TIEMPO NUEVO
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Año 5 No. 221 de 23 AGO 2013
Por Addhemar Sierralta
NUEVO FORMATO DIGITAL DE “TIEMPO NUEVO”.
Nuestro TIEMPO NUEVO aparece, además del tradicional envío que ustedes reciben, en un nuevo formato digital que incluye fotografías, videos y la posibilidad que ustedes puedan comunicarse directamente con sus opinions, críticas y colaboraciones en forma directa.
Esperamos continuar con estos esfuerzos por modernizar TIEMPO NUEVO y sean de su absoluto agrado.
Actualmente pueden acceder para ver el nuevo formato a www.addhemarnews.com y luego a TIEMPO NUEVO. Para su mayor comodidad pueden bajar TIEMPO NUEVO a “Escritorio” y tenerlo en acceso directo. Visite nuestro nuevo formato y esperamos sus comentarios y sugerencias.
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GOBIERNO Y OPOSICIÓN BUSCARÍAN SOLUCIONES CONJUNTAS EN EL PERÚ.
Por Addhemar H.M. Sierralta (Perú).
Las posibilidades que el gobierno y la oposición en Perú empiecen una ronda de acercamientos en reuniones conjuntas para definir políticas que ayuden a mantener el crecimiento se podría dar en los próximos días.
Hasta ahora el PPC y el APRA parecen ser quienes estarían ya dispuestos a reunirse sin exigencies previas ante el llamdo del gobierno de Humala. Faltaría ver la forma de reacción de los fujimoristas y de otras tiendas. Esto torna un positivismo en la conducción de la política peruana luego de semanas de incertidumbre ante destapes que causaron ruido politico desde el Ejecutivo.
Un trabajo conjunto del gobierno y la oposición, si se realiza con buena voluntad y tecnicismo más que defender puntos de vista ideológicos, podría favorecer la situación de confianza. Taería tranquilidad en los aspectos económicos y de inversión, siempre que decidan aspectos para corregir la corrupción, la inseguridad ciudadana, la problemática de salud, la reforma educativa y la de la administración pública.
Estimamos que es tiempo de unirse y trabajar en forma conjunta en estrategias de largo plazo para mantener el crecimiento macroeconómico y fomentar la industria dentro de un marco de ciencia, tecnología y competitividad.
También es importante conseguir apoyos en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. Definir las inversiones mineras pendientes y las petroleras.
Lo importante es que las fuerzas políticas comprendan, de una vez, que el Perú requiere soluciones y no discusiones estériles.
Es cierto que el gobierno actual es mediocre pero la oposición –que tampoco es una maravilla- está en el deber de ayudar con sus mejores ideas y apoyo al desarrollo del país.
SINESIO, LA INFLACIÓN QUITA AL POBRE EL PAN DE LA BOCA.
Por Gerardo Alcántara Salazar (Perú).
Con aires de oráculo y brujo que todo lo sabe y todo lo puede, Sinesio López, articulista de La República, propone a “los académicos, a los políticos, a los actores sociales y empresariales”, un modelo económico basado en la demanda (más empleo, más distribución del ingreso y un rol más activo del Estado)”, en sustitución del modelo que promueve “menos inflación”.
La inflación, como sostiene Sinesio, garantiza, más distribución del ingreso, pero de billetes devaluados, sin valor alguno. O para decirlo de otra manera, el dinero que venías ganando y te servía para algo, con la inflación, por más que te aumenten, diez, cien o mil veces, no te alcanza para comprar nada, como ya experimentamos en el primer gobierno de Alan García. Pero esa es la milagrosa receta de Sinesio.
Sinesio comete otro absurdo al decir que la inflación promueve mayor empleo. Todo lo contrario. Solamente aumenta empleo la economía que crece y mantiene estable la capacidad adquisitiva de la moneda. En el caso peruano, la moneda no experimenta pérdida de su capacidad adquisitiva más allá del 5%, totalmente lejos de la inflación de cuatro dígitos (7,200 %) al año, que se experimentó en el primer gobierno de Alan García.
La inflación genera desempleo y no empleo. Si la inflación se multiplica por diez, el dinero reduce su valor real a la décima parte. La décima parte de mil soles es cien. La décima parte de cien es diez. Quien gana diez veces menos solamente puede comprar la décima parte de lo habitual. Como la inflación generaliza este efecto, la consecuencia inmediata no es el incremento del empleo sino todo lo contrario, puesto que si la demanda se contrae, el efecto consiguiente es la reducción de la producción y al reducirse la producción, las empresas no solicitan más trabajadores, sino todo lo contrario, los empiezan a despedir.
Así es, Sinesio. La inflación reduce la capacidad adquisitiva, disminuye la demanda y al contraer la demanda obliga a reducir los volúmenes de producción, porque nadie está loco para producir aquello que no va a vender, provocando el despido de trabajadores. Los trabajadores expulsados no reciben pagas y si no reciben haberes no tienen con qué comprar. Así se gestan las crisis y recesiones. La inflación no aumenta el empleo, sino todo lo contrario.
Plantear el aumento del empleo aumentando la inflación, solamente se le puede ocurrir a quien no entienda nada de economía o está pasando por un “estado especial de conciencia”. No habría que tomarlo en cuenta si no fuera porque lo difunde el Diario La República, que lee un vasto sector del pueblo peruano y un cierto grupo de profesionales que dicen ser de izquierda.
Pero Sinesio tiene otra propuesta. Plantea “un rol más activo del Estado”, no lo dice cómo, pero es obvio que desea que el Estado asuma rol empresarial, sobre lo cual, Perú tiene un vasta experiencia. Quienes hace décadas administraron Electro Lima, y subían el precio del fluido eléctrico para aumentarse los sueldos, quedaron realmente ridículos frente a quienes administraron la totalidad de empresas que había estatizado Velasco y cobraban sueldos de burócratas dorados, mientras las empresas se convertían en chatarra y dejaban deudas por miles de millones anuales, muy superiores al monto total de las esmirriadas exportaciones. Para evitar que las empresas desaparezcan y los burócratas dorados pierdan privilegios, anualmente, en el presupuesto general de la República se incluían montos que afectaban el dinero de todos los peruanos.
Impulsar “un rol más activo del Estado” en el Perú ha terminado en la privatización del dinero del pueblo. Al revés de lo que parece, el “rol más activo del Estado” no socializa lo privado, sino todo lo contrario, privatiza lo público. Es la manera más astuta de volverse rico sin arriesgar nada.
Sinesio, es increíble que te hayas olvidado que en el Perú lo que con más intensidad se ha experimentado es eso del “rol más activo del Estado”, cuando se fomentó el empleo en las empresas del Estado, multiplicando por diez el empleo, porque donde era necesario 50 trabajadores ponían 500 y si no había en qué ocuparlos inventó el PAIT para fomentar el empleo improductivo. Pero deberías recodar también las consecuencias. Esa política benefició a los militantes del partido de gobierno y arruinó a los demás peruanos.
Un rol muy “activo del Estado”, Sinesio, fue la entrega de dólares MUC a los empresarios. El estado despilfarró el dinero de todos los peruanos entregando a los empresarios millones y millones de dólares, de propiedad de toda la nación, a la mitad o tercera parte de su valor real. La consecuencia fue eso que tanto te gusta Sinesio, la inflación y con la inflación llegó la miseria absoluta, que desapareció a la clase media, y en el país solamente quedaron unos cuantos ricos y millones de pobres. Así se fomentó la fuga de talentos, se agigantó la diáspora peruana empobreciendo el patrimonio cultural en el Perú.
Otra consecuencia de la “regulación del mercado”, se produjo también durante la segunda mitad de 1980, cuando el gobierno publicó una detalladísima lista de productos que no debían ingresar al país, auspiciando la “sustitución de importaciones”, propiciando así el imaginario “desarrollo industrial independiente y autosostenido”, condenando al pueblo a comprar a precio de mercado cautivo, productos de pésima calidad. Fue la edad de oro de los contrabandistas, porque lo que estaba prohibido ellos lo proveían, pero ya sabes a qué precio, burlando el pago de impuestos al estado.
Sinesio, calculas mal en política, adoras el modelo utilizado por Alan García, cuando Alan García ya cambió de criterio. Si tú hubieses sido líder aprista en la segunda mitad de la década de 1980, cuando el conjunto de medidas destinadas a promover el “rol más activo del Estado”, desencadenó la apocalíptica inflación, te habría gustado ejercer la “regulación del mercado”, y hoy serías archimillonario. Porque recordarás, el presidente anunciaba para el día siguiente, el precio de los productos que emanaban de las empresas del estado, que eran casi todas. Como burócrata mayor habrías enviado los productos a tus socios, los mayoristas, al precio oficial, contabilizando a favor del estado solamente esos montos oficiales, pero destinados no al mercado normal sino al mercado negro, al doble o triple del precio anunciado por el presidente. Te habrías quedado con la diferencia, con la mitad o las dos terceras partes de lo que dejabas al estado. Habría sido tu gloriosa experiencia, jugar con las empresas del estado y ganar mucho dinero, fomentando el mercado negro, a nombre del “rol más activo del Estado” y de la “regulación del mercado”.
Debió ser ahí cuando Alan García comprobó que “la plata llega sola”. Mala suerte para ti, Sinesio, porque ni fuiste parte del aparato privilegiado del APRA en la década de 1980, ni Humala te ha dado poder. Pero claro, esa añeja propuesta, es para ti algo así como himno, al extremo de que te sientes gurú o guía y lanzas en el diario La República, del ocho de agosto, nada menos que una directiva, La agenda posneoliberal. Postura muy modesta y desinteresada, ¿no Sinesio?
ÁRABES BUENOS Y MALOS.
Por Carlos Alberto Montaner (Cuba).
Artículo aparecido en El Nuevo Herald de Miami a propósito de la crítica situación en Egipto.
Más de 600 muertos y 4000 heridos es una carnicería excesiva. Obama le ha pedido a la junta militar egipcia el ejercicio de dos virtudes ajenas a la cultura y la tradición del país: tolerancia y moderación. Pese a que el presidente estadounidense también dijo que su país no podía ni quería decirles a los egipcios cómo debían conducir sus asuntos internos, eso, precisamente, fue lo que hizo. Solicitó elecciones libres y un poder limitado por la ley.
Francamente, me parece muy difícil que lo complazcan.
Estados Unidos, no cabe duda, ha sido la nación más exitosa del planeta a lo largo del siglo XX y en lo que va de nuestra centuria. El experimento republicano de las trece colonias, que a fines del siglo XVIII parecía condenado a fracasar, dio lugar a un país asombrosamente rico y fuerte que hoy es la única superpotencia de la tierra. Sin embargo, ese fenómeno, aunque es voluntariamente imitable, no se puede inducir desde el exterior.
Al contrario de lo que sucedía en el país de Washington y Jefferson, el núcleo de tensión que prevalece entre los árabes islamistas no consiste en limitar la autoridad del gobierno, proteger los derechos individuales y crear unas relaciones de poder basadas en la meritocracia y la igualdad ante la ley (para lo cual son fundamentales la tolerancia y la moderación), como estableció Estados Unidos cuando se separó de Inglaterra.
El conflicto en el mundillo árabe es de otra naturaleza: dirimir por la fuerza el mortal enfrentamiento entre dictaduras militares seculares, generalmente antioccidentales, que se consideran progresistas, aunque progresen poco, y los partidarios de un modelo teocrático opresivo que defienden la creación de un Estado islámico regido por la sharía o ley fundada en el Corán, cuyo principal objetivo, desgraciadamente, es destruir al Estado de Israel y luchar contra los infieles, ya sean cristianos coptos o libaneses maronitas.
Es, en fin, una bronca a cuchillo entre militares laicos, broncos, feroces y autoritarios, provistos de ideas políticas nacionalistas teñidas por supersticiones socialistas, y religiosos imbuidos de creencias fantásticas comprometidos con Alá para someter al género humano a la autoridad del Corán.
Para el resto del mundo, por lo tanto, generalmente no se trata de escoger entre demócratas liberales y fundamentalistas religiosos (eso sería demasiado fácil), sino entre militares despóticos, usualmente corruptos y asesinos, y fundamentalistas religiosos, casi siempre agresivos y peligrosos, lo que suele conducirlos a mataderos en los que ellos son víctimas o victimarios en nombre de la verdad definitiva revelada a Mahoma en el desierto.
En Washington no se entiende esta fatal disyuntiva. Muchos políticos y funcionarios padecen de etnocentrismo. Piensan que todos los países pueden y deben crear un modelo de Estado presidido por la libertad individual, servido por un gobierno controlado por la constitución y limitado por los equilibrios y contrapesos.
En realidad, esa fórmula es extraordinaria, pero, para que funcione, previamente tiene que existir una sociedad (o al menos una élite dirigente) dispuesta a practicar la tolerancia, definida como la decisión de convivir pacíficamente con todo aquello que no nos gusta, a colocarse bajo la autoridad de la ley, a admitir que nuestras verdades y convicciones no son únicas e infalibles, y a ejercitar la cordialidad cívica con un adversario al que no hay que amar, pero que merece nuestro respeto.
En las sociedades árabes esos factores son excepcionales. Hay individuos que poseen ese perfil, y hasta se agrupan en pequeñas instituciones que proclaman estas reglas de juego. He conocido liberales marroquíes, sirios, libaneses y tunecinos, lo que me hace pensar que también debe haberlos en Egipto y en el resto de la geografía árabe, pero carecen de peso específico para hacer girar a sus países en la dirección que el 4 de julio de 1776 los norteamericanos adoptaron en Filadelfia.
Mientras no ocurra ese cambio de valores, es una ingenuidad tratar de escoger entre gobernantes árabes “buenos” y “malos”. La alternativa es mucho más agónica.
DIÁLOGOS CONMIGO Y MIS OTROS: NUEVO LIBRO DE ISAAC GOLDEMBERG.
Literal Publishing, de Houston, Texas, en coedición con la editorial de la Academia
Norteamericana de la Lengua Española, acaba de publicar Diálogos conmigo y mis otros, nuevo poemario del novelista y poeta peruano Isaac Goldemberg. Precedidos todos los poemas por uno o mas epígrafes, el primer texto, titulado “Prefacio”, explica la intención del libro: “Estos poemas son el diálogo / que ellos sostienen con los epígrafes / y estos epígrafes son el diálogo / que ellos sostienen con los poemas. / Pero sin saberlo”.
Asimismo, los poemas de este libro, muchos de ellos breves, de corte epigramático, son también el diálogo que el poeta sostiene con otros poetas -de épocas diversas- sobre la creación poética y la poesía misma.
En palabras del poeta y crítico argentino Luis Benítez, “Diálogos conmigo y mis otros ofrece la particularidad de referirse a los grandes temas universales con un lenguaje fluidísimo y fácilmente reconocible por el sello personal de Goldemberg, donde campean por sus fueros el humor y la ironía más refinada, aunque —cabe destacarlo— estos siempre son empleados por el poeta como los recursos mejores para inducir a la reflexión sobre la condición humana, que es uno de los núcleos de sentido de su obra poética”.
“En estos poemas –continúa Benítez- el lenguaje de Goldemberg se expande desde su interioridad hasta abarcar la situación pasada y presente del ser judío y peruano… Goldemberg es uno de los poetas más originales de nuestro tiempo, dotado de un extraordinario manejo de las palabras, puesto al servicio de un humanismo que resiste toda prueba”.
Por su parte, el poeta chileno Oscar Hahn, Premio Nacional de Literatura, afirma que “en los poemas de Diálogos conmigo y mis otros hay una gran sabiduria de la vida y del rol del ser humano en el planeta, expresados en un lenguaje sobrio y reflexivo”.
En palabras del poeta y crítico peruano Miguel Angel Zapata, en Diálogos conmigo y mis otros Isaac Goldemberg “utiliza la ironía, la parodia y el humor mas refinados, para dialogar consigo mismo y con sus otros (escritores, poetas y pensadores en su mayoría peruanos y judíos) acerca de su ser judío y peruano, así como de la historia de sus dos pueblos”.
http://www.amazon.com/Dialogos-conmigo-otros-Spanish-Edition/dp/0977028763/ref=sr_1_5?ie=UTF8&qid=1376624066&sr=8-5&keywords=isaac+goldemberg
O escribiendo a: info@literalmagazine.com
Isaac Goldemberg nació en Chepén, Perú, en 1945 y reside en Nueva York desde 1964. Actualmente, es Profesor Distinguido de Hostos Community College de The City University of New York, donde dirige el Instituto de Escritores Latinoamericanos y la revista internacional de cultura Hostos Review.
LAS LOCAS DE MI VIDA (Narración).
Por Erick López Sánchez (Perú).
En mi vida he tenido la buena (o la mala suerte) de cruzarme con mujeres poco saludables del coco, despistadas, desequilibradas, dementes, locas al fin de cuentas. Algunas fueron locas buenas, otras fueron locas malas; algunas son locas que adoro, otras son locas que desprecio. Finalmente, positivas o negativas, lo cierto es que en la mayoría de los casos, el único gran responsable de estas relaciones atípicas he sido yo.
La primera loca de mi vida la impuso el destino: mi madre. Mujer adorable y en ocasiones despreciablemente desquiciada. Señora con mirada penetrante, de esas que proyectan rayos superpoderosos, capaces de atravesar mi esmirriado cuerpo. Dama que en un ataque de ira solía arrancar 35 hojas de cualquiera de mis cuadernos, para luego pedirme con ojos de diablo que vuelva a escribirlas, ¡y con buena letra, carajo! Doncella que por las noches obligaba a cubrir mis pies con una media gruesa y luego con tres botas de lana, que ella misma había tejido. Doña que fue capaz de asesinar a cuatro de mis adorados y queridos pollos, para ofrendarlos en un estofado que degusté feliz, en mi cumpleaños número ocho (no me pregunten qué pasó cuando, al siguiente día, solo encontré las plumitas de mis mascotas). ¿Acaso no está loca mi vieja? (¡te adoro, mamita!).
La segunda loca de mi vida fue la madre de mi madre: mi abuela. Mujer de dimensiones descomunales y que siempre olía a menta, eucalipto o alguna hierba extraña. Señora que vivía anunciado la llegada del demonio, en exclusiva para el Perú (de hecho que en estos tiempos hubiera promocionado su presencia en el Monumental). Dama que apenas me veía, me cogía del pescuezo, me sentaba en su cama y me obligaba a leer pasajes aburridos e ininteligibles de la Biblia y todo a cambio de un miserable caramelo Monterrico. Doña cuyo pasatiempo era lavar las pezuñas asquerosas de otras desquiciadas como ella, para luego intentar servirme una sopa llena de extraños animales. Anciana que me espantaba por las noches cuando se ponía a murmurar una sarta de rezos, conjuros, invocaciones o no sé qué horrendos cuchicheos. ¡Vaya que la pasaba muy mal! ¿Acaso no estaba loca mi abuela? (lo siento familia, pero es la verdad).
La tercera loca de mi vida fue la madre de mi padre: mi otra abuela. Ella no anunciaba la llegada del demonio, tampoco lavaba pezuñas, pero diariamente gustaba empaquetar la basura con papel de regalo, ponerles un moño y dejarla en la puerta de la casa. Luego, me llamaba, nos escondíamos tras las cortinas y nos divertíamos de lo lindo, viendo como un tarado se llevaba sigilosamente el paquete. Con los años, la Tata se volvió el terror de los mercados. Coleccionista de manzanas, podía llegar a casa con kilos de aquella fruta y sin pagar un solo centavo. Confieso que adoraba a esta vieja, incansable en sus historias, en sus aventuras, con un bolsillo mágico donde se podía encontrar una tijera, un lápiz, una vela, un palito de tejer, caramelos, incontables trozos de papel higiénico y hasta la figurita que faltaba para completar mi álbum. ¿Acaso no estaba loca mi abuela? (¡no sabes cuando te extraño, Tatita!).
La cuarta loca de mi vida inaugura una nueva categoría, las peligrosas: mi hermana. Es pequeña y tiene ojitos de gatita tierna. Inofensiva. Dulce. Desde los cinco años dedica la mitad de sus días al estudio y al trabajo; la siguiente mitad, la dedica casi exclusivamente a mimar al “pan con huevo” de mi hermano. Creo, estoy seguro, que estos tres repetitivos eventos han atrofiado su cerebro, hasta el punto de hacerle creer que su habitación es una especie de nave espacial inexpugnable, una nave a la cual no puedo aproximarme desde que tengo siete años; cuando he intentado hacerlo, su maldita mascota no ha dudado en atacarme. Alguna vez, enfurecido, he cometido el error de patear a ese despreciable animal y enseguida tuve que soportar que la desquiciada, lance, directo a mis dos ojitos dormilones, una tijera asesina. Menos mal que soy más veloz que un rayo. La violencia de mi hermana me espanta. Por momentos, creo que debe ser internada en un sanatorio. No solo porque es un peligro con patas chuecas, lentes y pelo largo, sino porque sería la única manera de averiguar por qué miércoles (o jueves) no deja que ingrese a su nave espacial, digo, a su habitación. Bueno, me olvidaba, la señorita también captura ladrones (ya lo contaré algún día) y por fortuna no tiene ni tendrá novio. ¿Acaso no está loca mi hermana? (¡y que el mundo lo sepa de una vez!).
Quisiera enumerar en detalle la lista de las damas poco saludables del coco con las que he mantenido algún tipo de vínculo (sentimental, laboral, amical, políticamente familiar, etc.), pero la verdad es que no deseo arriesgar mi integridad emocional y, sobre todo, física. Debo confesar, además, que esto me ha ocasionado serios problemas con mi editor, bueno, en realidad con mi compañero de mesa en el Superba (pero editor, suena más bonito e importante, ¿no?), quien no ha dudado en tildarme de cabrón, por omitir en esta descripción a un par de mujeres, acerca de las cuales podría escribir capítulos enteros. Sin embargo, luego de arduas y espumosas discusiones hemos llegado a un trato: la historia de cada una de estas damas desquiciadas será descrita en capítulos particulares (ni modo, un trato es un trato y yo cumplo con mis tratos; así que señoras, prepárense).
Deseo aclarar, además, que no creo que todas las mujeres sean locas, pero sí pienso que aquellas que se me aproximan, generalmente, suelen tener un tornillo suelto. Y es que mis estadísticas y registros no mienten. Acaso no está loca aquella mujer vengativa que dibujó “pichulitas” en todas las hojas de mi libro favorito; acaso no está loca aquella dama que lanzó mi celular desde el piso seis de un edificio; acaso no está loca aquella señorita que sigilosamente introdujo un pasador en la sopa que me invitaba (pretendía que confundiera el pasador con un fideo); acaso no está loca aquella doncella que quemó todos mis regalos en las faldas de un cerro (y luego se puso a bailar); acaso no está loca aquella princesa que juraba que amaba a su novio casi tanto como me amaba a mí; acaso no está loca aquella mujer que me obsequió un ratoncito muerto en una cajita de fósforos; acaso no esta loca…
Quienes me conocen saben bien que no miento ni exagero y que lo único que me alivia es que a pesar de las circunstancias duras de la vida, durante todos estos años, he sabido comportarme de manera cuerda y sensata. Y así prometo seguir haciéndolo.
LAS PLÉYADES Y SUS MISTERIOS.
Por Maigualida Pérez Gonzáles (Venezuela).
Las Pléyades, palabra que significa palomas en griego, son un cúmulo de estrellas (más de tres mil) en la Constelación del Toro que forman una nube o mancha blanquecina. Se formaron estas estrellas en la Era Mesozoica a partir del colapso de una nube de gas interestelar. Las 74 más grandes se sitúan a una distancia de 450/500 años luz de la Tierra y son de color blanco azulado. El grupo constituye un sistema físico dotado de movimientos idénticos para todas las estrellas que lo forman. Están clasificadas con el nombre de Messier 45 (M45).
El significado de sus nombres y sus tamaños también son muy interesantes: Maia (Abuela) le da el nombre al mes de mayo. Esta estrella desprende 660 veces más energía que el Sol y es una de las que despiden Manganeso y Mercurio.
Alcione (Reina que ahuyenta el mal) es una estrella múltiple, formada por otras cuatro y es 1400 veces más brillante que el Sol.
Electra (Laguna) significa ámbar en griego. Tales de Mileto descubrió la electricidad estática en el siglo VII ac al frotar un trozo de ámbar y acercarlo a una paja. Por esta Pléyade lleva la electricidad su nombre.
Taigete (La de cuello largo) fue adorada por los espartanos por ser la madre del fundador de la ciudad de Esparta, Lacedemón.
Astérope (Abrir y Cerrar) está formada por dos estrellas.
Celeno (Cetrina) tiene un tamaño tres veces mayor que el Sol y Mérope (Comedora de abejas) tiene una velocidad de rotación muy rápida, completa su giro sobre sí misma en tan sólo 18 horas.
Todas las culturas tienen leyendas acerca de ellas y las conocieron por diversos nombres. Cuando aparecían se sabía que era la mejor época para la cosecha y la navegación. Desde nuestro planeta a simple vista podemos observar las siete estrellas principales conocidas como Las Siete Cabras o Las Siete Cabritas. Cuenta la mitología griega que estas estrellas eran siete hermanas hijas del Titán Atlas, el que es castigado a sostener sobre sus hombros la Bóveda Celeste después de la guerra entre los titanes y los dioses del Olimpo, y de la ninfa marina Pleione. Estas princesas fueron perseguidas durante siete años por el cazador Orión. Ellas imploraron ayuda a Júpiter que las transformó en palomas y las colocó en el cielo. Pero ello les trajo un compromiso: debían ser amadas por Dioses, solo Mérope se casó con un mortal llamado Sísifo y por eso fue castigada siendo la menos que brilla.
Otra leyenda dice que Zeus ante las protestas de Atlas por el acosamiento de Orión a sus hijas envió un toro para protegerlas que se interpuso entre ellas y el cazador. Igualmente envió un escorpión venenoso para ayudarlas. Por eso en el cielo la constelación de Tauro se encuentra entre la constelación de Orión y las Pléyades. Cuando en el este aparece la constelación de Scorpio (escorpión) Orión huye por el oeste y nunca se encuentran.
Los chinos, por su parte, las registraron en el siglo III AC.
Los persas las llamaron Thurayya de dónde deriva el nombre de Soraya.
Los mayas cuentan que Gucumatz, el gran corazón del cielo convirtió en estrellas a más de 400 guerreros muertos en batalla y los llamó Motz, que significa montón. Ellos basaron su calendario anual, el Tzolkin en las Pléyades.
Los navajos las conocieron por el nombre de los muchachos de pedernal.
Los cubeos de Colombia las consideraban como un avispero al que llamaban Uchiwu.
Los matacos del Gran Chaco argentino veían en este enjambre de estrellas una escalera de flechas para alcanzar el cielo.
Los incas la consideraban la madre de todo el firmamento y la llamaban Collca que quiere decir asamblea, consideraban que era el punto donde se había formado el Universo.
Para los japonenses las Pléyades se llaman Suburu y en Sánscrito se llaman Krittikas, que significa cortadores.
Los aborígenes de Australia las conocían como Makara.
Para los aztecas se llamaba Tianquiztli, que significa el lugar de reunión.
Los aborígenes bororo de Brasil y la etnia wayuu de la Guajira venezolana elaboran su calendario basado en las Pléyades.
En Polinesia son llamadas Mata-riki, que quiere decir Ojitos.
El pueblo kiowa de Norteamérica tiene una roca que llama Mateo Tepe. Ellos cuentan que en una región donde había muchos osos acamparon una vez siete doncellas a la orilla de un río. Uno de los osos comenzó a perseguirlas, ellas se arrodillaron implorando ayuda y la tierra se elevó hasta el cielo, el oso arañó la roca (son las marcas que se observan en ella) y el Gran Espíritu les permitió quedarse en el cielo como las siete hermanas, las Pléyades.
En el libro Don Quijote de la Mancha Cervantes pone en boca del Quijote a las Pléyades: Y sucedió que íbamos por parte donde están las siete cabrillas y en Dios y en mi ánima que como yo en mi niñez fui en mi tierra cabrerizo, que así como las vi, ¡me dio una gana de entrenerme con ellas un rato!
En el Canto V de La Odisea podemos leer: Con aquel dulce viento, Ulises divino desplegó su velamen; sentado rigió con destreza el timón; no bajaba a sus ojos el sueño, velaba a las Pléyades.
En el Canto XVIII de La Ilíada también aparecen: Hefesto hizo figurar en él la Tierra, el cielo y el mar, el infatigable sol y la luna llena, así como todos los astros que coronan el firmamento: las Pléyades.
El libro de Job en la Biblia dice: Él ha creado la Osa y Orión, las Pléyades y la Constelación del Sur y en otro refiere: ¿Anudas tú los lazos de las Pléyades o desatas las cuerdas de Orión?
Lo que llama la atención a los que consideramos ser herederos de algún legado perdido en la noche de los tiempos es un artículo de Sebastián Juan Pagano que nos dice que el número de letras que integran el nombre de Las Pléyades contiene una especie de Clave: Alcione Electra y Taigeta contienen 7 letras. Mérope y Celene seis letras. Astérope ocho letras y Maya cuatro. Ordenando esa numeración 7-7-7-6-6-8-4 sale la cifra 777 que es el número de la Divinidad.
En la creencia cristiana la paloma indica al Espíritu Santo, si relacionamos el caso de Mérope con ello, una divinidad que eligió por esposo a un mortal, encontramos mucha relación con la encarnación de Cristo (Dios hecho hombre que habitó entre nosotros). De igual forma nos invita el autor a suponer a través de nuestra imaginación que “alguien” de Las Pléyades llegó a nuesto planeta y luego volvió a su punto de origen.
Las posibilidades están dadas en la medida que la interpretación de la leyenda se ajuste a algún hecho real. En ese aspecto tenemos tantas incógnitas que realmente nos ponen a pensar de dónde emanó el asombroso conocimiento de la antigüedad. Pasado y presente vuelven a confundirse a tal punto que cada vez que deseamos conocer el futuro debemos sumergirnos en el pasado donde encontraremos todas las claves.
Hoy en día muchos hablan de Los Pleyadianos, un colectivo de extraterrestres que procederían de Las Pléyades. Sus enseñanzas podríamos compararlas con las de nuestros chamanes, dueños del conocimiento energético que sirve de intermediario entre lo físico y lo espiritual conociendo los vórtices energéticos de los que viven y respetan a la Tierra como un ente vivo que respira por cuenta propia y al cual debemos proteger y cuidar.
Saba yareta kara (agradezco tu lectura) y recuerda: todos formamos parte de este inmenso y desconocido Universo.
UNA ISLA PARA DESCONECTARSE DEL RESTO DEL MUNDO.
Por Enrique Córdoba (Colombia).
Narración, de nuestro amigo Enrique, aparecida en El Nuevo Herald de Miami.
Las islas Grand Cayman (Gran Caimán) están a una hora en avión de Miami y son mucho más que un lugar de mar y playas de ensueño, que atrae a mujeres solas y familias, por la seguridad que ofrece.
Gran Caimán, la mayor de las tres islas concentra el grueso de los 53,000 habitantes. Es un Territorio Británico de Ultramar, muy conocido por su condición de paraíso fiscal.
Combina lo moderno con calles de arena caliza y palmeras por donde transitan sin prisa gente sencilla y millonarios.
“Es una isla bonita para vivir, donde no tenemos crimen”, dijo Walter Regidor, que administró el Hotel Marriott de Gran Caimán, antes de su traslado a Lima. “Tenemos mucha vida social y buen cine, aunque extraño el teatro y la vida nocturna de Buenos Aires”, comenta.
Aquí no falta nada, aseguran sus residentes. Hay 150 restaurantes desde uno italiano con dueño italiano, camareros italianos y cocinero italiano. Lo mismo pasa con el restaurante de India. La combinación de comidas, es fantástica.
Mucha gente conoce las islas a través de la parte financiera. En Gran Caimán solo se pagan impuestos cuando se compra una casa y después nunca más. Aseguran que es una buena inversión. “Rentan y pasan bien aquí tres meses por año”. También me dicen que aquí residen algunos norteamericanos que han renunciado a su nacionalidad para vivir libres de impuestos. Hay 1,500 compañías de seguros y 400 bancos registrados que operan con capitales internacionales.
El segundo día en la isla tuvimos una experiencia fenomenal: poder nadar entre mantarrayas y tocarlas en un ambiente natural en un mar de aguas cristalinas.
En el extremo norte de Gran Caimán está la llamada granja de tortugas Boatswain’s donde desarrollan un programa de ayuda a la conservación de la especie.
El entorno de playas y aguas de las tres islas es de una belleza extraordinaria. Punto ideal para practicar deportes acuáticos y comer pescados frescos y mariscos.
Sin embargo lo que más llama la atención es la belleza de playa de las Siete Millas, donde está el Marriott.
El Marriott Beach Resort tiene el mayor toque de empleados latinos de la región, y es una muestra de la diversidad étnica presente en la isla. “Tenemos personal de 45 nacionalidades”, informó el gerente (marriotgrandcayman.com).
En cuanto a la música —dice— hay muchos cubanos en la isla.
“Esta es una isla inglesa, pero con sabor latino”.
“Necesitamos gente que venga a trabajar”, comentó el dueño de un bar.
Por su cercanía con Centroamérica, la comunidad hondureña es la tercera más numerosa de la isla. Uno de los lugares de encuentro de los hispanos es Latin Taste, restaurante hondureño de George Town, la capital.
Embarcarse en una lancha y hacer un recorrido desde el puerto de George Town por Cayman Brac y Little Cayman, las otras dos islas, es un paseo inolvidable.
EL ARO VIAJERO (Narración).
Por Addhemar H.M. Sierralta (Perú).
Yoco había ido de compras al centro comercial de Gamarra con sus hermanas. Aprovechó de conseguirme, en pleno invierno, un pantalón de lino blanco para celebrar mi cumpleaños en las Bahamas y comprarle alguna ropita abrigadora a Danielita, la pequeña hijita de Ana Lily, aquella mujer empeñada siempre por ayudar al prójimo. Tanto que se le conocía como “El angel del arenal” debido a su labor social en los desiertos de los pueblos jóvenes de Ventanilla.
Danielita estaba con gripe y mi esposa, Yoco, se había preocupado por acopiar ropa de invierno para que Ana Lily pudiera distribuirla entre los más necesitados. Pero ahora la pequeña requería del calor de una ropita más adecuada y luego de las compras mi mujer se dedicó a hacer los paquetes con una gama variada de chompas, pantalones, etc. Separó en una bolsita especial lo que era para la risueña engreída de Ana Lily y me encomendó coordinar para que pudiera recogerla el día miércoles en la tarde.
El martes, con cara compungida, Yoco me dijo que su aro de matrimonio –aquel anillo que lo llevaba desde hace más de 43 años- no lo encontraba, lo había perdido. Y empezó la búsqueda por las habitaciones, se acordó que lo tenía al entrar al dormitorio. Mirar debajo de la cama, entre los sillones, cómoda, veladores, etc. fue una tarea matizada con ansiedad y pena. Al regresar de mi trabajo, en la noche, me dijo que todo fue infructuoso y que el aro había desaparecido. Nos miramos con cara de preocupación pero fuimos a dormir con la esperanza que al día siguiente podríamos encontrarlo.
Al otro día llegó Ana Lily a mi oficina y se llevó la ropa conseguida y marchó, muy contenta, a su querida Ventanilla.
El aro de mi esposa y el mío son de oro blanco con un labrado de hojas de laurel y al interior con un grabado que recuerda la fecha del matrimonio religioso. El de ella lleva mis iniciales y el que llevo yo tiene las iniciales de Yoco. Son testigos de toda una existencia a su lado, con risas y llantos, con alegrías y dolores, con vidas y muertes, pero un símbolo de una unión que mantenemos tal como nos prometimos y juramos la víspera de aquel 27 de julio, abrazados y con llanto nos dijimos que debíamos luchar para siempre estar juntos, evitar divorciarnos así tuviéramos desavenencias o desamor. Que nosotros formaríamos una familia y que nuestros hijos debían sentirse amados y seguros por encima de los problemas que se nos presentasen.
Pero no contamos que el aro de Yoco deseaba una aventura. Quería conocer otros lugares, otra gente y otra casa. Hoy estoy seguro que por un instante se vistió de vida y quizo ver más allá de nosotros qué podía encontrar. Y simplemente se marchó.
El jueves continuaba la búsqueda y nada. De pronto Yoco se acordó que podría haberse caído dentro de la ropa o bolsas que preparó para Ana Lily. Me llamó a la oficina para que la contactara y buscara en las bolsas. Me conecté con ella y me dijo que no había nada dentro de lo que llevó. Le insistí para que revisara prenda por prenda y nuevamente las bolsas. Ya había obsequiado algunas de ellas y me refirió que Danielita estaba muy contenta y me dio las gracias por la ropa y que buscaría nuevamente.
Ese jueves era el sexto aniversario del fallecimiento de mi mamá y pensé en ella, mientras eso ocurría Ana Lily se encomendaba a una amiga suya, quien había fallecido seis meses antes en un accidente de tránsito, para que la ayudara en su búsqueda del aro.
Minutos después una llamada. “Lo encontré, lo encontré”, me dijo a través del teléfono Ana Lily, podia escuchar los gritos de alegría de sus hijos, Huguito y Danielita. Parecía una celebración enorme, me emocionó. “Revisé las bolsas que boté a la basura y nada hasta que me acordé que la bolsita de plástico en la que venía la ropa de Danielita se la di para que guardara sus juguetes. La volteó, los juguetes cayeron y nada, la sacudió…y de pronto el aro caía en el piso y rodó hasta que se detuvo. Todos gritamos de alegría”, me contó aquella mujer extraordinaria.
En corto tiempo ella misma vino y me entregó el aro, aquel anillo viajero que quiso ver el hogar de Ventanilla, en el asentamiento humano “Susana Higushi” al lado de otro denominado “Kenyi Fujimori”, asomarse a una casa llena de amor familiar, a una familia que se mantiene luchando por salir de la pobreza y pone en primer lugar el amor al prójimo y a los hijos por los que se esfuerzan para que estudien. Y vaya que estudian y son aplicados en ello.
El aro de Yoco supo del arenal, de los cerros, de la brisa del mar y del calor del hogar. Pero también de la pobreza inmensa de aquella vecindad y del olvido de sus autoridades. Su corto viaje sirvió para ser testigo que, aún con limitaciones enormes, hay seres humanos que en base al amor y a los principios construyen su familia.
El aro ya regresó a las manos de mi mujer y tiene desde ese día un nuevo brillo.
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Fuente:
TIEMPO NUEVO.
TIEMPO NUEVO.
Año 5 No. 221 de 23 de agosto de 2013