. Profundidades
de alucinación
Aquella práctica y vocación también la siguió con
igual respeto y embeleso con cada uno de sus nietos. El diario que escribió
acerca de estos últimos abarca otros diez volúmenes.
En ellos aparecen anotados con toda minuciosidad los
pasajes más increíbles y graciosos, intensos y significativos de lo ocurrido a
cada uno de los niños de su casa.
¿No es esto conmovedor, significativo y
extraordinario? ¿No es esto muestra de una vocación entrañable? Y sobre todo es
ejemplar y digno de mostrarse como pauta y modelo a seguir. Destaca en ella una
prosa límpida sin rebuscamientos ni falsos atuendos, con una naturalidad
extraordinaria en los diálogos.
Sus creaciones tienen un sustrato muy peruano, pues su
ambientación se da en realidades propias y genuinas del país. Tienen la mayoría
de sus cuentos y novelas un basamento folclórico, perteneciente a las regiones
de costa, sierra y selva
Sus relatos no se deslizan en una superficie fácil ni
suave sino sobre abismos del alma humana. Y en ellos se ensaya siempre un
descenso a profundidades de alucinación, de pavor, de miedo y a la vez de
esperanza.
6. Andes
de vértigo
Pero aquellas dos vertientes referidas en Carlota
Carvallo, cuales son la pintura y la literatura infantil, junta y reunida en la
importante personalidad de esta autora, recién se hacen síntesis en su hija
Rosario Núñez, quien sintetiza estas dos artes en la ilustración de libros para
niños.
Es esta artista quien se inició ilustrando los libros
de su madre, desde el emblemático libro de Cuentos de Navidad, a partir de
quien recién podemos hablar de una escuela peruana de la ilustración de libros
para niños.
Y es característica principal en la obra de Rosario
Núñez recoger la esencia del arte popular, de aquel que radica en el folclor,
en artes típicas como los mates burilados y en las Tablas de Sarhua, como
también en las pictografías que se encuentran en los monumentos arqueológicos y
las iconografías históricas que son profusas en la cultura de nuestro país.
Ilustración de libros para niños en donde recién se
refleja con fidelidad el mundo andino, el paisaje serrano, el imaginario de las
culturas ancestrales y en donde se ve reflejada nuestra identidad dulce y
abismal, en un arte a la vez ingenuo y significativo, tierno y hierático,
lineal y con hondura, tal como son los andes de vértigo, misteriosos e
inhiestos.
7. Todas
las sangres
Es Rosario Núñez el adalid de este arte, hija de
Carlota Carvallo y del gran académico y estudioso de la literatura Estuardo
Núñez.
Quien hace insuperable la ingenuidad de sus dibujos,
al estilo "naif", plenos de candor y frescura, pero asimismo
representando y conteniendo la grandeza y profundidad de un país sublime y
bravío como es el Perú.
Quien ha merecido reconocimientos internacionales,
como el Primer Premio en el Festival de Bratislava a la mejor ilustración de
libros para niños, y ha figurado una selección de sus dibujos y pinturas nada
menos que en la revista Novum.
Lo importancia en todo lo que hasta ahora aquí hemos
referido es cómo en los personajes centrales y protagónicos de esta historia se
integran y conjuncionan aportes diversos en torno a esas dos vertientes, la
pintura y la literatura infantil, donde se hacen presentes las tradiciones, la
esmerada formación académica y la búsqueda y veneración por lo popular.
Y vinculado todo ello con la Escuela Nacional de
Bellas Artes de donde no solo Carlota Carvallo sino su hija Rosario Núñez son
egresadas con distinciones y honores. Ejemplo de lo que es el Perú, país de
todas las sangres como de todas las fantasías, imágenes y esperanzas.
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