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DE LA SANTA TIERRA A LA TIERRA SANTA
ROMA
(Continuación...)
http://yarcan-llamellin.blogspot.com/
Por Walter Vidal Tarazona
ROMA
(Continuación...)
http://yarcan-llamellin.blogspot.com/
Por Walter Vidal Tarazona
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Una bella y amable guía nos recibe en el aeropuerto de Roma (Italia) y nos traslada al hotel. Esta vez nuestra espera en el aeropuerto de Barajas (Madrid, España) no fue muy larga; antes del medio día ya estábamos en Roma. Aquí pasamos el resto del día cómodamente alojados en el Hotel Porta Maggiore. Podría decirse que tuvimos “medio día libre”. Caminamos por los alrededores con soltura y nos comunicamos con mayor facilidad con la gente del lugar que en Tel Aviv.
El día siguiente, después del desayuno en el hotel, abordamos el carro que nos conduce a El Vaticano, a la plaza de San Pedro precisamente. “Piazza San Pietro”, como dicen -muy orgullosos- los italianos, porque está considerada como una de las más grandes y bonitas del mundo. Allí se levanta la Basílica de San Pedro, sobre la tumba de Pedro. Asombrados -por la belleza del lugar y la cantidad de turistas- continuamos a pie hasta un ambiente cerrado algo así como un coliseo cuadrangular techado con una tribuna donde apareció Benedicto XVI tras unos 40 minutos de espera de una multitud, de más o menos dos mil personas vitoreando, cantando y chillando. Finalizado el encuentro –“audiencia papal”- un tanto lejano con el papa, salimos del gigantesco recinto para almorzar, por allí cerca. En la tarde nos embarcamos en el bus con dirección a la basílica Santa María La Mayor, de allí a la de San Juan de Letrán, la Escalera Santa, luego Vía Appia Antigua y basílica de San Pablo Extramuros; finalmente nos dirigimos al hotel, ya un tanto agotados. “Mañana nos espera un día mucho más agotador”, nos anticipa nuestra bella acompañante y guía.
Iniciamos el tercer día de nuestra visita a Roma con un recorrido panorámico. Desde la colina del Gianicolo, por el Coliseo, el Arco de Constantino, el Foro Romano, por la Plaza Venecia, Campidoglio, las termas de Caracala, la Basílica Santa Cruz de Jerusalén, la Plaza de la República con su fuente de las Naiades, pasando por la Puerta de San Paolo, la Pirámide Celsia, la Av. Lungotevere con la sinagoga judía de estilo babilónico, llegamos a la Isla Tiberina, pasamos el castillo de Santo Angel y el Tribunal de Justicia a vuelo de pajaritos. Nos damos tiempo para un refrigerio casi a la carrera.
Después del almuerzo, nos encaminamos para la gran visita a los museos del Vaticano. Recabamos nuestras entradas y nos disponemos a las órdenes de los guías, agrupados siempre. Todo se nos presenta a la vista en forma fabulosa. La Capilla Sixtina posee su especial resplandor por el arte tachonado allí desde siglos atrás; igualmente la Biblioteca Vaticana por su contenido espiritual, moral y físico. Sin embargo la parte débil de todo este “desorden” administrativo del turismo, pareciera estar en el orden estructurado que dificulta detenerse más de la cuenta admirando un cuadro, una pintura, un mural, una vajilla, en fin, la belleza cristalizada en el objeto a nuestra vista. Pero la cantidad humana no empeña la calidad del arte que no se mueve, como sí las colas.
(La Sixtinama es la capilla más famosa del Vaticano, la historia nos dice dice que fue construida por orden del papa Sixto IV con el afán de restaurar la antigua Capilla Magna, hace 530 años. La pared izquierda muestra pinturas sobre la vida de Moisés y la de la derecha la vida de Jesús. Miguel Angel pintó en la bóveda (1.100 m²) escenas del Génesis (Creación ... Caída del Hombre), entre 1508 y 1512. En 1515 León X le encarga a Rafael diseñar diez tapices para la parte inferior de las paredes. Nuevamente, entre 1536 y 1541, Miguel Ángel recibió el encargo de decorar la pared del altar con la estampa El Juicio Final, para lo cual eliminó dos tapices de Rafael, tapiando dos ventanas. Aquí, teniendo como marco escénico el mural del Juicio Final de Miguel Ángel, hace tres años, en noviembre de 2009, Benedicto XVI en reunión con más de 260 artistas ofreció al Mundo una reflexión sobre el valor de la belleza, centrada en el espíritu del hombre.)
Viernes 29 de junio de 2012. Día de San Pedro y San Pablo. “Día libre” –de despedida y fin del tours- para hacer lo que uno desea. Muchos se fueron a la Plaza de San Pedro a escuchar la misa de San Pedro y San Pablo celebrada por el papa Benedicto XVI(1). Otros -pocos- quisimos quedarnos hasta más tarde en el hotel y salir a caminar por las avenidas y calles de la cercanía; y escuchar la misa en la Basílica Santa María Maggiore a pocas cuadras del hotel.
(Continuará)
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El día siguiente, después del desayuno en el hotel, abordamos el carro que nos conduce a El Vaticano, a la plaza de San Pedro precisamente. “Piazza San Pietro”, como dicen -muy orgullosos- los italianos, porque está considerada como una de las más grandes y bonitas del mundo. Allí se levanta la Basílica de San Pedro, sobre la tumba de Pedro. Asombrados -por la belleza del lugar y la cantidad de turistas- continuamos a pie hasta un ambiente cerrado algo así como un coliseo cuadrangular techado con una tribuna donde apareció Benedicto XVI tras unos 40 minutos de espera de una multitud, de más o menos dos mil personas vitoreando, cantando y chillando. Finalizado el encuentro –“audiencia papal”- un tanto lejano con el papa, salimos del gigantesco recinto para almorzar, por allí cerca. En la tarde nos embarcamos en el bus con dirección a la basílica Santa María La Mayor, de allí a la de San Juan de Letrán, la Escalera Santa, luego Vía Appia Antigua y basílica de San Pablo Extramuros; finalmente nos dirigimos al hotel, ya un tanto agotados. “Mañana nos espera un día mucho más agotador”, nos anticipa nuestra bella acompañante y guía.
Iniciamos el tercer día de nuestra visita a Roma con un recorrido panorámico. Desde la colina del Gianicolo, por el Coliseo, el Arco de Constantino, el Foro Romano, por la Plaza Venecia, Campidoglio, las termas de Caracala, la Basílica Santa Cruz de Jerusalén, la Plaza de la República con su fuente de las Naiades, pasando por la Puerta de San Paolo, la Pirámide Celsia, la Av. Lungotevere con la sinagoga judía de estilo babilónico, llegamos a la Isla Tiberina, pasamos el castillo de Santo Angel y el Tribunal de Justicia a vuelo de pajaritos. Nos damos tiempo para un refrigerio casi a la carrera.
Después del almuerzo, nos encaminamos para la gran visita a los museos del Vaticano. Recabamos nuestras entradas y nos disponemos a las órdenes de los guías, agrupados siempre. Todo se nos presenta a la vista en forma fabulosa. La Capilla Sixtina posee su especial resplandor por el arte tachonado allí desde siglos atrás; igualmente la Biblioteca Vaticana por su contenido espiritual, moral y físico. Sin embargo la parte débil de todo este “desorden” administrativo del turismo, pareciera estar en el orden estructurado que dificulta detenerse más de la cuenta admirando un cuadro, una pintura, un mural, una vajilla, en fin, la belleza cristalizada en el objeto a nuestra vista. Pero la cantidad humana no empeña la calidad del arte que no se mueve, como sí las colas.
(La Sixtinama es la capilla más famosa del Vaticano, la historia nos dice dice que fue construida por orden del papa Sixto IV con el afán de restaurar la antigua Capilla Magna, hace 530 años. La pared izquierda muestra pinturas sobre la vida de Moisés y la de la derecha la vida de Jesús. Miguel Angel pintó en la bóveda (1.100 m²) escenas del Génesis (Creación ... Caída del Hombre), entre 1508 y 1512. En 1515 León X le encarga a Rafael diseñar diez tapices para la parte inferior de las paredes. Nuevamente, entre 1536 y 1541, Miguel Ángel recibió el encargo de decorar la pared del altar con la estampa El Juicio Final, para lo cual eliminó dos tapices de Rafael, tapiando dos ventanas. Aquí, teniendo como marco escénico el mural del Juicio Final de Miguel Ángel, hace tres años, en noviembre de 2009, Benedicto XVI en reunión con más de 260 artistas ofreció al Mundo una reflexión sobre el valor de la belleza, centrada en el espíritu del hombre.)
Viernes 29 de junio de 2012. Día de San Pedro y San Pablo. “Día libre” –de despedida y fin del tours- para hacer lo que uno desea. Muchos se fueron a la Plaza de San Pedro a escuchar la misa de San Pedro y San Pablo celebrada por el papa Benedicto XVI(1). Otros -pocos- quisimos quedarnos hasta más tarde en el hotel y salir a caminar por las avenidas y calles de la cercanía; y escuchar la misa en la Basílica Santa María Maggiore a pocas cuadras del hotel.
(Continuará)
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