Danilo Sánchez Lihón
1. Gesta
heroica
César Calvo escogió el Perú para vivir siempre, él que
pudo muy bien radicarse en cualquier país europeo. Y no solo escogió para vivir
el Perú de la capital sino el Perú profundo: Ayacucho, Cuzco, Iquitos,
Pucallpa. Al respecto dijo alguna vez:
“Amo este país -el Perú-, y creo que lo amaría igual
si hubiera nacido en otro”.
Radicado definitivamente en el Perú lo hace ligado al
mundo andino, amazónico y costeño. Pero costeño de ancestro y antepasados
esclavos, de tierra dolida, de entraña que duele y tiembla; uniéndose con la
gente sencilla y humilde, revalorizando lo nativo.
Identificándose con el hombre que sufre, abrazándose
solidariamente con el desheredado, con la realidad honda y bravía que se
entreteje hacia adentro, fusionado con las montañas tutelares, con sus apus
extasiados y sus pacarinas embarazadas con un fruto tierno.
Su libro El cetro de los jóvenes se ubica en ese
contexto cantando la gesta heroica del año 1965, las guerrillas románticas,
ilusas y místicas del MIR encabezadas por Luis Felipe de la Puente Uceda; y las
del Ejército de Liberación Nacional de Héctor Béjar y tantos otros.
2. Redimir
la historia
En este libro entona la epopeya de la inmolación pura
y sacrosanta, el sueño de una patria hermosa como una espada en el aire; y
alentada en el corazón de quienes escogieron las montañas para iniciar el
camino de construir gloriosamente oro Perú en nuestro suelo y en este tiempo.
De allí que El cetro de los jóvenes está dedicado a
tres luchadores sociales muertos en combate y prácticamente en su juventud:
Javier Heraud, Luis de la Puente Uceda y Edgardo Tello.
Es en este libro donde César Calvo plasma de modo
principal su emoción por asumir y redimir la historia del Perú a través del
canto a la lucha de insurgencia que brotó heroicamente el año 1965 y que fuera
arrasada al finalizar el año, al liquidarse los tres frentes guerrilleros:
La columna “Pachacutec” de Mesa Pelada, comandada por
Luis Felipe de la Puente Uceda, el frente “Javier Heraud” en el departamento de
Ayacucho, del Ejército de Liberación Nacional dirigido por Héctor Béjar, y el
frente guerrillero “Túpac Amaru” de las provincias de Concepción y Jauja,
también del MIR, donde actuaron y murieron Guillermo Lobatón y Máximo Velando.
3. Flor
que se abre
Sin embargo, pese a que sucumbieron constituyen el
hito más alto de heroicidad de la izquierda peruana en el sueño de instaurar
una patria socialista que redima al ofendido, al humillado y al postrado en la
miseria. César Calvo canta esa hazaña en El cetro de los jóvenes que es un
himno de fervor y adhesión hacia aquellos que subieron a esas cumbres con el
pecho, la frente y la mirada en alto y descubierta. Es así como dice:
(Después de
aquella vida que en la ciudad vivimos
como una
muerte a medias, esta otra que avanza
sobre el hilo
de los disparos en la noche,
alta en el
corazón, nos reconforta.
¡Oh vida
amenazada, golpeada
por los
vientos, al aire, siempre al aire
y delante de
sí misma siempre! Tal,
en pos de
nosotros, avanzamos, somos
nuestro
destino, la patria de los tiempos.
Y desde estas
llanuras que son otras, entre
los altos
bosques o relámpagos, nos miramos
llegar, nos
saludamos).
¡Saluda,
tierra, nuestro paso
que tuyo es:
callado
como el
peligro, fértil
con tus
leyes, revelado milagro! ¡Salúdalo
en la sangre,
en la flor que se abre o en la tumba
que se cierra como una flor sin nadie!
4. Eslabón
de oro
Estos versos forman parte del poema “Diario de
campaña” dedicado a Héctor Béjar comandante de la guerrilla “Javier Heraud” del
Ejército de Liberación Nacional que se alzara en armas en enero de 1965 en la
provincia de La Mar en Ayacucho, gesta que tuvo diversos enfrentamientos, tal
vez el más significativo el que ocurriera en la comunidad de Chapi.
¿Cuántos compañeros constituían ese ejército de gigantes
cuya gesta para nosotros es tan legendaria como la de los argonautas que
enrumbaron a Calcos en busca del vellocino de oro, en donde todos eran héroes?
Eran nada más que 13 compañeros, casi todos poetas. ¡Y este es el honor de la
poesía en el Perú!
Entre ellos estaba Edgardo Tello que fue muerto en
combate en Tincoj el 17 de diciembre después de un año de dormir o velar a
campo traviesa en las montañas de Ayacucho. ¡Siempre ha sido la poesía la que
ha portado en sus manos la bandera o el laurel en su frente de los grandes
hechos en nuestra patria heroica y martirizada!
Edgardo Tello tenía como seudónimo de combate el de
Cúyac, que quiere decir en quechua “el que ama”, porque era un ser noble y
puro, con cuya muerte terminó la gesta heroica de las guerrillas en el Perú; de
allí que él sea el eslabón de oro, la herencia de fuego que asume Calvo, una
luz hermosa por ser de diamante; herencia que no se puede olvidar porque
agujereado por la metralla encontraron en su pecho esos poemas candorosos como
de un niño
5. El corazón
jazmín
Y donde revela que cada paso y cada recodo del camino
con la mochila y el fusil al hombro era recordar a su novia lejana a quien le
dice:
Entre
cristales
escucho
tu voz y tus
pasos
marchando
al encuentro de los míos
Pienso en ti
esperando en
secreto
la hora del combate.
Y en el poema “Diario de campaña” César Calvo lo evoca
casi en el mismo sentido y modo de quedarse mirándolo:
La soledad es
larga entre estos ríos, y a veces
nada sino el
recuerdo
de lo que ha
de venir nos alimenta. Hoy
los fusiles
reposan
como plantas,
un campesino trajo una guitarra,
y el corazón
jazmín que se deshoja
sólo
el peso
de una
canción soporta (Amor lo cubre
como una hoja roja, dulcemente).
6. Un país
hermoso
¿No se siente entre estos dos poetas como un diálogo
de poemas, de versos y de sueños? Como una empatía profunda de almas de un
amigo que vela sentado en una silla frente a una ventana en una ciudad
enrevesada, y de otro que vela bajo las estrellas titilantes de la montaña?
A esta herencia diáfana y pura como un relámpago
debemos recurrir, como cuando Edgardo Tello (que ni siquiera era andino sino un
muchacho de Miraflores, fino, espigado y altruista, quien de niño ganó el
concurso “Quien estudia triunfa”. Y solía escribir unos manuscritos que llevaba
junto a su corazón, que tituló Las puertas de la esperanza), en donde anotaba
lo siguiente:
Dejaron
la novia de
ojos de miel,
la de pechos
profundos
para buscar
en su país, un país hermoso.
De allí que yo proteste que consideremos que el Perú
sea un país de políticos fantochescos o de funcionarios corruptos y miserables.
Es –creo que con más derecho que ninguno otro– la patria de Melgar, de Vallejo,
de Arguedas, de Heraud, de Edgardo Tello, quien escribió con toda naturalidad
en ese diario o poema, apuntes como este:
7. Al alba
partiremos
Al primer
llamado
salió de su
casa
para escribir
con su sangre
el amor
que defendió en sus versos
Con ese hilo de sangre o arco iris de sueño conecta
César Calvo cuando escribe, y pese a que
Edgardo Tello ya está muerto, expresándose del camarada como de un vigilante en
desvelo permanente:
Bajo la luna,
Edgardo no dejes de mirar. Nosotros
soñaremos
esta noche en tu nombre, y acaso
pasearemos de
memoria las playas que te extrañan.
No dejes de mirar...
Al alba
partiremos. Demás está decir, hermanos
que os
extraño, que entre las luces
de la
emboscada o del descanso, recuerdo
aquella nave
de la ciudad, las noches
prolongadas
hasta el agua.
Si no vuelvo
a miraros, si mis ojos
-en paisajes
sin viento ni reposo-
humedecen los
vuestros, quiero decir tan solo
que al alba partiremos.
8. El más
puro amor
Otra
vez
en el pecho
húmedo de los bosques
reclinaremos
nuestra frente, teñiremos de lluvia
nuestras
manos lavadas por la sangre.
Sea mañana el
júbilo en nosotros.
nunca el odio florezca bajo nuestros pasos.
Qué más coincidencia, para corroborar el amor, que
soñar juntos? Pero aquí hay una coincidencia mayor: la de las lágrimas en los
ojos, es decir la coincidencia de llorar juntos, que en este caso es un llorar
heroico, cuando dice: “Si mis ojos... / humedecen los vuestros, quiero decir
tan solo / que al alba partiremos”.
Edgardo Tello era entrañable amigo de César Calvo y de
Javier Heraud. No sé por qué se lo olvida. Él viajó al lado de Javier desde
Arica a Cuba persiguiendo el sueño de una patria redimida. Estuvo con él en
Puerto Maldonado cuando lo mataron. Estuvo preso en Bolivia y entró en viaje
clandestino al Perú para seguir luchando, no por odio sino por amor, lo dice él
mismo cuando escribe a la mujer que ama en una de esas noches de luceros de la
serranía:
Tú sabes
que el fondo
de nuestro odio
encierra
en infinitos, el más puro amor
9. Canciones
de combate
Diario de campaña de César Calvo tiene pasajes
memorables. Es hermosísima la evocación de la fraternidad, la consustanciación
entre el alma del poeta y la del guerrillero, el lazo indiscutible de amor que
atraviesa la vida y la muerte.
El arco que se traza y que une ambos mundos en la
mente y el corazón de los que viven y de los otros que cayeron a través de un
vínculo indisoluble cual es los sueños, los ideales no doblegados, las banderas
que flamean en la ilusión y la esperanza de los que se hermanan en el anhelo de
una patria hermosa como una “espada en el aire”, por la cual ¿es justo o no
llorar juntos?
César Calvo, hizo preparación militar de guerra
subversiva y destacó en ese campo y cuando reclamó por qué no le llegaba la
orden de marchar a combate Juan Chang “el chino” (quien integró el Ejército de
Liberación Nacional y muriera después al lado del Che Guevara en Ñancahuazú en
Bolivia) le expresó que la orden del comando era que, pese a su excelencia
militar, de lo necesitaba más que nunca como enlace en la ciudad y para
escribir canciones de combate.
De allí que sea exacto, por su identificación con lo
genuinamente popular, el poema canción que César Calvo compusiera en esta
circunstancia y que se titula “Para un charango”, porque en ella se evoca al
charango como un arma de guerra que fortalece el alma.
10. Si
soy herido
Porque es en el descanso del combate surge este
soldado o este compañero de armas. Y finalmente porque es la belleza, el arte,
el canto y la ilusión la razón de la lucha que se hace evidente cuando surgen
las notas de este instrumento pequeño pero de voz poderosa y combatiente
indestructible:
Charango,
viento solo
de las
montañas:
como un sol
perseguido
nos acompañas.
Los señores
te escuchan
tierra
callada,
y sus fusiles
tiemblan
como las
cañas.
.....
En redor de
una hoguera
cuando la
calma,
suena en
nuestra sangre,
cantando aguardas.
Charango
guerrillero,
danos
confianza
bajo la luna
roja
de la emboscada.
Si soy herido
no detengas
tu canto
canta conmigo.
11. Con el paria
y el mendigo
Así como en otro poema, titulado “El recuerdo”, traza
César Calvo su arco de herencia y ancestro con el Tahuantinsuyo, y se adhiere a
los vencidos, contándose entre uno más de los que fueron masacrados y reducidos
a despojos.
En él se une e identifica sentimental e ideológicamente
con los runas silentes de piedra. Él, a quien el destino le ornó con tantos
atributos de distinción y refinamiento. Mucho más que a otros que hacen lobby
en los hoteles, merodean tras los cargos, el éxito y las comodidades que lo
utilizan para privilegiar a una literatura frívola. En su caso él se inclinó a
solidarizarse con los que sufren, con el paria y el mendigo, a quienes se une
fraternalmente:
Manco II,
taytachay, contigo
.....
marchamos
hacia el Cuzco.
No arriaste
el corazón, la cólera, el Imperio,
cuando la
infame muerte
–por mil
moscas azules precedida–
golpeó
nuestros ojos en busca de los tuyos.
No hubo mano
ni amor que detuviera
tu hermoso
cuerpo entrando hacia la tierra,
y cien mil
veces fuimos, sin tregua, asesinados.
Dejamos de
ser libres. Dejamos de ser dueños.
Dejamos de
ser dioses.
Las antorchas
bajaron la voz hasta dar sombra.
Sólo la fría
hierba creció sobre los campos,
cubrió los
corazones, el sol, los altos muros,
el viento, las edades.
12. La gesta
guerrillera
Muchos años después de haber sucumbido aquellos
alzamientos y aparentemente habiéndose borrado aquellos sueños, él declara que
sigue creyendo en lo mismo, al decir:
Creo firmemente en el advenimiento de un mundo justo y
digno, sin explotadores, sin hambres ni penumbras.
Creo en un mundo donde se enseñe a nuestros hijos que
es más importante tener un amigo y no un televisor, tener una conciencia limpia
y no un automóvil último modelo. Donde se enseñe que las cosas son
verdaderamente nuestras solamente cuando son compartidas, solo cuando no han
nacido de las hambres ajenas, de las penurias ajenas, sino de las mutuas
alegrías y los empeños generosos. Y creo que ese mundo lo haremos ahora, y lo
haremos con armas invencibles, escribiendo y amando, y cantando. Y lo haremos
aquí, en esta tierra dura y no en algún sedoso paraíso celestial...
Sin embargo, se quiso empañar la trayectoria de vida
de César Calvo poniendo en duda el compromiso de su participación en la gesta
guerrillera de la década del 60.
No se le perdonó que él viviera, pensando que si
Javier Heraud y Edgardo Tello habían muerto a él también le correspondía morir.
13. Tiempo
nuevo
Sin embargo, Héctor Béjar, salió al paso de tales
infundios dando un testimonio de mucha firmeza en el sentido de que César Calvo
arriesgó la vida como cualquiera de los que fueron muertos. El mismo poeta, en
la sinceridad de la poesía que no admite falsedades, cuando la voz es sincera y
así se la siente, dice:
– Señor, yo
sí soy digno
de los que por
mí fueron y cayeron
sobre su pecho abierto, allá junto a la piedra.
Por eso al morir César Calvo, el 18 de agosto del año
2000, ha bajado hasta su morada eterna en hombros de los combatientes obreros,
campesinos y estudiantes que forman una larga columna. Y luego, en aquel sitio
adonde ha llegado su heroico catafalco ha sido cargado por los grandes de
nuestra patria que lo han acogido emocionados como hermano de batalla.
Y allí va en hombros de Mariano Melgar, de Javier
Heraud, de César Vallejo, de José María Arguedas. Cargan también su ataúd José
Carlos Mariátegui, Túpac Amaru, el maestro José Antonio Encinas y José María
Eguren.
Y, después de ser sepultado en el humus más fértil,
que forman nuestras entrañas telúricas, dando un grito de libertad resurge por
cada huaca, pacarina o apu, para elevarse luego como sale el sol de amanecida.
Para ser con Manco Cápac, y todos nosotros juntos, el fundador de un tiempo
nuevo.
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