LETANÍA PARA EL MAESTRO
Por Rodolfo Ascencio Barillas
Por Rodolfo Ascencio Barillas
Señor, Padre nuestro que estás en los cielos,
Escucha mis súplicas en mi vida de Maestro,
Enséñame a enseñar a los que no saben.
Que el Señor me conceda el don de seguir enseñando
Y de aprender para poder enseñar…
Yo entiendo a los que no entienden
Y me comprometo a propagar mi conocimiento
a los que sufren ignorancia
Y a los que caminan en oscuridades infinitas.
Que el Señor me conceda el don de seguir enseñando
Y de aprender para poder enseñar…
Pero aquellos que reniegan de las enseñanzas
Y desprecian la sabiduría de sus riquezas,
Y con odio amenazan destruir lo que he forjado
Reciban las lecciones que Dios les ha preparado.
Que el Señor me conceda el don de seguir enseñando
Y de aprender para poder enseñar…
Porque desde mi juventud me esforcé para enseñar
En los rincones más remotos de la mente
Caminé leguas, ríos, lluvias, sed, hambre y calamidades
Para llegar a tus lejanos poblados ignorados.
Que el Señor me conceda el don de seguir enseñando
Y de aprender para poder enseñar…
Por las inclemencias y las injusticias agraviadas
yo fui luz para las tinieblas de tus ojos
Y fui manantial para la frescura de tu regazo
Y cuando más me necesitabas llegué hasta tu morada
Hasta los escondrijos olvidados de tus perlas.
Que el Señor me conceda el don de seguir enseñando
Y de aprender para poder enseñar…
Yo te di lo que el oro y la plata no pueden comprar
Y las joyas que no se pueden vender,
Aún en los días de tu infortunado destino
Que amargaban la, noche de tus pesares.
Que el Señor me conceda el don de seguir enseñando
Y de aprender para poder enseñar…
Yo estuve en el agua de tus porrones, en tus cuadros apolillados
En tu rancho, en tu lucero, y el sudor de tu frente
En tus escasos alimentos, y en los fríos inviernos
Hasta que fuiste saciado con la enseñanza.
Que el Señor me conceda el don de seguir enseñando
Y de aprender para poder enseñar…
Yo te saqué de los ocios infernales
Y de tus penas que prolongaron tu vejez.
Pero hoy que vez la luz del día… ¡es diferente!
Porque Dios habita en la soledad de tu alegría.
Que el Señor me conceda el don de seguir enseñando
Y de aprender para poder enseñar…
El Señor bendice todo lo que haces
Y ha multiplicado tus virtudes en sabiduría
Que perdurará hasta la última hora de tu vida
Y hasta el último suspiro de tu aliento.
Que el Señor me conceda el don de seguir enseñando
Y de aprender para poder enseñar…
Yo te bendigo Señor por convertirme en un maestro
Para los niños que florecerán en los verdes trigos
De tu gracia y de tu inmenso amor,
Gracias Dios Todopoderoso…
Que el Señor me conceda el don de seguir enseñando
Y de aprender para poder enseñar…
Y a los que caminan en oscuridades infinitas.
Que el Señor me conceda el don de seguir enseñando
Y de aprender para poder enseñar…
Pero aquellos que reniegan de las enseñanzas
Y desprecian la sabiduría de sus riquezas,
Y con odio amenazan destruir lo que he forjado
Reciban las lecciones que Dios les ha preparado.
Que el Señor me conceda el don de seguir enseñando
Y de aprender para poder enseñar…
Porque desde mi juventud me esforcé para enseñar
En los rincones más remotos de la mente
Caminé leguas, ríos, lluvias, sed, hambre y calamidades
Para llegar a tus lejanos poblados ignorados.
Que el Señor me conceda el don de seguir enseñando
Y de aprender para poder enseñar…
Por las inclemencias y las injusticias agraviadas
yo fui luz para las tinieblas de tus ojos
Y fui manantial para la frescura de tu regazo
Y cuando más me necesitabas llegué hasta tu morada
Hasta los escondrijos olvidados de tus perlas.
Que el Señor me conceda el don de seguir enseñando
Y de aprender para poder enseñar…
Yo te di lo que el oro y la plata no pueden comprar
Y las joyas que no se pueden vender,
Aún en los días de tu infortunado destino
Que amargaban la, noche de tus pesares.
Que el Señor me conceda el don de seguir enseñando
Y de aprender para poder enseñar…
Yo estuve en el agua de tus porrones, en tus cuadros apolillados
En tu rancho, en tu lucero, y el sudor de tu frente
En tus escasos alimentos, y en los fríos inviernos
Hasta que fuiste saciado con la enseñanza.
Que el Señor me conceda el don de seguir enseñando
Y de aprender para poder enseñar…
Yo te saqué de los ocios infernales
Y de tus penas que prolongaron tu vejez.
Pero hoy que vez la luz del día… ¡es diferente!
Porque Dios habita en la soledad de tu alegría.
Que el Señor me conceda el don de seguir enseñando
Y de aprender para poder enseñar…
El Señor bendice todo lo que haces
Y ha multiplicado tus virtudes en sabiduría
Que perdurará hasta la última hora de tu vida
Y hasta el último suspiro de tu aliento.
Que el Señor me conceda el don de seguir enseñando
Y de aprender para poder enseñar…
Yo te bendigo Señor por convertirme en un maestro
Para los niños que florecerán en los verdes trigos
De tu gracia y de tu inmenso amor,
Gracias Dios Todopoderoso…
Que el Señor me conceda el don de seguir enseñando
Y de aprender para poder enseñar…