sábado, 31 de agosto de 2013

31 DE AGOSTO: DÍA DE LA SOLIDARIDAD - FOLIOS DE LA UTOPÍA: PEDACITOS DE PAN FRESCO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA

Construcción y forja de la utopía andina


2013 AÑO

EVANGELIO VALLEJO DE LA SOLIDARIDAD

Y UNIVERSALIDAD DEL MUNDO ANDINO


AGOSTO, MES DE LOS NIÑOS,

LAS COMETAS, EL DEPORTE

Y LOS PUEBLOS INDÍGENAS


*****


PRÓXIMAS ACTIVIDADES

DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA


VALLEJO

EN EL ALMA


RECITAL DE

FREDERIK

SOTOMAYOR CARRANZA


MIÉRCOLES 2 DE OCTUBRE

6.30 PM.

CASA DE LA LITERATURA PERUANA

ANTIGUA ESTACIÓN

DESAMPARADOS


*****


PRESENTACIÓN

DEL LIBRO DE POESÍA


ALHELÍ


DE

DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


SÁBADO 2 DE NOVIEMBRE

6 PM.

CASA DE LA LITERATURA

PERUANA. ANTIGUA ESTACIÓN

DESAMPARADOS


7.30 PM.

AULA CAPULÍ


*****


CONVOCATORIA


XV ENCUENTRO INTERNACIONAL

CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA

TELÚRICA DE MAYO, 2014


LIMA:

MARTES 20

Y MIÉRCOLES 21


TRUJILLO

JUEVES 22


SANTIAGO DE CHUCO

VIERNES 23

SÁBADO 24

Y DOMINGO 25

DEL MES DE MAYO


*****


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http://spanport.byu.edu/faculty/GarciaM/new/CapuliXV.htm



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Teléfonos Capulí:

420-3343 y 420-3860

99773-9575


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CALENDARIO

DE EFEMÉRIDES



31 DE AGOSTO



DÍA

DE LA

SOLIDARIDAD




FOLIOS

DE LA

UTOPÍA



PEDACITOS

DE PAN

FRESCO



Danilo Sánchez Lihón



Todo lo que hiciste

al más pequeño de mis hermanos,

me lo hiciste a mí.

Jesús



1. Vallejo asume

la condición del hombre


Reside la grandeza de un hombre y se hace un redentor cuando:

Deviene en padre, madre, culpable, salvador, responsable, identificado por, en, sí, a favor, infinita y en totalidad con la condición humana.

Es la autenticidad para asumir el mundo y solidarizarse con los más débiles, marginados, golpeados, indígenas, pordioseros, lo que legitima a un ser humano o divino como un redentor.

Mucho más si es un ser humano que se erige y reconoce a Dios hasta en el vendedor de loterías.

La opción de la poesía por los pobres, los míseros, los expulsados y mendigos jamás fue, como en César Vallejo, tan honda, cabal e íntegra. Sólo en el ámbito de la religión hay el referente sublime y conmovedor de Jesús.

Pero en la literatura, ¿quién? No hay. No se registra. Nadie. Ni en el ámbito nacional, americano ni a nivel mundial. ¿Quién con la consagración y autenticidad de César Vallejo?

Nadie. Ninguno. Nada. ¡Jamás! Ninguno. Sino, digan ¿quién? ¿Cuál? ¿Dónde?

Y aún más: morir por las poblaciones agredidas, hechas escombros sobre escombros, bombardeadas, fusiladas en la España crucificada en el holocausto de la Guerra Civil española.

¿Quién entonces? Y murió por consustanciarse aún más con todos ellos.


2. Por él habla

el hombre


Reside la grandeza de un hombre y se hace un redentor:

Por la capacidad para recoger experiencias del mundo y proyectarlas en un horizonte de valores hace que muchos seres humanos transformen su vida.

Tal ocurre con la trayectoria vital y la obra de César Vallejo que es un coloquio con el ser más íntimo del individuo, pero también con el hombre hecho prójimo, pueblo y sociedad.

 Él se encumbra como el habla del ser humano integral, es la voz que interroga y que a la vez reniega, blasfema y condena. Que se manifiesta individuo y trasciende en colectividad.

Por él se enuncia el hombre impertérrito en su soledad, como habla la humanidad congregada, militante y multánime. Por él el hombre abatido sonríe y por él acuna también su más pletórica esperanza.

Por él se expresa el individuo y por él se expresa la especie humana.


3. Su gigantesca

aventura humana


Reside la grandeza de un hombre y se hace un redentor cuando:

Al explorar el fondo las raíces del alma encuentra inspiración para el bien y con qué afrontar las adversidades y elevarse hasta las estrellas. Más al fondo de donde puede ser posible, o donde pueda verse y hasta si se quiere imaginarse o presentirse cualquier indicio de unidad.

Los Poemas humanos son fruto de las entrañas más hondas y viscerales del sufrimiento a que puede llegar el ser en alegato del hombre; y todo esto sin una entidad segura, vigilante y protectora.

Sin alguien que lo ampare, sin una boya que lo sostenga, sin una brizna que lo salve, sin un asidero al cual cogerse, hecho que resulta despiadado y atroz. Y a la vez un acaecimiento hermoso.

Nosotros como individuo somos todos. Todos son uno a su vez en el hombre colectivo. Esta mística de lo humano deja de ser teología de lo divino.

Ya no es que se pone como el referente más alto, superior y supremo a Dios. Ya no es Dios lo grande, sublime y excelso, sino el hombre. Hay rebelión que no deja de ser sublime si por ello se arriesga la vida.

Su gigantesca aventura humana, de ganarle al dolor, de entresacar algunos diamantes al sufrimiento y hasta arrancarle oro puro a la muerte, es majestuosa.


4. Comunión

con la humanidad dolida


Reside la grandeza de un hombre y se hace un redentor cuando:

Construye sobre el abismo, unas claves redentoras de la condición humana.

Vallejo se pone de pie sobre el vacío, en «la línea mortal del equilibrio» y todo lo transforma en infinita redención humana, escanciando el dolor de familia, de raza y de especie. De humanidad íntegra y total.

Y su solidaridad es sin excluir ni al rico ni al malo, ni al egoísta ni al perverso, ni al criminal ni al pecador, ni a la víctima ni al victimario.

Para Vallejo no hay excluidos. Todo lo humano merece nuestra emoción solidaria. Y lo exalta. ¿Es acaso amoral? ¿No tiene entonces ni ley ni principios? Al contrario: Opta por matar al mal. Se ensaña en abolir la muerte mediante la acción solidaria. Predica y demuestra que es posible.

Porque la muerte, el hambre, la pobreza no son humanos.

Hay en él la comunión con la humanidad dolida y representada en el hombre común y corriente, pero en pasión vital.


5. Pedacitos

de pan fresco


Reside la grandeza de un hombre y se hace un redentor cuando:

Se preocupa por tu dolor, lo hace suyo, lo encarna, lo padece igual o más que tú mismo.

Cuando tu dolor lo introduce en su alma, por nada ilegítimo ni espurio sino porque te quiere incondicionalmente.

Aunque pareciera que no lo conoces ha muerto efectivamente por ti y para darnos a todos los hombres una muestra de hermandad universal.

Y lo hizo por nada que sea conveniencia personal, sino por puro cariño, por «cariño doloroso», por dulzura de ser, tal vez porque naciera muy feliz en Santiago de Chuco y por conciencia suprema del bien.

César Vallejo se preocupa por el dolor de toda la humanidad no como Dios sino como hombre, por el padecimiento hasta del rico a quien cabe ayudarlo a ser más rico si así lo anhela; por la justicia, por la libertad, por quienes son agredidos y padecen el abuso y la explotación.

Porque se desvive por todos aquellos a quienes falta algo, a quienes ha de repartir «y hacerle pedacitos de pan fresco / aquí, en el horno de mi corazón...!».

No es un ser con insignias de realeza ni divinas. Surge del común pero su proeza es sublime, gigantesca y descomunal.


6. Quédate

hermano


Reside la grandeza de un hombre y se hace un redentor cuando:

Abraza al hombre concreto y también al hombre ideal, como invención y entelequia. Como sueño del ser y don supremo.

Y lo hace con una rigurosa conciencia histórica. Y lo proyecta como un mensaje de fe y esperanza hacia todos los confines, utilizando además, como Jesús, el lenguaje insigne de la poesía.

Su palabra es una radiografía esencial del hombre sin ambages ni tapujos, presentado orgánicamente, con sus vísceras, su tos, sus vagidos; sus nos y sus todavías. Es decir como un recién nacido y pequeñín.

Sin embargo, como nunca traza la perspectiva de una humanidad  dirigida a la utopía.

Es el hombre en el heroísmo colectivo de resucitar con un ruego común, solidario y unánime a otro hombre.

Es lo humano en el mensaje absoluto de la fraternidad, rogando ante la muerte: «¡Quédate hermano!».


7. ¡Matad

a la muerte!


Reside la grandeza de un hombre y se hace un redentor cuando:

Carga con el peso del mundo, como si se echara a los hombros el destino de toda la grey humana, como si asumiera por un deber sacrosanto la representación plena del hombre, más aún en su estado de cruel sufrimiento y dolor.

No estaba obligado a desvivirse por el drama de España.

Incluso no estaba ahí sino lejos ¿Qué otros hombres lo siguieron con la angustia y la tribulación con que él lo siguió?

A tal punto de morir como un miliciano de la república, voluntario de un deber moral, como una cifra más de esa contienda, como un soldado que apunta a matar no al prójimo sino al mal, al dolor y a la muerte.

Porque en su vida y en su obra todo está visto desde la óptica del amor en contraste del mundo impávido, indolente y feroz.

Vallejo el dulce, consustanciado con el hombre débil, el hombre con defectos, que tose, que nació muy débil y que adolece.


8. Hoy sufro

solamente


Reside la grandeza de un hombre y se hace un redentor cuando:

Padeces, sientes y sabes que hay alguien que padeció más por ponerse a tu lado y solidarizarse contigo.

Cuando sabes que alguien pudo ser feliz y dichoso pero renunció a ello y se sacrificó por estar a tu lado sin que se le ofrezca nada.

Cuando depuso todo interés personal por el interés colectivo. Y eso es la medida de la santidad, porque es santo quien hace suyos los padecimientos ajenos y la suerte de todos lo liga a tu suerte, si es posible hasta sucumbir. Y él lo hizo así.

Él sufrió por el destino del hombre. Pero su sufrimiento no es por incapacidad, sino por solidaridad.

El sufrir de Vallejo no es porque se ensañara con él la vida y él no pudiera combatir. Es que él se arroja a hacerse cargo de los males del mundo, se consustancia con la muerte de todos para revivirla:» ¡Solo la muerte morirá!».

El sufrir de Vallejo no es individual. Él sufre en representación del hombre. Y cuando sufre individualmente lo dice:

Hoy sufro como César Vallejo,

hoy sufro solamente.


9. Hacerse

mendigo


Reside la grandeza de un hombre y se hace un redentor cuando:

Asombra y sobrecoge solidarizarse con un mal que no le pertenece ni le toca. Que se desata muy lejos y distante, allende las montañas. Y sin embargo lo asume con integridad pudorosa.

Sobrecoge y asombra su adhesión al hombre en holocausto. Y por ello pierde la vida. Como ocurrió en el trance de la Guerra Civil española.

¿Qué hizo que este hombre asumiera con ardor total esa contienda? No era su patria, estaba lejos y, aparentemente, no le incumbía. Dejándonos además un testamento moral y supremo, como es: «España, aparta de mí este cáliz»

La respuesta es llana: era su honestidad, su honradez intelectual, su naturaleza de hombre íntegro, cabal y completo.

Era la conciencia heroica de su destino personal. Y su compromiso con la historia humana.

Es la misma consideración que se todos se formulan al conocer su brillante trayectoria de estudiante y de escritor, interrogándose:

¿Qué hizo que este hombre dotado de talento excepcional se hiciera un mendigo?


10. La condición

humana


Reside la grandeza de un hombre y lo hace un redentor cuando:

Nos ayuda a vivir, nos enseña a morir, nos da y nos prueba razones para luchar por los demás.. Cuando nos acompaña como un paradigma en la vida y nos ayuda en el trance de la muerte.

Cuando es un maestro y un ejemplo cabal. Cuando deslumbra como un paradigma, por su talante moral y su humildad. 

Vallejo es infinito, por él afloran elementos que nadie jamás pudo haberlos extraído porque cavaba muy hondo y muy dentro de sí. Muy hacia abajo, arriba, allá y muy lejos. A lo profundo, poniendo en cada paso su vida en riesgo.

Escribió en «Un hombre pasa con un pan al hombro»:

Otro tiembla de frío, tose, escupe sangre

¿Cabrá aludir jamás al Yo profundo?

Otro busca en el fango huesos, cáscaras

¿Cómo escribir, después, del infinito?

Un albañil cae de un techo, muere y ya no almuerza

¿Innovar, luego, el tropo, la metáfora?

Hay múltiples aspectos en los cuales César Vallejo es un paradigma. Pero basta su adhesión tan simple, natural y sincera, sin convencionalismos ni aspavientos respecto a su militancia y defensa de la condición humana y al destino del hombre sobre la faz de la tierra.



 Texto que puede ser reproducido

citando autor y fuente


Teléfonos: 420-3343 y 420-3860


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31 DE AGOSTO: CUMPLEAÑOS DE MI HERMANO JUVENAL - FOLIOS DE LA UTOPÍA: EL HERMANO A QUIEN TANTO EXTRAÑAMOS - POR DANILO SÁNCHEZ LIHON

 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2013 AÑO
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Y UNIVERSALIDAD DEL MUNDO ANDINO
 
AGOSTO, MES DE LOS NIÑOS,
LAS COMETAS, EL DEPORTE
Y LOS PUEBLOS INDÍGENAS
 
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
 
VALLEJO
EN EL ALMA
 
RECITAL DE
FREDERIK
SOTOMAYOR CARRANZA
 
MIÉRCOLES 2 DE OCTUBRE
6.30 PM.
CASA DE LA LITERATURA PERUANA
ANTIGUA ESTACIÓN
DESAMPARADOS
 
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PRESENTACIÓN
DEL LIBRO DE POESÍA
 
ALHELÍ
 
DE
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
 
SÁBADO 2 DE NOVIEMBRE
6 PM.
CASA DE LA LITERATURA
PERUANA. ANTIGUA ESTACIÓN
DESAMPARADOS
 
7.30 PM.
AULA CAPULÍ
 
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CONVOCATORIA
 
XV ENCUENTRO INTERNACIONAL
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
TELÚRICA DE MAYO, 2014
 
LIMA:
MARTES 20
Y MIÉRCOLES 21
 
TRUJILLO
JUEVES 22
 
SANTIAGO DE CHUCO
VIERNES 23
SÁBADO 24
Y DOMINGO 25
DEL MES DE MAYO
 
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31 DE AGOSTO
 
CUMPLEAÑOS
DE MI HERMANO
JUVENAL
 
 
EL
HERMANO
MAYOR
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
 
EL HERMANO
A QUIEN TANTO
EXTRAÑAMOS
 
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
Hermano…
donde nos haces
una falta sin fondo.
César Vallejo
 
 
1. Que
las lágrimas
 
¡En realidad no sabíamos ni nos imaginábamos antes cuánto sufriríamos por no tenerlo entre nosotros!
Cuando mi madre amanece contenta y hace en la cocina alguna fritura que nos llena de alegría, nos sentamos a la mesa y al estar sirviendo, dice repentina secándose las manos:
– ¿Estará desayunando mi hijo? ¿Estará abrigado? ¿Estará contento?
Y ahí nos viene la pena. Y ya nada es igual. O cuando llega la hora del almuerzo, escuchamos su llamado:
– Ya, bajen hijos a comer. ¡Avisen a su papá! ¡La mesa está servida! ¡He hecho algo rico!
Y es que hay cuy con mote de trigo y papas revueltas. Y caldo de cordero humeante, ¡que a mí me gusta tanto! Al centro de la mesa hay habas verdes, cancha ¡y choclos!
Papá en la cabecera de la mesa acaba de sentarse. Y esperamos todos con la cuchara en la mano su orden para iniciar la comida.
 
2. Voltear
para verla
 
En lo más alegre volteamos a ver a alguien que está derramando lágrimas.
– ¿Algo te duele? –Es la pregunta, llena de ansiedad y zozobra. Y se oye una voz quebrada:
– ¡Mi hermano! –Es la respuesta, entre gimoteos.
Allí sentimos cómo se nos encoge el corazón en el pecho. Se mueven los ojos en nuestras órbitas tratando de que las lágrimas no se desborden.
Y si tenemos algo en la boca y lo queremos pasar se atraganta en el nudo que tenemos en el cuello y sentimos que es amargo pasarlo.
Pero mamá es quien más resiste y disimula su pena. Cuando está sirviendo algo sabroso tenemos que voltear para verla:
– ¿Pero tú mamá, a qué hora te sirves y vas a comer?
– Ahorita. Aquí está mi plato.
 
3. Piedra
endurecida
 
– Pero primero empieza tú mamá.
Y lo hace. Y todos miramos. Se lleva el primer bocado y ahí se detiene.
– ¡Pero sigue comiendo, mamá!
– ¡No puedo! ¡No puedo! ¡No puedo! –Gime, se lamenta y se encoge a llorar.
Y ahí se queda agachada, mirando primero la lejanía. Y después solo vemos su espalda sacudiéndose de dolor.
Entonces cesa el tintineo de todas las cucharas o tenedores en los platos. Y todos volteamos a ver, y a tratar de encontrarlo en el lado que permanece vacío donde se sienta Juvenal.
Ahí nos miramos los hermanos. Y, uno y otro se va agachando y empiezan a caer grandes goterones al mantel y hasta a la sopa caliente.
Y si vamos pasando los alimentos porque hay que disimular la pena, lo hacemos con un golpe como de piedra endurecida en el pecho y que no deja respirar.
 
4. Nuestro
gozo
 
Y hay un silencio sepulcral que nada lo interrumpe. Y una silla vacía. Y un aire hueco en nuestros corazones.
Papá entonces dándonos valor, trata de consolarnos y nos anima comentando:
– Él está bien. –Dice, haciendo suave y enterneciendo su voz.
Y vuelve por undécima vez a leer textualmente la carta que coge de la repisa o busca en el fajo que se guarda en la alacena.
Y volvemos a oír los párrafos ya sabidos de memoria de la última misiva que él remitiera.
Papá es recio, pero también se le humedecen los ojos cuando lee. Y siempre culmina con aquello de:
– Debemos enviarle nuestro gozo y buen ánimo, porque su hermano disputa el primer puesto del mejor colegio de La Libertad, como es el San Juan, con Alberto Cahuano, un estudiante magnífico.
 
5. Él
es
 
– Pero, quién está ganando, ¿papá?
– Por ahora Cahuano. Pero su hermano está ahí pisándole los talones. Pero, ¡qué gracia! Cahuano allí tiene a toda su familia en Trujillo que lo apoya. En cambio su hermano está solito luchando como un gladiador. ¿A quién tiene cerca? ¿En quién piensa? ¡En nosotros! ¡Y nosotros vamos a estar llorando! Él está dejando bien el nombre de su familia, de su pueblo y de la serranía.
– ¡Del ande, papá!
– Sí, del ande, porque somos andinos. Por eso no debemos estar tristes ni llorar. Por eso debemos estar contentos. Él es juicioso, él es... –Y ahí se le quiebra también la voz. Carraspea, disimula y vemos que sus lágrimas ya empapan sus labios.
– El día 22 reparten las libretas, el día 23 se embarca y el día 24 estará aquí entre nosotros.
– ¿Y cuántos días faltan papá?
– Apenas, ¡un mes!
 
6. Y bordes
plateados
 
– Pero hoy llega a nuestro pueblo y a nuestra casa Juvenal, el hermano ausente. Y esta noche no dormimos.
La casa desde inicios del mes ha sido un alboroto.
Hemos clavado repisas, alineado muebles, colgado cuadros, puesto adornos, pulido las mesas, empapelado la subida de la escalera, hemos acomodado camas.
Papá desde aquí compró el pasaje hace meses, el asiento Nº 1 del ómnibus de la Empresa Ágreda, Hermanos.
Y es que para esta fecha viajan repletos y se lucha por cada asiento, pues regresan todos los jóvenes de Santiago de Chuco que estudian en Trujillo.
Hace unos días vimos un ómnibus que llegaba. ¡Es el Ágreda! ¡Es el Ágreda! ¡Es el Ágreda! Saltamos de júbilo.
– ¡En un ómnibus como este va a venir nuestro hermano! –Gritamos.
– ¡Ómnibus fabuloso es este! ¡Verde con blanco! ¡Y bordes plateados!
 
7. Mirando
maravillados
 
Llegará hoy a las tres de la tarde. Ya ha salido ayer y ya está en camino.
A mi madre le ha vuelto la luz a los ojos. Y el color de sus mejillas es rosado, como el de una chiquilla. ¡Está linda, preciosa!
Pero, aún nos separan de Juvenal cordilleras, la cadena occidental de los andes con sus ríos, montañas, jalcas, cumbres nevadas y peligrosos abismos.
Hoy día la comida está lista desde muy temprano. Mamá cocinó de madrugada.
Ya estamos cambiados.
Las horas se desplazan lentas, pero estamos felices.
De un momento a otro saltamos de contentos. Y nos damos de abrazos y de volantines.
Mamá ya sirvió el almuerzo, aunque son las once de la mañana. Pero nadie ha querido comer. Hemos decidido esperarlo en la Piedra Bruja. Y allí serviremos la comida. Llevamos platos y almorzaremos mirando maravillados el paisaje, los bosques, el río, las flores.
 
8. Una parvada
de niños
 
Es la una, y ya estamos aquí, mirando la carretera serpenteante.  Mejor sería esperarlo en Las guitarras.
Y vamos subiendo poco a poco más y más. Yendo más lejos. ¿Por qué no esperarlo mejor en La Colpa?
– ¡Claro! ¡Mejor! Desde ahí caminamos con él para que vea lo hermosa que es su tierra. ¡Miren las colinas de flores amarillas y violetas, que se elevan hasta el cielo añil donde bogan las nubes blancas! Vean las piedras llenas de malvas y shayapes.
– Y el olor a alcanfores y a manzanilla.
Pero mejor sería que nos vea en la curva de Pueblo Nuevo. Y si avanzamos a Huayatán. Ahí siempre se apea la gente.
– ¡Vamos!
Estamos ya en la colina. Somos una parvada de niños multicolores con mamá a quien la ilusión le abrillanta los ojos. Con Amelia, nuestra prima. Y Elvia, quien nos acompaña siempre.
 
9. ¡Ahí
está!
 
Ya muchas veces hemos pegado nuestra oreja en los guijarros de la carretera para percibir el rumor de algún carro que se acerque. Y siempre nos ha parecido escuchar que ya está cerca, casi a la vista.
Ya nos hemos equivocado tantas veces de mirar la lejanía, creyendo ver el humo de un ómnibus en lontananza.
Pero, a eso de las tres de la tarde mamá grita:
– ¡Ahí está! ¿Ven? ¡Ahí está! ¡Es ese! ¡Es ese! ¡Miren! ¡Allá! ¡Arriba!
– ¿Dónde?
– ¡Ahí está! ¡Ahí está!
– ¡Ahí!
– ¡Sí! Es el Ágreda. ¡Es el Ágreda!
– ¿Dónde?
– ¡Arriba, miren! ¡Por entre esos cerros!
– ¡No veo nada!
 
10. ¡Y
pare!
 
Ahora ya apareció a retazos, entre los árboles, las lomas y los arreboles de las nubes. Entre pencas, alisos y tunales.
El corazón nos palpita aceleradamente.
Ya aparece, bufando por la Pampa de los Arrieros. Esta vez sí vemos al ómnibus veloz y deslumbrante, cargado de bultos y maletas en su techumbre.
– ¡Todos agiten una prenda para que el ómnibus se detenga! ¡Todos!
– ¡A ver, empiecen a dar aviso para que el chofer nos vea y baje a Juvenal!
– ¡Ya está en la curva! ¡Agiten! ¡Agiten las prendas!
– ¡Ustedes de abajo! ¡Agiten más! Que el chofer nos vea. ¡Y pare!
Ya el ómnibus entró a la última vuelta. Y ahora debe aparecer por la curva blanca de la carretera, donde estamos parados nosotros.
Empezamos a saltar y agitar con nuestras chompas, mantas, chales, chalinas, sombreros.
 
11. El hermano
que regresa
 
– ¡Ahí está! ¡Ahí está!
– ¡Fuerte! ¡Que pare! ¡Oiga, pare! ¡Pare!
– ¡Juvito! ¡Juvito! ¡Juvito!
Nada. El ómnibus ha pasado como un bólido, sacando chispas de las piedras. Y con una llamarada de fuego en el tubo de escape, relumbrando en su cola como un cometa. Y desaparece carretera abajo.
Y ahí viene el desamparo, el abatimiento y la angustia. ¿Y, ahora?
– ¡Corran! Ahí va su hermano. ¡Corran! ¡Pobrecito su hermano!
– ¿Quién va a recibirlo?
– ¡Yo lo he visto!
– ¡Agitó su mano!
Y todos nos lanzamos en estampida, con el golpeteo de nuestros latidos en el tambor de nuestros pechos.
Y todos los caminos son nada bajo nuestros pies que corren por los prados al encuentro del hermano que regresa.
 
 
Texto que puede ser reproducido
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