NO SOY PROFE POR VOCACIÓN, SINO POR
DEVOCIÓN
Hoy es el día
del maestro, el culpable de todos los males, el condenado a vivir con los salarios
más paupérrimos, el flagelado y crucificado junto a Jesucristo y aún sin
encontrar la resurrección. Pero que importa determinarnos culpables cuando la diatriba
viene de gobernantes felones y comentaristas simplones; pero que importa la
estigmatización nauseabunda y mal intencionada que nos hacen, sin embargo, sí
importará si seguimos con el escepticismo dirigencial, con la desconfianza entre
colegas, respondiendo con ese tufillo antimagisterial
y desconociendo la clase docente.
Al margen de lo
que susurren, de mis aspiraciones y reivindicaciones económicas y de la
inclinación a la docencia; puedo expresar con total infalibilidad que no soy
docente por vocación, sino por devoción; porque no solo es una cuestión de
preferencia o llamamiento, es fervor y veneración a la carrera, a la entrega
noble y limpia en el aula; cuando entre tizas y pizarra no se hace caso al
mínimo estornudo, cuando entre exclamaciones y llamadas de atención no se hace
caso al ahogo y entonces en un respiro fugaz nos damos cuenta de lo felices que
somos.
Encuentro la
resurrección en cada mirada de niños inocentes y en la de aquellos ya nada
inocentes, en su confianza y en su hermetismo, en el acercamiento sincero de un
padre pidiéndome ayuda con su menor hijo o en compartir un caramelo, hojas y
lapiceros, en fin.
Y en ese trato
con los estudiantes hay algo, que algunos colegas no les gusta, al cual yo
prefiero, es ese “profe” que me hace sentir más en onda, más en confianza o
como dijera mi alumno “usted sí profe”. Es ese profe que me sirve para
explicarles el acortamiento de una palabra larga (profesor), cuya reducción
forma otra palabra independiente. Es ese profe que les nace decir como una
nueva nominalización al dirigirse a su maestro. Ese profe soy yo.
Existen fechas
relevantes en el calendario que ameritan un momento especial; fechas como el
día del maestro, hagamos que realmente este día sea especial, no porque se le
regale un ticket para hacer cola por un almuerzo o para sortearle una canasta,
sino por lo que en esencia significa esta magnánime profesión. No obstante, maestro que nada te detenga, ni
siquiera tu sueldo, ni siquiera los insultos, levántate firme y enhiesto y no
vuelvas agachar la cabeza que no has robado a nadie, simplemente te condenarán
por haber decidido ser maestro indomable a las pretensiones. Pronto serás más
considerado como en cada periodo electoral, solo espera y ofrecerán elevarte el
sueldo como el de un Ministro y luego será lo de siempre.
No sé si habrá
aumentos, no sé si vendrán nuevas evaluaciones y estas sean amañadas y corruptas,
pero sí sé que cada día debo ser un ejemplo de superación, aun sabiendo que mi
sueldo solo alcanzará para poder pagar un post grado; porque en sí no me
preparo para las evaluaciones, me preparo para dar calidad en el aula, para ser
buen docente en ella y fuera de ella, y no para marcar una respuesta de
preguntas anfibológicas. Que los docentes estamos listos para evaluaciones, sin
lugar a duda, siempre lo hemos estado y siempre lo estaremos.
Orlando Luján Corro
Educador y Poeta
Aoluco_79@hotmail.com