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TIEMPO NUEVO
Internacional
por Addhemar Sierralta
Año 10 Nº 328
Miami, 19 de abril de 2018
DEL PERÚ Y DEL MUNDO.
Por Addhemar H.M. Sierralta (Perú).
CAMINOS DE PAZ Y DE MISERIA.
Estando
próximas las reuniones de los presidentes de las coreas del Norte y del
Sur así como la cita entre el gobernante de Corea del Norte y el
presidente de U.S.A. el camino hacia la paz –en base a un acuerdo de
desnuclearización- se vislumbra en el firmamento internacional.
Por
otro lado las declaraciones de los presidents, Macron de Francia y
Trump de U.S.A., reafirman la alianza entre estos dos países y abren la
posibilidad de un nuevo tratado de energía atómica con Irán en el que se
procurará eliminar bombas nucleares. Obviamente que esto abre las
puertas a un camino de tranquilidad en el oriente medio.
Pero
lamentablemente en América Latina, las situaciones caóticas de
Venezuela y ahora Nicaragua, sumadas a la farsa de elecciones en Cuba
que mantiene a estos tres países en problemas permanentes se puede
tornar en un riesgo grave si la infiltración y propaganda comunista
lograra colocar mandatarios en México y Colombia. Ello abriría la puerta
a situaciones nuevas: caminos de miseria en esos países.
Ya
es tiempo que Estados Unidos de América tome conciencia que no debe
demorar una acción urgente contra Maduro, o sea el gobierno comunista
narco traficante en el continente. Y esta acción, muy demorada, debe ser
dejar de comprar petróleo a Venezuela y detener la venta que hacen, al
mismo país, de gasolinas.
La
inacción contra el comunismo en América Latina pondría en riesgo a los
Estados Unidos de América que tiene ya una infiltración peligrosa.
SORPRESAS JUDICIALES QUE INDIGNAN.
En
el Perú hace pocos días se liberaron –por el Poder Judicial- a dos
cabecillas de Sendero Luminoso, organización comunista terrorista, para
que sigan su proceso en detención domiciliaria. Y hoy, por otro lado, el
Tribunal Constitucional puso en libertad al ex presidente Ollanta
Humala y a su esposa Nadine Heredia de acuerdo a un habeas corpus
presentados por ellos.
Ambas
decisiones han indignado a los ciudadanos. Al margen de los aspectos
judiciales existe la sensación de culpabilidad en dichos casos.
Todo
esto confirmaría que existe un Poder Judicial y Tribunal Constitucional
que deja mucho que desear. Esta debacle de la institucionalidad en el
país, sumada a la renuncia del presidente Kuczynski –como consecuencia
de un caos político y de posible corruptela- deja muy mal parado al
Perú.
Si
se suma a estas noticias la información que confirma que la pobreza
subió en el país, por primera vez en décadas, nos dejaría el mal sabor
de una pésima gestión de los gobiernos de Humala y PPK. Lamentable
porque se perdió tiempo y daña el futuro de los peruanos. El actual
presidente Vizcarra debe emprender un camino urgente para revertir esta
situación.
CAMPEONES DE LA HIPOCRESÍA.
Por Enrique Guillermo Avogadro (Argentina).
"A veces, uno sabe de qué lado está simplemente viendo quiénes están del otro lado". Leonard Choen.
Néstor
Kirchner, a quien la posibilidad de apropiarse del dinero ajeno lo
llevaba al éxtasis, decidió ahogar a las compañías petroleras mediante
el congelamiento de los precios en boca de pozo con el exclusivo
propósito de inducir a Repsol a desprenderse en su favor de un alto
porcentaje de las acciones de YPF y huir del país. Como testaferro,
utilizó a la familia Eskenazi, también propietaria del Banco de Santa
Cruz, con la cual mantenía relaciones derivadas de la apropiación de los
"fondos de Santa Cruz" y su colocación en cuentas en el exterior a
nombre personal del pingüino mayor.
A
raíz de esa demencial conducta, la Argentina perdió el
autoabastecimiento energético, ya que las empresas afectadas dejaron de
invertir en exploración de nuevos yacimientos y, durante muchos años,
consumimos los que conocíamos; cuando prácticamente se acabaron,
debimos importar masivamente gas con la consiguiente sangría masiva de
las divisas que quedaban en el Banco Central, generando así inflación y
un nuevo nicho de gigantesca corrupción.
Además,
el kirchnerismo montó un monumental sistema de subsidios a la energía y
el transporte que, en la práctica, benefició a los habitantes de la
Capital Federal y el Conurbano; mientras aquí nos regalaban la luz y el
gas, en especial a la alta clase media, nuestros conciudadanos del
interior debían pagarlos a precios que duplicaban y triplicaban los que
aquí regían.
Así
llegamos al 2015, cuando la inquilina de la Casa Rosada se marchó a su
lugar en el mundo para fundar el "club del helicóptero" e intentar
desestabilizar a su sucesor. Contaba con la inestimable ayuda del campo
minado que había preparado, un altísimo porcentaje de pobres a los que
se debía atender, un imparable déficit público, un descrédito
internacional enorme y el Banco Central sin reservas. Mauricio Macri
contribuyó a la maniobra urdida cometiendo el ya irreparable error de no
desnudar la situación ante la sociedad, que transitaba una crisis
gravísima sin percibirla.
El
Gobierno decidió enfrentarla gradualmente y, para ello, debió recurrir
al endeudamiento externo, habilitado por el levantamiento del cepo
cambiario, la solución al problema con los holdouts y la promesa de una
mayor seguridad jurídica, tan deteriorada e indispensable para recibir
inversiones directas en nuestra economía. La oposición, formando un coro
infernal, maldice diariamente contra la creciente deuda y se cansa de
reírse del fracaso en convocar a los dueños del dinero local e importado
para que lo pongan aquí, en la economía productiva.
La
discusión en el Congreso sobre los aumentos tarifarios, en especial de
la energía eléctrica, mostró a las claras de que madera están hechos
nuestros distinguidos representantes. Si bien era lógico esperar una
actitud bastarda de parte de quienes militan en la Unión Ciudadana, ese
engendro que sacó de la manga Cristina Fernández para no correr con los
colores del peronismo, al cual había recomendado suturar una parte de su
anatomía, y también de la cerril izquierda, hasta ahora el "PJ
racional" (Miguel Pichetto) y los renovadores (Sergio Massa) se habían
portado razonablemente bien.
Mientras
algunos aúllan en la calle (el mugriento Roberto Baradel debió regresar
en primera clase por Lufthansa para encabezar la "marcha de las velas")
por el crimen de intentar que todos comencemos a pagar por la energía
lo que realmente vale (aún con los aumentos, seguimos pagando mucho
menos que nuestros vecinos), gritan aún más fuerte contra el
endeudamiento, único camino posible para evitar el ajuste realmente
necesario del gasto público que reclaman muchos economistas de nota.
Los
legisladores que quieren torcer el brazo del Gobierno y hacerlo
retroceder -algunos hasta han iniciado acciones judiciales para
retrotraer los precios de la electricidad y el gas a los que tenían a
principios del año pasado- no dicen cuál es la alternativa que ofrecen
para financiar los demenciales subsidios que pretenden renovar.
Lamentablemente, las opciones son escasas ya que, si lo lograran, habría
que dejar de invertir en escuelas, rutas y hospitales, la inflación
volvería a desmadrarse y los parques generador, transportador y
distribuidor de energía recaerían en la obsolescencia, con las
consiguientes interrupciones del servicio.
Peor
aún, porque desaparecerían los muchos inversores que acaban de firmar
los contratos de generación de energía renovable (eólica y solar), que
no podrían sostenerlos al no recibir los precios pactados. Y ello
repercutiría de inmediato en todos los campos de la economía; en
realidad, la mera discusión planteada ya está llenando de inquietud a
quienes comenzaban a ver nuestro país como atractivo y observan con
preocupación esta nueva muestra de inseguridad jurídica.
Pero,
más allá de la actitud de la oposición, que prueba una vez más la
validez del "teorema de Baglini", la similar reacción de la sociedad en
su conjunto le permite competir por el campeonato: mientras despotrica
en las redes sociales y en los medios de prensa contra las nuevas
tarifas, el consumo de electricidad sigue incrementándose a una
velocidad que supera al crecimiento de la economía. Y ello sólo puede
significar una cosa: para una gran parte de la población, la energía
sigue siendo tan barata que puede derrocharla; y no debemos olvidar que,
en el otro extremo económico-social, la tarifa social protege a quienes
no pueden pagarla.
También
compiten por el título hipócrita los organismos de falsos y tuertos
derechos humanos. Todos hemos visto las merecidas celebraciones que
realizan cada vez que un nieto desaparecido es identificado y recupera
su identidad, y miramos en cobarde pasividad los escraches que realizan
cada vez que a un militar se le otorga el beneficio de la prisión
domiciliaria, que ya goza, por ejemplo, Milagro Salas. Y qué decir de
aquéllos que esperan el juicio en total libertad, como Amado Boudou,
Cristóbal López, Fabián de Souza, Carlos Zannini, Luis D'Elía, Ricardo
Echegaray y tantos otros reos de corrupción o traición a la Patria,
mientras los presos políticos se pudren en las cárceles por prisiones
preventivas que exceden los diez y quince años.
Pero
lo que hoy los hace aspirantes al título es el estruendoso silencio con
que han recibido la noticia de la aparición con vida del Dr. Antonio
Manuel Gentile, de cuya muerte se responsabilizó por años al régimen
militar de 1976. No escuché, ni creo que nadie lo haya oído, decir nada
sobre este curioso episodio a Estela Carlotto, Hebe Bonofini, Horacio
Verbitsky o tantos otros panegiristas de los terroristas de todo pelaje.
Ese
silencio tiene una razón de efectividad conducente ya que, cuando uno
recorre el Parque de la Memoria, comprueba la inclusión, entre las casi
ocho mil placas que tienen nombre de presuntos muertos por represión
estatal, a muchos fusilados por las propias organizaciones guerrilleras,
suicidados o caídos al intentar copar instalaciones militares. Todos
sabemos que sus familiares han recibido ingentes indemnizaciones de
parte del Estado nacional; a pesar de que se trata de miles de millones
de dólares, la identidad de sus receptores y los montos pagados en cada
caso se mantienen en la oscuridad por obra y gracia de la Secretaría de
Derechos Humanos, que se niega cerradamente a informar sobre el tema.
Y
esto nos lleva a otro competidor por el título, Sergio Maldonado, que
intenta sostener, contra toda prueba y evidencia, que la muerte de su
hermano ahogado en un río del sur se debió a la represión de la
Gendarmería Nacional, y que ya ha logrado cobrar dos millones de pesos
de manos del Estado idiota, que todos mantenemos con nuestros impuestos.
Transformarnos
en un país serio y confiable, para propios y extraños, nos llevará
muchos años, pero debemos comenzar a recorrer ya mismo ese camino,
porque mañana será tarde.-
Bs.As., 21 Abr 18
"EL REVERSO DE MI PIEL", DE ADDHEMAR H. M. SIERRALTA.
Por José Beltrán Peña (Perú).
El
autor es presidente de la Sociedad Literaria Amantes del País y prologó
el reciente libro de poemas de Addhemar –el que fue dedicado a su
esposa Yoconda- por lo que compartimos lo que comentó en dicha edición.
Esta nota fue publicada también en el blog “Chiquián y sus amigos” del
escritor Armando Alvarado “Nalo”.
El
destacado escritor (poeta, narrador y ensayista), y periodista,
Addhemar H. M. Sierralta (Callao, 1943 - Perú), y por cierto dilecto
amigo, nos sorprende de cuando en cuando, con interesantes
publicaciones, entre sus viajes de Perú a EE UU. Demás está resaltar su
faceta de buen periodista con su medio virtual “Tiempo Nuevo
Internacional” que da la vuelta por el mundo entero, presentando
artículos y comentarios de plumas connotadas dentro del ambiente
político, cultural y social.
EL REVERSO DE MI PIEL,es
un singular e interesante poemario, no sólo por las temáticas
abordadas, sino porque está escrito en varios estilos de comunicación
(verso libre, haiku y decimas), lo cual no aburre su lectura, al
contrario hasta educa a sus lectores.
La
primera parte titulada: A LA MUJER QUE AMO, son poemas dedicados a su
dilecta y amada compañera de vida, escritos con un lenguaje sencillo,
pero muy comunicativo en donde trata de zanjar cuentas no solo poéticas
con su amada sino sentimentales a través del arte, mostrándonos
abiertamente su sentimiento. Destacaré algunas aristas valiosas:
1.- LA BELLEZA MÁGICA DEL AMOR SIN TIEMPO:
Aunque estés ausente / siempre estás conmigo / caminamos juntos / sobre el agua / el fuego / y el cielo (De: Amada mía).
2.- LA EXISTENCIA Y LA SUPERVIVENCIA DEL AMOR EN EL RECUERDO Y LA HISTORIA:
Juana de Arco fue testigo / que en París / por ti el amor florecía / con la fuerza de la historia / y el ardor en la memoria. (De: Amar en Paris).
3.- LA INCÓGNITA DEL AMOR EN LA ENTREGA Y DESPUÉS LA SATISFACCIÓN:
Tímida
preguntaste / esa noche / qué es el amor / acércate / mírame y /
acaríciame / te dije (…) y al amanecer / fuiste mi princesa / mi reina /
luego / levantando tus brazos / a grito pleno exclamaste / ¡Conozco el
amor contigo! (De: Descubrimiento).
4.- LA LUZ MÁGICA Y HERMOSA DEL AMOR:
Se
acerca la noche / pienso en ti / cierro mis ojos para encontrarte / en
mis solitarios sueños grises / y al ver tu sonrisa / siento la luz…
(De: Eres mi luz.).
5.- LOS SENTIDOS IMPREGNADOS Y VIVICADOS POR EL AMOR:
Sabor
a caña / ritmo de tondero / ojitos alegres / piel de ensueño / esencia
norteña / del calor de tu tierra / dejas encantos / risa cantarina (De: Mi sueño.).
6.- UNO DE LOS MEJORES REGALOS EN EL AMOR: SER MADRE:
Para
qué comprar tarjetas / si la mejor de las tarjetas es el reflejo / de
tu ejemplar y maravillosa vida… / Para qué comprar regalos / si el mejor
obsequio fue tu amor… (De: Para alguien grande).
7.- POETIZA LOS BEMOLES Y LAS ESTACIONES DEL AMOR:
Qué
me haría sin tus regaños / sin las discusiones / y el no sé si te
quiero / qué me haría sin tus peleas / sin las quejas diarias / y el
para qué te conocí / qué me haría simplemente sin ti / sin la mujer a mi
lado / siempre / desde hace casi medio siglo / qué me haría sin tus
cuidados / sólo sé que si me faltaras / no valdría la pena / vivir…
(De: Para mi amor.).
En
la segunda sección del libro, CINCO FASES DEL VIVIR, nuestro poeta hace
un acercamiento humano y artístico a través de colores de piel, de
imaginación y de misterios, en cinco instancias del propio vivir,
recreándolos. He aquí un ejemplo, en el cual pinta poéticamente su mundo
escritural:
Quiero escribir en azul/ recordar en azul/ reír en azul/ llorar en azul/ morir en azul/ en azul/ ¿habrá mañanas? / ¿leerán mis libros? / ¿beberán mi sangre? 7 ¿buscarán mis huellas? / en azul (De: Quiero escribir.).
En
la tercera sección, HAIKUS, Addhemar, nos presenta -por primera vez-,
poemas / haikus (técnica japonesa) de buena cosecha de variadas
temáticas. Lo que se debe resaltar es que ha respetado la métrica de su
métrica (tres versos de cinco, siete y cinco sílabas, respectivamente).
Leamos:
Haiku amoroso:
Rostro de rosa
perfumes de otoño.
Renace el amor.
Haiku religioso:
Dios en la cima.
Retrata el futuro
que es un sueño.
Haiku ecológico:
Altivo cuervo.
Tu brillante plumaje
rompe el silencio.
Haiku musical:
Viento musical
pentagrama lejano.
La luz existe.
Y
en la última parte, DÉCIMAS, Sierralta nos presenta decimas
estructuradas, recreando vivencias personales e impulsos humanos, como
su paso por el colegio militar Leoncio Prado, al criollismo sandunguero,
o la belleza y picardía de las negras peruanas, he aquí la última
estrofa de la decima, titulada, “Ponle negra las ganas”:
Baila conmigo un rato
y ponle negra las ganas
muestra que salud emanas
prepara el arroz con pato
no nos trames con el gato
aunque en noche se ve pardo
échale gallina al caldo
ya va empezar la jarana
y ponle negra las ganas
sin salirte así del cuadro.
Es
un poemario diferente y maduro, en su composición y estructuración, lo
cual hace más ágil y entretenida su lectura, habiendo desarrollado
varias temáticas y técnicas, respetando con seriedad las métricas
formales, compartiendo con sus lectores su catarsis de amar, la
recreación de sus pasajes vividos, y la iluminación de sus sueños y
visualizaciones mágicas de colores e impulsos con corazón y memoria.
Felicitamos al amigo-colega, Addhemar Sierralta por su excelsa palabra
amorosa y vital escrita en libertad.
LOS TESOROS DEL AMAZONAS.
Por Alfonsina Barrionuevo (Perú).
Nota de Perú Mundo de Leyendas obra de nuestra amiga la escritora y periodista Alfonsina.
Arturo Hernández, el gran autor de “Selva Trágica,” y su
esposa Talma me hicieron sentir el poder de la omagua o selva. En ellos
había pasión por los grandes ríos y los patriarcas vegetales. Estaba
aprendiendo como siempre y ellos me descubrieron la dulzura de los
trinos de sus aves, el ronco croar de los sapos de colores, la presencia
terrorífica del caimán negro, la belleza de sus peces ornamentales y
hasta la existencia de una odalisca de aletas transparentes. Me fascinó
verla salir del fondo arenado de su pecera, moviendo por unos minutos
sus exóticas aletas, entre sus paredes de vidrio, como si fueran de
seda plisada.
Poco a poco fueron creciendo mis encuentros con sus
criaturas. El enorme búho urkututu recién salido de su cascarón y su
tierna mirada antes de convertirse en un depredador de enrojecidas y
sombrías pupilas. El margay que es una copia en pequeño del jaguar. La
cazadora boa constrictor que suele aparecer en el lago de Yarinaqocha,
Pucallpa, dando lugar a terribles historias. Las orquídeas que fueron
mujeres de una primera creación. La hormiga isula que se convierte
caminando en árbol. La tanrrilla, un ave que se torna humana en noches
de encanto.
La amazonía, el gran pulmón que oxigena parte de América
del Sur y es una reserva de agua incalculable por sus ríos numerosos,
me descubrió un día su talón de Aquiles. Los intereses creados alrededor
de árboles nobles como el cedro y la caoba, para calmar el hambre
insaciable de los aserraderos, y en un futuro el agua.
Su palabra apasionada me descubrió el peligro de
perderla lentamente, al extenderse de igual modo la frontera de una
agricultura que no debía darse, porque luego de unos años de cultivo
sobrevendría la purma, es decir la muerte de su fertilidad. En la omagua
la tierra está sólo a dos o tres metros de profundidad y al ser lavada
sólo queda el cuarzo.
A las empresas madereras no les importa destruir. Hay
leyes que no se cumplen como el compromiso de plantar un vástago por
cada árbol que cortan. En el Perú sigue la deforestación. Los caobos
prácticamente han desaparecido. Nadie llora por ellos. La indiferencia
pesa más.
Miles de aves, tigrillos, monos, peces de antología,
mariposas, escarabajos, murciélagos y otros representantes de una fauna
exótica han salido y siguen saliendo para laboratorios, zoológicos y
particulares que los quieren como mascotas. Se sabe que los gigantes
vegetales presentan pisos que son albergue de una biodiversidad
increíble de especies. Un árbol que cae cortado por los civilizados
exportadores representa el arrasamiento de sus habitantes.
Antes de la república y después los gobiernos
han olvidado la existencia de las naciones de la omagua. Ahora, países
industrializados se creen con derecho a incidir en que sus habitantes
son primitivos, cuando su sabiduría es notable. Ellos han sabido
conservar por milenios su delicado ecosistema a costa de un enorme
sacrificio. No enraizarse en parte alguna y convertirse en grupos
errátiles para permitir que la Pachamama donde se instalan y cultivan
fugazmente se regenere. La repartición de títulos en la selva baja no
funciona, en lugares donde los ríos varían sus cauces a menudo y mueven
la tierra de un lado a otro. Los problemas climáticos que sufre el
planeta, efecto invernadero, contaminación, debilitamiento de la capa de
ozono, disminución acelerada de las cordilleras en los Andes, también
les atañe.
A principios del siglo por correo electrónico de Miguel
Silva Esquén nos llegó la noticia de la “fundación” de la FIRAP (Primera
Reserva Internacional de la Floresta Amazónica) que esperaba poner bajo
la responsabilidad de los Estados Unidos y la ONU una de las regiones
más pobres del mundo, “cercada” por países irresponsables, crueles y
autoritarios” (Brasil, Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela, Guyana,
Surinam y Guyana Francesa).
Aquella vez agregaron que se vio en un texto de
geografía del 6to. grado de USA un enorme hueco que dejaría nuestra
amazonía si pasara a título de “protección” a manos ajenas.
Afortunadamente parece que solo fue un proyecto que se quedó en el
camino. Aunque dio lugar a más de una interrogante.
¿Querrían protegerla o desearían comenzar a asegurarse
frente a una futura escasez de agua? ¿Querrían tener la libertad de
investigar y tomar sin necesidad de permisos, patentes, etc. su rico
potencial biodiverso? Cada día se descubren en la amazonía especies de
flora y fauna cuyas proyecciones son valiosas para obtener
productos aplicados a la medicina, la cosmética y otros usos.
Es de esperar que aquella noticia fuera solo la
expresión de un maniático y que los países vecinos mantengan siempre
buenas relaciones. El planeta las necesita.
ILUSIONADA MADRE (Cuento).
Por María Victoria Márquez Alcalde (Perú).
Es un día gris, frío casi incoloro.
Un
vientecillo helado y cortante, pese a su levedad, traspasaba la
vestimenta de ella, un delgado camisón de franela, que seguramente,
antes de las muchísimas lavadas y el uso que lo desgastaron, fue más
grueso y prestó el abrigo que hoy, le era tan necesario.
No
se sentía nada bien. Desearía permanecer un poco más en cama pero su
inveterada costumbre de aprovechar su tiempo y su vida, no le permitían
disfrutar de la pereza que la invadía, aunque su cuerpo le exigiera un
poco más de descanso.
Por
la misma razón de que no se sentía nada bien, debía levantarse más
temprano; todo le habría de demandar más tiempo, ya que sólo contando
con su embarazo, le restaba agilidad y había tanto por hacer.
Estaba
sola en ésto y en casi todo. Sonrió, ya nunca más estaría sola porque
ese pequeño ser que se formaba en su interior significaba su cambio
absoluto de estado.
Estaba
consciente de la tremenda responsabilidad, de tener un bebè tan
dependiente y que seguramente vendría con muchos requerimientos. Quizá
la personita no fuese exigente, pero ella deseaba ardientemente que no
sufriera de carencias.
Cada
vez que recordaba con cuántas ilusiones decidieron ser padres, no podía
dejar de sonreir y ruborizarse, porque en verdad se amaban mucho y
sentían que era su derecho el ser padres pese a sus modestos ingresos,
porque eran millonarios en ternura y esperanzas, todo cambiaría.
Desde
el momento mismo que decidieron tener hijos, tenía más resistencia para
el trabajo y a él, también le fue reconocida la labor que desempeñaba
como chofer de flota, y le incorporaron en planilla, después de mucho
tiempo trabajando sin seguridad ninguna.
El
frío le recordó que era invierno y se apresuró a poner la tetera al
fuego. Buscó el pan sobrante del día anterior, y lo acomodó al costado
de la tetera, para calentarlo y de paso se volviera apetecible
nuevamente.
Puso
la mantequilla en la mesa y buscó un platito y puso la comida que había
guardado para que desayunara su cachorro, que le golpeteaba las piernas
con el molinete de su cola, como para que no se olvidara de él.
Cómo
olvidarse, si siempre lo tenía tan cerca al punto que a veces le hacía
protestar y le ordenaba quedarse quieto, cosa que el inteligente animalito hacía, pero no por mucho rato, ya que travieso, volvía a las andadas.
Desayunaron
juntos, y ella presurosa lavó todo y se disponìa a prepararse para
salir, cuando un calambre la dejó sin aliento. No sabía cómo procesarlo,
pero recordó que alguien le había instruído, que llegado el momento,
respirase como cansada, con pequeños espacios y así lo hizo. Se
concentró en hacerlo bien y el dolor poco a poco fue desapareciendo.
Ya
más sedada por la oxigenación, trató de organizar sus ideas y tener un
plan de contingencia, sólo contaba con ella misma, porque él estaba de
viaje en sabe DIOS a cuántos kms. de distancia.
Sonrió
nuevamente, mientras terminaba de acomodar sus modestas prendas, que de
tan limpias y cuidadas, se veían mucho más finas de lo que eran.
Repasó
mentalmente lo que había puesto amorosamente en la maletita, donde muy
limpios estaban tres juegos de ropita para su güagüa, y 12 pañales de
bombasí y 12 más de gasa. Tres roponcitos tejidos por ella. La lana era
suave, pero los colores como muy fuertes, pero era lo que pudo comprar
en la realización de verano.
Otro dolor intenso la laceró cortándole el aliento.
Más
respiración para paliar el dolor y para darse tiempo de poner en la
maleta las dos camisas que había lavado y planchado para el hospital, el
cepillo y la pasta de dientes, dos cuadros nuevos, chinelas, jabón,
deshodorante y talco. Ya todo estaba listo.
Se
desvistió para bañarse y disfrutó un poco de la frescura del agua,
pero sintió que un puñal le atravesaba de parte a parte el vientre, al
que había aprendido a valorar, desde que empezó a crecer, porque allí
se desarrollaba ese misterio precioso de elaborar a un ser humano.
Era
grandemente bendecida; dentro de ella, sucedía un milagro. Su hijito,
un ser humano precioso, que nacería para testimoniar su amor y para
bendición de su humilde pero rica vida.
Pero
en este momento, ese vientre se convertía en un suplicio insoportable.
Jamás imaginó que existiera tanto dolor y que se pudiera soportar, sin
morir.
En
un pequeño instante de lucidez, salió de la ducha, se puso algo
encima y trató de buscar ayuda. Tenía la esperanza de que su vecina la
ayudara.
Afortunadamente fue así.
Doña
Inés la hizo subir a un auto de alquiler y la trasladó, entre mil
espasmos, al hospital de maternidad. Llegó desmayada; ingresó a la sala
asistencial.
Ya la fuente se había roto y era ardua la tarea que emprenderían los médicos.
Optaron por operarla, sólo para salvar a la criatura, porque la madre estaba en muy malas condiciones.
Le
aplicaron la mascarilla con éter, por protocolo, porque apenas
respiraba y procedieron a operarla. La criatura tenía latidos muy
débiles también, pero la sacaron con rapidez y la hicieron llorar, era
una ´mujercita, aparentemente saludable, o al menos, con ganas de
sobrevivir.
Lamentablemente,
la madre estaba muy débil, y la hemorragia con que llegó, más la sangre
perdida en la operación, jugaban en contra de ella.
La cerraron rápidamente y la llevaron a sala. La pequeña estaba estable pero al no ser amamantada, se debilitarìa.
Los médicos perifonearon a los familiares de la madre y nadie se presentó.
Y ahora cómo y quién compraría las medicinas necesarias?
Dejaron las recetas para cuando alguien llegara y se cambió el turno.
El
doctor Santis antes de salir, sin saber porqué,hizo una última ronda y
chequeó a la mujer que yacía mortalmente pálida e inconsciente y pensó
en cuál sería su nombre, no tenían nada, sólo una maleta muy pequeña y
modesta.
La observó, era bonita y evidentemente muy joven, como de 20 o 22 años ?
Su
fisonomía apacible tenía una belleza de estatua. No le percibía
humana, más cerca estaba de la muerte, que de la vida, sin embargo no
tenía ese rasgo cadavérico tantas veces visto por sus ojos.
¿Y
la niña ? recordó su vagido tan tenue, tan débil y a la vez, largo,
prolongado, como tratando de entrar a este mundo con todo lo que tenía,
un soplo de vida.
Fue a la estación de enfermeras y vio las recetas , nadie había venido.
¿Es posible que dos seres tan débiles no tengan a nadie que se interese por ellas?
Revisó
las indicaciones, y el término URGENTE seguido del grupo sanguíneo,
indicando transfusión más medicamentos, carecía de sentido ante tanta horfandad e indiferencia.
Sintió
angustia, ya no estaba de guardia, no era su responsabilidad, pero
sabía que si se marchaba la joven mujer moriría, y no había nadie por
ellas, nadie.
Tomó
la orden y fue al banco de sangre, firmó la garatía y le entregaron el
precioso líquido, él mismo aplicó la transfusión y como ésta duraría màs
de una hora, fue a la sala de neonatología, para ver si la niñita
estaba bien. La reconoció, por la escasés de cabello, de color claro sin
llegar a rubio, lo perfilada de sus facciones lo alertó que si no se le
atendía, no podría cumplir su misión, vivir.
Preguntó
a la enfermera cuántas veces había mamado y le dijo que no sabía,
acababa de entrar, pero notó que estaba deshidratada y con rasgos de
haber llorado mucho, probablemente de hambre.
Recorrió nuevamente la sala de parturientas y controló la transfusión, aún faltaba casi la mitad.
Reparó
en una saludable mujer, a ojos vista, ya experimentada y le preguntó si
deseaba salvar la vida de una pequeña, la mujer dijo sí, y ordenó le
traigan a la niña.
Fue
toda una faena que succionara. Cuidadosamente, le dejaron caer gotas de
leche en su pequeña boca, y poco a poco pareció despertar y su instinto
le hizo saber que enroscando su pequeña lengua alrededor del
pezón,obtendría su alimento.
Afortunadamente, la experimentada madre, masajeaba su pecho y apretaba su pezón, ayudando a la pequeña.
Mamó
lo suficiente, casi nada, pero el doctor Santis estaba animado, quizá
se salvarían. Agradeció a la mujer, que generosamente se ofreció a
amamantarla durante su permanencia en el hospital, porque DIOS la había
bendecido con mucha leche, y generalmente le sobraba.
Era su segundo parto y ya habìa criado a un robusto muchachito que tenìa tres años.
Santis
dquirió los medicamentos necesarios, controló hasta el final la
transfusión, sin embargo las mejillas de la mujer seguían intensamente
pálidas. Pidió al SUPREMO la ayudara porque ya no estaba en sus manos
hacer nada más.
Dentro de pocas horas estaría de guardia nuevamente, necesitaba descansar, y lo hizo en la sala de guardia.
El
doctor Santis se despertó pesadamente, se duchó en el hospital, se puso
la misma ropa y se consideró listo para la visita de rutina.
Como
casi todas las mañanas, trató de llegar sin contratiempos a la
cafetería, para tomar ese brebaje medio espeso y amargo, al que
optimistamente llamaban café, que al estar caliente y muy cargado,
lograba despertarlo y sin más , se dirigió a hacer la ronda matutina.
Eran
las 7am. de un día gris y lluvioso. Lo esperaba con las historias de
las pacientes Ester, la diligente interna, que pese a ser tan joven
tenía una gran intuición y sus diagnósticos eran de una precisión
admirable.
Menuda,
sus cabellos recogidos con cuidado, no podían evitar se escaparan unos
rizos y con esa su mirada vivaz, que iluminaba su rostro, que ponía
una nota grata en la sala, tan grande, tan llena de pacientes y como que
tan húmeda.
Quizá
por el llanto de algunas parturientas, quizá por el llanto de los
recién nacidos, quizás por el hambre y la necesidad que flotaba en el
ambiente.
Recorrió
la sala y sintió un nudo en la garganta, al ver la cama vacía
donde dejò a la joven mujer a la que había ayudado en la madrugada.
Ester
captó su mirada y presto se dirigió a la central de enfermeras y
regresó informando que està en cuidados intensivos, porque su estado es
crítico.
Solicitò
a Ester, recomendase a las enfermeras de la sala cuna, llevaran a la
pequeña, para ser alimentada por la saludable señora que se habìa
ofrecido como nodriza.
Sintiò
una mezcla de alivio y remordimiento, al recordar que la nodriza, como
èl la calificarìaarìa, habìa sido cesareada, lo que la retendrìa en el
hospital, el tiempo suficiente, como para salvar la vida de la criatura,
mientras su madre luchaba en otra sala, tambièn por su vida.
Era
un mèdico joven, aparentemente reservado, pero con una gran vida
interior. Con los suyos muy jovial y un gran apoyo para su familia.
El doctor y Ester, terminaron su ronda y se sumergieron en el vértigo que significa Emergencias de un Hospital del Estado.
PETER PAN Y YO (Microrrelato).
Por Andrés Fornells (España).
Me ocurre a menudo que me ensimismo con algunas cosas y me olvido de obligaciones, responsabilidades y preocupaciones.
Me
ocurre por ejemplo viendo como un pájaro salta de una rama a otra, mueve
la cabeza como si estuviese escuchando algo que solo él puede oír y
luego suelta un alegre trino.
Me
ocurre observando las graciosas muecas que realiza un niño delante del
escaparate de una pastelería mientras deja en la gran luna del
establecimiento huellas de sus manos algo sucias mientras mantiene la
boca abierta y hace girar la lengua lamiéndose los labios.
Me
ocurre mirando como un perro se dirige hacia una esquina tan decidido
como mi primo, el futbolero, los lunes hacia al quiosco para adquirir un
diario deportivo cuando el equipo de sus amores a ganado el día
anterior, mientras el can lo que hace es dejar en la pared un mensaje
para sus congéneres.
Le
cuento a las alas de una mariposa los colores distintos que posee;
imaginó qué pueden estar dibujando los movimientos que realiza en su
vuelo (¿serpientes, acentos circunflejos?), y tengo la paciencia de
esperar a ver en que sitio se detiene a descansar o alimentarse.
A mí me
ocurre todo esto que acabo de contar porque a menudo me asalta la
sensación de que me obligan a actuar como adulto, cuando yo quisiera
continuar siendo niño crédulo e ilusionado, que espera descubrir a cada
momento cosas maravillosas que lo fascinen y lo embelesen, y que el
mundo no es como lo veo de adulto, si no como lo imagina un pequeño:
asombroso, fantástico, y no como realmente es, decepcionante, cruel y
despiadado.
RICITOS NEGROS (Cuento)
Por Addhemar H.M. Sierralta (Perú).
Hace
casi 47 años un accidente de aviación conmocionó al Perú y el mundo .
Este cuento de Addhemar H.M. Sierralta, en parte testimonial, nos
recuerda una historia real.
Parecía
de noche y el viento soplaba sin cesar. La tormenta obligaba a que los
pasajeros se colocaran el cinturón de seguridad. Faltaba poco para
llegar a Pucallpa y Ana María recorría el pasillo del avión para calmar a
los pasajeros más nerviosos. Ella había pasado situaciones parecidas al
volar sobre la selva peruana y era una de las aeromozas más preparadas
de la compañía. Cerca del ala, una jovencita de unos 17 años, con
lentes, se abrazaba a su madre. Tenían tipo extranjero. Les dijo que no
se preocuparan porque todo pasaría.
En
realidad en sólo unos minutos estarían aterrizando, si es que podemos,
pensó Ana María. Ojalá pase la tormenta y podamos salir de Pucallpa al
instante. Aún me falta comprar un par de regalos. En eso se remeció el
avión y sintió como caer al vacío. La gente gritaba. Quien debería estar
ahora es la gorda pero la conchuda se hizo la dormida. Ya me las
pagará. Además su marinovio, el capitán, la va a requintar. Bueno … me
falta comprarle a mi tía y a mi vecinita que pasará la Navidad en casa …
ojalá regresemos antes de las tres de la tarde y podré alcanzar
algunas tiendas abiertas. Siempre los 24 de diciembre son agotadores
para quienes compran sus regalos a último minuto. Otro remezón del avión
y se abrió un compartimiento sobre la madre e hija que continuaban
abrazadas. Se acercó a cerrarlo y vio que entre bolsos de mano y
paquetes de regalo había un panetón “D’Onofrio”. Le dió algo de hambre.
Ya era más del mediodía. Cerro el compartimiento, miró su reloj : 12 y
35 de la tarde . Creo que hay unas tajadas de queque en el repostero. Y
se dirigió hacia la zona de alimentos del avión … seguro que si fuésemos
a Talara los comeríamos con Addhemar … cerró sus ojos mientras
caminaba y pensó en los ojos verdes de su amigo especial … en su próximo
viaje a Australia … allí hay más hombres que mujeres y tal vez
encuentre novio … que lástima que mi ojiverde se casara … y se hizo la
noche para todos. Un rayo con su enorme fuerza destructora rompió la
aeronave en mil pedazos … Ana María no llegó a saciar su hambre … los
ojos verdes de su amigo daban vueltas …. vio colores rojo, plata,
amarillo, sintió un calor inmenso y luego le pareció estar sobre el
verde manto, volando como una ave… Feliz Navidad escuchaba en coro … el
rostro de su madre, de su padre, de toda su familia giraba alrededor de
ella. Luego todo se hizo negro. Llegó la eterna noche de verdad.
Mi
bella ricitos negros hubiera sido una buena esposa. Cuando la conocí,
en uno de mis tantos vuelos en LANSA, me obsequió con la mejor de sus
sonrisas y sus ojos negros, penetrantes, grandes como los de un
cervatillo tierno, se hacían chinitos cuando reía. Eran ojos brujos,
hipnotizadores. Su cabello largo, a veces con cola de caballo, otras
recogido, era luminoso, sedoso y de un negro intenso como la noche. Pero
siempre sobre sus mejillas y antes de sus orejas pendían, bamboleantes,
sus ricitos negros con los que ella jugaba coquetamente. Y yo aprendí a
descifrar los mensajes que ellos me brindaban. Una piel canela
aporcelanada y un talle esbelto, como de reina de belleza, completaban
la real hembra que era Ana María.
Lo
más interesante de ella, no era precisamente su belleza, sino aquel
espíritu de servicio y gran corazón que mostró siempre. Una inteligencia
y espiritualidad que cautivaban a poco de charlar con mi ricitos, como
le decía con cariño.
Por
esos días había conocido en Talara a quien sería mi esposa. Ana María
cuando llegaba en sus vuelos a esa ciudad me pasaba la voz por teléfono y
yo de inmediato iba a verla al aeropuerto. En algunas oportunidades
subía al avión a tomar un trago o un refresco con ella. Otras lo
hacíamos en el comedor y bar del aeródromo. Sabía que me gustaban los
dulces y me guardaba algunas rebanadas de queque tipo inglés.
En
verdad nos sentíamos muy atraídos. Incluso, en uno de mis viajes a
Lima, me invitó al departamento de su amiga, una sobrina del general
Málaga Prado, quien condujo la toma de Talara aquel 9 de octubre de
1968. Era frente al Campo de Marte. Me presentó, también, a sus
compañeras aeromozas y la más amiga era la gordita, quien tenía una
relación sentimental con uno de los capitanes, padre de una chica casada
con un ingeniero de Talara. Casi siempre su amiga y el aviador
coincidían en los vuelos.
Demás
está decir que nos teníamos un especial cariño. Ella comprendió lo de
mi matrimonio y se puso feliz cuando nació mi primer hijo. Por eso,
junto con una prima y otra amiga aeromoza, querían irse hasta Australia a
“cazar maridos”, como lo decían bromeando y con alboroto. Ana María, mi
ricitos, fue por mucho tiempo mi correo para los envíos de cartas y
dinero a mi esposa y mi mamá, quienes residían en Lima. Tu hijo es
precioso, me dijo emocionada un día. Lo conocí, se parece a ti y me besó
en los párpados. Ojalá tenga mi hijo y sea tan bonito, agregó.
Jamás
tuvo un disgusto conmigo, nunca estaba de mal humor, era muy cariñosa y
comprensiva. “Señorita Santisteban, podría reemplazar a fulanita, la
necesitamos para un vuelo especial …”, y ella siempre dispuesta, como
ocurrió aquel día, víspera de la Nochebuena de 1971.
Muchas
semanas después de la desaparición del avión, en el que viajaban 92
personas, todos pensaban que no había sobrevivientes. Dios quiso que una
jovencita se salvara. Era Julianne Koepcke, de 17 años, una alemana que
viajaba con su madre para pasar Navidad con su papá, un especialista en
vida natural. Sobrevivió gracias a sus conocimientos de la selva,
inculcados por sus padres, y a una bolsa de panetón que le sirvió de
alimento junto con frutas y hortalizas que recogía en su terrible
recorrido por la selva.
Mi
ricitos debe seguir volando. Debe seguir soñando con viajar a Australia
y tener un hijo como el mío. Algún día comprará los regalos pendientes y
degustaremos queques con bebidas gaseosas en su nave en la eternidad.
Lo único seguro es que en cada viaje que realizo ella me atiende, me
cuida, me da ánimo. Me habla de mi familia, de mis hijos, que debo
cuidarme. Que se siente orgullosa de lo que he logrado y que está
reconfortada al saber que siempre tuvo razón : “Valió la pena conocernos
… los momentos vividos fueron hermosos … y sabes - me dice con ternura -
tus hijos son los míos”.
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Fuente:
TIEMPO NUEVO INTERNACIONAL
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Addhemar Sierralta
Año 10 Nº 328 de 26 de abril de 2018