Danilo Sánchez Lihón
Y madrugar, poeta, nómada,
al crudísimo día de ser hombre.
César Vallejo
1. Rayo
fulgurante
El
bombardeo de la ciudad vizcaína de Guernica, situada en el extremo
norte de España, ocurrió el 26 de abril del año 1937 en el holocausto
que fue la Guerra Civil Española.
Fue
una acción bélica en contra de una población inerme en donde intervino
la Legión Cóndor de la aviación alemana y un comando de la Aviación
Legionaria italiana, sepultando entre los escombros a la población civil
principalmente compuesta de ancianos, mujeres y niños.
Guerra
Civil Española que César Vallejo asume como suya, iniciada en julio del
año 1936 y concluida el 1 de abril de 1939, cuando el poeta de Santiago
de Chuco ya había muerto.
Guerra
Civil que la hizo carne de su carne, sangre de su sangre y hueso de sus
huesos, creyendo firmemente que en ella se libraba la lucha más ardua e
importante por la causa del hombre y por una humanidad digna, moral y
auténtica.
No
ubicándola ni reconociéndola como un problema nacional ni mucho menos
casero, sino total, decisivo y que comprometía lo más esencialmente
humano, y para siempre. Y a ello se dedica en cuerpo y alma, y a
consecuencia de ello produce ese rayo fulgurante que es “España aparta
de mí este cáliz”, y es en ese sentido que debemos medir la dimensión de
su grandeza.
2. Labrarse
un porvenir
César Vallejo escribió el libro de poemas “España, aparta de mí este cáliz” en los últimos meses del año 1937.
El
libro se editó en el frente de guerra en enero del año 1939, antes de
la batalla del río Ebro, en el frente de Cataluña, bajo la dirección del
poeta español Manuel Altolaguirre.
Se
hizo en la imprenta del Monasterio de Monserrate que era el cuartel de
guerra del Ejército Republicano y lleva el sello de “Ediciones
Literarias del Comisariado del Ejército del Este.
Como todos sabemos César Vallejo murió el 15 abril del año 1938, antes que su libro se editara y antes que terminara la guerra.
Por
eso decimos que murió en batalla, que no sobrevivió a la hecatombe cuya
agonía él asume e iza como una bandera tremolante en el aire.
Pudo,
como a muchos serle indiferente este suceso, o tomarlo con calma,
filosóficamente. Pudo seguir viviendo, buscando una felicidad normal,
común y corriente, pero que para él resultaba mezquina. Pudo seguir
buscando su éxito personal, pero aquello era situarlo al nivel de ave de
corral.
Pero
eso no estaba en su genética. Él no tuvo esos cometidos, por demás muy
humanos. Ni le importó labrarse un porvenir, conservar un trabajo, ser
un ciudadano convencional, común y corriente, incrustado en el orden de
lo normal y respetado.
3. Lesa
humanidad
Por
eso, “España aparta de mí este cáliz” es himno moral. No es himno
guerrero ni militar, ni bélico, fruto de una contienda. Él es fruto de
la más alta conciencia y síntesis global de escuelas y corrientes de
pensamiento.
En
él habla el hombre como especie, como totalidad, sin bando ni
parcialidad. De allí que empieza con una palabra que está lejos de todas
las limitaciones, reduccionismos y exclusiones. Empieza diciendo:
“¡Voluntarios!”. Para luego reconocerlos como “Voluntarios por la vida”
Y
siendo así en ello está presente, y principalmente, su pueblo de
origen: Santiago de Chuco, que siempre ha dado voluntarios a las causas
nobles de la humanidad. De donde han salido siempre contingentes de
voluntarios civiles a defender las causas santas, y para hacerse
presentes en las grandes contiendas, en las batallas por la dignidad y
el amor profundo.
Porque,
¿quién merece más un himno que un voluntario? Aquel hombre llamado por
su conciencia y conducido por su hombría de bien. No un enrolado y
miembro de una tropa asalariada, sino un ser que cree, es fervoroso y,
además, valiente.
Un
ser fraterno, que lo deja todo por solidarizarse. Ese es un voluntario,
que es solidario, que abraza al hermano, consustanciado con una causa
de lesa humanidad.
4. Acto
inaugural
En
“España, aparta de mí este cáliz”, Vallejo no lanza ditirambos a la
guerra, ni a favor de unos y en contra de otros, ni tampoco
denostaciones a este o el otro referente. No entona un himno de
victoria, ni hay ayes o gritos gemebundos.
Su
himno es en el alma y su apelación es hacia el interior del hombre. Y
su referente más alto es el alma del pueblo. Él crea un corazón genuino
que es el abrazo universal, una sangre más abierta que es la sangre que
nos une a todos los seres humanos.
Y
ahí está el testimonio de su vida para corroborarlo: el de un guerrero
incólume, pero por la vida. Causa por defender la cual él se consagra,
sucumbe, pero a la vez se levanta y sigue combatiendo.
Porque
él muere en batalla. El testimonio es que él agoniza, como agoniza el
pueblo en nombre de quién se sacrifica. Es el libro de una agonía, pero
donde, como nunca, se eleva tan alto el valor humano. Donde hienden los
aires dianas, cornetas y pífanos.
“España,
aparta de mí este cáliz” es crónica y es delirio. Es testimonio y es
utopía. Es un acto inaugural y milenario, inédito y atávico; simple y
asombroso. Es una antiquísima voz y clamor, es una insospechada estética
y una nueva moral. Es épica y es evangelio a la vez.
5. Escrito
con las vísceras
Georgette
de Vallejo cuenta que los poemas de “España, aparta de mí este cáliz”
fueron escritos la mitad en la mesa de un café de París cuyo nombre no
quiso revelar; y la otra mitad sentado en algunas tumbas del cementerio
de Montparnasse por donde él solía pasear, y en donde ahora sus huesos
reposan.
Poemas
terminados los cuales al parecer César Vallejo entregó una copia de la
colección de estos quince poemas a su amigo Gonzalo More, el mismo que
como miembro del Partido Comunista Francés y de los Comités de Defensa
de la República Española lo hizo llegar a los soldados en el frente de
guerra de Cataluña.
Poemas
en donde a César Vallejo se lo siente arder, inmolarse, llamear. Se lo
siente perdido y recuperado el juicio, loco de desesperación, donde se
lo palpa prenderse fuego, ¡solo comparable a eso!
Donde
se lo siente libar el chorro o vaso de sangre que es la copa del amor,
por la dicha y por la pena, por la felicidad y por la desgracia, y por
amor y más amor al ser del hombre.
Poemas
que se los toca y se los siente llama viva, fuego puro, incandescencia
absoluta; que pone el alma en vilo y que pone el ser íntegro a flote y
en flor. Donde se es casa de par en par, corazón abierto y jubiloso.
Poemas que él escribió con sus huesos, con sus vísceras y con las
entrañas de todos.
6. Defender
la vida
Pero,
además, César Vallejo en esta época vive en las estaciones de los
trenes que vienen de España, pendiente de toda noticia que llega de los
frentes de guerra. Y es incansable escribiendo cartas, artículos,
consignas; lanzando proclamas en cualquier plaza, o simplemente
modulando frases cuando camina enfebrecido por las calles.
Las
copias de la primera edición de “España, aparta de mí este cáliz”
existentes en el Monasterio de Montserrat, fueron encontradas por los
estudiosos de la vida y obra de César Vallejo, Julio Vélez y Antonio
Merino de la Universidad de Salamanca.
Primera
edición de esta obra en donde se consigna como detalles los siguientes:
“Ediciones Literarias del Comisariato. Ejército del Este. Guerra de
Independencia. Año de 1939”.
Y
en la portada lleva una breve inscripción que dice: “Soldados de la
República fabricaron el papel, compusieron el texto y movieron las
máquinas”. Son ejemplares que en el momento en que fueron descubiertos
no estaban aún catalogados.
Donde
escribir es adherirse a una causa, es arriesgar la vida en función de
valores supremos; es defender una razón sacrosanta. Es abrazar al
hermano que cae y protegerlo. Es defender la vida. Donde escribir es
estar en el frente de guerra. Donde César Vallejo es el hombre que lucha
escribiendo.
7. Solidaridad
que redime
Todo
“España, aparta de mí este cáliz” es un rezar fervoroso, y es una
oración sagrada; en donde se está inflamado y en estado ígneo, ardiente,
apasionado; donde todo fluye como una catarata de verdad, de heroísmo y
trascendencia.
Donde
tenemos que pensar que “España…” no es un capítulo concluido, ni que es
un libro que se enmarca en una circunstancia histórica, como tampoco en
una época, sino que es palabra para siempre, y que lo baña todo.
A partir de que existe “España…” siempre será un ahora y un aquí. Y nosotros somos voluntarios de la República.
Tomando
en cuenta que a César Vallejo no nos acercamos como a cualquier otro
poeta, únicamente para el goce estético a secas. A él nos aproximamos
para sentir y compenetrarnos con lo que es ser hombres.
Es el Imperio del Sol de los Incas revivido. Perfecto en sus 15 cantos. Es rayo, es arco iris y lluvia que fecunda.
Donde solidaridad es el mensaje. Solidaridad del hombre con el hombre, que es aquello que nos redime.
Solidaridad que salva y hace posible la resurrección sobre la faz de la tierra.
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CONVOCATORIA