Danilo Sánchez Lihón
1. Por esos
senderos
Un día como hoy, 7 de julio del año 1874, nace en Lima
un poeta extraño, raro e irrepetible; un ser de otro mundo, un duende, un
aparecido, quien urdió un mundo propio, original, de prodigio y extrañeza.
Él es José María Eguren, peregrino de mundos
fantasmagóricos, portando apenas una flama votiva y yendo como una sombra por
oquedades desconocidas, temibles y alucinantes. Caminante por mundos poblados
de seres estrafalarios, pero que representan realidades y fenómenos ónticos.
Poeta aparentemente estrambótico pero con la mayor
lucidez, seriedad y hasta pesadumbre, vagabundo de mundos increíbles,
inusitados y sorprendentes; donde no deja de estar presente ni la tragedia, ni
la comicidad, ni lo grotesco.
Al parecer leyó y asumió mucho de los cuentos de los
hermanos Grimm y de Charles Perrault; y de todos los contadores de historias de
seres fabulosos, de los cuales él recoge principalmente el más secreto
estremecimiento, pero nunca ni temas ni personajes sino solo el temblor
original del espanto para encontrar pábulo a su alma atormentada y siguiendo
por esos senderos.
2. Feliz
o desdichado
Creó su universo de juguete y de cristalería, en donde
los personajes, como en un vaudeville o en un baile de máscaras y movimiento de
marionetas, nacen, crecen y encuentran su destino insólito y descalabrado.
Viven los dramas de la vida y mueren, pero todo en un
plano de figuras de cartón o bisutería, con un misterio y profundidad que lo
hacen sencillamente abrumador, angustioso y de fábula.
Trama un universo de arlequines, muñecas, reyes,
sotas, caballos de barajas, duques engolados
escondidos bajo sus capas.
Urde fabulaciones propias del medioevo, con niñas
fantasmales, bajeles herrumbrosos, duendes y marionetas, princesas encantadas.
Se encaraman animales fantasmagóricos y estrafalarios
en un mundo de quimera sobrecogedora, pero todo esto con seriedad compungida,
como si frente a ello no hubiera salvación posible. Ilusión no elegida sino
obligados a aceptarla.
Así, una letra, solo una letra, resulta ser un
personaje fabuloso, mítico, con todo el contenido humano, infernal o divino,
dramático y terrible, como lo puede ser el hombre más feliz o el más
desdichado. Así:
3. Esencias
de miedo
Veamos:
LA DAMA I
La dama I,
vagorosa
en la niebla
del lago,
canta las finas trovas.
Va en su
góndola encantada
de papel a la
misa
verde de la mañana.
Y en su ruta
va cogiendo
las dormidas
umbelas
y los papiros muertos.
Los sueños
rubios de aroma
despiertan
blandamente
su sardana en las hojas.
Y parte
dulce, adormida,
a la borrosa
iglesia
de la luz amarilla.
¡O de la enfermedad, la calamidad y la fiebre! ¿No es
acaso estremecedor? Donde hasta los colores son esencias de miedo y espanto. Y
es que Eguren es el cazador de figuras, el “Andarín de la noche”, el Juan
Volatín ebrio y trashumante.
4. La vida
misma
Hay en él un trasfondo misterioso, mágico, onírico,
por donde se desliza la muerte, el espanto y el horror más opresor y lacerante,
como el caballo que pasea fantasmal por la calle solitaria:
EL CABALLO
Viene por las
calles,
a la luna
parva,
un caballo
muerto
en antigua batalla.
Sus cascos
sombríos...
trepida,
resbala;
da un hosco
relincho,
con sus voces lejanas.
En la plúmbea
esquina
de la
barricada,
con ojos
vacíos
y con horror, se para.
Más tarde se
escuchan
sus lentas
pisadas,
por vías
desiertas
y por ruinosas plazas.
Son figuras, pero en ellas se encarna no solo el drama
del hombre como individuo sino de la raza humana como especie, pero también e
igual de la vida misma como ontología.
5. Y vienen
por la hondonada
Esta poesía aparentemente inofensiva es de una carga
terrible de vacíos y temores y abismos que aparentemente nos condena pero que
en realidad nos salva.
En esta poesía, aparentemente de ilusión y de joyería
preciosa, campea la presencia absoluta, presente y evidente de la muerte,
estremeciéndonos de espanto, pero a la vez de su contrario que es el grito
jubiloso de la vida. Veamos:
NUBES
Descienden de
la montaña
las nubes enmascaradas.
Y en el valle
primoroso
de camelias y
tacones,
blondas niñas
adormidas,
cantan estivos amores.
Descienden de
la montaña
las nubes enmascaradas.
Y van parejas
errantes
por arenal
azulino;
y en amores,
van al bosque
buscando fresas y lirios.
Descienden de
la montaña
las nubes enmascaradas.
Toca, toca el
campanero
de vieja
torre ambarina;
claras bodas,
en la aurora
se oyen con lenta harmonía.
¡Y vienen por
la hondonada
las nubes enmascaradas!
6. La mansión
de mi pena
Si algún personaje omnímodo, constante y pavoroso es
dominante en esta poesía de estupefacción y pasmo, ese personaje es la muerte,
o el temor a ella; su talante, su presentimiento o su mortaja.
Es una poesía en la cual la adversidad donde habitamos
se acepta, resignados porque es ineluctable, donde nada se reclama, nada se
contraviene, porque todo es fatal y así está establecido. Donde no se ruega ni
anhela, ni se apela, donde todo se lo mira y se lo observa asombrados. Ni se
acepta ni rechaza. Del duende que fue y que mira extasiado con sus ojos vacíos.
Se detiene ante la casa vetusta y abandonada, la
capilla derruida y con la cúpula hecha jirones en el puente.
En casa
vetusta
de raros
sonidos
en donde
vagaran los aparecidos
de mirada adusta.
Y dio esta explicación el poeta, acerca de su universo
y su talante, con rictus afligido:
Yo adoro la obscura mansión de mi pena.
7. Marionetas
y fetiches
Con su poesía se eleva y tramonta el abismo del ser,
lleno y acosado de miedos, pavores y angustias.
Surgen siniestras figuras, atroces cavilaciones y
hoscos presentimientos.
Horas vacías, aleteos innombrables, presencias
extrañas, temibles alegorías. Es decir un mundo de silenciosa y eterna tragedia
en medio de la cual el hombre permanece atónito, sin lugar ni al reclamo, y en
el caso de Eguren ni siquiera al llanto.
En sus poemas más ingenuos, más paisajistas, más
juguetones hay un abismo de miedo, de espanto y agonía.
Por las
avenidas
de miedo
cercadas
brillan en la
noche de azules oscuros
la ronda de espadas.
El libro Simbólicas, por ejemplo, tiene por un lado
una sucesión de marionetas y fetiches que unen a su candor lo adusta presencia
de lo senil y grotesco.
8. El espíritu
que albergaba
Eguren fue completamente original, tanto que al
principio hubo dificultad en leerlo, comprenderlo y ubicarlo.
Su poesía era completamente distinta a lo que se hacía
hasta entonces: distinta en el lenguaje, la sintaxis, las imágenes y sobre todo
en el espíritu que albergaba.
Estuardo Núñez expresa lo siguiente:
“Con Eguren empieza en el Perú y tal vez en el
continente, el culto de la poesía esencial. Con él concluye el ciclo y señorío
de la poesía descriptiva o explicativa, sierva de motivaciones extrañas. Aporta
además el criterio de la estricta selección en la materia poética y de la
incorporación del valor poético emergente, de la vivencia auténtica y
artísticamente elaborada”.
Con César Vallejo constituyen las cimas más altas de
la poesía del Perú, América Latina y el mundo. Poesía grandiosa, gigantesca,
suprema; folios, pergaminos y testimonios del drama de nuestro deambular en el
planeta Tierra y hacia las estrellas.
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